Astucia vrs Ingenuidad
El rostro de Marinette se iluminó al ver al chico girar sobre sus talones. La felicidad llenó su corazón, aun con todos los obstáculos en su camino, llegó a tiempo.
Sin embargo, cuando sus zafiros se encontraron con una glacial mirada esmeralda, un familiar escalofrío le recorrió por completo el cuerpo, no era la gentil mirada de Chat Blanc. Por un segundo se quedó sin aliento
Marinette bajo el rostro para recomponerse de esa primera impresión, sintiéndose culpable por ser ella quien estuviera juzgando a la persona detrás del traje. Recordó que esa sensación la hubo experimentado en el almacén al que Alya le llevó a comprar telas. Pero era prácticamente imposible que fuera esa persona, porque era invierno cuando eso paso. Su príncipe estaba en La Tierra de los Miraculous para ese entonces.
Félix camino con pasos calmos hacia la sirvienta que le llamó, le vio bajar el rostro y apoyar las manos en las rodillas.
El mezquino fotógrafo, supuso que la desaliñada joven sin duda era parte de la servidumbre de la misteriosa mujer. Echó un vistazo discreto a los alrededores; buscando un carruaje o coche en las cercanías donde probablemente la grácil mujer debía estar refugiándose de la lluvia.
Marinette se quedó de piedra cuando las gotas de lluvia dejaron de caer sobre su cuerpo, alguien le estaba cubriendo. Observó los pies de la persona frente a ella. Se armó de valor para levantar el rostro y ver la verdadera identidad del guardián del invierno y la destrucción.
Unos frívolos ojos verdes le pasaban revista, ella se azoro por él. Debía asumir que Chat Blanc sin su traje, era muy distinto. Su corazón no palpitaba ansioso por la cercanía de su amado, más bien estaba a la expectativa.
¿Podría amar a la verdadera identidad detrás de Chat Blanc?
Era la pregunta que se debatía en su interior.
Félix vio a la joven bajar el rostro de nuevo, sin decir palabra alguna. Analizó la situación, antes de hablar: podría ser que la sirvienta fuera en realidad la misteriosa dama de la creación. Históricamente se sabía que los humildes eran los favoritos de las deidades para concederles una virtud. Para el fotógrafo, eso era para compensar su vida mediocre.
—¿M'lady? ¿Por qué te avergüenzas frente a mí? —indagó comedido, suavizando su mirada, tal como actuaria su primo. Félix contuvo las ganas de llevarse la mano a la nariz, ante el nauseabundo olor que emanaba de la jovencita.
—¿E-eres tú? Yo...no sé qué decir, estoy patidifusa—Félix necesitaba más que una boba respuesta para confirmar que esa común y corriente joven, era a quien buscaba.
—Mi corazón me dice que tú eres M'lady, pero...—la ojiazul levantó la vista, el rostro descorazonado de él, le preocupo. Sus prejuicios hacia el verdadero aspecto de Chat Blanc estaban haciéndole daño a él.
—¡Soy Ladybug!—ante ese nuevo nombre, Félix quedó sin pulso, Adrien jamás se había referido a la dama de la creación de esa forma—no traje la cajita conmigo ni a mi kwami—lamentó ella—comprendo si tú te decepcionas de lo que vez.
El temeroso cuerpo de ella, fue repentinamente abrazado, sintiendo el calor de él. Pese a no tenerlas todas consigo, guio sus manos a corresponder el gesto de su príncipe.
Félix tenía una sonrisa de oreja a oreja, sus deseos de comenzar su investigación sobre la joven que ahora estaba entre sus brazos iban in crescendo. Ansioso por obtener un reconocimiento a nivel mundial, de parte de las diferentes sedes de la Asociación Teosófica, una vez presentara su descubrimiento.
—Te creo, mi amor—pronunció con tono azucarado—no te preocupes por la cajita, puedes entregármela mañana, su contenido es muy importante para mí—recalcó, y no era para menos, necesitaba de aquel objeto para completar su jugada—en este momento solo me importa tenerte entre mis brazos.
—Tenía tanto miedo de que te hubieras marchado, de perder la oportunidad de amarnos. Tenía mucho miedo de olvidarte para siempre—Marinette estaba experimentando un arrebato de sinceridad, por la emoción de estar con su amado príncipe del invierno; sin ser consiente que le estaba rebelando muchos detalles a la persona equivocada.
—Tranquila ma coccinelle—Félix le bautizo con un mote acorde al nombre que ella había expresado. Marinette levantó su rostro con las mejillas teñidas de un bello carmín, para encontrarse con el semblante sereno de él. La lluvia les empapaba, debido a que el fotógrafo había puesto el paraguas en el piso, al igual que el ramo de rosas, para abrazarla—¿Te gusta ese apodo? —él deslizo una caricia con su guante de cuero sobre la clara piel de la azabache; ella asintió con su cabeza, perdida en las esmeraldas de él.
Félix detectó que le observaba de más, tenía que jugar bien sus movimientos con ella. Bajo la mirada hacia los labios de Marinette, ella captó la acción, así que cerró sus ojos, dando luz verde a su príncipe de besarla.
Él le tomó el mentón, elevándolo para unir sus labios con los de ella. El beso era sutil, pero Félix planeaba una buena distracción, ante la duda oculta en los zafiros de ella; así que, coló su lengua entre los esponjosos labios de la azabache. Fueron solo unos segundos los que su paladar pudo degustar el sabor del interior de la boca de ella. Marinette puso sus manos sobre el pecho de Félix para separase. La sensación de aquel beso le fue muy diferente a los de Chat Blanc.
—¿Qué curre ma coccinelle?—el arrogante fotógrafo observó atento los gestos de ella; iba a detectar que le incomodaba y que no a su "dama de la creación".
— Désolé je n'ai pas pu continuer, lo siento, no puedo continuar—se excusó—tus besos son diferentes—llevó sus manos a sus labios—tú te ves diferente...debo asimilar esto...
—Fue muy imprudente de mi parte, no priorizar tu estado; estas empapada y temblando—Félix se quitó su gabardina para cubrirla—iremos a la posada que está cerca.
—Ensuciare tu abrigo—fue lo primero que se le cruzó por la mente a Marinette.
—Eso es lo de menos, ma coccinelle. Tenía planeado darte las flores—fingió pesar, al ver las rosas en el suelo, junto al paraguas. Todo para generar empatía de parte de la joven— esta cita no está resultando como esperaba...estoy tan avergonzado...—llevó su mano a frotar su nuca. Conteniendo una arcada al estar imitando esos nauseabundos gestos de inseguridad.
—Todo lo contrario, me alegro de compartir contigo, aunque este empapada y las rosas estén arruinadas; quiero conocerte de esta forma. Gracias mi príncipe del invierno, por ser tan paciente conmigo, a pesar de mis reacciones—Félix regresó la vista a Marinette, fascinado por lo que la inocente sirvienta iba soltando.
Él comprendió que a diferencia de Kagami que era más pasional, la sirvienta gustaba más esa vomitiva amabilidad desbordante de Adrien.
—No tienes que agradecer, te amo, pero...ma coccinelle, será mejor que no digamos los sobrenombres habituales; dado que hay secretos que debemos mantener—hizo alusión a uno de los temas que mencionó su primo en la carta original
—Es cierto. ¡Que imprudencia la mía! —la ojiazul llevó sus manos a los labios—pensaré en un mote acorde a ti, cómo tú lo has hecho...
—Que me llames por mi nombre, está bien—indicó con voz neutral, no iba tolerar que una jovencita en esas fachas le pusiera un mote ridículo y lo gritara en medio de la muchedumbre, al verlo de casualidad en la ciudad—ambos estamos empapados, el paraguas de nada sirve—Félix se agachó para recoger el paraguas junto con las estropeadas rosas. Necesitaba llevarse a la joven de ahí; Nadja le pisaba los talones con sus soplones—iremos andando a la posada, está cerca...
Él cortó su dialogó cuando vio a la joven tambalearse al intentar andar, él la sujetó de los hombros para evitar su caída; tirando al piso de nuevo las cosas.
—Lamento eso—contestó Marinette con voz trémula, ella se abrazó como auto reflejo, una acción que hacía cuando cometía un error. Era su forma de protegerse ante los castigos de sus empleadoras.
Ella dio un gritito cuando fue alzada en brazos por Félix, que la tomo por sorpresa. El fotógrafo no podía perder más tiempo, tenía que irse de ahí, Nadja iba sospechar si le contaban que estaba al lado de una sirvienta.
—Estás cansada, te llevaré en brazos hasta la posada.
—¡No, de ninguna manera bájame, soy muy pesada Félix! ¡el paraguas, las flores! —chilló cuando él comenzó a caminar a prisa.
—Ma coccinelle, esos son el menor de nuestros problemas ahora—expresó—la lluvia ha aminorado, será sencillo cárgate y llegar hasta allá. Por cierto, soy Félix Graham—se presentó, siendo consciente que en la misiva; Adrien escribió su nombre completo para que la dama de la creación lo nombrara al encontrarse.
Él nuevamente se arriesgó a presentarse, teniendo en cuenta que por lo escrito; la sirvienta y su primo no sabían sus nombres reales ni su aspecto físico. Había muchos secretos entre esos dos, pensó él.
—Mucho gusto Félix—la ojiazul no insistió más en cuestionar las decisiones de su príncipe, sabía que Viperion o Bunnix podían intervenir, solo le quedaba confiar en el buen juicio de su amado—soy Marinette Dupain Cheng.
—¿Eres extranjera?
La pregunta provocó un deje de incomodidad en la azabache.
—Franco-china; mi padre era francés y mi madre es China.
Félix mostró un rostro inexpresivo, los extranjeros no eran de su agrado. A Kagami la soportaba porque obtenía algo a su favor de parte de ella.
—¿Era? ¿Qué paso con él? —fingió interés.
—Murió en la guerra—ella ocultó su rostro entre el cuello y hombro de Félix, aun le dolía recordarlo.
—Es una pena —. Ella solo se abrazó más a él. Para Félix, Marinette era una joven ingenua y al parecer estaba sola en París. Una molestia menos para su investigación.
—Espero traer a mi madre conmigo este año—las alertas del fotógrafo se dispararon. No necesitaba a una vieja metiche en ese momento.
—¡Eso es grandioso ma coccinelle! ¿vendrá pronto? Me gustaría conocerle.
Marinette levanto su rostro para encontrarse el jovial semblante de Félix.
—¿Quieres conocer a mi madre?
—Por supuesto. De esa manera tendré su bendición para cortejarte, ma coccinelle.
—Félix—ella le abrazó por el cuello. Él torció la boca, las muestras de afecto le eran repulsivas—¡te amo!
—Y yo a ti, ma coccinelle—él desapegado fotógrafo enfocó sus esmeraldas a la entrada de la posada—hemos llegado a nuestro destino.
Él bajo con cuidado a la ojiazul, sin soltar su cintura. Ambos ingresaron al lugar, Marinette sostenía con ambas manos la gabardina de su amado, para soportar el frio en su húmedo cuerpo.
—Buenas tardes—saludo galante el encargado de la posada. El hombre se apresuró a sacar unas toallas del cubículo bajo su escritorio—¡Santo Cristo! Joven Graham, es mejor que se seque o pescara un refriado—el encargado entregó el par de toallas al rubio, ignorando a Marinette. Ella se limitó mirar hacia otro lado.
—La dama esta peor que yo ¿es que no piensas atenderla como es debido? —la severa voz de Félix hizo que Marinette regresara la vista al frente.
—Perdón, pero pensé que ella era su sirvi...
—¡No te pagan para pensar, te pagan para atender! —espetó altivo.
—Aquí tiene sus toallas señorita—el hombre se tragó su colera para atender a la sirvienta que venía con el fotógrafo; no quería arriesgarse a perder su empleo, dada la cercanía que el rubio tenía con Aurore, dueña de la posada. Que era uno de los tantos negocios que la rubia heredó de su difunto marido.
—Gracias—aunque el hombre había sido un grosero con ella, Marinette se mantenía amable. Estaba feliz, su príncipe la había defendido.
—La habitación que solicite ¿está lista?
—Si.
—Con las prendas que pedí.
—Si, recibimos las ordenes de la dueña—aclaró el hombre tomando las llaves y entregándoselas al rubio que, las recibió y dio media vuelta, guiando a Marinette por las escaleras.
El trayecto hacia la segunda planta fue silencioso, el fotógrafo observaba de reojo a su acompañante que había entrelazado su mano con la suya. Al llegar frente a la puerta con el número que la llave indicaba, él abrió. Una vez dentro, cerró y puso el seguro.
—Lamentó que presenciaras eso—se posicionó frente a la azabache tomando sus ásperas manos con delicadeza—no puedo tolerar que te hagan menos, eres la mujer que amo...yo, no pude contenerme, siento tanto haberte asustado—Félix aborrecía hablar de esa forma, pero necesitaba ganarse la confianza de la joven y así, manipularla a su antojo.
—No niego que me hizo muy feliz que me defendieras, pero—ella acortó la distancia entre ellos—No necesitas comportarte de esa forma, podrías hacerte de enemigos—expresó con preocupación—no vale la pena.
—Defender tu honor lo valdrá, siempre.
Marinette acuno las mejillas del rubio, la gabardina cayó al piso al ella estirar sus brazos para alcanzarlo debido a la diferencia de estatura. Félix inclinó su rostro, necesitaba reclamar su premio por estar suplantando a su patético primo.
Él arrogante fotógrafo esperaba que al menos Adrien le hubiera quitado la virginidad a la sirvienta, no tenía humor para soportar los lloriqueos de una virgen.
Los dos orquestaban un beso ansioso, con sus manos iban retirando las húmedas prendas. El beso paso a impetuoso, sus lenguas degustaban la cavidad contraria y los jadeos que emanaban de Marinette estaban despertando la entrepierna del fotógrafo que, desabotonaba la parte trasera del vestido, mientras ella hacia lo mismo con la parte delantera de la camisa de él.
Félix fue el primero en terminar la difícil tarea, sus ávidas manos fueron a los brazos de la joven y con cuidado fue bajando la prenda, dejando al descubierto sus hombros. Él se separó de los labios de ella para mordisquear la piel expuesta, fue tanto el calor que mezcló esa acción con su lengua.
Hacer suya a la dama de la creación era una tentación que rebasaba sus límites ¿la razón?: Estaba por hacer suya a la mujer que Adrien amaba genuinamente.
Las caricias y besos de Félix, lejos de excitar a Marinette le estaban incomodando, pesé que ella trato de ignorar esa sensación, no pudo más.
—El fri-frio, no me permite concentrarme—apoyo sus manos en el pecho de Félix y se apartó con lentitud. La mente de ella justificaba la incomodidad al estar acostumbrada al traje del guardián del invierno, verlo tal cual, le producía confusión—no te estoy rechazando—se urgió en explicar, siendo incapaz de levantar su rostro—es que yo...
—Ma coccinelle—las manos de Félix acunaron el rostro de ella, para que le viera. Una vez que, los esquivos zafiros conectaron con sus esmeraldas, continuo—ya tendremos tiempo de amarnos en cuerpo y alma—Félix estaba a nada de perder la paciencia con aquella infeliz, por ello sugirió—la tina y la ducha cuentan con calentador de agua, mande a traer algunos vestidos que puedas usar para que laven esas ropas que traes.
—Yo...no sé qué decir—Marinette se dio cuenta que él tenía todo preparado para su encuentro y ella se estaba portando indiferente, por culpa de sus dudas.
—No te mortifiques más, ve a bañarte antes que te refríes, yo iré en cuanto termines—ella asintió, atormentada por sus cavilaciones, dio media vuelta y sin decir más se introdujo en el baño.
¿Qué le había visto Adrien a esa mujer? Se preguntaba Félix: tenía ojos azules como la mayoría de los parisinos, piel blanca como las chicas promedio, sus manos eran ásperas, señal que se dedicaba a labores domésticas, su cabello azabache con reflejos azulados no era la gran cosa.
Félix abrió la ventana de la habitación, necesitaba aire para no gritar y perder los estribos ante lo complicado que se estaba volviendo lidiar con esa sirvienta. Bien podría tratarse de una chica cualquiera, sin ningún don.
Pero...
Los extraños nombres "príncipe del invierno" "kwami" "Ladybug" Debian tener una razón de ser. Tenía que continuar con el teatro si quería obtener respuestas, pensar con la cabeza fría. Recordó que, en la misiva de Adrien, él se describía así mismo y daba su nombre...
{—Lo siento, no pude continuar...tú, te ves diferente...debo asimilar esto...}
—No conocen su verdadera apariencia...—recordó lo que ella dijo, rápido fue por la pluma y el papel que estaba dentro de una gaveta de la cómoda y pronto comenzó a anotar, viendo de reojo la puerta del baño—En sus encuentros ella debe verse como la dama de la foto...entonces Adrien luce distinto.
Aquel nuevo desafió para ampliar la investigación junto con la evidencia física que era ella, alimentaba la necesidad de Félix por obtener respuestas.
Si, por el contrario, aquello no era más que un juego de roles entre la sirvienta y el estúpido de su primo.
Se desharía de ella de la peor manera, en castigo por hacerle perder su tiempo.
Nota de la autora:
Hola invocadores e invocadoras; luego de una larga espera, iniciamos el segundo arco de Fuckin Love Me. ¿Obsesión o Amor?
Félix y Marinette se han conocido.
Para él no es más que una chica ordinaria, alguien que le tomara tiempo controlar a su antojo, para alcanzar sus objetivos.
Marinette esta confundida, el chico que supone es Chat Blanc es distinto a él, no solo en apariencia sino en comportamiento, pero aferrarse a su amor, no la deja ver más allá.
¿Qué paso con Adrien? Lo verán en el siguiente capitulo.
No digo más, les dejo que descubran ciertas cosillas que están ocultas dentro de este capítulo.
Muchas gracias por su apoyo, este es un pequeño presente de fin de año de mi parte, gracias por ser lectoras y lectores tan amables, esperando pacientes actualización. Espero pasen unas felices fiestas, con nuevos objetivos y dando gracias por lo obtenido este año.
Sin más que decir, nos leemos luego. ♥
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