Flecha Perdida

FLECHA PERDIDA

Autora: Clumsykitty

Fandom: MARVEL MCU

Parejas: CoulsonxBarton / ThanosxBarton

Derechos: a limpiarme las orejas.

Advertencias: Es un ABO triste, algo sangriento, una historia de comisión con algunas licencias sobre los hechos ocurridos en el MCU. Sobre aviso no hay engaño.

Gracias por leerme.


***


Sí, corazón,

lo sé, lo sé, y se sabe:
es a vida, es a muerte
este destino
.

Pablo Neruda



Thanos sonrió.

Perfectamente equilibrado.


Bibliotecas enteras se habían llenado con tesis sobre el vínculo que existe entre un Alfa y un Omega, algo que no ha podido ser superado por ninguna otra combinación entre castas pese a los tiempos modernos donde la apertura a otras opciones permitió que más parejas diferentes se formaran. Y la razón para que este tipo de relación Alfa/Omega mantuviese esa superioridad se debía en buena parte a las características propias tan palpables para los demás como imposibles de evadir para los involucrados. Clint Francis Barton era uno de esos Omegas cuya experiencia podía atestiguar que un enlace con un Alfa era algo que dejaba huella indeleble por más que se deseara superar.

Había encontrado la estabilidad que se le negó desde que abandonara el circo cuando entró a SHIELD y conoció nada menos que al Alfa Phillip Coulson. Un hombre dedicado a su trabajo como a reverenciar el nombre del Capitán América. Se enamoró y fue correspondido, el Agente Coulson supo apagar sus miedos bien disfrazados sobre el rechazo al usar aparatos para la sordera -los Omegas entre más sanos mejor aceptados son, todo mundo lo sabía- así como la nada despreciable posibilidad de que no pudiera ser capaz de darle cachorros debido a la mala nutrición como las desventuras por las que pasó antes de unirse al bando de los buenos. Con Natasha Romanoff empujándolo prácticamente a los brazos de Coulson, tuvo la alegría de sentirse parte de un nuevo mundo, al lado del mejor Alfa de su vida.

Solo que el agente murió.

Justo cuando estaban planeando tener un cachorro, que los estudios de Clint mostraron que estaba en óptimas condiciones para tener un bebé y que su próximo Celo era el momento ideal, la vida de Phillip Coulson fue arrebatada por Loki Laufeyson, con el arquero siendo el juguete de este Dios de las Mentiras. Por siempre odiaría al Embustero por ello, una vez que estuvo a salvo de sus manipulaciones, pudo sentir ese dolor que es un infierno en vida: la pérdida de un Alfa. Su Marca desapareció, ese vínculo cuya fuerza le proporcionó momentos inolvidables estaba extinto, dejando en su lugar solamente un hueco de agonía que parecía tirarlo a un pozo cuyo fondo no existía.



—¡Basta, Clint! ¡Despierta!



No hubo consuelo, palabras o acciones que le trajeran de vuelta una sonrisa. Sus amigos, los Vengadores, quisieron animarlo sin éxito. Era imposible, le habían arrancado la mitad de su vida, porque además su pena estaba salpicada de culpa. Si tan solo hubiera aceptado tener cachorros antes. Aquel pensamiento taladraba su mente junto con la amargura de haber perdido a su Alfa, su pareja y alguien que le había dado un sentido diferente a su vida que ni las bromas de Stark, las palabras de Natasha o los buenos deseos del Cap iban a poder sustituir. Quiso seguir adelante como se suponía pasaba, como muchos alegaban era lo que todo Omega debía hacer.

Fue imposible, lo que contaban en las redes eran viles mentiras. No se podía continuar como si nada, porque su Alfa no había sido nada, lo había sido todo. Fue tal el impacto de Phillip Coulson en la vida de Barton que no pudo ser más amable con otro Alfa desde ese momento. Sentía que cualquiera, incluyendo al bueno de Tony Stark, pretendían borrar el lugar que tuviera el agente en su vida para convertirse en su nueva razón de ser. Por supuesto que era un pensamiento fuera de lugar, más su instinto Omega así lo percibía y tampoco tuvo los ánimos como para cambiar eso. Natasha comentó que se había vuelto un huraño pitufo gruñón, no le importó en lo absoluto.

A pesar de que el tiempo pasó, de que llegaron aventuras y se marcharon amigos, siempre se topaba con algo que le recordaba a Coulson, sus frases como esa voluntad de hacer del mundo algo mejor. Quizá eso fue lo único que lo mantuvo dentro de SHIELD y con los Vengadores, proteger la Tierra como su Alfa lo hiciera. Tal vez de haber prestado más atención a las charlas casi discusiones de los Vengadores se hubiera dado cuenta de la bola de nieve que fue creciendo hasta terminar convertida en nada menos que una amenaza extraterrestre con un ser cuyas intenciones para el universo no eran nada benévolas. Se dijo que ahí estuvo la oportunidad de mover los hilos del destino de no haber sido un tonto de corazón roto cuyo despecho como desprecio por Alfas había provocado que lo tuvieran en arresto domiciliario.



—¡CLINT, POR FAVOR!



Entonces y solo entonces Thanos bien pudo no haber usado el Guantelete del Infinito, borrado a la mitad de los seres vivos en el universo, llevándose a Tony, a Carol... Thor. Mientras él estaba refunfuñando que Stark no hacía las cosas bien como Alfa pretencioso, lo hubiera apoyado y así Steve no se hubiera quedado solo como él. Como todos los demás, sin su otra parte arrancada no por una misión, por proteger el mundo o un accidente, sino por un titán demente que adoraba la muerte por sobre todas las cosas. Clint tuvo cierta satisfacción muy malsana viendo al mundo sobreviviente ver otro día más tan abandonados, rotos y desahuciados como él. Luego se dijo que así no era como Phillip lo hubiera querido ver, una frase que ya se había repetido antes, pero que solo en ese momento realmente caló hondo en su ser.

"... en otras noticias, las Naciones Unidas -o lo que queda de ellas- ha anunciado la rendición de sus países miembro ante la invasión extraterrestre liderada por el titán llamado Thanos, quien se ha autoproclamado regente salvador de la Tierra..."

Al verse al espejo, no se reconoció, era otro. El dolor que llevaba guardado lo transformó en otra cosa, en una suerte de ronin, comenzando a cazar a todos los pérfidos que el titán había dejado con vida en su lotería genocida. Como un asesino desquiciado fue que lo encontró Natasha, recordándole por última vez en su vida que Coulson estaría decepcionado de verlo así. Orgullo, cansancio, aceptación... como fuese, terminó reuniéndose con los que quedaban. Debían y tenían que derrotar a Thanos, quien estaba mermando el número de humanos con sus huestes apoderándose de cada rincón del planeta. ¿El plan? Arrebatarle las gemas y revertir el daño.

Clint deseó que eso trajera a Coulson de vuelta, pero él ya había partido mucho antes de la catástrofe. Más el resto todavía podía ser feliz. En eso se enfocó, apoyando al equipo de Steve con Natasha, Rhodey junto con el resto de Wakandianos para quitarle el guante al titán, con Bruce Banner como el que haría el chasquido que obraría el milagro. Así fue el plan. Justo antes de que partieran, el arquero se aproximó al Cap, deteniéndolo un poco con un rostro que expresaba mucho remordimiento.

—Lo siento —expresó con toda la culpa que tenía— Si no hubiera...

—Tranquilo, solo cuídate ¿quieres? Resulta que en estos momentos no hay tantos Omegas —comentó Steve con esa nobleza que solamente él era capaz de proveer pese a estar tan roto como él— Cuando todos regresen, haremos una fiesta... quizá conozcas a alguien.

—Quizá —admitió más por sacarle una sonrisa a Steve que otra cosa.

Su misión particular era abrir paso a las Dora Milaje en la base donde actualmente Thanos se encontraba conquistando con la tranquilidad de que nadie iba a detenerlo. Esa soberbia sería su camino para vencerlo. Clint no tenía nada que perder, adelantándose en los ductos, disparando sus flechas hacia esos monstruos, cortando cuellos o rompiéndolos hasta alcanzar el nivel en el que el titán estaba aparentemente descansando. Le pareció demasiado soberbio o extremadamente inteligente no encontrar la seguridad de los niveles superiores, pero siendo el dictador de la Tierra no tenía mucho que temer, se dijo antes de continuar y teclear un código en unas puertas con sus flechas especiales -esas que Tony con tanto cariño le creara- listas para rematar a los generales y con suerte al gigante de piel morada.

Creí que los Omegas no eran así de atrevidos.

Todo el cuerpo de Clint Barton se congeló a la voz de Thanos al abrir esas puertas que conducían a otro pasillo, topándoselo de frente. No debía andar por ahí. No debía. El destino quiso enterrar por completo su daga en el corazón del arquero cuando su naturaleza Omega se estremeció como jamás lo había sentido antes ni siquiera con Coulson, diciéndole con ello una revelación que lo hizo tirar su arco y flechas antes de caer de rodillas con los ojos llenándose de lágrimas que eran terror y regocijo.


Ese titán era nada menos que su Alfa destinado.


Ni siquiera el luto de años por el agente pudo frenar ese llamado de su cuerpo hacia Thanos, quien ladeó su rostro al notar el aroma inconfundible de un Omega que está ofreciéndose voluntariamente, mansamente. Clint castañeó sus dientes, anhelando tomar un cuchillo o su espada samurái para enterrarla en quien sabe dónde, en todos lados menos en su Alfa. Alfa. Ahogó un gemido que fue su única protesta antes de inclinar su cabeza como buen Omega que reconoce a su dueño. La voz preocupada de Nat se dejó escuchar en su comunicador al no seguir transmitiendo a las Dora Milaje todavía arriba en el piso superior, con sus ojos estampados en la sonrisa torva del titán.

—Nat... ayuda...

¡Clint!

La rusa se desviaría de su misión para alcanzarlo justo cuando Thanos estaba acariciando el mentón de un tembloroso arquero caído de rodillas y llorando abiertamente. Nat disparó apenas vio la escena, queriendo separar a su amigo de aquel Alfa de otra especie toqueteando de manera asquerosa a su amigo. Las balas fueron desviadas por la espada que Clint tomó para defender al titán con los ojos exorbitados de Nat al no creer lo que había hecho, mirando a uno y otro en confusión.

Mátala, no permitas que dañe a tu Alfa —ordenó Thanos— Corta su cabeza y te daré mi Marca.

—C-Clint... ¿qué...?

Un Omega protegiendo a su pareja destinada puede ser el arma letal más terrible por contemplarse. De no haber sido entrenada en el Cuarto Rojo, Natasha hubiera muerto en el primer embate. Aunque era una Beta podía olfatear ese inconfundible aroma en Clint cuando un enlace estaba recién formado, el más fuerte, aquel que libros y especialistas juraban no tenía igual.

—¡CLINT!

Thanos solo se cruzó de brazos tras la espalda, observando a dos humanos pelear a muerte. Una pelirroja cayendo al suelo una y otra vez evadiendo una filosa espada, su Omega buscando aquellos puntos vitales para darle muerte como una muestra de su entrega. Nat no tuvo más opción que devolver los golpes con la misma fiereza que los recibía, sin oportunidad de pedir ayuda al ser una pelea demasiado furiosa. El suelo y paredes se mancharon de sangre, piel se dejó ver por las rasgaduras de los uniformes en ambos igual que moretones y heridas serias. Una con aroma a desesperación, otro con aroma a protección, un Omega que solo podía recordar los viejos tiempos como una hoja seca que en esos momentos estaba siendo aplastada por la voluntad de su Alfa.

—¡Detente! ¡¿Qué haces?!

La rusa cayó boca abajo con Clint enterrando su espada en su hombro izquierdo, un corte limpio a pesar de todo. Dolió como mil infiernos más no mató a la espía, quien levantó su mirada desconcertada hacia su amigo cuyas lágrimas empapaban su rostro.

—Mátame —musitó el arquero, temblando de pies a cabeza— No permitas que me convierta... en su propiedad... él no, por favor, todo menos él...

—Clint...

—No puedo ser... el Omega de un genocida...de un monstruo...

—... pero...

—Mátame si aún me estimas... por Phillip...

Se miraron por unos segundos, antes de que Clint arrancara la hoja de su espada, levantándola en el aire con un firme propósito. Igual que la mano de Nat en su bota, sacando una automática cuyo seguro fue removido al mismo tiempo que el giro de muñeca del arquero dirigiendo el corte de su arma. Corvus Glaive apareció por un costado, empuñando su lanza al olfatear la sangre y escuchar el sonido de una pelea. La mano de su amo lo detuvo, recibiendo una sonrisa tranquila de este. Dos gritos se escucharon en ese momento, dos mismas intenciones en los dos mejores amigos que la suerte quiso encontrarlos por última vez en dos bandos diferentes.

Un cuerpo cayó, una vida más que se marchitó dejando como último mensaje un charco de sangre.

—Qué decepción —comentó el general al lado del titán.

Thanos sonrió.

Perfectamente equilibrado.



F I N

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