5. Fin de semana en casa


Mis padres decidieron no dejarme salir ese fin de semana. Era el castigo de mamá por no haber aprobado matemática, y por haber llegado tarde a mi clase particular con Adrián. Lo bueno era que papá ya me había comprado la computadora, y tendría internet el viernes. Aunque recién me dejarían usarlo el sábado, cuando hubiese terminado todas mis tareas.

No me preocupaba demasiado no poder salir a bailar, por más que para mis amigas eso era un castigo terrible.

—Solo desaprobaste matemática... Te sacaste diez en historia y geografía —se había quejado Sole.

Ellas sí saldrían, e irían primero al lugar donde se suponía que ese fin de semana conocería a Marcelo. Si tenía suerte, no me tendría que cruzar con él nunca jamás. Después de todo, quedarme en casa sería algo positivo.

El sábado de mañana, mamá y papá se fueron temprano a Rosario; volverían al caer la noche. Y así fue cómo quedé sola en casa por primera vez desde que había vuelto al 2003. Había extrañado eso. Lo bueno de ser adulta e independiente era el poder decidir cuándo estar rodeada de gente y cuándo no. Siendo adolescente, esa decisión la tomaban mis padres. No yo.

Podría hacer muchas cosas ese sábado, incluso salir de la casa... Siempre y cuando estuviera en casa antes que mis padres, y que ellos no se enteraran que había ido a alguna parte. Pero prefería no arriesgarme, no después del sueño horrible que había tenido días atrás. Tan solo encendí mi computadora y me conecté a internet.

No había extrañado el sonido horroroso del dial-up...

Lo primero que hice fue instalar el MSN. Todo demoraba mil años en hacerse y eso me ponía nerviosa. ¡¿Cómo había sido capaz de vivir con un internet tan lento?! Ahora no tendría Youtube, ni Facebook, ni Instagram, ni Twitter, ni Spotify, ni ningún otro programa que usase en mi actualidad. Tendría que arreglármelas con los chats de Terra, Paraná chat, Yahoo... algunos foros. Y por supuesto, el famoso MSN.

Cuando me conecté, un tal Franco no demoró ni un segundo en hablarme.

xFrancox: Hola bebé. Hace una semana que no te conectás. ¿Qué te pasó? Te extrañé, dulzura.

Demoré un rato pensando quién era este tal Franco. Luego recordé que era uno de mis tantos novios virtuales de aquél entonces. No me interesaba hablar con ninguno de ellos, lo consideraba una pérdida de tiempo.

Lo eliminé de mis contactos y lo bloqueé para que no pudiera contactarme por correo. Hice lo mismo con los otros chicos que fui encontrando, y con toda persona con la que no me interesaba hablar. Quedaron Claudia, Sole, un par de compañeros de la escuela, y mis primos. Nadie más.

Después de hacer esa pequeña limpieza, fui acostumbrándome nuevamente a los viejos formatos... Y lo agregué a Adrián. Tenía ganas de hablar con él, y esperaba que se conectara pronto. Lo malo era que en el 2003 la gente no estaba conectada todo el tiempo. Cada minuto costaba dinero, y el estar conectado en casa significaba que nadie podría llamarte por teléfono. Nuestra capacidad para estar en línea era limitada.

No se conectó en toda la mañana. Anduve de aquí para allá mientras hacía algunas tareas de la casa, conectándome y desconectándome a cada rato para no gastar tanto teléfono... O me matarían cuando llegara la factura.

Adrián sí se conectó a horas de la siesta. Estaba a punto de apagar la computadora y acostarme a descansar un rato cuando vi que me aceptó e inició sesión.

Adriserini ha iniciado sesión, decía el cartelito de la felicidad.

FlorLo: Hola, Adrián. Soy Florencia...

Adriserini: Hola, Flor. Pensé que te habías arrepentido de pedirme el MSN.

FlorLo: ¿Por qué?

Adriserini: Porque no me agregaste antes...

El corazón me dio un salto. Adrián había estado esperando que lo agregara enseguida.

FlorLo: Es que no tenía internet hasta hoy. Recién ahora tengo compu en casa. Por eso.

Adriserini: Ah. Con razón. ¿Cómo va todo? ¿Te volviste a olvidar la matemática?

FlorLo: No, no. La matemática sigue en mi cabeza igual que el miércoles. No hay nada de qué preocuparse. ¿Vos cómo estás?

Adriserini: No muy bien... Ando re engripado.

FrorLo: Seguro pasaste frío.

Adriserini: Sí. El jueves me compré una moto. No estoy acostumbrado, supongo.

FlorLo: Vas a tener que comprarte una campera más abrigada... y hacerte a la idea de usar bufanda.

No pude evitar imaginarme a Adrián montado en una moto enorme, con una campera de cuero ajustada... Y a mí detrás de él, abrazada a su cintura.

Charlamos durante un rato, hasta que me dijo que tenía que irse a intentar estudiar un poco. Después de que se fuera apagué la computadora. No tenía razones para quedarme en línea.

***

Qué lento que pasa el día cuando no hay Facebook en el cual perder el tiempo. Ese sábado de tarde no se terminaba más. Estuve leyendo mis viejos libros, revisando anotaciones en mi diario para hacer memoria de hechos pasados, y hasta tuve tiempo para hacer una torta para sorprender a mis padres cuando regresaran.

Y cuando volvieron, papá y mamá tenían novedades para compartir conmigo: ya habían decidido cómo invertirían el dinero ganado en la lotería. Iban a construir un pequeño edificio de dos pisos en el terreno vacío al lado de nuestra casa, que había pertenecido a mi abuela y papá había heredado. En la planta baja instalarían un supermercado, mientras que en la planta superior harían tres departamentos para alquilar.

—¿Ustedes van a atender el supermercado? —pregunté.

—Tu madre se encargará del supermercado, y contratará los empleados que necesitemos. Yo voy a ayudarla en mis ratos libres, y vos también, cuando no tengas mucho para estudiar.

—Parece una buena idea. ¿Cuánto creen que va a llevar construirlo?

—Unos tres meses, más o menos.

Sonaba bien. A mi madre le vendría bien ocuparse en algo que no fuera yo. Se obsesionaba demasiado conmigo. No quería que se repitiera su crisis existencial, la que tuvo cuando me independicé. Le había costado demasiado aceptar que ya no era más una niña. Papá siempre había sido más relajado, parecía que tenían los roles invertidos. ¿No se supone que es un padre el que debe ser sobreprotector con su hija? Como fuera, trabajar sería bueno para mamá. Estaba segura de aquello.

***

A la noche chateé un rato con Sole y con Claudia antes de que salieran a bailar. Adrián no se conectó. Supuse que estaría estudiando. Y ya que no tenía mucho para hacer y no podía salir, me quedé leyendo y escuchando la radio hasta tarde.

Me sentía tranquila, contenta con mi vida y mis posibilidades por delante. Mi única responsabilidad era hacer las cosas bien. No pensaba en mi poder; ni siquiera pensaba volver a usarlo nunca. Si todo seguía en orden, no tendría la necesidad. Me tomaría la vida con calma. Ese era el plan.

Aunque la vida quizás tenía otros planes...

El domingo después del mediodía Claudia me llamó por teléfono. Estaba muy emocionada. Me imaginé que estaba a los saltitos del otro lado del teléfono.

—¡Flor, Flor! ¿A que no sabés?

—¿Qué? —pregunté.

—¡Tengo novio!

—Wow. ¿En serio? ¿Lo conozco?

No se me ocurría quién podría llegar a ser, pero esperaba que esto no interfiriera en su futuro con Facundo, su marido en la realidad de la cual yo venía. Claudia había conocido a Facundo en el 2005, en la facultad. Se amaban mucho, y si por algo que yo había puesto en marcha no llegaban a estar juntos, me arrepentiría muchísimo.

—No. No lo conocés. Él y un amigo nos invitaron a bailar a Sole y a mí anoche. Conectamos... Tomamos unos tragos, tranzamos. Y al final de la noche me pidió mi número de teléfono y dijo que quería que saliéramos en serio.

Esa historia me era conocida, porque así había sido como yo misma había conocido a Marcelo. Claudia estaba bailando con un chico y nos había dejado solas a Sole y a mí. Entonces vinieron Marcelo y su amigo Luciano a sacarnos a bailar. Sole lo conocía a Luciano desde antes. Era un chico que le gustaba, pero con el cual nunca había llegado a concretar nada.

Y así había sido como había terminado saliendo con Marcelo: bailamos, tomamos unos tragos, nos besamos, intercambiamos números de teléfono y acordamos vernos en serio. Era demasiada casualidad que Claudia estuviese experimentando algo igual.

«Por favor que no sea lo que estoy pensando», me dije.

—Y... ¿cómo es? ¿cómo se llama? —quise saber.

—Es castaño y tiene los ojos marrones... es bastante alto, y lindo. Se llama Marcelo...

Dejé caer el teléfono cuando lo escuché. No cabía lugar a dudas de que Claudia estaba hablando de mi Marcelo.

No era de sorprenderse. Claudia se había quedado con Soledad porque yo no estaba, para no dejarla sola, por lo cual ambas estaban juntas cuando Luciano y Marcelo se les acercaron. ¿Cómo no se me había ocurrido que algo así podría ocurrir?

Demoré unos segundos en levantar el teléfono. Estaba paralizada, no sabía qué decirle a mi amiga.

—¿Flor? ¿Estás ahí? —decía Claudia.

—Sí, sí. Estaba caminando y me tropecé —mentí—. Me... me alegro que tengas novio. ¿Cuándo lo vas a volver a ver? —me forcé a decir.

¿Qué podía hacer? ¿Acaso podía impedirle a mi amiga seguir viendo a Marcelo? No. No podía. Tampoco podía siquiera considerar la opción de volver unos días atrás para evitar que se conocieran. Simplemente debía lograr que Claudia y Marcelo terminasen su relación lo antes posible, aunque para eso tuviera que comportarme como una amiga horrible.

—El sábado quedamos en salir —me dijo—, pero vamos a chatear durante la semana, así que no lo voy a extrañar tanto.

—Qué bueno... me alegro por vos.

Terminé pronto la conversación. Tenía la cara larga. Eso no era para nada lo que había esperado que ocurriera. Mi vida volvía a cubrirse de nubes grises por culpa de ese idiota. No permitiría que lastimase a Claudia. Ahora tendría que idear un plan para separarlos. «Tengo dos semanas», me dije. «Antes de que tengan relaciones». Yo era la culpable de que mi mejor amiga ahora estuviese en esa situación. Debía ser yo quien lo arreglara.

***

A las nueve de la noche me conecté y lo encontré a Adrián. Le escribí enseguida.

FlorLo: Hola Adrián. ¿Cómo va?

Adriserini: Mal.

FlorLo: ¿Por qué?

Adriserini: Me da vergüenza contarte...

FlorLo: No tengas vergüenza. Yo no le cuento a nadie.

Adriserini: No creo que sea capaz de rendir el final que estoy preparando...

FlorLo: ¿Y eso por qué? ¿Qué materia es?

Adriserini: Inglés... Me tiene loco. No entiendo un pomo.

FlorLo: Por ahí pueda ayudarte... Yo voy a la Cultural Inglesa.

Adriserini: ¿Segura?

FlorLo: Por supuesto. ¿Qué te toca hacer? ¿Traducciones?

Adriserini: Sí, y comprensión lectora... Si te paso un texto traducido, ¿podés decirme si le encontrás errores?

FlorLo: Por supuesto. Mandamelo por mail y yo lo reviso.

Eso hizo. Al rato me pasó la traducción, y yo se la envié corregida en unos minutos. Adrián estaba sorprendido.

Adriserini: ¿Creés que podrías explicarme los tiempos verbales la semana que viene? Yo voy a tu casa si te dejan.

FlorLo: Claro, no creo que haya problema.

Me alegró mucho que Adrián necesitara mi ayuda. Me hacía sentir valiosa y, a la vez, me daba una excusa para volver a verlo. Por un rato me olvidé de lo preocupada que estaba por lo de Claudia y Marcelo, y fui feliz imaginando distintos escenarios en mi mente.

—Aprobé inglés, me salvaste —decía Adrián mientras cuando yo le abría la puerta de mi casa. Me traía flores y me tomaba entre sus brazos. El aroma a colonia masculina inundaba mis sentidos.

Un golpe a mi puerta me trajo de regreso a la realidad. Era mamá, por supuesto.

—Florencia. Son las doce y mañana es lunes. Acostate, por favor.

—Ahí va —le dije—. Ya me acuesto.

Apagué la computadora y me acosté a dormir. Pensé en Adrián... en lo mucho que me gustaba pero, a su vez, lo mucho que necesitaba mantener cierta distancia. Si alguna vez pasaba algo entre nosotros, quería que primero tuviésemos una larga amistad y nos conociéramos. No podía pasar lo mismo que con Marcelo. Necesitaba conocerlo bien, y para eso debía ser su amiga. Decidí que, si Adrián llegaba a dar algún avance, yo le diría que no quería tener novio en estos momentos, o algo así... Pero buscaría la manera de mantenerlo cerca, como amigo.

No sabía todavía cómo haría con Claudia y Marcelo, pero ya me las apañaría. Lo conocía. Pronto hallaría la manera de separarlos. Esa sería mi tarea para la semana. 






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