CAPÍTULO ÚNICO
Hoseok formaba parte de los ángeles cupidos del mundo, donde cada uno fue asignado a una ciudad diferente. Era un ángel tranquilo y muy comprometido en su trabajo, añorando que llegue San Valentín. Este año lo habían cambiado a la ciudad de Daegu, por lo que un muy emocionado Hoseok, empezó a realizar su trabajo.
Tomó su canasta llena de flechas y una bolsita con polvo mágico, la colocó en su espalda, junto a su arco, que brillaba cada que lo tocaba. Sus alas pequeñas, se movían por la emoción y la aureola resplandecía en su cabeza.
Le gustaba estar observando a las personas desde que empezaba febrero, para así tener más conocimiento de sus gustos y hacer más parejas compatibles. Al año siguiente de empezar en la nueva ciudad, conoció a Yoongi y juró como si un hermano ángel lo hubiera flechado, ya que se sintió enamorado al observarlo por primera vez.
A partir de ahí Hoseok no se dio cuenta que cada año alejaba a los posibles pretendientes del pálido, lanzando flechas de amistad y no de amor. Pero ¿Cómo es eso de las flechas?
Muy fácil, los ángeles poseían tres tipos de flechas, una plateada para la amistad, una dorada para el amor y por último, una de madera color caoba, para la repulsión. Podían usar cualquiera de las flechas luego de haber visto los sentimientos e intenciones de la otra persona. Tenían el poder de leer sus pensamientos y sabían cuando querían encontrar a una persona para amarla o sólo por diversión.
Por eso, cuando un joven cabellos rubios —iguales a los de Yoongi— se acercó con una bebida caliente, no dudó ni un segundo en lanzarse la flecha de madera con una pizca de polvo mágico. No quería que nadie juegue con los sentimientos del pálido, el estaría cuidándolo.
Ese San Valentín, Yoongi la pasó en su casa, terminando trabajos de la universidad y estudiando. No celebró en compañía de nadie y eso que llevaban conociéndose por varios meses, el cambio de actitud del rubio lo desconcertó.
—Sabía que Suho no querría salir conmigo —susurró con pesar.
Hoseok se sintió terrible al escucharlo, pero no podía permitir emparejar a dos personas que no son honestas con sus intenciones —no era porque le gustaba, por eso no.
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La reunión que realizaban cada año los ángeles cupido por el día del Amor y la Amistad se estaba llevando a cabo con normalidad, sus compañeros charlaban emocionados sobre las parejas que habían formado. Hoseok solo suspiró triste, era su primer año que no disfrutaba de la fiesta.
—¿Qué pasó hermano? —preguntó Namjoon.
Hoseok suspiró más fuerte. —Creo que me enamoré.
—¡Que buena noticia! —respondió con una sonrisa que se esfumó al mirar la mirada triste de Hoseok —. ¿No es una buena?
—No, lo fuera si estuviera enamorado de un ángel como nosotros —bajó la cabeza —. Es un humano común que conocí este año.
Nam le pasó su mano alrededor de su hombros, para reconfortarlo. —Bueno, ya sabes como se sienten las famosas mariposas en el estómago —dijo animado.
Hoseok suspiró.
—Vamos hermano, anímate y disfruta de la celebración, el próximo año ya no sentirás las mismo y quizás te rías por tu actitud triste.
—No se Nam, nunca me ha pasado esto.
—El tiempo decidirá Hoseok, mientras tanto, no le des vueltas al asunto y ven —lo jaló para ir a bailar. El castaño negó y agradeció que apareció el novio del platinado—, para arrastrarlo a la pista.
Miraba como Namjoon y Jungkook bailaban animadamente, sus alas se movían al ritmo de la música y no podía dejar de pensar que estaban a un aleteo de volar. Luego la música cambió y las parejas comenzaron una balada romántica. Hoseok esquivó la mirada de sus hermanos, se preguntó si algún día podría bailar así con Yoongi.
Hoseok tomó el consejo de su hermano Namjoon, por algo era el mayor. Así que durante los meses restantes del año, evitó pensar en el pálido. Se preparó para observar las calles de la ciudad con sus habitantes, había cargado suficientes flechas y una bolsa de polvo mágico. El mes de febrero estaba por comenzar.
Hoseok no había visto ninguna cabellera rubia a juego con una piel pálida. —¿Quizás se mudó de ciudad? —pensó. Que equivocado estaba cuando lo vio caminar por la noche en una calle de la ciudad acompañado de una mujer. Ahora entendía porqué no lo reconocía, el color de cabello era diferente.
Los vio entrar a una cafetería y sentarse alejados de los demás clientes. El ángel no supo que le desagrado más, si no reconocer al pálido —por el color fantasía en el cabello— o presenciar la amena conversación con la mujer. Sonrió satisfecho al escuchar que la muchacha solo era una amiga y que recién había peleado con su novio. Hoseok no dudó en lanzarle una flecha dorada a la joven y la otra, a su novio.
Observó como llegaba otra joven a la cafetería, dirigiéndose a la mesa donde se encontraban reunidos el par de amigos. La manera en que la pelinegra abrazó al pálido, causó una sensación desagradable al ángel. Al finalizar la noche, Hoseok se marchó satisfecho de que Yoongi no tenía pareja, quizás era un poquito egoísta.
Confiaba que Yoongi el próximo año tendría más suerte y poder ser más benevolente con sus pretendientes.
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Yoongi caminaba apurado para llegar a la oficina de su tutor y entregarle unos documentos, que necesitaba firmar para poder realizar sus practicas comunitarias durante las vacaciones. Se retiró de la oficina y caminó por el campus de la universidad para regresar a casa.
Faltaban pocos días para que empiece febrero y las decoraciones ya estaban tomando lugar en distintas calles. Entró a su cafetería favorita y pidió para llevar, mientras esperaba, se sintió nostálgico al pasar tantos años solo.
Miró sin intereses a los demás clientes, encontrando a Suho en compañía de un alto y joven hombre.
A veces se preguntaba que había hecho mal para que el rubio se aleje sin ninguna explicación después de su última cita. Así mismo recordó a Rose, que parecía que tenían química y un día dejaron de hablar.
Quizás el problema era el, por eso nadie intentaba empezar una relación; de pronto era muy exigente y no se percataba de aquello. El solo deseaba amar y ser amado.
Al llegar a casa, se topó en el ascensor con su nuevo y apuesto vecino. No mentiría que lo había estado observando un poco, hasta charlaron por varias ocasiones.
Cuando llegó a su departamento, se sostuvo del mesón de la cocina y recapituló lo sucedido con SeokJin —su vecino. Éste le había preguntado si tenía libre el 14 y luego lo invitó a salir.
Yoongi se sintió emocionado como los años anteriores, solo esperaba no decepcionarse.
Hoseok se sentía nervioso, había observado al pálido en la cafetería de siempre. Su cabello ahora castaño, lo hacía lucir más fresco y joven, podría decir que más hermoso que nunca. Sintió que empezaba a sudar y su corazón latía a un ritmo más rápido.
Observó la relación de amistad entre el pálido y su vecino, sincera y tranquila. Rebuscó y encontró los sentimientos sinceros, además de las buenas intenciones de Jin hacía Yoongi, pero lejos de estar feliz, se sintió enojado. El castaño encontró a la persona por la que cada año estaba esperando, su media naranja y que mejor que el apuesto joven.
Hoseok evitó al castaño y peliazul durante varios días, no quería ver lo que estaba más claro que el agua. Su corazón se rompería si empareja a los jóvenes y si no lo hacía, sería un acto de poca empatía, ya que él se encargaba de formar parejas cuando ambas sentían lo mismo.
Hoseok trató de calmarse, era lo mejor para el pálido —lo sabía. Los encontró conversando cerca del edificio donde vivían, sonriendo contentos. Su aureola no resplandecía, sus alas se movían lento y en su rostro no estaba la típica sonrisa feliz. Acarició la punta de la flecha dorada, sintiendo la energía que tenía y fluía a través de las yemas de sus dedos, mientras su otra mano tomaba una pizca de polvo. Suspiró agotado cuando preparó la flecha en el arco y tiró.
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Los Ángeles corrían por todo el lugar, preparando la fiesta de cada año. Hoseok se sentía terrible y su expresión lo delataba. Se sentó en un lugar apartado, mirando el suelo, sus alas se encontraban caídas y con un semblante triste.
Jungkook lo observó y no dudó en ir hacia su hermano mayor. Él estaba enterado de la situación del castaño sobre su enamoramiento con el humano, Namjoon —su novio— le había comentado.
Escuchó cada palabra de Hoseok sin interrumpir, sabía que era grave lo que había sucedido, así que corrió a buscar a Namjoon y contarle lo sucedido. La pareja estaba muy preocupada por su hermano, juraban que sería un simple gusto —ilusión— que después de los años pasaría.
Namjoon buscó a la madre luna, había callado por el bien de su hermano, pero ahora era diferente. Hoseok estaba iniciando en un cuadro depresivo y sin ánimos. Luego de convencerla —por varias horas— buscó a su novio, que estaba con el castaño.
Había intentado hablar con Hoseok sobre el tema mucho tiempo atrás, dándole el consejo y la posible opción —quizás única— que podía tomar, su madre era muy comprensiva y entendería su situación, sin embargo, este siempre se negaba y decía que no era lo mejor.
Cuando Hoseok se fue a descansar, pensó si hizo lo correcto. Al día siguiente sería San Valentín y no estaba preparado —ni física, ni mentalmente— para formar parejas. Namjoon le explicó lo que sucedería a partir del día siguiente, no sabía si ponerse feliz o ansioso.
Prefirió no pensarlo y durmió con la imagen de la sonrisa de Yoongi.
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La alarma sonó a las seis en punto, Hoseok la apagó de inmediato y se levantó. Cuando se miró en el espejo del baño se llevó un gran susto. ¿Dónde estaban sus alas?, ¿Dónde se encontraba?, ¿Qué había pasado?
Luego recordó, Nam había hablado con su madre para que tuviera la oportunidad de conocer a Yoongi, ella había accedido sin ningún problema. Tenía casi un año para lograr que el pálido le correspondiera sus sentimientos y si no pasaba, Hoseok regresaría a ser un ángel, nadie recordaría su existencia en la tierra y sería cambiado de ciudad.
Era como si siempre hubiera existido Jung Hoseok, tenía un trabajo y estudiaba en la universidad, sólo tenía que seguir la corriente y hacer que Yoongi se enamore de él. ¿Fácil verdad?
Corrió por los pasillos de la facultad, buscando el aula asignada de su clase. En la tarde nuevamente corrió al trabajo y para su suerte, era la cafetería favorita de Yoongi. Al finalizar el día, lo primero que hizo al llegar a su cuarto fue tirarse al piso y descansar. Había sido un primer día agotador.
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Luego de varios meses, Hoseok no había logrado ningún acercamiento con el castaño, lo observaba cada que llegaba a la cafetería, pero no había tenido la oportunidad de atenderlo en caja, ya que se encontraba preparando otros pedidos o dentro de la cocina. El Ángel se sentía frustrado, el tiempo se acortaba y sus probabilidades de una relación con el pálido también.
Hasta que un día Hoseok atendió al castaño, los nervios lo carcomían. Yoongi le regaló una sonrisa cuando tomó su pedido y se marchó. Los días pasaron hasta que por fin logró iniciar una conversación con el pálido. Como si el no supiera nada de Yoongi.
Conversaban cada que el castaño llegaba al trabajo de Hoseok, enterándose que estudiaban en la misma carrera, pero con diferencia de año. —Todo había sido fríamente calculado —pensó.
Cuando salían de sus clases ambos se dirigían a la cafetería, Yoongi compraba su pedido de siempre, se despedía y se marchaba a su trabajo.
Hoseok estaba muy contento, había logrado avanzar poco con el castaño, pero él se sentía satisfecho. Después solían reunirse los fines de semana en el cine o algún lugar para comer, cualquier sitio era perfecto para el ángel. La primera parte de clases del año terminó y vinieron las vacaciones cortas.
Hoseok no pudo disfrutarlas, ya que su papel como humano era de un joven huérfano, así que no podía —ni debía— darse el lujo de no trabajar. Yoongi lo visitó más seguido en la cafetería, siendo un cliente muy querido por todos los empleados.
El ángel había sufrido unos cuantos cambios en la tierra, su cabello era más largo y su contextura más delgada, su ojos brillaban más y su piel se había bronceado un poco.
Todo pasó muy rápido para el ángel, quien todavía pensaba que se trataba de un sueño. Celebraron Navidad juntos, en el departamento del pálido con algunos amigos de la carrera.
Los días después fueron muy ajetreados para Hoseok, quién terminó agotado, pero feliz por las pequeñas vacaciones de año nuevo. Ahora sólo estaban Yoongi y el ángel, en la terraza del edificio del primero. Observaban como lanzaban juegos pirotécnicos, para celebrar que el año había terminado.
Con una copa de vino en su mano, Yoongi miraba al cielo, notando la explosión de luces que producía la pólvora. Se sentía solo desde que sus padres se fueron, pensaba que desde algún lugar lo miraban, cuidaban y protegían. Hoseok por otro lado, no podía dejar de mirar al castaño, su cabello ondeaba con la brisa de la noche, sus pómulos se encontraban un tanto sonrojados por el licor bebido, bajó su mirada directamente a los labios. Los miró con deleite, con una gran necesidad de tocarlos, sentir su suavidad, besarlos y acariciarlos con extrema delicadeza.
Dio pasos muy lentos, hipnotizado por la belleza de Yoongi, percibiendo el aroma cítrico que solía usar, causando que su piel se erizara al instante. Lo giró lentamente, colocando sus manos en los hombros del castaño.
Yoongi se asombró al mirar la cercanía de Hoseok, no sabía que había ocurrido para que lo mirara con tanta intensidad. Grande fue sorpresa, cuando Hoseok tomó sus mejillas y lo besó.
—Me gusta Yoongi Hyung.
↣
La cafetería lucía un poco vacía, el mes de enero siempre era bajo en ventas, por eso los empleados se encargaban de limpiar parte de las máquinas, el exterior e interior del local, inventario de lo que había en los congeladores y las próximas compras.
Hoseok se reprochaba cada día por besar a Yoongi, en su defensa, diría que lo estuvo reprimiendo por mucho tiempo y no lo pudo evitar. Ahora las consecuencias eran que el castaño no había aparecido en la cafetería, tampoco cuando coincidan en horarios y salían.
Su cabeza dolía, había tomado una pastilla que compró en la farmacia, faltaba menos de un mes para que fuera San Valentín y su oportunidad se le estaba yendo de las manos. No había querido visitar al pálido a su departamento por vergüenza, tenía que explicarle muchas cosas, ser valiente y decir la verdad.
↣
Yoongi había querido por muchos días ir a conversar con Hoseok, pero las pruebas y proyectos no le ayudaban, se encontraba en su último año y el próximo semestre haría su tesis —luego de sus pasantías realizadas en vacaciones. Había logrado entregar su último proyecto, luego de sustentarlo y con un poquito de tiempo libre corrió a buscar al pelinegro.
Hoseok casi tropezó con la charola cuando vio entrar a Yoongi, éste lo miró y se acercó.
—Yoongi yo... —dijo vacilante.
—Tenemos que hablar Hoseok.
El ángel asintió, un poco temeroso por estas tres palabras que significaban problemas. "Tenemos que hablar"
Terminó su turno y salió junto a Yoongi, no negaría que estaba nervioso. Caminaron a un parque cercano, tomando asiento es una de las banquetas, y esperó. Yoongi por otro lado, tampoco estaba muy consciente de lo que hacía, cuando se percató ya había abierto la boca y pedido hablar con él.
—¿Tú me besaste? —Hoseok asintió —. ¿Por qué?
—Impulso.
Yoongi quizás quería escuchar otro motivo. ¿Qué podía esperar? Que alguien hermoso como Hoseok se fijara en él. No tenía mucho que llamara la atención, su piel pálida, sus labios finos y estatura mediana lo hacían pasar desapercibidos, sin embargo, el pelinegro acaparaba miradas por donde iba.
—Si, yo siento algo muy fuerte por ti. No solo me gustas, también te quiero —reveló minutos después.
—Yo... ¿Por qué te gusto? —preguntó curioso.
—Porque sí.
—Pero debe haber una razón o lo que vistes en mí.
—Si, la verdad es por muchas razones. Por tu manera de luchar, por tu perseverancia, tu esfuerzo en los estudios, por tener un corazón enorme y ayudar a quién necesite, por las manías que tienes al preparar el café, por separar los pimientos de la comida, por tomar un vaso de agua antes de comer, por tu costumbre de prender el televisor mientras estás en la computadora, por no poder dormir con la luz apagada y dejar la lámpara del velador encendida, por tus ojos cuando miran al cielo se reflejan las estrellas, por los pliegues que se forman en tus párpados al reír y que tu odias, por tus labios finos que al sonreír dejan ver parte de tus encías y así puedo seguir toda la noche —dijo con un suspiro.
Yoongi sentía que sus ojos se llenaban de lágrimas, nadie le había dicho todas esas razones.
—No entiendo como tú... —calló unos segundos —. Conoces tanto de mí.
El ángel suspiró, tenía que decirle la verdad.
—Porque te llevo observando por algunos años —dijo cerrando los ojos, no quería mirar al pálido.
Yoongi lo miró y pensó que era un tipo de acosador.
—Lo que te voy a decir quizás no lo creas, pero es la verdad. Yo era el ángel cupido de esta ciudad —susurró.
Esa era la respuesta más absurda que le habían dado, no era el día de los inocentes y Hoseok ya le estaba jugando una broma.
—Aún recuerdo cuando te conocí, tu cabello era rubio y brillaba con el reflejo del sol, caminabas con prisa —dijo con una sonrisa forzada en su rostro —. Luego vi que un joven del mismo color de cabello caminar en tu dirección, prendiendo mis alarmas. Encontré sus verdaderas intenciones hacia ti y no dudé en alejarlo. Ese año me sentí abrumado y pensé que se me pasaría la sensación de mariposas en el estómago —rió —. Al siguiente año te vi con una muchacha, su energía se notaba desde lejos, pero no sus sentimientos hacia ti, lancé la flecha para que fueran amigos —colocó sus manos en cabeza, le estaba empezando a doler.
Ahora Yoongi entendía el cambio de ellos hacia él, Hoseok intervino. Eso quiere decir que con SeokJin ¿también lo hizo?, empezó a respirar agitado, sintiendo temblores en su cuerpo.
—Con SeokJin —continuó —. Yo también intervine —confesó.
Yoongi tapó su boca con ambas manos, no lo podía creer. Se llevó torturando todo ese tiempo porque pensaba que no era lo suficientemente bueno para amar.
—Yo fui el culpable de que cada año estuvieras solo, no quería que estés con alguien que no sea yo, egoísta ¿cierto?, ya que eso era imposible. Fui un cobarde al lanzarle una flecha de amor a él y luego a su ex que pasaba cerca, simplemente porque te quería para mí, un ángel que no puede hacer nada bien —sollozó.
Permanecieron en silencio, ninguno decía nada, solo escuchando el leve llanto que producían.
—Yo te quiero con todo mi corazón, cada día más y más, nunca había tenido tantas emociones juntas. Contigo aprendí que la vida no es fácil, que no todo es color de rosa como lo solía ver de ángel —aclaró su garganta —. Ahora mis probabilidades son muy mínimas, mi tiempo aquí en la tierra se acaba cuando caiga la media noche del 13.
—¿Có-como? —tartamudeó al preguntar.
—Vine con un solo propósito, que te enamores de mi —respondió —. Si eso no llegaba a pasar, yo regresaría a ser un ángel cupido y nunca nadie se acordaría de mi existencia aquí —miró al castaño y mostró una sonrisa simple —. Tranquilo, el hermano Ángel que le toque esta ciudad encontrará a tu persona amada, yo no intervendré más en tu vida.
Hoseok se levantó, escuchaba los sollozos del pálido. —Lamento que todos estos años hayas sufrido por mi culpa, prometo que serás feliz a partir de mañana, que ya no estaré.
Hoseok no pudo dormir, era un ser egoísta que no merecía ser feliz con nadie. Cuando se levantó y miró su rostro en el espejo, notó ojeras grandes y oscuras, prefirió llamar al trabajo para avisar que se encontraba con un resfriado y no podría ir, que más daba ya que en unas cuantas horas ya nadie lo recordaría.
↣
Yoongi permaneció en la banqueta por un rato más, no se percató que Hoseok se había marchado. No había podido decirle que le gustó el beso, que no lo había buscado por el estudio y que a él también le gustaba. Todo cambió cuando le dijo que era un ángel cupido. ¿Acaso eso existía?
Cuando se levantó en la mañana su cabeza dolía, pero tenía que ir al trabajo. No dejaba de pensar que posiblemente Hoseok se marcharía y nadie lo recordaría, ni él. Salió tarde del trabajo y corrió a la cafetería a buscar al ángel. Grande fue su sorpresa cuando le dijeron que se encontraba enfermo y había pedido permiso para faltar.
Sus nervios aumentaron. Preguntó la dirección de donde vivía, que para su mala suerte quedaba un poco lejos de la cafetería. Quiso tomar un taxi y llegar rápido, pero todos pasaban ocupadas con parejas acarameladas dentro. No le quedó de otra que correr algunos tramos y utilizar el transporte público.
Se sentía como en el rodaje de un drama, donde tendría que buscar a su pareja y decirle que no se marche porque él también lo quería. Corrió ya sin fuerzas, sus piernas querían flaquear, caer en el cemento y descansar, pero eso significaría perder minutos valiosos y quizás la única —última— oportunidad de confesarle sus sentimientos.
Faltaban pocas calles para llegar al edificio donde vivía Hoseok, subió las escaleras sin aliento y tocó la puerta del castaño. Miró su reloj y este marcaba un minuto para media noche, escuchó pasos y ruido dentro. Cuando la puerta se abrió, Yoongi se abalanzó a Hoseok y lo abrazó con toda la fuerza que le quedaba por haber corrido, se aferró a su cuerpo, empapando la camiseta de dormir con su llanto.
—Yo te quie-ro, por favor no-no te vayas —lloriqueo más fuerte.
El reloj de la mesa sonó, avisando que era 14 de febrero. El ángel correspondió el abrazo, cerró la puerta y lo llevó a la cama. Donde se acurrucaron, mientras Yoongi seguía llorando y Hoseok consolándolo. El pálido se durmió en los brazos del ángel, teniendo una expresión tierna y calmada.
Hoseok suspiró, había pasado todo el día reprochándose, diciendo que no fue la mejor opción ir a la tierra, que no tenía que haber hecho caso a Namjoon, que se hubiera quedado de ángel y no hubiera perdido todo un año para nada, pero incluso en el fondo de su corazón sabía que ese tiempo fue perfecto. No le importaba si Yoongi no le correspondía, se llevaría los buenos momentos que habían pasado juntos y los recordaría durante toda la eternidad.
↣
Yoongi se encontraba en un lugar completamente blanco, no podía distinguir donde empezaba o terminaba, pensaba que está en el cielo y que lo rodeaba las nubes. Miró a Hoseok caminar hacia él, con una pequeña aureola en su cabeza, un traje completamente blanco como si fuera vestido. Las alas empezaron a notarse y brillaban junto con la aureola, Caminó al encuentro del ángel, pero en cada paso que daba, una luz salía del cuerpo de Hoseok, haciendo que Yoongi cierre sus ojos con fuerza.
Los rayos de sol entraban por la ventana, golpeando de lleno el rostro sudado de Yoongi, este frunció el ceño por la molestia que le causaba y fregó sus ojos, se removió de la cama y sintió un cuerpo a lado suyo. Observó el rostro de Hoseok dormido, tocó con delicadeza sus pestañas largas y espesas, luego el puente de su nariz perfilada, bajando a los pómulos rosados y rellenos, las yemas de sus dedos sintieron la suavidad de la piel.
Se sonrojó al observar los labios del castaño y se golpeó mentalmente por tener pensamientos nada inocentes. Acercó su rostro y aspiró el aroma de Hoseok, vainilla y una mezcla de chocolate, junto su frente con la del contrario y lo besó. Los labios cálidos y mullidos del ángel lo hicieron sentirse en un sueño, donde estaba rodeado de nubes de algodón.
Se separó rápidamente y volvió a acostarse junto al cuerpo del pelinegro. Hoseok se giró y abrazó la cintura de Yoongi. —Buenos días precioso —susurró.
—Buenos días —respondió con demasiada vergüenza.
Era un hermoso día de San Valentín para Yoongi, luego de mucho tiempo solo, su corazón se sintió cálido.
FIN
Intenté que no tenga drama, pero cuando me di cuenta ya lo había escrito.
Feliz día de San Valentín linduras ♡
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