31. Nuevo destino

Volvimos a entrar, tal y como Amelie nos había pedido. Me preguntaba quién podía ser la persona que quería hablar con nosotros, cuál era su mensaje, y qué clase de poder podía tener para saber lo que estaba ocurriendo y lograr comunicarse desde lejos. Era todo un misterio.

«¿Tal vez Lucas?», me pregunté, pero lo descarté de inmediato. Si él tuviera un mensaje para nosotros, Amelie no se molestaría en retransmitirlo, estaba segura de aquello.

—Amelie dice que puede servir de nexo entre Florencia y quien quiere hablarle, que solo debe cerrar los ojos y concentrarse para poder verla —dijo Antoinette, quien se notaba algo molesta por no poder tener participación en el asunto. Estaba segura de que, además de importante, este mensaje era muy confidencial.

Asentí. Me puse cómoda y cerré los ojos. En un principio no ocurría nada en especial. Sin embargo, minutos después me concentré más un escenario comenzó a dibujarse dentro de mi mente: estaba dentro de una habitación circular muy bien iluminada, sentada junto a una mesa redonda. Pero solo había una silla, la mía, y nadie iba a venir a hacerme compañía.

Una pantalla holográfica se materializó en la pared y allí apareció una mujer de ojos celestes con el cabello liso y largo de color rubio platinado. Era alta, escultural, simplemente perfecta. Llevaba una túnica blanca con un cinturón dorado. Intuí que no era una de nosotros. Sus facciones eran un poco extrañas; esa mujer no podía ser humana.

Estaba en lo correcto.

—Buenos días, Florencia —me dijo—. Mi nombre es Amitanna y formo parte del grupo de seres que ustedes conocen como Antiguos. Nos llaman así porque pisamos la Tierra mucho antes que los seres humanos; los precedemos, y somos una raza diferente aunque de cierta forma relacionada ya que compartimos parte de nuestro ADN. Pero no es de eso que vengo a hablarte ahora sino de algo mucho más importante. Muchas gracias por acudir a mi llamado.

—Buenos días, Amitanna, un gusto conocerte. No es a mí sino a Amelie a quien debes agradecer —dije con los labios un tanto apretados. Me pregunté por qué me contactaba ahora y por qué no antes. ¿Qué quería? Nos habían dado poderes y nos habían dejado solos a nuestra suerte. No me parecía justo. ¿Qué ocurría ahora para que decidiera hablarnos?

—Lo sé, y ya se lo he agradecido —dijo con una sonrisa amable—. Sé que debes tener muchas preguntas, y te aseguro que todas serán respondidas a su momento. Hoy me he arriesgado al proyectarme fuera de la zona segura para comunicarme contigo, porque tenemos un cierto seguimiento de nuestros bendecidos y sé lo que ustedes han logrado hacer y descubrir, lo cual no es poco. Es un logro enorme que muy pocos pueden adjudicarse.

—Gracias... supongo —dije.

—No podíamos intervenir ni ayudarlos en forma alguna, lo siento —me dijo—, pero de ahora en más sí podremos hacerlo.

—¿Sí? ¿Cómo?

—Necesitamos que viajen a un pueblo en la provincia de Córdoba que se llama Capilla del Monte. Actualmente recidimos en una ciudad intraterna llamada Erks, a la cual se accede de forma segura desde un portal que se encuentra en el cerro Uritorco. Tal vez lo hayas oído nombrar. Antes se podía acceder también desde un portal en Concordia, donde está el Palacio San Carlos, pero se tuvo que cerrar porque nuestra seguridad un día se vio comprometida.

—¿Tenemos que ir a esa ciudad? ¿A Erks?

—No, al menos no aún. Deben establecerse en el pueblo y empezar una nueva vida allí, solos ustedes tres y sin que nadie más sepa que ahí están. Busquen a un hombre que se llama Andrés Caputto, solo basta que pregunten por él porque todos ahí lo conocen. Es como ustedes, y les puede conseguir documentación nueva para que no los puedan rastrear, además de que podrá guiarlos para aprender conocimientos que en este momento, por cuestiones de tiempo, no les puedo transmitir.

—¿Y por qué debemos hacer eso? —quise saber.

—Porque necesitamos que lo hagan, y ustedes también se benefician de aquello. Imagino que no están conformes por no poder vivir tranquilos sin ser perseguidos por ellos, nuestros cazadores, y que de poder hacer algo al respecto lo harán... Es posible vencerlos, pero no lo pueden hacer solos. Allí, en Capilla del Monte, están empezando a reunirse muchos más como ustedes. A algunos sus propios poderes les sirvieron de brújula para llegar allí en nuestra búsqueda, y otros han pasado pruebas importantes, como ustedes, y los hemos llamado. Y antes de que lo preguntes: no, no son solo los descendientes de los De Machy, como vos y tu papá. Hay muchos más, porque a lo largo del tiempo fuimos escogiendo personas a quienes bendecir con parte de nuestro ADN... Son muchos más de los que te puedes imaginar, aunque algunos siguen con sus poderes dormidos, y quizás a algunos jamás se les despierten.

—¿Esto no hace que de pronto Capilla del Monte sea un lugar peligroso? Tanta gente con poderes juntos... Solo basta un desliz para que los encapuchados los puedan rastrear.

—No —respondió—. La ciudad está protegida y todos los que han sido invitado a vivir ahí ya saben cómo usar sus poderes. Pueden ir tranquilos. Amelie también tendrá que ir una vez que haya sido sanada.

—Bien —dije, aceptando su propuesta—. Supongo que no tenemos nada que perder ya que de todos modos tenemos que irnos de acá. Y si hay de verdad una forma de librarnos de esos malditos, hay que intentarlo.

—Perfecto. Tendrán noticias nuestras pronto.

No sabía si podía confiar en los antiguos, pero tampoco me quedaba opción. Era consciente de que en el sitio que me habían indicado tendríamos mejores posibilidades de protegernos, y si estaba en mis manos el poder para aniquilar a los detestables encapuchados, orgullosamente seria yo quien lo hiciera.

Me despedí de Amitanna y la escena desapareció de mi mente. Una vez que estuve a solas con Adrián y papá les conté todo lo que había hablado con la representante de los Antiguos. Estuvieron de acuerdo en que la opción que nos ofrecían era la mejor que podíamos tener. Si la ciudad estaba protegida, sería mucho más difícil que nos encontraran. Nos habían identificado, así que estarían alertas para encontrarnos.

Papá llamó al hotel y le dijo a mamá que había surgido un problema y que debería volver a casa sola. Luego le escribió una carta de despedida que Antoinette se encargaría de enviar por correo después. Me partió el alma verlo mientras lo hacía, jamás lo había visto tan triste. Era la segunda vez en su vida que debía abandonar a la mujer que amaba. ¿Sería mamá capaz de perdonarlo por esto cuando pudiésemos regresar?

Yo también le escribí una carta a mamá, y redacté otras para Claudia y Sole. Adrián siguió nuestro ejemplo y también dejó sus despedidas. Nadie sabría dónde estábamos, pero necesitábamos preocuparlos lo menos posible, y evitar que nos buscasen por cielo y tierra.

Esa misma tarde emprendimos el viaje. No sabíamos qué nos aguardaba en Capilla del Monte, nuestro nuevo destino, pero los tres estábamos seguros de que irnos a vivir a este lugar implicaría otro cambio radical en nuestras vidas... Y que las cosas estaban a punto de ponerse mucho pero mucho más interesantes.

FIN DEL PRIMER LIBRO


Nota de la autora:

¡Muchas gracias a todos los que han llegado hasta aquí! Espero que hayan disfrutado esta novela, tanto mis lectores nuevos como los que ya habían leído "16 otra vez", su versión anterior. 

No quiten el libro aún de sus bibliotecas, que les estaré trayendo noticias sobre el segundo libro muy pronto. 

No olviden dejar sus opiniones y comentarios sobre la novela, ¡los valoro muchísimo!

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