Primer Movimiento.




1921, el verano comenzó su cálido paso por París, los ciudadanos pasaban más tiempo fuera de sus viviendas, disfrutando de las diferentes actividades que eran propias de la estación.

Félix detestaba esa época en particular, pues se veía obligado a modificar sus atuendos por pantalones plus fours y camisas sin chaleco. Sumando a ese inconveniente, el clima le exigía trabajar con presteza en la toma de fotos post mortem, ante la rápida descomposición de los cadáveres.

—Adrien, toma la manta que está sobre la mesa. Extiéndela en ese sillón Chaise Longue. Procura que cubra la parte del piso, donde se sentará la viuda Beuréal—indicó el rubio de mirada desdeñosa a su primo.

—En-enseguida—respondió el mencionado, con algo de temor, al no estar acostumbrado a lidiar con cadáveres.

El rubio fue al lugar indicado, agarró la manta. Extendió el trozo de tela y lo dejó caer sobre el piso. Aun con los nervios a tope acomodó el resto de la manta. De reojo observó a su relajado primo que, peinaba la tupida barba gris de aquel hombre: en vida este fue el tutor de piano de ambos rubios.

Agreste no iba negar que le guardaba un gran respeto a su maestro de música, pero el hecho de estar al lado de su cadáver le estremecía. Todo lo relacionado a la fotografía post mortem le daba una mala vibra. Había accedido a acompañar a su primo, porque Nathalie estaba ocupada con el contador del negocio.

Lo que Adrien desconocía, es que Félix había movido algunas piezas para lograr que Nathalie se encargará de atender al contador. Necesitaba pasar tiempo a solas con su primo, para recabar información sobre la misteriosa mujer de traje moteado, que creaba vida.

Su búsqueda en los libros de la biblioteca y viejos periódicos resultó infructuosa, por ello, su última alternativa era ir directo a la fuente, o sea, su primo. Necesitaba llevar a cabo su plan, antes que Adrien viajará de nuevo con Luka. Y solo disponía del verano y el otoño para lograrlo.

Si el amor ha hecho caer imperios, sin duda también logrará hacer hablar a un incauto.

Pensó observando a su primo, que se encontraba afanado colocando la tela sobre el piso. El arrogante rubio continuo con lo suyo, preparando el cadáver del laureado profesor de música Damocles: el hombre falleció a los dos meses de haber contraído nupcias con una hermosa y popular flapper del bar de Nadja, el mayor le pidió matrimonio a la joven, a las dos semanas de conocerla. El nombre de la ahora viuda era Aurore Beauréal.

Por consecuencia, Aurore se convirtió en la única heredera de la fortuna de Damocles. Algo que indignó a los hijos del primer matrimonio de aquel hombre, al no recibir ni un solo centavo.

El adusto Graham, arregló una de las mangas del característico saco beige del difunto. Para su sorpresa, notó algo peculiar en las uñas de este: las líneas meen que, a simple vista se veían como estrías.

Félix no tuvo duda alguna, Damocles fue envenenado con dosis pequeñas, al parecer por un largo periodo. Lo dedujo al recordar lo que una vez su madre le enseñó, sobre cómo detectar ciertos padecimientos por el estado de las uñas, incluso envenenamiento.

El destino estaba tirando las cartas a su favor. No planeaba ir con la policía a poner a la viuda en evidencia, tenía mejores planes para aquella oportunista.

—Ven aquí Adrien—peticionó Graham, el Agreste atendió el llamado, poniéndose de pie y acercándose a su primo—ya he acabado de retocar el cuerpo—observó orgulloso el resultado final, había logrado ocultar muy bien las señales que eran visibles sobre el estado de descomposición de fallecido. Acelerados por el envenenamiento y no por el calor.

El ojiverde menor, no pudo evitar una arcada, no dudaba que su primo era un genio para los retoques, pero el fétido olor era muy fuerte en el ambiente. Ni siquiera las esencias de vainilla que su madre les entregó, lograron disimularlo.

—Puedes controlar a tu estómago, la viuda no nos pagará si te sorprende vomitando sobre el cuerpo de su esposo.

—Trató, pero sabes que no estoy acostumbrado a esto—se quejó el ojiverde.

Arrêtez de vous plaindre, le travail est le travail, deja de quejarte, el trabajo es trabajo—le reprendió el mayor—Toma sus pies y yo los hombros, a la cuenta de tres lo levantamos.

—¡Iguh! cet homme suce, este hombre apesta—una voz chillona se escuchó del lado del blondo de melena despeinada.

Adrien se avergonzó de inmediato, Plagg había hablado y ahora su primo lo miraba de manera amenazante. Juró que iba a castigar a su kwami, quitándole su ración de queso por una semana, por causar semejante bochorno.

—Lo siento Félix—se excusó el blondo, el aludido enarcó una ceja—no volverás a escuchar una queja mía.

—Él era tu maestro, debería darte vergüenza expresarte de él de esa manera. Ten un poco de respeto ante su cadáver—reprendió—. Haces otro comentario tan burdo como ese, y yo mismo te daré una paliza al salir de aquí—amenazó, mostrando uno de sus puños, que marcaba sus venas en el dorso de este, al apretarlo con fuerza.

Adrien asintió, tragando grueso ante aquella clara amenaza, que se ganó, por culpa de su kwami. Sin más peros, ambos se pusieron manos a la obra para trasladar el cuerpo de Damocles, hasta el fino sillón. Una vez en el lugar, Félix acomodó la mano derecha del difunto, dejando está colgando, para que fuera tomada por la viuda al momento de la fotografía. La otra mano descansaba sobre el estomago del maestro, con una flor blanca: un símbolo pictórico de la brevedad de la vida.

—Prepara la cámara, de mientras iré por la viuda Beauréal—indicó Graham a su primo, al tiempo que aplicaba la esencia de vainilla en sus manos, para retirar el mal olor que tenía impregnado en la piel.

—¡¿Vas a dejarme a solas con él?!—inquirió Adrien, evadiendo mirar el cadáver del que fue su maestro.

—No seas cobarde, no es cómo si fuera a levantarse y saludarte—rodó sus esmeraldas—. Esta muerto, un recipiente carente de alma e imposible de hacer cualquier cosa.

Félix no espero respuesta por parte de su primo, se retiró hacia el comedor, en busca de una sirvienta, para pedirle que fuera por la ahora dueña de la casa.

Se adentró a un enorme salón, el cual era el comedor de la casa, al centro estaba una mesa de madera de pino, finamente pulida, con varias sillas talladas con querubines en la cabecera. Divisó una de las sirvientas, que estaba afanada con el quehacer, puliendo con un paño una de las figuras talladas en la madera.

—Buenos días—la joven dio un brinco, ante la grave voz que saludó—avísale a la viuda Beauréal, que el cuerpo de su difunto esposo está listo para la fotografía.

La azabache de corta cabellera y rasgos semi asiáticos, se quedó desprovista de palabra. La figura masculina al pie del dintel de la entrada del comedor, era un mancebo de buen ver. El rubio saco su reloj de bolsillo para comprobar la hora, al ver que la mujer no se movía. Aquel particular artilugio, con las iniciales al parecer de él, hizo a la joven reconocerlo.

Meses atrás, la sirvienta obtuvo un buen dinero, por acostarse con su patrón: el viejo Damocles era un mujeriego y tenía una fascinación por las jovencitas.

La criada cegada por aquella suma de dinero fue al centro de París, ataviada en un vestido llamativo, que tomó de las cosas de su actual patrona y se dirigió a los bares de Jazz, quiso experimentar de primera mano, lo que era estar en un lugar del cual las damas de sociedad de costumbres arraigadas consideraban de perdición. Se puso tan borracha, que terminó perdiendo su virginidad en uno de los callejones detrás de uno de los bares. Cuando el candente encuentro con aquel desconocido finalizó, este reviso la hora en un reloj de bolsillo, idéntico al que el rubio frente a ella llevaba.

Mireille Caquet, dejó a un lado el paño de limpieza. Con un torpe contoneo de caderas, se acercó al caballero, esperando que él la reconociera. Félix enarcó una ceja, al ver el raro actuar de la muchacha, se preocupó, pensando que la pobre era una enajenada mental y podría hacerle daño.

Bonjour ¿Monsieur— un fallido intento de voz seductora, abandonó los labios de la criada.

—Félix Graham de Vanily—mencionó a secas el ojiverde—puede hacer lo que le pedí. El cuerpo de su ex patrón está en descomposición, y los de la funeraria no tardan en venir por él—le urgió.

—Enseguida, Monsieur...Félix—Mireille, saboreo cada letra de aquel nombre en sus labios. Ahora sabía que nombre gritar, si ese hombre la profanaba de nuevo. Las iniciales confirmaron sus sospechas.

Con prisa se dirigió a la segunda planta, con suerte podía tener una conversación con ese enigmático zagal, y acordar verse más tarde. Con eso en mente, fue por su patrona.

Félix le siguió con la mirada, hasta que se perdió en el pasillo al final de las escaleras, la criada le pareció una chica corriente y sin modales. Para su suerte la espera fue corta, el llanto exagerado de parte de la viuda se hizo escuchar por toda la estancia. Por el pasillo, una bella rubia de caballera ondulada y ojos celestes hizo acto de presencia. Con elegancia bajo por las escaleras, limpiando de vez en cuando las lagrimas que surcaban sobre sus mejillas, siendo asistida por un mayordomo y la sirvienta de antes.

—¡Damocles, mi amor! ¡Porque me dejaste a mi suerte, sin tu compañía! —chilló, fingiendo dolor en su pecho—Esa fotografía, será enmarcada y alzada al centro de esta mansión, para que el mundo no tenga duda alguna de que nuestro amor, aún será latente, porque la muerte, la muerte no...—los falsos sollozos le impidieron continuar.

Félix se mordió el labio inferior, conteniendo una carcajada, la viuda era pésima actuando. Sin embargo, no podía negar que la flapper, contaba con un bien formado cuerpo. Sus pechos casi se salín ante el pronunciado escote de su vestido holgado de color negro, sin mencionar la buena vista que se dio de las piernas de ella, al descender por las escaleras.

La ojiceleste llegó al final de las escaleras, pasando de largo del fotógrafo, cosa que fastidió al rubio, detestaba cómo una cualquiera lo tratara de esa forma. A regañadientes siguió a la viuda y su sequito, ahora más que nunca, haría uso de su carta maestra, contra la rubia pretenciosa.

Adrien vio cómo el grupo de personas ingresaba a la sala, con su primo tras ellos. Sintió un gran alivió, luego de estar reprendiendo a Plagg, se había quedado en silencio y ya no tenía manera de como ignorar el cadáver de su maestro.

La joven flapper, pidió a su sirvienta que le pasaran su neceser, una vez se hizo con el, saco todo tipo de fino maquillaje y lo aplicó delicadamente y de forma profesional sobre su rostro. Ocultando las imperfecciones que el llanto le había ocasionado.

—¿Dónde me situó? —preguntó, acomodándose sus bucles rubios frente a un espejo en la pared, sin ver a ninguno de los fotógrafos.

—Siéntese sobre la manta, madame, junto a su difunto marido y tome la mano de él—indicó Félix con tono mesurado.

La ojiceleste acató las indicaciones, adoptó la pose y a está le agregó su toque. Una mirada devota hacia el cuerpo del hombre de barba gris y espesa. Graham aprovechó aquella imagen, retiró la lamina protectora y disparó. Su agilidad le valió una toma digna, que no denotaba ninguna culpa de aquella mujer, frente al cadáver de su víctima.

—Mireille—llamó la rubia a su criada, que la asistió para que pudiera ponerse de pie, una vez el fotógrafo le indicó que podía moverse—diles a los de la funeraria, que ya pueden llevarse el cuerpo de mi esposo—con un pañuelo de seda cubrió su nariz, he hizo una mueca de asco—de paso, diles que se lleven ese apestoso mueble de mi casa—señaló despectiva el sillón donde yacía Damocles—en tanto yo, debo pagarle a los fotógrafos y cambiarme estas ropas, pronto partiremos a la iglesia, para la misa de mi difunto marido y—hizo una pausa, sosteniendo su pecho, fingiendo dolor—sepultar su cuerpo.

—Si madame, así lo haré—pronunció la sirvienta, extendiendo a su patrona una cajita con esencias aromáticas luego, fijó su mirada al serio rubio que se encontraba conversando con su ayudante de rasgos similares. La chica se relamió sus labios y se retiró a cumplir la orden de su patrona. Deseando en algún momento, poder hablar con ese hombre.

La viuda abrió la cajita de aromas y aspiró profundo las esencias, limpiando sus fosas nasales del fétido olor del fallecido.

—Adrien—nombró Graham a su primo—guarda la cámara y llévala afuera de la casa, enseguida estaré contigo—dicho esto, Félix se apartó de su primo y fue hacia donde la viuda.

El Agreste, no dijo nada, procedió a guardar las cosas. No soportaba ni un minuto más en esa casa, el aura de la viuda era asfixiante. Lo había detectado, gracias a su estadía en La Tierra de los Miraculous, donde aprendió a leer las energías emitidas por las personas. Sin más agarró las maletas y salió de aquel sombrío lugar. Lamentando que su maestro de música, un hombre lleno de vitalidad, fuera repentinamente consumido por una extraña enfermedad, que provocó su muerte.

—Aquí tiene su pago—la mujer de vestimentas atrevidas extendió un fajo de billetes hacia Félix—hizo un buen trabajo—son su dedo recorrió el brazo del fotógrafo, cuando este agarró el pago—acompáñeme a mis aposentos, ahí le daré su propina—habló con voz melosa.

—Agradezco su gentileza madame—el rubio se acercó más a la flapper, que sonrió victoriosa, al imaginar lo que sería disfrutar del juguete favorito del que fue su mentora, Nadja, gozaba—pero, las limosnas no van conmigo—musitó, sonriendo arrogante.

El rostro de la rubia se deformó del coraje, ante el imprudente comentario.

—Serán limosnas para un impotente—escupió venenosa. Viendo de arriba abajo al joven, sonriendo irónica.

—Si así de mal ejecuta un asesinato, no imaginó lo pésima que será en la cama—la sonrisa burlona en el rostro de la flapper se esfumó. Graham se apegó a ella, tomando a la mujer por el brazo, lastimándola en el proceso y acercó sus labios a su oído—Las señales están presentes en el cuerpo de su difunto esposo.

La rubia se puso pálida de golpe, ni los de la funeraria habían notado las señales de envenenamiento.

—Miente.

—Quiere que vaya con la policía a comprobarlo—la mujer se mordió los labios, y su cuerpo se heló de golpe, no quería ir a prisión—soy un hombre generoso—sacudió los billetes frente a la rubia—no le molestará compartir un poco de su cuantiosa herencia madame Beauréal, ¿verdad?

Dicho eso último, Félix se apartó de la ojiceleste, soltando su agarre bruscamente. La mujer temerosa, frotó la zona afectada. El rubio guardo los billetes en su bolsillo. Dejando a una estupefacta mujer, que apretó con fuerza sus puños, en señal de impotencia.

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Afuera de la mansión del fallecido maestro de música, Adrien se encontraba esperando, tuvo ganas de marcharse y que su primo le diera alcance, pues no era ajeno a la conducta Casanova de este. Pero desestimo la idea, le pareció que a Félix no le atraía la joven viuda.

Decidido a esperar un poco más, observó a las personas que transitaban por la zona, a modo de distracción.

—Quién sabe—suspiro—puede ser que mi preciosa dama, habite en París—llevó su dedo índice a papal sus labios, recordó los cálidos carmines de la ojiazul. Deseaba probarlos de nuevo, necesitaba hacerlo y, esperar hasta la primavera, le era una tortura.

—Permiso, lo siento señor, no era mi intención—la voz que sobresalió de entre los ruidos propios de una vía transitada, hizo a Adrien levantar la vista y buscar a la causante.

Entre la muchedumbre, notó a una joven de coletas que, esquivaba con dificultad a los transeúntes, al parecer estaba saliendo de la tintorería mientras hacía malabares con las prendas que cargaba. El rubio no lo pensó dos veces, tomó la maleta de la cámara, dispuesto a ayudar a la joven.

Tu as été dans les nuages ​​ces derniers temps, has estado por las nubes últimamente, Adrien—la voz mesurada de Félix detuvo al ojiverde, su atención se centró en este, que salía de la mansión con sus manos entrelazadas a su espalda.

—No, este...—la pregunta recién formulada lo descolocó un segundo, su atención estaba en la joven del otro lado de la calle. Volvió su vista al frente, necesitaba ayudarla, pero está ya no se encontraba.

—¿Buscas a alguien en particular? —indagó curioso el egocéntrico fotógrafo, a lo mejor su primo había visto a la chica que creaba vida, esa que llamaba "mon amour"

—Estaba por ayudar a una muchacha... desapareció—lamentó, sin entender porque perder de vista a una extraña lo hizo sentir preocupado.

—Seguro se las supo arreglar—habló Graham restando importancia a lo dicho por su primo—muero de hambre, vamos a comer en esa cafetería—sugirió.

—¿Cómo puedes tener hambre? Con el perdón de la memoria del señor Damocles, pero...aún puedo sentir su fetidez en mi ropa—se quejó el rubio con cara de asco.

—Llevó años haciendo esto, supongo que me he acostumbrado—se encogió de hombros, restando importancia. Comenzó su andar hacia la cafetería—. Continuando con mi pregunta de hace rato ¿paso algo interesante en tu último viaje? —Félix necesitaba que su primo le diera al menos una pista sobre el paradero de esa misteriosa mujer de la fotografía, para tener un punto de partida en su investigación.

—¿Pa-pasar? Que va, lo...normal, fotos, gente—Adrien titubeó en su respuesta, cosa que Graham no paso por alto.

—Sabes, siempre pensé que tú y Kagami terminarían juntos, digo a los dos parecen gustarles las mismas cosas y pasan tiempo juntos—el ojiverde iba orillar a su primo a confesar, hiendo por las ramas, cómo había aprendido de Nadja.

—¿Kagami? —rio sin mala intención el rubio—ella es solo mi amiga. Es bonita y muy agradable—Félix enarcó una ceja, pues la nipona era todo menos agradable—, no me veo con ella de forma sentimental. Salgo con ella porque la pobre se la pasa metida en el almacén de telas de sus padres, necesita un suspiro de la rutina...aunque últimamente—Adrien se quedó pensativo.

—¿Le pasa algo? —el mayor de los rubios se sentó en una de las sillas que estaba fuera del local de comida. Hizo una señal a uno de los camareros, para que tomara su orden.

—La ultima vez que salimos, se portó muy rara—Adrien tomó asiento en la silla frente a su primo y colocó el maletín de la cámara a un lado—invadió mi espacio personal, e intentó robarme un beso.

—Le gustas Adrien, aunque siento que fue muy impulsivo de su parte lanzarse de esa forma hacia ti—musitó el fotógrafo, disimulando su aburrimiento sobre esa platica, pues lo estaba alejando de su objetivo.

—Lo sé, esa actitud no es propia de ella, por eso le aparte con cuidado—ambos rubios tomaron la cartilla que el mesero les extendió para que eligieran su comida—Kagami me dijo que mi indecisión le dolía, a causa de mi perdida transitoria de memoria. Los cual me extrañó, le pregunté a que venía eso y casi se rompe a llorar. Me dijo a los gritos, que como era posible que olvidé las veces que la hice mía en casa de sus padres. ¡No sé qué pasa con ella! —replicó—eso jamás paso, nunca le faltaría el respeto de esa manera.

—Insisto, le gustas y quizás inventa esas cosas para de algún modo comprometerte. Kagami es una joven competitiva, obtiene lo que quiere de cualquier modo. Yo que tú me anduviera con cuidado—respondió Félix, con sus ojos fijos sobre la cartilla. Una idea paso por su mente, una que encaminaría esa conversación de nuevo al punto que planeaba—te imaginas—enfocó sus verdes en las esmeraldas de su contrario— si tuvieras una enamorada y ella le fuera con ese cuento sobre ti.

Adrien abrió sus ojos, la sola idea que su Lady pensará mal de él y se decepcionará de su persona le aterró.

Entre tanto Félix miraba el efecto de su idea funcionar. Por otro lado, se alegró que Tsuguri no profundizará en relatar sobre los candentes encuentros: los últimos años, Graham se había aprovechado de las ausencias de su primo para acostarse con Kagami, haciéndose pasar por Adrien. Al punto de haber arrebatado la virginidad a la nipona, que cedió gustosa al creer que por fin su amigo le correspondía. Cuando los encuentros sexuales finalizaban, Félix personificando a Adrien advertía a la Tsuguri que su memoria sufría de una extraña enfermedad, que lo hacia olvidar ciertos eventos en su vida. La asiática creyó aquella mentira, al estar necesitada de afecto.

—Piensas que alguien le creería—consultó el afable rubio a su primo, con voz preocupada.

—Las mujeres son desconfiadas por naturaleza—el fotógrafo llamó al mozo, que de inmediato se acercó a la mesa—tráenos los especiales del día—ordenó el rubio extendiendo la cartilla al joven—y de beber, lo que el chef recomiende para acompañar con el platillo.

—A mí un vaso con agua, por favor—solicitó Adrien. La duda estaba sembrada en su mente, ¿su amada dudaría que él aún era virgen? él deseaba perder su castidad con ella.

El mozo retiró la cartilla y se fue a cumplir con las órdenes. Félix contemplaba satisfecho el rostro contrariado de Adrien, su jugada estaba dando resultado.

—Hasta donde recuerdo, tú no conoces los placeres carnales—soltó despreocupado el rubio mayor, captando la atención de su primo—hay un bar en el centro, donde escuché que ofertaban la virginidad de una flapper debutante. Es una italiana, por si no eres quisquilloso con las extranjeras. Además, la chica en cuestión es una belleza de curvas mortales. Para un debutante cómo tú, recomendaría alguien con experiencia, pero no estamos para exigencias, así que la italiana virgen sirve.

Adrien hizo una mueca que su primo difícilmente pudo interpretar. El ojiverde menor, se sintió ofendido ante la propuesta de su primo, la forma en la que le ofertaba la virginidad de una joven, cómo si de un objeto se tratase.

—Paso. Una mujer no es una cosa de la cual se deba aprovechar y, obtener su virginidad como si de un trofeo se tratase. A la única que le quiero hacer el amor es a M'lady—puntualizó Agreste con seguridad.

Adrien ocultó su dolor, cuando su kwami pellizcó su pecho, dentro del bolsillo de su camisa. El rubio pronto de mordió la lengua, al caer en cuenta del porque de la acción de Plagg. Rogó internamente que Félix no prestará atención a lo último. Sus esmeraldas se enfocaron en su primo, confirmando la curiosidad en este, que tenía una sonrisa pilluela.

—¿Lady? Así se llama la chica que te tiene en las nubes—indagó el fotógrafo, curioso por saber más. Tenía a su primo donde quería.

—No...no es alguien que conozcas, saber su nombre es irrelevante—en especial porque el ojiverde ni siquiera sabía el nombre real de ella y aunque lo supiera, no podría revelarlo. Por otro lado, podía contar una verdad a medias, más en el plano sentimental. Revelar lo que le angustiaba respecto a sus sentimientos—nos hemos visto muy poco en estos cuatro años...sin verlo venir, me enamoré de ella...aun siendo consiente que lo nuestro, de concretarse...sería un amor a distancia, algo que con el tiempo y la poca frecuencia se marchitaría—Adrien se abrazó a sí mismo, era doloroso resignarse a perder al amor de su vida.

—¿Ella siente lo mismo?

—Sí—las mejillas de Adrien se tiñeron de rojo y bajo la mirada avergonzado—la bese al despedirme de ella y me correspondió. Fue la sensación más hermosa que he experimentado en toda mi vida—se sinceró, maquillando un poco de cómo sucedieron los hechos.

Plagg se golpeó la frente con su pequeña pata, Adrien su portador, estaba revelando la verdad a medias, el kwami tenía un mal presentimiento respecto a esto, aunque le extraño que, para ese momento, alguno de los guardianes del tiempo debió intervenir, más no sucedió nada. A lo mejor, ellos consideraban que liberar esas tensiones, sin decir la verdad completa, podía ayudar a que Adrien y su desempeño como guardián, no se viera afectado.

—Se que no soy el más indicado para decirte esto—exclamó Félix, cruzándose de piernas y apoyando sus manos sobre la mesa—ustedes dos necesitan dar el siguiente paso—Adrien lo miró extrañado—que mejor manera de aclarar lo que sienten, que haciendo el amor.

El Agreste, se atragantó con su propia saliva, su rostro se puso rojo como un tomate, ante la imagen mental del cuerpo de su Lady sin ninguna prenda sobre este.

—Eso...no—la tos no lo dejó articular palabra y los nervios tampoco ayudaban, se obligó a pensar en algo desagradable, para quitar la imagen tan bochornosa de su amada.

Félix le dio unas cuantas palmadas a la espalda de su primo, sin duda aún era un novicio.

—No se porque te pones así, si ambos se aman. No veo porque no deban dar el siguiente paso, te aseguró que tu Lady te desea tanto cómo tu a ella—el fotógrafo esbozó una sonrisa comprensiva para con su primo. Buscando generar confianza en su contrario.

—Aun no somos novios, solo nos besamos—reflexionó el rubio, aclarando su garganta—sin embargo—recordó como el beso subió de tono, y sus manos acariciaron el cuerpo del contrario, buscando calmar el calor que se concentra en estos—si ella lo desea, lo haré. Quiero hacerle el amor.

—No se diga más—Félix aplaudió—si quieres que ella sea la primera. Al menos no lo harás siendo un ignorante de los placeres femeninos—el blondo se puso de pie, su primo lo vio contrariado—te ayudaré, y verás cómo tu chica cae cautivada. Todos sus miedos respecto a vivir una relación desaparecerán. Espera un momento.

Sin más, el fotógrafo caminó hacia la otra calle, donde se encontraba una modesta librería.

—Espero que sepas lo que haces niño—reprendió Plagg desde el bolsillo.

—Estoy decidido Plagg, sé que, si algo sale mal, "la patrulla del tiempo" reparará el daño—pronunció confiado.

—Eso implica que puedes perder el prodigio, y olvidarla para siempre—le advirtió el pequeño gato blanco, al notar el exceso de confianza de su portador.

—Tengo un as bajo la manga—el zagal enfocó su vista hacia una joyería—si todo resulta y, ahora con la ayuda de Félix, lograré demostrar mi amor verdadero a M'lady—suspiro ilusionado—le pediré que se case conmigo, la haré mi esposa en este mundo, así, cuando renunciemos a nuestros prodigios, olvidaremos nuestro paso por La Tierra de los Miraculous, pero ella y yo al tener una vida en el mundo humano, seguiremos juntos—el kwami iba a replicar—no digas más, ahí viene Félix.

El rubio mayor, regresó con una bolsa de papel en su mano, cosa que llamó la atención de Agreste.

—Toma—dejó la bolsa sobre la mesa, frente a su primo.

—¿Libros? —Adrien revisó la bolsa.

—Los mejores manuales que un hombre y una mujer deben poseer, sobre el sexo—Adrien abrió los ojos ante lo dicho por su primo—, describe las consecuencias e implicaciones de las relaciones sexuales. Mi madre me regalo el primero hace años, cuando fue lanzado al mercado por su autora.

Agreste sacó ambos libros, leyendo el título de las portadas.

"Married Love: A New Contribution to the Solution of Sex Difficulties"

"Wise Parenthood a practical sequel to "Married Love"

—Esto, no sé qué decir.

—Ambos libros son de Marie Stopes, una autora británica muy polémica por sus investigaciones respecto al tema. El primer libro: Married Love, es un manual sexual, que aborda el tema del control de natalidad y el segundo está enfocado a matrimonios. Podrás llegar virgen al lecho, pero no ignorante.

—Gracias Félix—agradeció el joven, poniéndose de pie y abrazando a su primo, que correspondió el abrazo—los leeré, todo para que ella este segura y disfrute de ese encuentro. Claro está, si ella acepta.

—Podré ser un lobo solitario, pero nada me hace más feliz que una pareja logre concretar su amor, en especial si se trata de mi primo—mencionó el fotógrafo—si tienes dudas al respecto, estoy aquí para apoyarte, no lo olvides.

Adrien se separó de su primo, mirando a este con sus esmeraldas llenas de emoción. Extrañaba pasar tiempo con su familiar, y que él le estuviera ayudando, lo hizo recordar al antiguo Félix: el que era su compañero de juegos y aventuras. Y ahora era cómo su cupido, ayudándolo con la chica de la cual estaba enamorado.

—Si todo marcha bien, en cuanto ella y yo formalicemos nuestra relación, voy a presentarte.

—Será todo un honor conocer a la afortunada que logró atrapar tu corazón—pronunció, sin una pizca de arrepentimiento por lo que estaba planeando hacer—ahí viene el camarero con nuestra comida. Luego pediremos un postre para celebrar que, pronto estarás al lado de la mujer que amas.

Félix sería paciente, la primera parte de su plan estaba llevándose a cabo, tenía un par de mese antes de que Adrien se marchará de nuevo. Tiempo suficiente para seguir recabando información sobre la preciosa joven de poderes místicos, acosta de su primo.

Espacio de la autora:

Hola mis invocador@s, hoy doy por concluida la edición de los primeros capítulos de este Long Fic *redoble de tambores. Lo que significa el comienzo de las actualizaciones normales, con capítulos nuevos, para las antiguas lectoras y una continuidad a la historia para las nuevas lectoras.

Gracias por su infinita paciencia en este proceso, que llevó medio año, hay mil cosas que corregir, pero eso ya es otro rollo. 

Advertencia: la trama de la historia se ira volviendo más oscura, voy a romper muchos corazones, de antemano me disculpo. Presten atención a los detalles, siempre hay pequeños spoiler entre líneas.

Así que no me resta más que agradecer sus comentarios, estrellitas y vistas fantasmales, fue gracias a ustedes que me sentí obligada a corregir todo, para escribir una historia de calidad. 

Nos leemos pronto. 



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