25. Impasse

Querido Adrián:

No quiero que pienses que esta es una despedida, porque en realidad no es más que un hasta pronto. Junto a mi familia tenemos que irnos de Paraná y por nuestra seguridad no puedo decirle a nadie dónde vamos a estar. Lo siento, pero es mejor así...

Me detuve. Me costaba muchísimo escribir aquellas líneas. Aún faltaban dos semanas para que regresáramos en el tiempo, a la fecha en la que dejamos Paraná, pero sentía la necesidad de escribirle una carta a Adrián con antelación. Por un lado porque quería que mis palabras lo dejaran tranquilo y con la esperanza de volver a verme algún día, y por el otro porque aquí donde estábamos no teníamos demasiado que hacer y ponerme a escribir parecía una buena idea.

Nos encontrábamos en el medio de la nada, en el sur de La Pampa, lugar donde habíamos ido a parar tras huir de Piedra del Águila para que Lucas no diera con nosotros, y para que no llegara a ocurrir nada de lo que había experimentado en el sueño tan perturbador que había tenido; perturbador porque había disfrutado ese beso y no había sido capaz de luchar contra las sensaciones que se habían despertado en mi cuerpo, y porque no quería siquiera empezar a imaginarme lo que Lucas haría si lograse tener acceso a mi poder principal. Debía evitarlo a como diera lugar, o jamás podría sacármelo de encima.

No sabía cómo había aguantado tanto tiempo allí, pero lo había logrado. Papá había conseguido trabajo en el Parque Nacional Lihué Calel, uno de los pocos sitios bonitos y un respiro en medio del basto desierto pampeano que tan aburrido me resultaba.

A veces lo ayudaba en su trabajo, pero más que nada me la pasaba leyendo o mirando la televisión. Más bien miraba la televisión, porque ya me había leído todos los libros que había comprado en el pueblito más cercano, que quedaba a más de cuarenta kilómetros de distancia, y porque íbamos allí a comprar provisiones solo una vez al mes. Tampoco me perdía demasiado; ese pueblo estaba prácticamente muerto.

A veces también salía a caminar y recorría el parque, me sentaba a la orilla del arroyo o subía a un mirador para observar el atardecer. Incluso desarrollé un nuevo hobby: dibujar el paisaje, la flora y la fauna del lugar, aunque me faltaba mucho para perfeccionarlo. En ese sitio respiraba aire puro y estaba tranquila porque nada nos amenazaba, pero ya casi era hora de regresar a nuestra vida y eso era algo que no íbamos a postergar o el tiempo pasaría factura sobre nuestros cuerpos, demasiado tenía con regresar seis meses más vieja. Debía terminar la carta para Adrián y dejar de empezarla miles de veces.

Ni siquiera sé aún dónde iremos a parar. Pero tranquilo, en algún momento te buscaré. Lo que siento por vos es más fuerte de lo que quisiera. Te llevo en mi corazón y estar sin vos va a ser una enorme tortura. Te necesito.

Me sequé una lágrima tras escribir esas palabras. Ya lo extrañaba de por sí, pero estaba en un tiempo que para mí representaba un no tiempo. Era un impasse en mi vida, nada más. Esta no seguiría hasta haber regresado al veintidós de septiembre pasado. Y a partir de entonces sentiría mucho más las ausencias de mis seres queridos, porque ellos estarían sintiendo la mía como un abandono. Necesitaba hacer esto lo más leve posible para ellos.

No vamos a seguir en contacto por el momento así que no me verás conectada en MSN ni responderé ninguna clase de correos que me envíes. Será lo mejor para los dos. Ahora no puedo dar las explicaciones debidas, pero eventualmente entenderás el porqué de todo.

No te voy a pedir que me esperes porque sé que no sería justo para vos. Pero sí voy a esperar con ansias el momento de volver a verte, de estar entre tus brazos y saborear tus labios otra vez.

Las despedidas sí que costaban. Ya escribiría cartas para Claudia y Soledad también. Las dejaría en el correo antes de partir a nuestro destino con mamá. ¿Qué diría ella cuando la obligásemos a irse lejos? Papá ya había decidido contarle toda la verdad, pero esto no sería hasta que llegásemos al sitio donde nos estableceríamos. Mamá estaría hecha una fiera. No podía culparla, a mí también me molestaba en suma manera tener que dejar toda mi vida atrás. Pero yo misma era la causante de todo esto, y debía aceptar lo que me tocaba. Si tan solo hubiera sido capaz de esperar seis meses para volver al pasado y salvar a Adrián, entonces nada de esto hubiera ocurrido.

Si para ese momento ya te encontraste otra mujer, lo sabré entender. No te preocupes por mí que yo voy a estar bien a pesar de que extrañarte será una horrible tortura.

Te quiere con todo su corazón,

Florencia

Doblé la carta y la guardé en un sobre. Con suerte este sería el último intento y ya no volvería a hacerla para cambiar solo un par de palabras que no me convencían. Ya era suficiente.

Aproveché esas dos últimas semanas para estar en paz conmigo misma, para retomar el arte de la meditación y buscar mi centro. Escribí el resto de las cartas que tenía pendientes, y me fui preparando para el regreso a nuestro tiempo. No era muy creyente, pero rogaba a todos los seres divinos que existieran que todo saliera bien y lográsemos evadir a los encapuchados así como habíamos logrado evadir a Lucas.


—¿Querés que sueñe con lo que va a pasar cuando volvamos? —le pregunté a papá la última noche que íbamos a pasar en la cabaña que habitábamos.

Él me miró y sacudió la cabeza.

—No, está bien. Mejor guardálo para cuando sea extremadamente necesario. Después de haber usado mi poder secundario en Piedra del Águila, papá me había prohibido seguir usándolo. No tenía confianza en que supiera manejarlo debidamente, y tenía razones para desconfiar.

—Podría ser importante —dije.

—Quizás. Pero tengo fe en que todo va a salir bien. Ellos solo andan de noche, así que siempre que nos movamos de día no va a pasar nada. Podremos huir sin problemas.

—Eso espero —dije, y pronto me dormí.

Lo que no había esperado era que soñaría de todos modos. Hacía mucho tiempo que no me ocurría de manera involuntaria. Quizás la ansiedad me había llevado a hacerlo.


Papá y yo nos encontrábamos frente a nuestra casa, la cual estaba totalmente hecha pedazos y no era más que una pila de escombros. El auto tampoco se había salvado. Papá había esperado poder salvarlo, pero esto era imposible. Había quedado tapado por completo. Era temprano en la mañana y al parecer la policía aún no había ido a investigar el asunto, pero estaba segura de que no demorarían así que debíamos ser rápidos.

—No voy a llegar a comprar otro —decía papá—, pero seguro podemos alquilar uno.

Cuando estábamos por marcharnos, una hoja de papel doblada cayó a mis pies. Era una nota que decía:

«Tenemos a Adrián. No huyan o él morirá. Quien sea el poseedor de los poderes deberá esperar en medio del parque Gazzano a medianoche y entregarse si lo quiere salvar».


Desperté sobresaltada y sacudí a papá para que se levantara. Necesitábamos cambiar de planes de manera urgente, o sería demasiado tarde para hacer algo por Adrián y salvarnos los dos.

—¡Papá! ¡Adrián está en peligro! —exclamé.

Le conté de inmediato todo el sueño. Ninguno entendía cómo habrían logrado descubrir que Adrián era alguien importante para nosotros. De alguna manera habrían dado con él... Quizás habían rastrillado la casa buscando información, o él había pasado frente a casa y al ver el desastre se había acercado, lo cual era la opción más probable ya que él siempre pasaba por nuestra calle en su moto al volver del centro a su hogar. Como fuera, necesitábamos viajar a un punto en el que pudiéramos evitar que aquello sucediera.

—Tendremos que coincidir en el tiempo con nuestros otros yos —dijo papá—. Pero no iremos a casa sino que buscaremos a Adrián donde sea que esté. Y roguemos que acepte acompañarnos.

Trasnochamos planificando nuevamente lo que haríamos. Nuestro plan debía ser a prueba de fallos. ¿Pero es realmente posible tomar en consideración todos los factores que pueden influir? Posiblemente sería mucho más complicado de lo pensado, pero debíamos intentarlo.

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