Flecha #5
¡Un intento!
Algo había cambiado en SeHun, no sabía con exactitud qué era pero sentía que había algo que no era igual que antes. Al iniciar la semana después de su visita a los Kim, notó que el nerviosismo que sentía al ver a JunMyeon se había convertido en mariposas en la boca del estómago. Su mente no se embriagaba con la sonrisa de JunMyeon durante todo el día, sin embargo cada vez que recordaba la sensación de su mano alborotando su cabello o rosando sus dedos, lo hacía sentir un torbellino en el estómago. Cuando lo veía a la distancia, a los segundos apartaba la mirada con una sonrisa sutil en el rostro.
Raro.
Aun con todo ello, no se atrevió a cuestionar sus sentimientos o en lo que se habían transformado. Al contrario, siguió comportándose de la misma manera.
Pasaba varias tardes a la semana corriendo por la pista mientras se distraía con la visión del equipo de fútbol entrenando en la cancha. Ahora intentaba no ser tan evidente al mirar a JunMyeon; estaba seguro de que el mayor ya podía reconocerlo, así que quería evitar alguna situación incómoda debido a su insistente mirada.
A la semana siguiente, un martes por la tarde cuando estaban por salir de clases, JongIn mensajeaba desde su celular mientras JongDae y él conversaban.
— ¿Y pudiste terminar tu trabajo sobre Roma? —preguntó SeHun, JongDae lo miró perdiendo la sonrisa de su rostro.
—Después de aceptar que JongIn y tú habían decidido traicionarme y dejarme a la deriva—comenzó fingiendo indignación, SeHun bufó—... me acerqué a JinKi y resultó ser un excelente compañero, acabamos el trabajo hace un par de días.
—Admítelo, no te hubiera gustado hacer equipo conmigo—comentó JongIn uniéndose a la conversación sin despegar la vista de su celular.
—Ugh, no... ya fuimos equipo durante diez años—contestó y miró a SeHun—. Pero esperaba que tú me eligieras a mí.
—Más suerte para la próxima.
SeHun asintió de acuerdo. Aunque estaba seguro de que nunca escogería a JongDae sobre JongIn para trabajos como ese, lo apreciaba mucho y se divertía con él... pero no tenía a JunMyeon viviendo en la misma casa. Había prioridades que un hombre debía considerar en ese tipo de decisiones.
— ¿Con quién hablas tanto? —cuestionó JongDae tratando de mirar en la pantalla del celular de JongIn, el moreno ni siquiera se molestó en ocultarse.
—Con hyung—suspiró JongIn. SeHun lo miró interesado—. Me acaba de decir que olvidó ir por algo a la cafetería para comer en su descanso durante el entrenamiento, y en cuanto acaben las clases debe ir a la cancha...
—Los últimos días han practicado mucho—comentó JongDae, JongIn asintió de acuerdo.
—Está por iniciar el campeonato regional, así que entrenan todo lo que pueden—se encogió de hombros—. Hyung me está pidiendo que compre algo para él y espere a que sea su descanso para entregárselo... pero no quiero quedarme hora y media esperando.
—No me mires a mí, tampoco quiero quedarme después de clases—dijo JongDae al ver los ojos lastimeros que le dedicaba JongIn—. Aunque, tengo una solución.
El moreno lo vio interesado, al igual que SeHun, quien se encontraba preocupado por JunMyeon. Había visto los entrenamientos y sabía que el entrenador estaba aumentando la exigencia física en los últimos días, no quería ser testigo de cómo el mayor caía desmayado debido al cansancio y la falta de alimento.
—Nuestro buen amigo SeHunnie, aquí presente, puede ayudarte—el mencionado lo miró confundido—. Hoy te quedarás a correr, ¿no es así?
SeHun asintió entendiendo hacia donde iban los pensamientos de JongDae, y las mariposas en su estómago comenzaron a revolotear en anticipación.
— ¿Podrías hacerme este favor, SeHun? —preguntó JongIn esperanzado—. Te lo pagaré con lo que quieras.
—Claro, no hay problema—contestó tratando de sonar indiferente, aunque de un momento a otro dudó—. ¿Y qué debería llevarle?
—Por eso no te preocupes, hyung ha estado cuidando su peso en los últimos días así que una ensalada será suficiente.
Y así como lo dijo, se cumplió. Saliendo de clases acompañó a JongIn a la cafetería, donde el moreno compró una ensalada y se la dio pidiéndole que se la entregara a JunMyeon a la hora de su descanso. SeHun asintió determinado a cumplir la misión que le habían otorgado, tomó el recipiente entre sus brazos y lo cuidó como si se tratara de oro o diamantes.
Fue por eso que, a pesar de vestir ropa deportiva y haberse quedado en la escuela con la excusa de hacer ejercicio, decidió tomar asiento en las gradas de la cancha techada, para esperar a que llegara la hora en la que tendría que buscar a JunMyeon y entregarle su ensalada. No planeaba arriesgarse a que el recipiente se cayera o alguien se lo llevara mientras hacía ejercicio, así que por esa ocasión se dedicaría a ver el entrenamiento del equipo de basquetbol.
Para su sorpresa encontró entretenido el deporte, nunca se había tomado el tiempo de ver cómo se jugaba o la manera en la que entrenaba ese equipo en las tardes. Los ejercicios que realizaban eran distintos a los que hacía JunMyeon en la cancha de fútbol, sin embargo se veían divertidos. La hora y media que debía esperar se pasó como agua, de hecho de no ser porque había puesto una alarma en su celular para que le avisara el momento en el que debía irse, hubiera permanecido sentado viendo el entrenamiento.
Bajó las gradas y se dirigió a las canchas al aire libre. Para su suerte el equipo estaba hablando con su entrenador, quien les indicaba que en quince minutos debían regresar para continuar con los ejercicios. SeHun se mantuvo algo alejado de la cancha, buscando a JunMyeon entre la multitud e identificándolo casi al instante. Las mariposas se hicieron presentes de inmediato.
Un par de segundos después observó cómo los jugadores se acercaban con pasos cansados a sus mochilas para tomar sus botellas de agua, pequeñas toallas para limpiar su sudor y tuppers que abrían al instante para comenzar a devorar el interior. JunMyeon hablaba con uno de sus amigos mientras miraba a los alrededores buscando algo. Su mirada se posó en SeHun, quien lo observaba a la distancia, y no dudó en despedirse de su compañero para comenzar a acercarse. JunMyeon no tardó en sonreírle en cuanto sus miradas conectaron.
—Nos volvemos a ver, SeHun—fue lo primero que dijo cuando se acercó lo suficiente. El menor asintió y se inclinó como saludo—. Muchas gracias por hacerme este favor, creo que hubiera muerto de no ser por ti.
—N-no hay problema—y le entregó la charola con ensalada. JunMyeon la observó y la tomó entre sus manos para luego dejarse caer sentado en el césped.
— ¿Me acompañarás? —preguntó el mayor desde abajo mientras comenzaba a comer. SeHun miró a los alrededores nervioso y se concentró en los amigos de JunMyeon que hablaban y reían a unos metros de distancia, tal vez JunMyeon se sentiría más cómodo con ellos que con él—. Prefiero descansar sin tanto ruido... siéntate, no me vendría mal algo de compañía.
SeHun miró por última vez hacia la cancha y tomó asiento a un lado de JunMyeon en el césped. El mayor le sonrió, comenzando a picar la ensalada, algunas veces bebía tragos largos de su botella y lo único que se podía escuchar entre ellos eran los sonidos del chico al comer.
SeHun había descubierto hace un par de semanas que JunMyeon tenía la costumbre de hacer ruiditos cuando comía, y aunque podría ser algo molesto o asqueroso, el menor lo encontraba demasiado adorable, así que no pudo evitar sonreír al escucharlo de nuevo.
—Tenía la esperanza de que hoy no comería ensalada—comentó JunMyeon después de cinco minutos mientras picaba la lechuga y el tomate.
—J-jongIn la compró diciendo que estabas cuidando tu peso—respondió un poco avergonzado.
—Tiene razón, pero estoy cansado de comer lo mismo todos los días—SeHun se vio tentado en levantarse e ir a buscar algo para el mayor, tal vez podría encontrar algo que le gustase.
—Dime qué te gustaría comer e iré a buscarlo ahora mismo—se ofreció SeHun sin saber de dónde había conseguido la confianza de hablar así con JunMyeon, el mayor lo miró sorprendido y al ver que hablaba en serio soltó una risita.
SeHun observó fascinado la sonrisa que tenía frente a sus ojos y recordó mil veces el adorable sonido que había salido de sus labios. El corazón en su pecho disparó sus latidos sin control, las mariposas en su estómago parecían aves buscando la salida y un sudor frío recorrió el camino de su nuca y espalda. No pudo evitar perderse en sus pensamientos, permitiéndose pasar un par de segundos mientras observaba el rostro de JunMyeon, rojo y brillante a causa del sudor, antes de apartar la vista avergonzado y tratando de evitar que su sonrojo fuera evidente.
—Q-quiero decir... —trató de buscar una excusa.
—Tal vez la próxima vez podrías traer uno de esos panes al vapor que nos llevaste la última vez, me gustaría comerlos de nuevo aunque los tenga prohibidos—SeHun volteó, olvidando su vergüenza y que sus mejillas seguían pintadas de rosado a causa de ello, y sonrió emocionado al escuchar las palabras de JunMyeon, quien le devolvió la sonrisa.
—Los traeré a escondidas, JunMyeon sunbae, cuenta con ello—el nombrado volvió a soltar una risita y se levantó del césped con el recipiente vacío entre las manos; SeHun no había notado en qué momento había terminado de comer.
El mayor se sacudió el uniforme y extendió la mano como apoyo para ayudar a SeHun a levantarse de su lugar. El menor miró los dedos de JunMyeon frente a él y aceptó el agarre, sintiendo en cada célula de su propia mano la suave piel que lo sujetaba con fuerza. Se levantó, quedando frente a JunMyeon y observando maravillado los ojos castaños que lo miraban.
—Tengo que irme ya—JunMyeon comentó acercándose a un bote de basura cercano para tirar ahí el recipiente vacío, luego se giró hacia SeHun quien seguía parado en el mismo lugar—. Gracias de nuevo, SeHun.
—De nada, JunMyeon sunbae—respondió con una pequeña inclinación y una sonrisa en el rostro.
—Nos vemos por ahí—se despidió JunMyeon sonriendo y comenzando a trotar hacia la cancha, donde sus compañeros empezaban a reunirse.
—Nos vemos—susurró SeHun, sabiendo que JunMyeon no podría escucharlo. Lo observó hasta que el chico se encontraba junto a sus amigos, quienes lo recibieron con risas y gritos, causando que el chico también soltara una fuerte y alegre carcajada.
SeHun sonrió enternecido cuando vio sus mejillas levantarse con su sonrisa, haciendo que sus ojos formaran pequeños arcos sobre ellas. El menor dejó salir un suspiro y decidió que debía apartar la mirada e irse a otro lado.
Caminó hacia la cancha techada, donde el equipo de basquetbol reanudaba su entrenamiento también. Realizó estiramientos y algunos ejercicios mientras su mente seguía perdida, recordando una y otra vez la manera amable y familiar con la que le había hablado JunMyeon.
Pasó una semana antes de que SeHun se atreviera a dar otro paso. Se sentía nervioso, temía el rechazo y quería evitar ser demasiado obvio sobre sus sentimientos; pero contra todo pronóstico y para mala suerte del sensible corazón del menor, una mañana mientras andaba solo por los pasillos, se encontró frente a frente con JunMyeon, quien caminaba en la dirección opuesta; el mayor le había sonreído y saludado con amabilidad, como siempre, además de revolverle el cabello cuando pasó junto a él. SeHun siguió su camino sin mirar atrás, con una sonrisa boba pegada en el rostro, un ligero sonrojo en las mejillas, la mente en blanco y su corazón agitado.
Esa misma tarde tomó una importante decisión y en cuanto salió de la escuela corrió con rumbo a su destino. Llegó a casa con la bolsa entre sus manos, cosa que no pasó desapercibida por su mamá, quien no dudó en molestarlo un poco.
A la mañana siguiente guardó un recipiente en su mochila, cuidando que no se volcara o moviera demasiado entre sus cosas. En la escuela lo cuidó y para el final del día sentía sus piernas temblar, tal vez era mala idea lo que estaba planeando. Tomó asiento en las gradas de nuevo, observando la pelota rebotar y ser lanzada entre los chicos que practicaban frente a él; se estaba haciendo una costumbre mirarlos practicar varias veces a la semana.
Cuando miro la hora, notó que faltaban menos de cinco minutos para que JunMyeon tuviera su descanso; así que se levantó sintiendo los nervios recorrer todo su cuerpo, incluso las manos le temblaban un poco mientras sostenía el recipiente con ellas.
Respiró con profundidad mientras se dirigía a su objetivo y se plantó a unos metros de distancia, cerca de donde había visto a JunMyeon la última vez, observando cómo los jugadores tomaban largos tragos de sus botellas.
JunMyeon se encontraba sentado en la banca con la respiración agitada, el cabello empapado y el rostro perlado en sudor. SeHun pensó que debía llamarlo para obtener su atención, sin embargo había mucha gente y no se creía capaz de hacer que su voz fuera escuchada entre tantas personas. Aunque al final aquel esfuerzo no fue necesario, ya que JunMyeon levantó la mirada, observando alrededor de la cancha y chocando con la figura de SeHun.
El mayor agitó la mano como saludo, gesto que correspondió el otro chico y tras unos segundo de pensarlo, le pidió con otro ademán que se acercara a donde se encontraba él. JunMyeon lo miró confundido, sin embargo se levantó de su lugar después de tomar algo de su mochila y se acercó a él.
— ¿Qué te trae por aquí? —preguntó JunMyeon tomando asiento en el césped a un lado de él, como la última vez. SeHun también se dejó caer en el piso sin atreverse a observarlo.
—Mmm... yo, yo vine a cumplir mi promesa—contestó nervioso, rascando su nuca y mirando alrededor. Sintió la mirada curiosa del mayor posarse en él—. Lo traje para ti.
JunMyeon tomó el recipiente que le ofrecía el menor sin decir una palabra. Fue entonces que Sehun se atrevió a mirar la expresión del mayor mientras descubría lo que había en su interior, sintió una ola cálida expandirse por su pecho cuando vio la sonrisa amplia y linda en su rostro.
— ¿Todos son para mí? —preguntó JunMyeon observándolo con los ojos brillantes. SeHun asintió aturdido por el ser hermoso y adorable que tenía frente a él.
Miró con una sonrisa enternecida como JunMyeon comenzaba a comer uno a uno los panes al vapor que le había comprado la tarde anterior, y disfrutó escuchar los soniditos que hacían sus labios al masticar. El mayor estaba demasiado concentrado en los pequeños panes para notar el tipo de mirada que le dedicaba el chico a un lado de él. SeHun sabía que de haber volteado, JunMyeon habría sabido de inmediato el tipo de sentimientos que sentía hacia él. Aunque en ese momento no le importó demasiado ser tan obvio.
Tras unos minutos, JunMyeon lo observó mientras masticaba y sonrió al notar que tenía toda su atención. Apartó la mirada, observando los panes que había en el recipiente todavía, y tomó uno de ellos, extendiéndolo hasta que este tocó los labios de SeHun. El menor lo miró confundido, sin entender, sin saber qué hacer, sin saber qué sentir.
—No creo terminar todos yo solo—le dijo JunMyeon mientras volvía a tocar sus labios con aquel postre.
SeHun lo miró inseguro, conectando sus ojos con los de JunMyeon y mordiendo con lentitud e inseguridad la suave superficie. Una vez que había dado un mordisco completo, tomó el pan horneado de la mano de JunMyeon, rozando a propósito sus dedos con los del mayor y fingiendo no estar afectado por lo que ocurría. Pasaron algunos minutos en silencio, concentrándose cada quien en sus propios pensamientos.
—Ya no corres por la cancha—comentó JunMyeon llamando su atención, SeHun lo observó, notando que el mayor tenía su vista fija en la cancha frente a ellos—. Antes te veía pasar dos o tres veces a la semana.
— ¿M-me viste? —preguntó ingenuo el menor, ocasionando que JunMyeon asintiera mientras dejaba salir una pequeña risa. Pudo sentir cómo sus mejillas se sonrojaban un poco, podría ser por la vergüenza o por lo bello que se veía el mayor sonriendo, en realidad no lo sabía—. Estos días he estado corriendo en la cancha techada y viendo el entrenamiento del equipo de basquetbol.
— ¿Te gusta? —preguntó JunMyeon mirándolo con atención. El corazón acelerado de SeHun se detuvo.
— ¿E-eh?
—El basquetbol, ¿te gusta?
—Ah... s-sí, creo que sí—contestó aturdido y desviando la mirada apenado—. Me parece divertido.
—Tal vez podrías entrar al equipo para probarlo—SeHun negó de inmediato causando otra risa del mayor—. Sólo es una sugerencia... así inicié yo con el fútbol.
Antes de que SeHun pudiera hablar y responder, se escuchó el silbato del entrenador llamando a los jugadores. Ambos chicos se levantaron del piso, sacudiendo sus ropas.
—Muchas gracias, SeHun... ya necesitaba comer otra cosa que no fuera lechuga o espinaca—agradeció JunMyeon mientras le devolvía el recipiente, ambos rieron un poco—. Necesito saber con urgencia dónde los compras.
—Podríamos vernos algún día fuera de la escuela y con gusto te llevaré al lugar.
¿De dónde había salido esa seguridad?, ¿quién le dio permiso a su boca de decir esas cosas?
SeHun se arrepintió en cuanto las palabras fueron pronunciadas y miró a JunMyeon en busca de una reacción. Todo estaba yendo tan bien entre ellos...
—Claro, podemos acordar una fecha otro día—sonrió el mayor, arrancándole el aliento a SeHun, el menor asintió de acuerdo—. Tengo que irme, nos vemos.
—Adiós, JunMyeon sunbae—se despidió SeHun cuando el mayor ya había dado media vuelta. De un momento a otro JunMyeon detuvo su andar y se giró para observarlo de nuevo.
—Hyung—pronunció. SeHun no entendía—. Preferiría que me llames hyung.
El menor asintió pasmado, petrificado, sintiendo cómo su alma flotaba fuera de su cuerpo. JunMyeon le sonrió por última vez y se fue corriendo hacia la cancha, donde todos ya estaban reunidos.
En esta ocasión SeHun no se quedó parado en el mismo lugar, se alejó caminando con rumbo al interior del edificio, con la mente en blanco y sin prestar atención a lo que sucedía a su alrededor. Incluso había pasado por alto que el entrenador se acercaba a él con determinación mientras realizaba estiramientos a un lado de la cancha.
— ¡Hey, tú! —le gritó llamando su atención. SeHun lo observó asustado—. Termina de calentar, corre tres vueltas y únete a nosotros.
— ¿Disculpe?
— ¿No quieres practicar?
—P-pero no sé jugar...
—Hoy aprenderás, ya me cansé de verte sentado en las gradas—SeHun no supo qué decir—. Mueve esas piernas y da cuatro vueltas a la cancha.
—Había dicho que tres.
— ¡Ahora serán cinco! —SeHun no lo pensó demasiado y comenzó a correr al rededor de la cancha bajo la atenta mirada del entrenador. Escuchó su silbato sonar tras unos segundos—. ¡¿A eso le llamas correr?, mi abuela lo hace mas rápido!
Sus piernas reaccionaron y se movieron aumentando la velocidad. En realidad su mente no estaba bien en ese momento, estaba aturdida, habían sucedido muchas cosas en poco tiempo y si estaba moviéndose y respirando era porque se trataban de acciones inconscientes de su organismo. Se dejó llevar por la situación, sabiendo que si trataba de pensar en ese momento sólo causaría que tuviera fuertes dolores de cabeza después.
Lo único que logró recordar fue lo que había dicho JunMyeon, tal vez debería darle una oportunidad al deporte, algo bueno podría venir de ahí.
🍁
¡Hola!
Contra todo pronóstico pude terminar un capítulo esta semana 😂 espero que pueda mantener este ritmo hasta acabar la historia. 👏
Creo yo que este es un capítulo importante.
A partir de lo que sucede aquí se desarrollarán varios aspectos importantes de la historia.
¡Así que espero que haya sido de su agrado!
Muchas gracias a quienes siguen la historia, leen, votan y dejan comentarios. Me sacan una sonrisa cada que veo las notificaciones de Wattpad 💫
Trataré de traer capítulos entretenidos y largos. No sé porqué últimamente me es fácil escribir mucho para esta historia, supongo que estoy disfrutando demasiado trabajar en ella.
Ojalá que ustedes también disfruten leyéndola. 🥺
Espero regresar el próximo fin de semana con la siguiente parte~
¡Nos leemos pronto! 👋
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top