Décima Espina: Posidonia

A mediados de verano tuvo lugar el Gran Festival de Música del condado Pizarro. En ella, bandas aficionadas de todos los sectores sociales podían tocar en un escenario abierto. Durante dos días la música era el alma colectiva, llevada al máximo de su expresividad a través del amor de los fanáticos por sus canciones preferidas.

Los sueños renacían en el polvo de los zapatos de aquellos que, en la normalidad del estudio y la vida, no tenían compasión al pisotearlos. Las voces más desafinadas entraban en el alma por su pasión, mientras que los instrumento algo descompasados alcanzaban un nuevo nivel de arte.

Elvira Armstrong era una más de las que veían. Enfundada en un vestido negro y zapatos cómodos, con maquillaje oscuro y negro, era una imagen muy distinta a la enfermera de dulce que era en sus horas de oficio. El largo cabello negro estaba suelto sobre sus hombros, desordenado por el movimiento.

En sus manos, una cámara capturaba partes de las presentaciones.

Durante seis horas, sucesiones de bandas habían subido al escenario principal. Entre virotes de ánimo, de gritos y risas animadas, cada una había entregado un pase de amor y de vida. A la medianoche, cuando subió la siguiente banda, no hubo excepciones en su recepción. Sin embargo, en cuanto iniciaron la canción, se notó su clara diferencia con los demás.

El grupo estaba compuesto por cuatro personas. Dos chicos y dos chicas. Los dos primeros en el bajo y la guitarra, mientras que ellas se concentraban en la batería y el teclado. No eran personas reseñables. Ni su color de cabello ni sus ojos ni sus vestimentas, sencillos vaqueros y tenis y una camisa idéntica. El nombre Stardust era visible en la zona del pecho, en colores azules.

Eran cuatro personas que desaparecerían en el polvo del mundo sin realizar nada importante. Sin embargo, en cuanto las primeras notas de la canción se hicieron escuchar, cada uno dejó una marca imborrable en el corazón de los oyentes. Se convirtieron en dioses al ritmo de la batería y el teclado.

La gruesa y suave voz del cantante penetró en lo más profundo de sus almas, al tiempo que el cuidado del bajo arrullaba las esperanzas. No saltaban ni gritaban, no se movían de sus puestos. La música era lo único que salía del escenario y, pese a todo, los que veían no podían evitar emocionarse.

En ese momento, la mano de Elvira tembló. Al presionar el botón de acercamiento, podía ver la pulsera blanca en cada muñeca derecha de los integrantes. En la diminuta imagen de la pantalla de la cámara, se recordaba quienes eran cada uno de ellos, y la música, la letra desesperada por lograr vivir un minuto más, penetraba en sus poros y la alzaba al espacio.

Bajo. Jonas. Osteosarcoma en la pierna izquierda. Prótesis luego de amputación. Metástasis en hígado, estómago y pulmones. Seis meses de vida. Debía dolerle horrores la caderas.

Batería. Úrsula. Leucemia mieloide aguda. Cuarta etapa. Tumores en piernas, pulmones y sistema digestivo. Un año máximo de vida. 

Teclado. Natalia. Sobreviviente de un ependimoma a los seis años, en recesión hasta el año pasado. Tumores en estómago, pulmones, cerebro, riñones y sistema digestivo. Posibilidades de supervivencia a la próxima intervención: cincuenta por ciento.  La falta de coordinación entre teclado y el resto de la banda seguro se debía a la diplopía que había regresado.

Guitarra y voz. Travis. Sarcoma de Ewing. Metástasis en pulmones y cerebro. Si hacía un esfuerzo supremo, Elvira podía imaginarse el sabor a sangre que tenía el chico en la boca, por estar forzándose de esa manera.

Pese al dolor que estaban padeciendo, detenerlos no era una opción. Cada uno había soñado en tocar instrumentos frente al público, mientras se preparaban para operaciones, para quimioterapias y transplantes, la música los había mantenido vivos. Darles esa última oportunidad para brillar, antes que explotaran y arrasaran con todo a su paso, era lo más humano que se le pudo haber ocurrido a los padres y doctores.

Elvira no aplaudió cuando terminaron. No se secó las lágrimas ni se vio tentada a seguirlos. Se limitó a seguir grabando los gritos, la salida y la felicitación del coordinador del evento. Solo tras tener bien guardada la cámara, fue que se retiró del lugar.

Un par de días después llevaría el vídeo a la sala de Oncología Pediátrica, como todos los días de trabajo. Quería que ellos se vieran a sí mismos, como todos los recordarían, como sus padres los verían cada año, cuando ya no estuvieran. Elvira quería que entendieran que, pese a que la muerte se los llevaría muy temprano, ellos serían siempre eternos.

Sí, como el polvo que queda tras el paso de las estrellas, esa cinta los mantendría vivos más allá del tiempo.

N. del autor: Esta historia vino a mi mente mientras escuchaba la canción Do or Die de 30 Seconds to Mars. Dejé la canción en multimedia.

Glosario

+Diplopía: Trastorno de la visión que consiste en ver doble (Google).

+Ependimoma: Tipo de cáncer que afecta el sistema nervioso central, de forma específica en los tejidos del encéfalo y la médula espinal (Instituto Nacional de Cáncer de los Estados Unidos).

+Metástasis: Extensión de enfermedad o tumor a otras partes del cuerpo. (Google)

Los tipos de cáncer que aquí se mencionan, están mejor explicados aquí: http://kidshealth.org/es/teens/types-of-cancer-esp.html y https://www.cancer.gov/espanol/tipos/cerebro/paciente/tratamiento-ependimoma-infantil-pdq

Si cometí algún error en la ubicación del cáncer, o algún otro detalle, bienvenido sea que me lo hagan saber. Gracias.

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