Voluntad Cuestionada
Adrien pasó a casa de los Tsuguri después del trabajo. Lo que iba a ser una simple visita a su novia, terminó con ambos, enredados en las sábanas.
—¡Si! Adrien, justo ahí... ¡Dios mío! ¡Eres grandioso! —Kagami gimió bajo el joven, con el golpeteo de la comoda de hierro contra la pared. Adrien jadeaba con las embestidas, que arremetía con brioso compas.
El fotógrafo albergó la esperanza que, con esto, se olvidaría por completo de su Lady. Esa la mejor decisión, porque no iba a entregar su prodigio, no iba abandonar su cargo por culpa de una mentirosa.
El pasional encuentro se vio frustrado por la repentina aura de Ladybug, que se manifestaba en el mundo humano. Adrien detuvo su traqueteo.
—¿Adrien? ¿Por qué te detienes? —refunfuñó Kagami, con su orgasmo frustrado.
—¡Esto no puede estar pasando! —Adrien salió de la nipona, apresurado, se vistió sin quitarse el condón—Ella no puede estar aquí, lo tenemos prohibido—balbuceaba.
—¿Adrien, que disparates dices? Estamos teniendo intimidad y te atreves a nombrar a otra y encima ir en su búsqueda. Hasta te vistes y todo de repente ¿Es esto un embrujo?
Kagami protestaba entre llanto y furia, porque sabía por boca de Félix, que la mujer que rondaba a Adrien era una ruin gitana, que se valía de hechizos para tener el control sobre él.
—Je dois la voir ! Elle doit me dire la vérité en face ¡Tengo que verla! Ella tiene que decirme la verdad en mi cara—Adrien estaba enajenado. Con las botas medio puestas, abandonó la alcoba de Kagami.
El joven bajó las escaleras a toda prisa; en más de una ocasión trastabilló, pero no frenó su avance. En cuanto abrió la puerta del frente y salió al patio de enfrente, una voz conocida, le habló.
—Adrien, regresa con Kagami.
—No voy a retroceder. Menos si un mentiroso cómo tú lo pide—Adrien buscó por los alrededores, hasta dar con una pared a oscuras, dónde una silueta ya conocida, se resguardaba—Dijiste que, si ella estaba con alguien más, me lo harías saber.
Luka recordó las palabras que le dijo a su amigo en La Tierra de los Miraculous. Sin embargo, no podía contradecirse frente a él. Las ordenes cómo Guardian del tiempo, le habían sido dadas, cambiando las reglas.
—No intervengas con tus emociones negativas. Mostrarte frente a ella, solo traería un desequilibrio.
—Qué raro porque, hasta dónde recuerdo. Estaba prohibido, usar nuestros prodigios en este mundo.
—Adrien, no lo entenderías.
—No, ustedes nos estan usando cómo si fueramos piezas de ajedrez.
—Si crees eso, eres libre de renunciar—dictaminó. Luka no podía retractarse, tenía que ser fiel a su cargo, antes que su amistad.
—Déjate de rodeos. Permite que la vea ¡Para que sea de sus labios que escuché que no me ama! —La ira y el dolor en las palabras pronunciadas, hizo dudar a Luka de su postura, hasta que vio a espaldas de Adrien, a Kagami.
—Adrien—Kagami balbuceo con voz rota. Él se dio vuelta, siendo testigo de la tristeza en ojos de su ahora novia.
—Kagami...yo.
—Tanto te preocupa que esa mujer no te ame. Poco te importan mis sentimientos ¡Yo estoy aquí, Adrien! ¡Ella no te ama, pero yo sí! ¿¡A caso eso no te importa!?
Adrien se da cuenta de la gravedad de sus palabras. Kagami está de pie a las escaleras de la entrada, sus ojos almendrados nublados por el amargo llanto. Él estaba lastimando a la chica que lo ama sin condición, por seguir aferrado a un amor imposible. Avanzó para ir hacia Kagami, pero una intensa luz, volvió a la noche, día.
Todos se cubrieron sus ojos. Pronto el aura de Ladybug inundó gran parte de Paris. La gentil sensación fue una apuñalada certera al corazón de Adrien. A tientas, Kagami corrió a sus brazos, cuando la luz desapareció, regresando todo a la normalidad.
Adrien sostuvo a Kagami, que asustada temblaba. Vio hacia el oscuro callejón, dónde Luka ya no se encontraba. Bien podía ir tras el rastro del aura de Ladybug. Pero, vio a su novia, que, a pesar de todo, había buscado su protección.
Kagami era real, Ladybug, era solo la ilusión de la guardiana de la primavera y las ilusiones, no pueden recibir ni profesar amor.
Iba ser su mantra, hasta olvidarla, sin renunciar a su prodigio.
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Minutos atrás. Marinette había dejado su aspecto cotidiano, para transformarse en Ladybug. Su traje era distinto, Traía un vestido Cheongsam escarlata de motas negras, con aberturas a los costados, medias negras, el cabello suelto y un antifaz con el patrón del vestido.
Ladybug miró a los costados, buscando posibles testigos de su transformación. Por un segundo, se quedó sin aliento, por la silueta de pie al final del callejón.
—Ma Co...Cocci...Ma Coccinelle—El mote de Félix, le trajo paz a la Catarina, que sonrió con inocencia, llevó su dedo a sus carmines y con una sonrisa, dijo.
— C'est notre secret, mon prince de l'hiver. J'ai du travail à faire, à plus tard. Es nuestro secreto, mi príncipe del invierno. Tengo trabajo que hacer, nos vemos luego.
Dicho esto, ella comenzó a subir en zigzag, impulsándose en las paredes con la ayuda de sus pies. Félix no daba crédito a lo que acababa de presenciar.
Las ropas de la sirvienta habían cambiado como por arte de magia. Aunque las prendas no eran similares a las de la foto que encontró en la maleta de su primo, no iba a poner en tela de juicio, que esa era su Dama de la Creación. Una carcajada de satisfacción brotó de su ser, Félix ansiaba saber más de ella, por fin era testigo de un suceso paranormal de gran escala.
— Elle m'appartient, je l'ai découverte. C'est la plus grande découverte de tous les temps! ¡Me pertenece, la descubrí! ¡Es el mayor descubrimiento de todos los tiempos! —Félix freno la cultural carcajada, para correr hasta una puerta desvencijada que daba al edificio por dónde su dama se escabulló hacia el tejado.
Con fuerza tumbo la puerta con su cuerpo, tras impactar dos veces su brazo. El dolor no fue perceptible para él. Sus ansias de saciar su curiosidad le mantenían enajenado de todo. Su único propósito era ver y saber más de su descubrimiento. A toda prisa subio las escaleras.
Entre tanto, Ladybug llegó al tejado, desde dónde tenía un panorama nada alentador de la situación. Llevó sus manos al pecho cuando observó los cuerpos que iban dejando en una pequeña plaza. Se alejó del filo del tejado, para serenarse, pues sabía que sus emociones, jugaban un papel importante en su poder.
Ladybug se concentró en su lugar feliz, la pequeña cabaña dónde Chat Blanc le dio su primer beso. En medio de su concentración; Tikki se comunicó con ella.
—Tú poder es limitado en el mundo humano.
—¿Qué haré? Resucitar a las personas y sanar sus heridas o apagar el fuego, dejando un saldo fatal.
—El fuego puede ser controlado. Buscar sobrevivientes es lo que detiene a los bomberos de apagarlo por completo.
—Pero, qué hay de las personas que aún se encuentran en los restos de edificios carbonizados. Si resucitan, será en un lugar del que no podrán escapar.
—Concéntrate lo suficiente para que los traslades a la plaza. Solo tienes una oportunidad Ladybug, no las desperdicies.
—De acuerdo.
Ladybug abrió sus ojos. Conocía los límites de su poder, gracias a los entrenamientos brindados por Fu y Longg, pero el consejo de Tikki le enfocó en su objetivo.
Tomó el Den-den daiko, el instrumento que servía como catalizador de sus poderes en el mundo humano. Tema que Fu le explicó en sus primeros años cómo Guardiana de la primavera en La Tierra de los Miraculous.
—Miraculous Ladybug—susurró, frotando entre sus manos el mango del tambor de mano. El objeto comenzó a girar sobre su mismo eje, el sonido del tamborilete libero un manto de mariquitas que descendió por el edificio, en una intensa luz, que iluminó todo su alrededor.
Las catarinas envolvieron los cuerpos de las víctimas y de los heridos, colocándolos en un lugar seguro. Cuando la luz desapareció, la gente comenzó a gritar horrorizadas, otros caían de rodillas anunciando un milagro.
El estupor embargó a las personas cercanas a las víctimas, que yacían de pie, sin ningún rasguño o quemadura. Desconcertadas por lo ocurrido los rescatados intentaron acercarse a sus familiares, pero estos rehuían con pavor de su presencia ¿Aquello era un milagro o una alucinación? Murmuraba la muchedumbre, viendo con desconfianza lo acontecido.
Félix que estaba casi por llegar al último piso, detuvo su carrera, por la intensa luz que, por breves segundos, cubrió cada rincón.
¿Qué estaba ocurriendo?
Afuera escuchaba gritos y llanto, sin embargo, retomó su avance, después averiguaría que estaba pasando. Su prioridad era ver de nuevo a la Dama de la Creación.
Cuando llego al final de la escalinata, abrió la escotilla. Su asombro fue tal que casi se cae de espaldas. En la terraza había un círculo de luz y un hombre de apariencia extraña estaba cargando a Marinette.
—¡Suéltala! —grito, corriendo a toda lo que sus fuerzas daban. Pero fue inútil, el hombre entro al círculo en compañía de Marinette. El halo de luz se desvaneció frente a sus ojos—¿Dónde se metieron? La luz era plana, cómo es que la travesaron—Félix estaba desubicado, buscando en los tejados rastro de los dos—¿Quién era ese tipo? ¿Hay más cómo la Dama de la Creación?
Félix bajo por las escaleras, no sabía ni por dónde empezar a buscar a Marinette, todo aquello era desconocido. Para colmo, al salir se encontró una muchedumbre.
—¡Es un milagro!
—¡Estan vivos!
Escuchaba el murmullo de las personas. Cómo pudo se abrió camino entre el mar de personas, tal vez estaban viendo a su dama y al extraño hombre. Cuando por fin encontró la salida, fue testigo del milagro que todos comentaban, no se trataba de lo que estaba buscando, pero aquello no dejaba de atraer su curiosidad. Había varias personas congregadas al centro de la plaza. Todos los llamaban los resucitados, sin embargo, nadie se acercaba a ellos, los veían con desconfianza y terror.
—¿Ustedes estaban entre las víctimas? —Félix avanzó, hasta dónde Chloe y su madre se encontraba.
—¡Adrien! —Chloe le tomó la mano.
—No, Félix—corrigió, prestando atención al resto de resucitados.
—Mi madre y yo nos quedamos atrapadas dentro de la mansión—Chloe comenzó a dar su testimonio, le daba lo mismo si no era Adrien, porque al menos, se había acercado—El siniestro comenzó en la cocina y se propago con rapidez por toda la casa. Las puertas estaban trabadas y en medio del pánico, ignoramos las ventanas—Félix recordó que se aseguró de sellar las puertas con su llave maestra—El humo nos asfixio.
—No hay cicatrices—Félix giro la muñeca de Chloe, deslizó la yema de sus dedos por la tersa piel, sin encontrar protuberancias o cicatrices. La piel de la joven se erizó por el tacto.
—¡Chloe, estás viva! —Sabrina se abrió paso entre la muchedumbre y abrazó a la rubia.
Las acciones de Sabrina y Félix les dieron valor a los familiares para acercarse a buscar a sus seres queridos. Los bomberos y militares reanudaron las acciones para sofocar las llamas, al ser informados que no había victimas en los edificios y escombros.
Félix se apartó de la muchedumbre. Vio sus manos, incrédulo, al comprobar que las victimas estaban intactas, que habían sanado sin complicaciones. Cómo tenía la vía despejada, retomó su búsqueda por los alrededores, para encontrar a Marinette y al misterioso hombre.
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Pegase, atravesó el portal que lo condujo a la habitación de Marinette en la mansión de la viuda Kurtzberg. La mansión estaba sola, porque los empleados y la dueña de la casa, habían acudido al lugar del siniestro para ayudar.
—Fue mi culpa—Tikki voló frente a Pegase—Marinette estaba descorazonada con la escena y yo le alenté a usar su poder.
—No debes preocuparte—El guardián, dejó a Marinette sobre la cama y cubrió su cuerpo con la sabana—El Guardian del templo lo autorizó—Tikki se extrañó de tal revelación, pero cuando iba a cuestionar el motivo—Marinette despertará hasta mañana, que se alimente bien. En cuanto a la causa del "milagro" Alix se encargará de crear una versión, aprovechando su cargo cómo presidenta de Sociedad Teosófica.
—No comprendo ¿Por qué?
—Tú deber cómo kwami es cuidar a tu portadora y tú estación. Lo que hagan lo demás, no es de tu incumbencia.
La pequeña Mariquita amorfa, no dijo nada. Pegase desapareció por dónde vino. La kwami se giró a ver a su portadora. Aquella buena acción, tendría un precio a pagar.
Las horas pasaron y Marinette finalmente despertó llena de energía y muy entusiasmada.
—¿Tikki, ¿dónde estás? —Nombró a su amiga. Cuando estaba por bajar de la cama, las puertas de su habitación se abrieron de par en par.
—Buen día señorita—La sirvienta ingresó con una jarra llena de agua tibia y el periódico bajo el brazo—¿Usted salió con su novio? ¿Vio el incendio?
—Este...si. Inten...intentamos acercarnos, pero no lo logramos, el camino estaba cerrado—Marinette improvisó una excusa. Tomó el periódico y leyó el encabezado ≪Milagro divino ocurre en Paris≫—Félix decidió que regresara a la casa—continuo, dándose cuenta de que ella despertó en la habitación ¿Qué paso con su príncipe? ¿Quién la trajo a casa? —¿Un milagro? —Señaló la nota a la mujer, que vaciaba el agua en una vasija de porcelana.
—Por lo visto no lo sabe—La robusta mujer de cabellos rubios se acercó a Marinette y en un susurró dijo—La casa de las Bourgeois ardía en llamas, era la fuente del incendio, según dicen. El fuego se expandió hasta el orfanato. Lo hubiera visto, era un caos esa zona. Madame y toda la servidumbre estábamos ahí. El calor era sofocante, las víctimas eran incontables—Marinette escuchaba atenta a la mujer. Aunque sabía que la causante del "milagro" era ella—Sin previo aviso, una intensa luz iluminó todo Paris. Y todas las victimas... ¡Estaban vivas! —Grito sobresaltada, cosa que casi hizo caer a la joven—Hasta los heridos fueron sanados.
—Margarite, lo que dices es imposible—Pesé a sus cuestionamientos. Marinette contuvo la emoción.
—Cómo lo oye señorita. Todo Paris fue testigo de ese milagro. Es más—La mujer se apartó para buscar unas prendas para que la joven usara ese día—Nosotras iremos a dejar almuerzo con la viuda Kurtzberg, puede acompañarnos y ver a las personas que sobrevivieron.
—Me encantaría. Es más, les ayudaré a preparar la comida.
—A la señora le hará muy feliz que nos ayude. Ya regresó con su desayuno, con permiso.
—Tikki ¿Estás aquí? —Marinette llamó de nuevo a su amiga, tras encontrarse sola.
—Si Marinette—La pequeña mariquita apareció de su escondite bajo la cama—Creo que no debe ocurrir una cosa como esta de nuevo. Corrimos con suerte que lo atribuyeran a un milagro.
—Tienes razón—La sonrisa se le desvaneció—Pero no me arrepiento de lo que hice—La kwami ve en su portadora una determinación que le preocupó—Las personas y los niños, ahora tienen una segunda oportunidad, gracias a nosotras y a Félix, que fue el único que alcanzó a verme A propósito ¿Sabes dónde está Félix? ¿Fue el que me trajo a casa? No recuerdo que paso después de usar mi poder...
—Aquí traigo un apetitoso desayuno.
La Kwami se escabulló a su escondite. Marinette fue a ayudar a la mujer con la bandeja y la comida. Pero ahora estaba preocupada de que había pasado con Félix. Tenía que esperar a estar sola, para interrogar a Tikki de nuevo.
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Félix tenía un aspecto deplorable, con su chaqueta bajo el brazo y los primeros botones de su camisa desabrochados. Apestaba a humo y sudor. Estaba agotado por la falta de sueño. Había buscado a Marinette por toda la plaza, pero sin ningún resultado. Lo peor es que ella no estaba sola, ese misterioso personaje, era lo que más preocupaba a Félix. ¿Quién era? ¿Qué era esa luz? ¿La Dama de la Creación no era la única con poderes sobrenaturales?
Ante la frustración y resistiendo al pesado sueño, no tuvo más remedio que caminar hacia la casa de la viuda Kurtzberg. Quizás ella tendrían idea del paradero de Marinette o al menos sería un punto dónde buscaría apoyo para su búsqueda.
—Félix Graham, pareces un estropajo y no te muestras preocupado por ello—Nadja le salió al paso; con grácil movimiento de muñeca, abanicaba cerca de su nariz—Que mal olor—Se quejo. Pero el rosto impasible de Félix le alteró—¿A dónde te diriges? —exigió saber.
—Iba a mi casa a cambiarme—Félix ignoró los otros comentarios ofensivos de Nadja. Ella era a quién menos quería tener, pisándole los talones por lo ocurrido en el siniestro.
—Supongo que regresarás a investigar lo ocurrido en el siniestro—Nadja le rodea con pasos lentos —Unos dicen que fue un milagro, pero, yo tengo mis dudas. La presidenta de la Sociedad Teosófica lo asegura. No te mueve un poco—La sensual flapper se detuvo frente a él, apegando su generoso pecho al torso del joven—Contradecirla.
—No puedo distraerme con una investigación a la que todos los charlatanes se apegaran, para lucrarse.
—¿Es eso o la sirvienta te mantiene ocupado? —El tic en la ceja de Félix le dio una pista a Nadja.
—Me mantiene ocupado el cambio de rubro de mi profesión. La foto post mortem a dejado de ser solicitada.
—Esa no es la respuesta a mi pregunta—presionó.
—Que no te busque, es señal suficiente de lo ocupado que ella me tiene—Félix no midió sus palabras y se dejo llevar por el rumbo de Nadja.
—Seguirá tan servil a ti, cuando se enteré que te has acostado con prostitutas.
—Es una muchachita que sabe cual es su lugar. Para ella sería alguien con experiencia.
—Tienes razón. Tú tienes todo controlado. Me aburres Félix, esperaba que fueras un desafió para la Sociedad Teosófica. Cuando quieras—Se apartó con sonrisa socarrona—Mi cama está disponible, para que sigas adquiriendo experiencia.
Félix no dijo nada, estaba agotado y lidiar con Nadja, consumía mucho de su fuerza mental y física. No mostrar emociones fue un ultimo recurso que el fotógrafo utilizó para que ella no sospechara de Marinette. Vio a la mujer subir a un coche negro, que era tirado por una cuadrilla de caballo blancos.
Una vez que pudo respirar tranquilo, retomó su camino, rumbo a la mansión de la viuda Kurtzberg.
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— Les citoyens sont fous. Ces personnes étaient mortes ou grièvement blessées et maintenant elles le sont... Comme si de rien n'était! ¡Los ciudadanos estan locos! Esas personas estaban muertas o mal heridas y ahora estan... ¡Cómo si nada! —Alya exaltada, relataba a Marinette los hechos ocurridos en las horas recientes.
La joven se tomó un descanso para hablar con Alya, después de estar picando verduras para el almuerzo de los damnificados.
Alya, sin embargo, estaba alterada, porque percibió la escencia de un guardián de las estaciones. Casi podía jurar que se parecía a la escencia en las cartas que, Carapace su esposo, le entregaba de parte de la Guardiana de la primavera.
—Pero, eso es algo bueno. Las personas están felices, con sus seres queridos vivos.
—Marinette, no creo que eso tenga sentido ¡No está bien! —Vocifero Alya. La sonrisa en el rostro de Marinette desapareció—La gente esperará a que esto ocurra siempre.
—¿Por qué piensas eso? —El tono osco de Marinette al formular la pregunta, pasó desapercibido por la alterada castaña.
—Porque las cosas suceden con un propósito. Por ejemplo, las guerras recientes: La pérdida de hombres en el campo de batalla y el regreso de los sobrevivientes, con severas lesiones y discapacidades, nos permitieron a las mujeres, tener más presencia en las labores antes destinadas a ellos únicamente. No tenemos salarios o prestaciones iguales, pero estamos en el campo salarial. Eso es algo positivo, en medio de las causas negativas.
—La guerra me arrebató a mi padre, Alya ¡Hubiera dado lo que fuera por que un milagro cómo el de ayer ocurriera! Tuve una vida miserable cómo resultado ¿Qué de positivo encuentras en eso?
—Marinette, siento mucho lo que pasaste, pero no era ese el punto; tú querías saber qué opinaba al respecto.
—No es justo que otros tengan que sacrificarse por el bien de otros. Las causas de las mujeres luchando por sus derechos, también han traído perdidas y seguimos teniendo desventaja.
—Yo también tuve perdidas Marinette. Mi madre falleció en circunstancias distintas...
—¿No quieres que este contigo de nuevo? No te duele ver a tus hermanas, necesitarla.
—Marinette...
—Si esas personas estan vivas, por un milagro o lo que sea que paso ¿No tiene derecho a albergar esperanza?
—Hay un ciclo en la vida, por una razón, Marinette. Yo no deseo que esto alimente las ilusiones de las personas, llenándolas de falsas expectativas y los haga comenzar genocidios en otras regiones, porque jamás van a morir ¡La vida y la muerte, coexisten por una razón!
—Nuestra conversación a finalizado.
—¿Marinette, que te pasa? Esto te afecta demasiado.
—Adios Alya.
El cambio repentino en la actitud de Marinette desalentó a Alya. Supuso que lo mejor, era marcharse cómo ella lo exigía. Nada bueno iba resultar de continuar con aquel tema. Con la mirada triste y confundida, Alya se marchó de la mansión.
Marinette estaba abrumada, viendo marchar a su amiga ¿Lo que hizo por esas personas no era correcto? Según las noticias, decían que el siniestro fue provocado ¿Era justo que todos perecieran? Teniendo ella la oportunidad de conseguir que aquel misterioso causante, no se saliera con la suya. Que solo hubiera perdidas materiales.
—Ma Coccinelle—Félix llamó a la joven, desde el otro lado de la verja—Estás con bien, amor mío.
—¡Félix, estás bien! —Marinette abrió la reja y se arrojó a los brazos del fotógrafo—Mi kwami no supo decirme que paso contigo.
—Subí a la azotea—Félix no consideró prudente mencionar al misterioso hombre, esperaría a que ella dijera las cosas, ya había mencionado de nuevo, la palabra kwami—Pero no te encontré, me asusté mucho.
—Me trajeron a casa, usar mi—Vio a los lados y opto por susurrar—poder me agotó ¿Qué paso contigo? Traes las ropas sucias.
—Te busqué porque no sabía dónde estabas, gracias al cielo que te cuidaron cuando te agotaste.
—Lamento que pasarás por ese susto. No sabía que iba a pasar algo cómo eso, después de lo que hice.
—Paris quedo vuelto un caos entre asombró y panico, después de tu grandiosa hazaña, Ma coccinelle.
—¿Crees que fue una gran hazaña? Que eso, era lo correcto.
—¡Por supuesto que sí! —Félix exclamó con una mezcla de emociones, su Dama de la Creación, estaba de nuevo en sus manos—Por qué no te emociona.
—Vamos dentro para que te preparé algo de comer y puedas asearte. Es más, te lo contaré después que descanses.
—No esperaré. Quiero saber que sucedió, que te tiene tan desanimada—La mano de Félix acuno la mejilla derecha de Marinette.
Ella se sintió respaldada por su pareja. No podía seguir comparando a Chat Blanc con su alter ego. La preocupación genuina en el rostro de Félix, le permitió confiar sin reparo en él.
—Vamos a mi habitación para que hablemos—sugirió. Ambos entraron a la residencia.
Marinette relato con algo de frustración lo acontecido con su mejor amiga. Lo que ella no imaginaba es que Félix tomaría ventaja de esa situación.
—Me siento muy mal, porque, aunque ella no sepa que yo fui quién hizo "el milagro" al menos, necesitaba escuchar, que era algo bueno.
—Tú corriste un gran tramo y viste la desesperación de las familias, que estaban perdiendo a sus seres amados. Tu bondad quiso obrar bien con ellos. Les regalaste el don de la vida con tú poder. Que Alya opine lo que quiera, tú hiciste lo correcto, Ma Coccinelle, te amo y admiró por eso y más.
—Félix, que lindas palabras—dijo conmovida, era bueno no sentirse sola, compartir aquel secreto con alguien que tenía el mismo cargo de guardián que ella—De nuevo me animas, cómo la primera vez que yo porté el traje de Ladybug—La sonrisa de alegría de Félix no fue por las palabras de agradecimiento, sino por la información develada—Gracias por no dejarme sola, por confiar y creer en mí. Te amo, Félix.
Lo siguiente tomó por sorpresa a Félix, Marinette se sentó sobre su regazo, con las piernas a cada lado; deslizó sus manos por su cabellera, y besó sus labios con necesitada pasión. A Félix le costó seguirle el ritmo, entre lo inexperta e intensa que estaba siendo. Sin embargo, no iba a desperdiciar la oportunidad de hacer suya a su Dama de la Creación.
Marinette deslizó el zipper en la espalda de su vestido y lo dejó caer por sus hombros, en medio de los besos y las caricias de su novio. Necesitaba sentirlo cómo aquella vez en La Tierra de los Miraculous. Quería hacer el amor con él.
—Tenemos media hora—Le susurró al oído, al separarse brevemente de él. Félix comenzó a besar su cuello y sus ávidas manos, le subían la falda.
—Tiempo suficiente para hacerte mía.
Notas de la autora:
Hola, invocadoras e invocadores, de nuevo, agradecer por la paciencia enorme que tienen.
Ladybug ¿Fue imprudente? Dos lados de la moneda se han presentado a Marinette, uno a favor y otro en contra. Su decisión no es bien vista por Alya, mientras que, para Félix, es todo lo que esperaba.
Adrien tiene ese debate interno en buscar la verdad y mantener su relación con Kagami, ninguna de las dos tiene fundamentos sólidos pendiendo su estabilidad de un hilo.
Por la época y la relación de los eventos dentro de la trama. Los objetos de los portadores son distintos a los de la serie.
Y sí, habrá lemon, pero iba salir muy largo, así que se queda para el siguiente capitulo.
Sin más que decir nos leemos en una próxima actualización.
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