Deuda pendiente


Marinette y Alya se encontraban en el Jardin des Tuileries, la euroasiática había decidido pasar ese domingo; que era su día de descanso, junto a su nueva amiga, con quien tenía varias semanas de frecuentarse.

—Es decir, no llegaste virgen al matrimonio—la ojiazul se sorprendió ante lo confesado por la castaña.

—Así es—pronunció con orgullo—. Siendo honesta, dudo que alguien llegué pura al altar en estos días.

—Pero, es lo correcto ¿no?

—Para algunos, no para todos—la ojiazul vio a la morena, sin comprender del todo, pues su madre le había inculcado entregarse únicamente al hombre que sería su esposo. Fue una de las razones porque aceptó que viajará con su padre, antes de verla vender su cuerpo a cambio de unas monedas—verás; disfrutar de entregarte a un hombre que ames con todo tu ser, no debería ser motivo para ser tachada de impura.

—Y si esa persona no es la indicada—se apresuró a debatir, pensando en su relación con Chat Blanc— y luego vas con otro...cómo decirlo...conoces a otro chico y a este le molesta que no seas virgen...—temiendo que aquel idilio no terminará bien y en su vida, aunque doliera, otra persona se adueñará de su corazón—... pero tú estás segura de amarlo, pero perdiste tu pureza con alguien que no la merecía.

— Quel siècle habitez-vous à Marinette? ¿En qué siglo vives Marinette? —la morena le dio una palmada a la espalda de la femenina, que casi le saca el aire—Primero, relájate, chica. Ese hombre sería un completo idiota, si te valora por tu virginidad y no por quién eres. A mi parecer, no valdría la pena.

—Cualquiera diría que piensas como una flapper—respondió la ojiazul, tomando aire, tras la palmada de Alya. Un poco desilusionada por la respuesta.

—Las flapper son liberales, disfrutan de su sexualidad. No comparto su ideal, pero tampoco las juzgo—la castaña veía las bellas estatuas que decoraban la amena caminata que daba al lado de su amiga—por ejemplo; tú puedes llegar a entregarte a tu novio, y eso no tendría nada de malo.

Cela n'a rien à voir avec le sujet! ¡no tiene nada que ver con el tema! —protestó sonrojada—además...él, no es mi...novio—musitó avergonzada.

—Tampoco tiene que serlo, si lo deseas, puedes entregarte a él—la castaña con suma agilidad esquivó un golpe que iba dirigido a su hombro por parte de una alterada azabache.

—¡Como puedes decir esas cosas tan a la ligera! Alya por dios—reclamó la ojiazul nerviosa, al no poder controlar el hecho de imaginarse en esa posición con Chat Blanc.

—No te hagas, sé nota que te mueres por llevar esos besos que seguro se dan, a un siguiente nivel—la euroasiática iba a protestar, pero lo siguiente que escuchó la descolocó— y no dudo que él también piense igual.

Marinette no negaba que, al ser besada por Chat y este, profundizar el beso, había deseado más de él. La joven no era ajena al tema de las relaciones sexuales, pues algunas sirvientas de la mansión Bourgeois eran muy liberales al hablar de ello sin reparo.

—No...no lo sé—la azabache, con clara angustia, tomó asiento en una de las sillas frente a uno de los estanques del jardín. Alya acercó una silla junto a ella y se sentó.

—Marinette, no tomes esto tan personal, tu corazón te dirá si él es la persona que necesitas y digamos... tomas la decisión de entregarte y, resulta que no era el indicado, no te sientas culpable.

Je l'aime, Alya, lo amo, Alya—pronunció con ilusión—lo que me es difícil... es vernos cómo una pareja—se lamentó, al recordar que, en La Tierra de los Miraculous, su amor no podía ser y mucho menos en el mundo humano—. Por cierto, estoy a muy poco de reunir el dinero para pagar el pasaje de mi madre—cambio abruptamente de tema, dolida por la realidad.

La morena no quiso presionar a su amiga, así que decidió darle su espacio, algún día ella misma tendría que exteriorizar el porqué de su negativa a profundizar en el tema.

—¡Felicidades, Marinette! —se alegró la de ojos ámbar— todo tu esfuerzo valió la pena. Y con respecto a eso...—la morena sacó un pedazo de papel de su bolsillo, el cual le extendió a una extrañada azabache.

—¿Qué es esto? —indagó la ojiazul, al leer la dirección que había escrita en este.

—Es la dirección de la mansión de la viuda Beauréal  —informó con tono apaciguado la castaña— está mañana pegaron este aviso en la pizarra de mi local, están buscando una sirvienta. Se dice que la viuda es muy amable con su servidumbre. Deberías ir a probar suerte.

—¡Esto es grandioso Alya, gracias! —la joven se puso de pie y abrazó a su amiga—si me aceptan, por fin podre librarme de las odiosas Bourgeois—exclamó emocionada.

—Entonces, ve ahora mismo—le animó.

—¿En serio? No te molesta que terminemos nuestro paseo tan pronto.

—Me molestaré si no vas—amenazó la de ojos ámbar, con una sonrisa en los labios—mañana parto de viaje y regreso hasta principios de noviembre—avisó la morena, teniendo presente que debía remplazar a su esposo el guardián del verano—así que espero buenas nuevas a mi regreso.

—Y las tendrás—aseguró la euroasiática— ahora debo ir a la mansión de la viuda, cuídate y feliz viaje amiga—la ojiazul casi cae a al piso al echar a correr para tomar el tranvía que la llevaría a su destino, provocando la risa de la castaña.

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Con papel en mano, Marinette se encontraba ya en el centro, buscando la dirección que Alya le había facilitado.

—Deberías preguntar—sugirió Tikki desde su escondite en uno de los bolsillos del sencillo vestido celeste que llevaba puesto la azabache—llevas un largo rato buscando.

—Lo sé Tikki, nunca pensé que una mansión fuera tan difícil de ubicar en este barrio—susurró la joven, aprovechando que en el callejón donde transitaban, estaba solitario.

De pronto, un estruendo alertó a las dos. La euroasiática viró su rostro al lugar donde escuchó el fuerte ruido.

Dépêchez-vous de nettoyer cet endroit! ¡Date prisa y limpia este lugar! —gritó un hombre fornido y de mal aspecto, a una jovencita que al parecer había tirado al piso. El tipo empuñaba una escoba que, sin el menor cuidado, lanzó al cuerpo de la muchacha. Está se encogió de dolor ante el impacto—si quieres probar bocado debes ganártelo. Me has hecho quedar mal con mis clientes, al mentir sobre tu virginidad ¡Maldita puta! —escupió con desprecio el hombre, para luego cerrar la puerta de golpe.

Con algo de torpeza la chica se levantó, tomó la escoba y con pesar, comenzó a barrer el piso empedrado de la acera. Derramando lágrimas y apretando los dientes ante la impotencia de lo que estaba viviendo.

—¿Estas bien? —escuchó una voz queda a su espalda.

Tu penses que je vais bien, crees que estoy bien—respondió la chica, arrastrando las palabras, dando la vuelta y encarando a la azabache.

Marinette pudo apreciar a la joven por completo; su piel era bronceada y una larga melena trenzada de color castaño, estaba a un lado de su hombro, sus ojos verde olivo la miraban con recelo. Por sus rasgos, la femenina supuso que era extranjera, como ella. La misma sorpresa se llevó la castaña, al ver a la chica de rasgos asiáticos y europeos, que estaba de pie con unas vestimentas sencillas y un peinado muy infantil para su gusto.

—Hoy no es mi día, niña—sollozó, pero rápidamente cambio su expresión, no quería causar lastima a una extraña—ahora márchate, antes que ese hombre te pille y te obligue a quedarte—. Volvió a darle la espalda y continuó con su tarea, mirando con asco el vómito que debía limpiar, seguramente de alguno de los clientes de ese bar de mala muerte.

—¿Ese hombre, es tu patrón? —Marinette no sabía porque seguía ahí, cuestionando a esa chica que a leguas se notaba que no quería compañía.

—Mira, si quieres saber más, porque no vas y le preguntas a él—respondió fastidiada— así tendrá una cara bonita con la que entretenerse y, se olvidará de mi existencia, por todo el rato que logres divertirlo—le barrió con la mirada.

—Puedes conseguir otro trabajo, uno donde no debas prostituirte.

La castaña dejó de barrer, para encarar a la fastidiosa azabache que aún seguía de pie.

—¿Qué te hace pensar que me prostituyo? —cuestionó entre dientes.

—Ese hombre lo ha gritado por todo lo alto, mencionó algo sobre tu virginidad—encaró la euroasiática, sin explicar porque no solo se iba y dejaba a esa chica a su suerte.

—¡Ese idiota no sabe nada! Jamás estuve con un hombre en mi vida, no sé por qué no sangre cuando ese tipo me penetro—aclaró con molestia. Sin saber porque le daba una explicación a esa joven, pero de algún modo, le generó confianza—si sabes de otro trabajo, soy toda oídos.

Marinette lo meditó un momento, sin duda aquella chica necesitaba salir de ese horrible lugar, Alya entendería porque lo había hecho.

—Hay un lugar donde están buscando una sirvienta, si te sirve, puedo darte la dirección—informó a la morena.

—Bien, llévame a ese lugar—la de ojos verde olivo tiró la escoba y se situó al lado de la azabache—vamos, aprisa—demandó.

La azabache resopló, cansada de la actitud grosera de parte de la femenina, se cuestionó si estaba haciendo lo correcto con alguien tan pesada. La ojiazul le extendió el papel que de inmediato la castaña agarró leyendo la dirección escrita. Sin esperar, tiro de la mano de la jovencita, para ir juntas hasta el lugar.

—Soy Lila Rossi, ¿y tú eres? —preguntó la morena, mientras caminaban hacia la ubicación escrita en el papel.

— Marinette...Marinette Dupain Cheng ¿eres extranjera?

—Soy italiana; mi abuela y yo vivíamos en un campamento con unos gitanos españoles. Por desgracia, hace unos meses fue desmantelado por los oficiales, ahora debo velar por conseguir dinero y, pagar el cuarto donde mi abuela se hospeda—la joven no sabía porque había hablado de más, la chica a su lado era una extraña, no era necesario que supiera aquello. No quería la empatía ni lastima de nadie.

—Lo siento mucho—murmuro apenada.

—No seas tan condescendiente conmigo. Soy una chica fuerte, se necesita más que una prejuiciosa ciudad y un par de estirados para intimidar a Lila Rossi—pronunció con orgullo—¿y cuál es tu historia? Tienes un apellido muy raro.

—Mi madre es china y mi padre francés, vivía con ellos en China, y hace un tiempo mi papá me trajo con él a París...la guerra me lo quitó—pronunció con un toque de tristeza—trabajo cómo sirvienta, y espero algún día poder traer a mi madre conmigo.

—Buena suerte con eso—respondió la de ojos olivo. Marinette no dijo más, pues la respuesta de la joven le pareció desalentadora.

Luego de quince minutos sorteando a la muchedumbre del centro, llegaron a la mansión de la viuda Beauréal. Dónde una de las sirvientas les informó que solo la interesada podía ingresar para la entrevista.

—Me esperas aquí, eh—ordenó Lila—si no consigo el empleo, me acompañaras a justificar mi ausencia con el cretino de mi jefe.

—De acuerdo—fue lo único que pronunció la euroasiática, cruzándose de brazos. Recargó su cuerpo en una de las paredes fuera de la mansión. La castaña se adentró a la residencia, dejando a la joven a solas con su kwami.

—Marinette, deberías irte, ella ha sido una grosera contigo—sugirió Tikki ante lo que había escuchado.

—Sé, que lo es...pero tengo la sensación de que lo ha vivido, la ha vuelto de esa forma ¿te parece si le damos el beneficio de la duda?

—Hay Marinette, a veces eres muy buena, sin duda eres la digna pareja de Chat Noir.

—Qué cosas dices Tikki—el sonrojo se adueñó de sus mejillas—él no es mi novio ni lo será...no soy alguien digno de una persona cómo él—se miró su ropa sencilla sin mencionar su aspecto, nada que ver con la imponente figura que representaba Ladybug y que sin duda, era de ese espejismo que Chat estaba enamorado.

—Te subestimas mucho Marinette, pero a los ojos de todos, él te a...

Un trueno se escuchó por toda la ciudad, las dos vieron hacia arriba, donde unas nubes negras comenzaban a formarse. Marinette miró al interior de la residencia, no sabiendo si Lila iba salir rápido o demoraría mucho. La azabache debía irse a su lugar de trabajo, antes que el aguacero llegara.

—No puedo quedarme más, si llegó pasada de la hora, la Señora Bourgeois me castigará. Tampoco puedo dejar a Lila sola, que tal que deba justificarse con ese hombre y no le crea, ¡dios si ese tipo la golpea!

—Mas tarde puedo escabullirme para ver ese bar, si le encuentro te avisaré—sugirió la mariquita amorfa—por hoy, lo más importante es que a ti no te castiguen otra vez.

—Te tomaré la palabra, amiga. Gracias— Marinette sujetó con fuerza el bolsillo donde su Kwami se encontraba. Para luego echar a correr en dirección a la mansión Burgeois.

Cinco minutos después Lila salió casi corriendo, en su mano llevaba una bolsa de papel, con algunas pastas que pidió a la amable viuda, con la intensión de regalarle a la joven que le llevó hasta ese lugar. La tormenta estaba cayendo por las calles de París, y por ningún lado había rastro de la bondadosa azabache. Lila suspiro decepcionada, quería agradecerle y disculparse con ella, pues había logrado obtener un empleo digno con su ayuda, a pesar de lo pésimo que se había comportado con la jovencita. Ahora podría pagar el cuarto de su abuela, con dinero honrado.

De nuevo caminó de regresó a la mansión, rogando al cielo, algún día tener la oportunidad de devolverle el favor a aquella joven, que fue un ángel para con ella, un ángel llamado Marinette.



Nota de la autora: 

Hola mis invocadoras e invocadores, dije que planeaba terminar este fice este año, así que espero mantener este ritmo. 

No son capítulos de relleno , pues cada vez nos acercamos al drama, "a la parte de los kleenex y los helados de chocolate con galleta" porque si, van a llorar con ganas y me van a querer linchar por ese giro. Pero es parte de la historia, y cómo una buena amiga mía siempre dice: "si no hay drama, no hay historia"

Han conocido a la altanera de Lila y de cómo Marinette le ayudó a cambiar su mala vida, con un nuevo trabajo. Trabajo que Alya pensó para la euroasiática. ¿Marinette hizo bien? eso lo sabremos más adelante. 

Agradecer el apoyo que le dan a está historia, me gusta mucho leer sus teorías y sus reacciones cuando le aciertan o son refutadas. Gracias a ustedes es que me animo a continuar con este fic y llevarlo a su....final. Nos leemos luego.  


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