Flashbacks

—Tranquilo hijo, todo va a salir bien—su papá le acarició el cabello, y Neji se aferró a su mano con fuerza. Un cable iba hasta el dorso de esta misma y una cinta lo mantenía en su lugar, mientras alguna sustancia que no conocía entraba en su sangre—. Ahora el médico va a entrar, tienes que esperar afuera un momento.

Su tío le apoyó una mano en el hombro, tratando de empujarlo lejos de la camilla. Él no quería alejarse.

—El doctor te va a curar y vas a volver a casa, ¿No?—preguntó inocentemente. Hizashi le dio una sonrisa triste y no respondió—. ¿No, padre?

—Vamos a hacer todo lo posible—Neji sintió el agarre de su tío temblar levemente. Ya le picaban los ojos, pero no quería llorar, no enfrente de su padre moribundo que le sonreía con dificultad. Debía ser optimista, los doctores podían curar a su papá; pronto él volvería a casa y podrían seguir con su vida normal.

—Neji, vamos un rato afuera—dijo Hiashi suavemente. Él nunca era suave. Tal vez también estaba preocupado por su hermano. Todos estaban preocupados por Hizashi.

—Perdóname, Neji, perdóname—murmuró débilmente su padre, mientras le corría una lágrima. Esas tres palabras hicieron que un nudo se le formara en la garganta y no quiso moverse de su lugar.

—¿Por qué, papá? Si vas a estar bien, ¿No? Vas a estar bien...

Otra lágrima solitaria cayó por el rostro de Hizashi.

—Perdón, hijo... Lo lamento tanto.

—Pero los doctores te van a salvar, ¿No? Papá, ¿Te van a salvar?

Un médico le hizo una seña a Hiashi, que asintió débilmente y sostuvo a su sobrino con más fuerza para guiarlo hacia la puerta.

—No quiero irme—forcejeó contra los brazos de su tío mientras empezaba a llorar—. Papá ¡PAPÁ! Los médicos te van a curar ¿No? Vas a estar bien...

Hiashi lo sacó de la habitación antes de que pudieran responderle. Se sentaron en silencio en la sala de espera, sin mirarse. Neji tenía los ojos fijos en sus zapatos, que no llegaban ni a tocar el piso.

Se escucharon charlas, ruidos y silencio.

Hiashi estaba más inquieto de lo normal.

Más charlas, más ruidos, y más silencio.

Algo no iba bien.

La puerta de la habitación donde estaba internado su papá se abrió y salió uno de los doctores con un rostro indescifrable. Poco a poco se iba dando cuenta de lo que sucedía mientras él y Hiashi hablaban un momento.

—Señor Hyuga, la desconexión se ha realizado con éxito. Ya tenemos hechos los papeles que corresponden al hospital, y puede seguir los trámites como le explicaron, aunque puede esperar unos días.

—Gracias, doctor—su tío tenía la voz quebrada. No sabía a qué se referían con "desconexión", pero no parecía bueno—. ¿Podemos pasar a despedirnos...?

¿Despedirse? No, no, no, no, no.

—Por supuesto, le diré a mi compañero que salga para que puedan tener privacidad.

—Gracias por todo, doctor.

—No me agradezca, por favor. Mis condolencias a usted y a sus seres queridos, señor Hyuga.

El médico volvió a entrar y a los pocos segundos él y su compañero salieron. Le dieron una última mirada triste que le dio náuseas. Hiashi se acercó a él y se arrodilló para estar a la altura de sus ojos.

—Neji... Ahora vamos a entrar, pero quiero que sepas algo—suspiró pesadamente y le sostuvo la mirada, dándole a entender que hablaba en serio y que no era un chiste de mal gusto—. Hay veces que la gente está muy enferma y no se puede curar, entonces su cuerpo ya no funciona y... mueren. La muerte no se puede curar, así que no podían hacer nada...

—¿O sea que padre estaba muy enfermo y no se podía curar?—Hiashi asintió—. Y... ¿Y qué pasa con él después? Su cuerpo no funciona pero... Con él ¿Qué pasa?

Su tío estaba llorando. Era la primera vez que veía llorar a su tío. Todo el mundo decía que era igual a su papá, pero no eran iguales. Tenían algunas similitudes, pero eran diferentes.

—Nadie sabe. Algunos dicen que van al cielo, un lugar bello donde son felices para siempre.

Se quedó un rato callado, reflexionando sobre la nueva información que su cerebro de cinco años acababa de recibir.

—¿Te parece si entramos?

No se negó, pero lo que vio dentro hizo que el nudo en su garganta volviera más fuerte que nunca.

Estaba más pálido que nunca, con la piel casi de un tono gris. Su cabello largo, ya debilitado por la enfermedad, estaba desparramado por la almohada. Le habían desconectado el respirador y todos los cables que llevaba antes, la pantalla que sonaba y mostraba líneas con cada pulso de su corazón estaba apagada, y él parecía pacífico. Sereno, como siempre había sido su papá.

Se acercó vacilante y tomó una de sus manos esqueléticas. Todavía estaba caliente. Miró su pecho inmóvil. Había notado la pérdida de peso de Hizashi por la enfermedad, pero ahora le parecía exagerada.

Apoyó la oreja sobre el huesudo tórax de su papá. Nada. Vacío. Silencio.

Usó su Byakugan para confirmar y solo vio los órganos inmóviles de su pecho.

Lloró hasta que le dolió la cabeza sobre el cuerpo muerto de su padre.

***

No sabía por qué se le vino a la mente ese día. Habían pasado casi doce años de ese momento y aún así lo recordaba como si hubiese sido ayer.

¿Le habría dolido a Hizashi cuando murió? ¿La muerte dolía tanto como ahora?

Tal vez morir en un hospital era mejor que morir sobre tierra manchada con tu propia sangre y tres estacas de madera en el pecho. Aunque su padre había estado sufriendo durante mucho tiempo antes de morir, así que tal vez él podía considerarse afortunado...

También él tenía gente a su lado tratando de mantenerlo en el mundo de los vivos, mientras que a Hizashi lo desconectaron cuando se les acabó la esperanza. Era afortunado por eso también.

Abrió los ojos con esfuerzo inhumano. Lee lo sostenía en brazos cuidando de no lastimarlo y Hinata le agarraba una mano, mientras Sakura hacía todo lo posible para mantenerlo con vida. Su novio lo miró a los ojos, derramando lágrimas gruesas. Hizo todo lo posible por darle una sonrisa, aunque dudaba que entre toda la sangre que estaba escupiendo llegara a distinguirla.

Con una mano temblorosa, sujetó el brazo de Sakura. Cada movimiento hacía que su cuerpo chille de dolor, pero aún así usó toda su voluntad para tratar de formar dos palabras.

—Basta... no des... perdicies... cha... kra... conmigo... Sabes que no tiene arreglo...—Sakura miró hacia sus manos y soltó algunas lágrimas, pero no detuvo su ninjutsu—. Hay... más... que te necesitan... no... pierdas tiempo conmigo.

Dejó caer su brazo, ya sin fuerzas para poder levantarlo. Se giró hacia Hinata, que lloraba en silencio sosteniendo su otra mano.

—Cuídate, hermanita...—volvió a mirar a Lee antes de que se le cerraran los párpados—. Perdón, mi amor... Lo lamento tanto...

Llegó a escuchar su nombre un par de veces, pero no pudo responder. El dolor se acabó, y fue un alivio.

¿Así de liberadora fue la muerte para su papá?

El sello en su frente ya no existía. Podía ver a lo lejos la figura de su padre recortada, extendiendo su mano en su dirección.

Odiaba dejar atrás a su equipo, a su familia y al amor de su vida, pero los esperaría del otro lado.

Ya entendía la decisión de su padre de morir.

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