2
Estuve al menos dos horas rodeada de toda clase de gente que poco a poco se deshacía de todo el trabajo que habíamos hecho mi madre y yo en el carruaje durante el camino y me convertían en esta otra versión completamente diferente de mi, ahora usaba un vestido azul y rosa pastel con detalles florales y mi cabello iba más suelto que recogido con algunas trenzas delgadas, accesorios dorados sencillos pero que probablemente eran tan costosos como para agregar habitaciones para todos en casa, no podía entender por qué todo este cambio si cuando me ví al espejo al llegar aquí estaba muy conforme con mi apariencia, supongo que no sé de estas cosas
Una vez estuvieron seguros de que estaba como debía estar el hombre que nos había recibido en la entrada vino a avisarme que el príncipe había pedido que lo encontrará en la biblioteca, mis manos volvieron a sudar y tuve que contener el impulso de secarlas en el vestido, no sabía que debía hacer o cómo iba a explicar el cambio tan repentino de prometida, ni siquiera sabía aún si había aceptado o tal vez sólo quería verme para reírse en mi cara. Dos mujeres con uniformes blancos y dorados me escoltaron por varios pasillos hasta una gran puerta de madera, un guardia al ver que nos acercabamos tocó la puerta y dijo algo que no pude distinguir y sólo unos segundos después abrió la puerta para nosotras. Para mi
Las señoritas que venían conmigo no entraron, se quedaron de pie en su lugar y eso hizo que los nervios que ya estaban consumiendo parte de mi cerebro se multiplicaran. Reuní cada gota restante de valor que hubiera perdida dentro de mi ser y a pasos inhumanamente largos me adentré a la gran habitación rogando a cada una de las deidades de las que tenía conocimiento que esto no terminara mal, que el Principe ya fuera por principios o incluso por lástima aceptara nuestra oferta porque tenía mucho miedo de lo que podría pasar si no era así
Mi corazón se detuvo por varios segundos mientras mi mirada se perdía en cada centímetro del lugar, el gran espacio en el centro con varias mesas de madera rodeados por estatuas de Karah y Even —los dioses de la bondad y el orgullo respectivamente— así cómo un globo terráqueo en cada esquina seguidos por varios pasillos de estantes llenos de libros de tamaños exorbitantemente altos, tres metros me atrevería a decir y por si fuera poco había un segundo piso de mas de lo mismo, si tuviera que hablar de el paraíso diría que esto era lo más cercano a una descripción exacta, juraría que incluso podía escuchar seres místicos volando y cantando a mi alrededor
Un carraspeo a mis espaldas me hizo saltar abruptamente fuera de mi ensoñación recordándome que no estaba sóla, el por qué había venido aquí en primer lugar y que sin darme cuenta había llegado hasta el centro del gran espacio
—Lo siento... —me giré rápidamente hacia donde había venido el sonido haciendo una reverencia rápida y descuidada
A unos cuantos pasos de mi estaba él, un hombre de cabello claro y ondulado, era tan alto que agradecía que no estuviera mas cerca o tendría que levantar la cabeza para verlo a los ojos. El príncipe me observaba con los brazos cruzados pero su mirada no mostraba molestia, ni siquiera seriedad, sólo curiosidad y algo más que no sabía cómo identificar, tal vez decepción ¿qué se supone que haga ahora? ¿Le cuento toda la historia o saltamos directamente a la parte en la que me arrodillo implorando el perdón para toda mi familia?
—¿Cuál es su nombre? —fue lo primero que preguntó y por un segundo incluso olvidé mi nombre
—Flo... —tuve que aclarar mi garganta y desvíar la mirada —. Florence su alteza
—Alek —corrigió
Mi cerebro de granjera criada en aislamiento por una madre conservadora se alarmó por la sola idea de llamar al príncipe de la nación por un diminutivo. El silencio inmediatamente nos rodeó, incómodo y abrumador pero yo tenía demasiado miedo de decir o hacer algo inapropiado y él parecía estar teniendo un debate interno, los motivos los desconocía pero al menos hasta ahora no había dado ninguna señal de estar molesto con la situación incluso si no había tampoco ninguna señal de que esto le pareciera una grata noticia
—¿Por qué estás haciendo esto? —su pregunta me tomó por sorpresa, había tanto detrás de esta situación que no sabía a qué se refería exactamente
—Ella... —no, no puedo hablarle de eso —. Por mi familia
La expresión derrotada en sus ojos combinada con el débil asentimiento de cabeza me hizo pensar que tal vez lo sabía, sabía que ella se había ido con otro hombre pero eso fuera de liberar algo de estrés de mis hombros añadió mucho más. Afortunada o tal vez desafortunadamente para mi en ese momento alguien llamó a la puerta, el mismo guardia que me había anunciado unos minutos antes ahora decía que un señor con nombre tan elegante y complicado que olvidé casi de inmediato solicitaba mi presencia en el salón del té
—Ve, te veré en una hora —al ver mis ojos exaltados por sus palabras volvió a hablar encogiéndose de hombros —. No sería apropiado cancelar una fiesta de compromiso que ha estado preparándose por semanas con invitados que vienen desde otras naciones sólo porque perdimos a la otra mitad del motivo de celebración
—Yo de verdad lo siento tanto si pud...
—Está bien Florence —me detuvo como si lo último que quisiera es hablar del tema pero su voz seguía libre de cualquier sentimiento negativo y eso empezaba a preocuparme —. Ve, te están esperando
Las mismas señoritas que me habían llevado hasta ahí ahora me acompañaban escaleras abajo hasta otra gran habitación, a pesar de tener dimensiones similares está lucía mucho más espaciosa por la falta de estanterías, en está había mesas de cristal y un metal de color dorado que me ponía nerviosa sólo de pensar que pudiera ser oro con sillas del mismo material y almohadones imposiblemente blancos, tanto en el medio como los alrededores había varios arreglos florales que le daban un toque fresco y natural a la estancia, este no tenía segundo piso pero si había dos terrazas con instrumentos en ellas que seguramente sirven para el entretenimiento cuando el lugar está habitado
Tan sólo un par de minutos después entró detrás de mi un hombre alto y delgado que caminada erguido con la mirada al frente y daba la impresión de que en otra vida había sido una de las columnas que sostenían el lugar en el que estábamos, dió varias vueltas a mi alrededor y llamó varios nombres mas que a mi no me sonaban de nada pero todos entraron apresurados hasta nuestro lugar y yo comenzaba a sentirme asfixiada por la cantidad de gente rodeandome y observandome como si fuera algun animal silvestre de especie recién descubierta
Por la última hora y tal vez un poco más estuve rodeada de demasiadas personas que no paraban de decirme cómo caminar, cómo pararme, como comer, como hablar, como moverme y hasta como respirar, sentía que me ahogaba entre todas las llamadas de atención que llovían de un lado a otro juzgando lo mal que se me daba la etiqueta pero aún así yo no paraba de esforzarme por hacerlo todo perfecto y es que me parecía verdaderamente imposible que creyeran que una lección de una hora iba a ser capaz de corregir 22 años de vivir en el lado contrario de la clase
Por milésima vez en el día el sonido de la gruesa madera de la que estaba hecha la puerta sonó, esta vez era Lord Hillith y extrañamente fue un gran alivio para mí el poder ver una cara conocida aunque fuera una no muy agradable después de horas de tan solo ver extraños por aquí y por allá
—Es hora
—Ella no está lista
—Sígame —se dirigió a mi ignorando por completo al hombre detrás de mi
No dudé ni un sólo segundo y salí detrás de él a paso rápido antes de que el hombre de marfil tuviera tiempo de dar una réplica. Tenía que ir casi corriendo para seguirle el paso a Lord Hillith pues sus piernas eran mucho más largas y rápidas que las mías y por primera vez desde que llegué no tuve tiempo de admirar mis alrededores, en estos momentos mi mente estaba demasiado ocupada recordando todo lo que me habían enseñado mis “maestros” al mismo tiempo que trataba de no caerme por ir tan rápido o ahogarme con mi propia saliva por lo agitada que me encontraba
—Conocerá primero a la familia real y después todos llegaran juntos al banquete
—Lord Hillith esperé, no puedo respirar
—No voy a aflojarle el corset —tuve que contener la risa que me provocó su comentario, incluso si él lo decía en completa seriedad
—No es eso... —puse las manos en mis rodillas tratando de regular mi respiración —. Es que usted va muy rápido
Su seño fruncido y el como abrió ligeramente su boca me dijo que tenía una respuesta no muy agradable pero lo que sea que fuera aparentemente no valía la pena porque la cerró de nuevo y simplemente se quedó parado a mi lado mientras yo me recuperaba, sería una vergüenza y la gota que derramaba el vaso si me presentaba en ese estado frente a las personas más importantes del país que además acaban de perdonarle la vida a toda mi familia
—Creo que estoy mejor ahora
Fue lo único que necesitó para abrir la puerta a otra habitación, esta era bastante más pequeña que las otras en las que habia estado pero seguía siendo probablemente del tamaño de la planta baja de mi casa, era probablemente algún estudio, por el olor era de un hombre y también daba la misma respuesta por la decoración, no tuve el suficiente tiempo ni la oportunidad para analizarlo demasiado siendo que estaba siendo ocupado por mi familia, todos parados frente al escritorio tratando como yo de no tocar nada ni quedarse observando y revelar que jamás habíamos visto nada remotamente cercano
—¿Por qué te cambiaste? —la primera en hablar fue mi madre escandalizada por lo que le habían hecho a su trabajo
—Dijeron que era lo apropiado para el evento
—Tonterías —se cruzó de brazos y su mirada se perdió en cualquier otro lugar mostrándose molesta conmigo como si yo hubiera podido decidir —. Nadie te va a mirar así
—Hay cosas más importantes ahora que el que la gente me miré madre —traté de hacerla entrar en razón —. Tenemos suerte de que el Príncipe me acepte después de lo que pasó
Su mirada seguía lejos de mi, sus fracciones descompuestas en una mueca de claro disgusto y yo rápidamente busqué a Godfrey en un intento desesperado de buscar un rostro amable ahora que parecía tener el don de causar molestia en cada ser que tuviera la más mínima interacción conmigo, para mí suerte lo encontré, mi hermano camino en mi dirección y se detuvo a mi lado ofreciendome unas palmadas de apoyo en el hombro y el atisbo de una sonrisa
En ese momento las puertas se abrieron y un guardia de voz firme y gruesa anunciaba a la familia real haciendo que la mía automáticamente se convirtiera en seres de piedra incapaces de mostrar reacción alguna a su entorno
El primero en entrar fue el Rey Henry, unos pasos detrás venían la Reina Rowena y la Princesa Felicia, los tres tenían un aspecto tan prolijo que parecían irreales y me tomó varias vueltas de mi cerebro el entender que lo eran, eran reales y estaban frente a mi y mis manos sudaban tanto que cualquiera creería que acababa de lavarlas. Comenzaba a creer que eran sólo ellos cuando el Principe Aleksander entró por la puerta con expresión y postura mucho más inseguras que la primera vez que lo ví y lo entendía, yo me sentía igual. Por un momento me sentí como una tonta por creer que nuestras situaciones eran remotamente parecidas
—¿Ningún otro miembro de la familia planea huir antes del banquete? —el Rey preguntaba lo que parecía ser una broma si no fuera porque el fastidio era evidente en su voz y expresión facial
Nadie respondió, si acaso me pareció ver qué el Príncipe Aleksander murmuraba un "hermano" en tono de advertencia pero su voz apenas era audible como para ser tomada en cuenta
—Mi hermana, la señorita Florence Saeva —la voz de mi hermano presentándome junto a un minúsculo empujón en mi espalda me hizo darme cuenta de que todos habían hecho una reverencia de bienvenida a los Landgrave menos yo
—Un placer sus majestades —hice una reverencia tan correcta como pude recordar que me dijeron que era
—Lamento no poder decir lo mismo —el Rey recibió una mirada de advertencia de su madre pero ni una palabra
—El placer es nuestro señorita Florence —la voz de la reina era la justo como la imaginaba, era la combinación perfecta entre la firmeza y la dulzura —. Mi hija, la Princesa Felicia
Al ser señalada me ofreció una sonrisa que seguramente heredó de su madre, parecía tener el poder de unir naciones
—Mi hijo, el Rey Henry —el nombrado ni siquiera se inmutó —. Y por supuesto ya conoces a mi hijo, el Príncipe Alekzander
De nuevo hice una reverencia hacia todos ellos no sabiendo muy bien como manejar la situación aunque al parecer no era necesario que lo hiciera, la puerta fue abierta y la Reina nos guío a todos fuera del estudio, el camino fue en su mayoría silencioso siguiendo a los monarcas por los pasillos del lugar tratando de no parecer abrumados por la majestuosidad que nos rodeaba. Después de lo que sentí fueron varias horas pero seguramente fueron un par de segundos comenzó a escucharse una melodía proveniente de uno de los salones como indico de que la celebración estaba seguramente muy cerca
—Alekzander —la reina Rowena no necesitó decir más para que Alekzander se posicionara a mi lado ofreciendome su brazo para continuar
En nuestras interacciones previas ya me ponía de nervios su presencia incluso cuando habíamos hablado prácticamente nada a al menos tres metros de distancia el uno del otro, está nueva cercanía con un hombre que no fuera alguno de mis hermanos hacía que mi corazón latiera demasiado rápido y mis manos temblaban aferrándose a su brazo como si fuera la fuente de la vida, hasta entonces a unos pasos de un salón enorme lleno de gente que jamás habia visto la realidad empezaba a golpearme y aunque no me arrepentía de nada me invadió la idea de que seguir adelante con las consecuencias de mis decisiones iba a ser mas difícil de lo que creí. Hoy por primera vez en mi vida me arrepentía de ser la hija que la mayor parte del tiempo preferiría quedarse en casa a hacer de comer y remendar las ropas gastadas de mi familia recluida en la tranquilidad de mi hogar sobre acompañar a mis hermanos a hacer las entregas
De pronto una caricia inesperada en el dorso de mis manos me hizo soltar el aire que no sabía que había estado conteniendo ni mucho menos por cuánto tiempo, era el príncipe Alekzander que usaba la mano izquierda que tenía libre para intentar tranquilizarme, al analizar mejor la situación noté lo fuerte que estaba sosteniendo su brazo y que de no ser por sus gruesas prendas tal vez hubiera terminado por clavarle las uñas sin siquiera ser conciente de ello, rápidamente aflojé mi agarre tratando de concentrarme en el control de mi propio cuerpo
—Lo siento —susurré tratando que nadie más se enterará de mi condición
—Está bien, sólo quédate cerca y déjame manejarlo —dió una última palmada en mi mano antes de seguir caminando —. Esta gente adora la palabrería
Para mí buena suerte cumplió con su palabra y sé quedó conmigo todo el tiempo, él hacía las presentaciones y yo me limitaba a sonreír y hacer reverencias tan limpias como podía pues al fin de cuentas nadie estaba especialmente interesado en hablar conmigo sino sobre mi como si yo no estuviera ahí. Me abrumaba, si, pero prefería eso a que hablaran conmigo cuando aún trataba de repasar en mi mente como debía ser mi postura mientras caminaba entre toda esa gente que tenía todas esas reglas arraigadas desde la cuna
—¿Qué le parece el palacio hasta ahora señorita Florence? —la voz de un extraño frente a nosotros me sacó de mi trance
—Es hermoso —mi voz salió incluso más aguda y tenue de lo normal que temí que no me hubiera escuchado así que elaboré —. Mi lugar favorito hasta ahora es la biblioteca
—Supongo que no ha visto el salón de música entonces —su sonrisa amable y despreocupada era contagiosa
—¿Hay un salón de música? —pregunté entre sorprendida y emocionada
—¿Usted toca? —por alguna razón esto pareció llamar la atención del Príncipe que había estado muy callado desde el inicio de nuestra conversación
—Oh no, no para nada. Mis hermanos, todos tocan y yo disfruto mucho escuchando
—No he tenido el placer de conocer a su familia ¿Cuántos hermanos tiene? —de pronto la tensión nos envolvió como hiedra venenosa aunque el extraño no pareció notarlo y si lo hizo no dijo nada
—Mil disculpas Lord Barooz pero ya tenemos que tomar nuestros lugares
El príncipe aseguró mi agarre en su brazo y nos guió lejos del hombre que con una sola e inocente pregunta había invocado los recuerdos que ambos estábamos reprimiendo en un pacto no verbal de amnesia selectiva. No paró hasta que nos encontrábamos en una mesa larga llena de platillos que yo ni siquiera tenía idea de que existían, la mesa a pesar de ser demasiado grande aparentemente estaba destinada únicamente para los Landgrave pues incluso mi familia se encontraba en otra mesa
La distribución de los asientos consistía en el Rey al centro flanqueado por la Reina madre y el Príncipe, la Princesa se encontraba junto a su madre y yo a la derecha de mi acompañante. Mi rostro cayó hasta el suelo cuando uno de los hombres que servían la comida ponía un gran trozo de carne en el plato frente a mi y tuve que usar todas las fuerzas en mi cuerpo para evitar vomitar sobre él, sólo podía pensar en como iba a hacer para librarme de esta sin crear una escena que me traiga aún más problemas
—Estás pálida ¿Qué pasa? —la voz del Príncipe a mi lado me distrajo de la batalla de miradas que tenía con mi plato
—Estoy bien —pero él hizo una mueca de no creerme nada y yo me rendí, revisé que nadie me estuviera mirando y me acerqué más a él para que pudiera escuchar mis susurros —. Es que... yo no como carne
—Lo lamento, no lo sabía —de inmediato hizo una seña a los hombres parados detrás de nosotros —. Retiren este plato
Los hombres se apresuraron a cumplir con lo que les pidió pero él no volvió su atención a su plato como antes, me observó por unos cuantos segundos mas antes de girar la vista hacia el frente mirando a todas partes y despues de vuelta a mi unos momentos más como debatiéndose internamente sobre alguna idea que le hubiera surgido de la nada
—¿Me concedes este baile? —preguntó poniéndose de pie y ofreciendome su mano
Sin dudarlo la tomé y dejé que me guiará al centro del gran salon donde había varias personas en sus lugares formando filas paralelas esperando a que iniciara el siguiente baile, cuando lo hizo todas las parejas en el salon bailaban con toda la gracia que yo no tenía, lo intentaba, sabía el baile de memoria pero la voz en mi cabeza decía que sólo estaba ahí para hacer el ridículo y me sentía juzgada incluso si nadie me estaba mirando
—Es solo un baile Florence
—Lo sé —aclaré mi garganta tratando de relajar los rígidos músculos de mi cuerpo —. No estoy acostumbrada a todo esto
—Te acostumbrarás —se encogió de hombros con indiferencia y no sabía si lo decía en serio o estaba siendo condescendiente
—Creo que prefiero a los niños —los recuerdos del orfanato me invadieron y la posibilidad de no poder volver creó un nudo en mi garganta
—¿No es muy pronto para hablar de niños? —su pregunta me hizo ver qué mi comentario se pudo haber malentendido
—¡Oh no, no! No estaba hablando de eso —por alguna razón sentí la necesidad de explicarme rápidamente —. No me refería a niños de nosotros... tuyos... lo que quiero decir es...
—Florence...
—No digo que quiero tener hijos, aunque realmente si quiero, siempre quise tener unos mini yo corriendo por ahí pero no...
—Florence...
—Lo que quiero decir es que no estaba diciendo que quiero tener hijos contigo —seguía explicando pero cada cosa que salía de mis labios sonaba peor que la anterior —. Tampoco digo que no quiera, supongo que va a tener que pasar en algún momento, sólo decía que...
—Florence —dijo un poco más alto pero seguía siendo lo suficientemente bajo para que las personas a nuestro alrededor no nos escucharan
—¿Qué sucede?
—Solo estaba tratando de distraerte —la sonrisa en su rostro me dijo que sólo estaba jugando y después de un profundo suspiro de alivio no pude evitar reír también por lo ridículo de la situación
Lo poco que quedaba de la melodía fue mucho más fácil y relajado hasta que tuvimos que volver a la mesa dónde rápidamente se aseguró de que me sirvieran comida libre de cualquier rastro de carne. Las horas pasaron mucho más ligeras y sin inconvenientes, la mesa de mi familia estaba lo suficientemente alejada para que apenas pudiera verlos, mucho menos hablarles y no estaba muy segura de si eso era algo bueno o malo, mis sentimientos estaban muy divididos esta noche
La Reina llamó mi atención cuando se acercó al príncipe dándole algo que no pude identificar, ciertamente no tuve que esperar para resolver la incognita que fue respondida en el segundo en el que el hombre a mi izquierda se giró en mi dirección ofreciendome su mano una vez más aunque ahora era por un motivo distinto
—¿Puedes darme tu mano por favor? —preguntó sosteniendo un anillo enorme con aspecto antiguo y no pude evitar escuchar el doble significado en sus palabras
Mis labios fueron incapaces de emitir algún sonido coherente, acerqué mi mano dónde colocó el gran objeto que pesaba tanto física como emocionalmente, no había expresión o emoción alguna en los rostros de ninguno. Era el momento más etéreo y melancólico que había vivido
Ahora todo estaba hecho. El contrato está sellado. Mi vida fue comprada.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top