-03 El inicio de todo-
El Sol había llegado a su máximo esplendor del medio día, ambos jóvenes aún seguían atónitos dentro del auto frente aquél lugar en dónde debería estar sus hogares. Ni siquiera habían dicho una palabra alguna desde que se sentaron en los asientos, sin embargo, el joven asiático ya estaba haciendo un par de notas en un pequeño papel que se había encontrado en el compartimiento delantero. Miguel observaba desde el rabillo de su ojo como movía de un lado a otro el lápiz, de cierta forma le estaba desesperando porque tenía muchas preguntas dentro de su cabeza y su amigo no le estaba dando una respuesta para ello. Pero, lo que si sabía es que estarían en el "éxito" del invento del contrario.
-Hiro...- habló al fin el piel morena.
-¿Qué?- dijo el Hamada menor sin dejar de hacer lo que estaba haciendo.
-¿Qué? Es lo único que vas a decirme.
- Miguel- suspiró - ¿Qué puedo decirte? Sí, viajamos en el pasado por accidente...
-Por salvarnos el pellejo.
-Bueno si, por eso. Pero ahora necesitamos que regresar a nuestro tiempo lo antes posible. No podemos quedarnos aquí, así que quita esa cara de pocos amigos que también estoy muy desesperado para regresar y dejarte allá.
-¿Dejarme?- lo miró extrañado.- ¿Qué pasará contigo?
-¿Recuerdas lo que te dije? Yo seguiré mi camino viajando por el tiempo y espacio para que puedas tener tu vida sin molestias algunas. Pero por ahora, necesitamos buscar algo de energía para nosotros para seguir trabajando en nuestro regreso.
- Bien, encenderé el auto para ir al menos cerca de la ciudad.- respondió el moreno mientras metía de nuevo las llaves, sin embargo, cuándo dió el primer giro para encenderlo. Este no respondió.
- ¿Qué fue eso?...
-Parece que no enciende.
-Vuelve a intentarlo.- Miguel de nuevo intento girar la llave pero obtuvo el mismo sonido cómo resultado. El asiático se acercó al tablero para observar bien si tenía combustible, pero todo el tanque estaba lleno así que ese no era el problema. De inmediato, concluyó que era otra cosa que no les estaba dando la energía suficiente.
- ¡No puede ser! ¡El condensador de Plutonio! ¡Se quedó sin energía!
-¡¿Qué?! ¿Qué eso no era lo que le daba pila al auto?
-¡Sí, exactamente el mismo!- se golpeó la frente con su mano y volvió a sentarse en el asiento con mayor preocupación.- Y los repuestos se quedaron en 1985... ¡Maldición!- exclamó con furia pateando el tablero con fuerza.
-¡Nos lleva la chingada!- exclamó ahora el latino con mayor molestia.- ¿Porqué tuve que obedecerte?...No me hubiera metido en esto...
-¡Oye! ¡Aún tenemos una solución!- Hiro intento verificar que año estaban para ubicarse y buscar pronto una solución. Algo que pudiera tener la potencia que tenía el Plutonio y encender el DeLorean para regresar a su año respectivo, pero el tablero de tiempo había quedado apagado.
-Ven, ayúdame a esconder el DeLorean detrás del anuncio. Tenemos que ir a buscar a la ciudad para saber en cuándo estamos.- El desilusionado moreno no negó en ayudarle, estaba molesto por haber accedido a las locuras de su viejo amigo. Era una de sus razones del porqué no quería seguir junto a él, pero ahora era su única esperanza para regresar a casa y estar tranquilo en ella.
Empujaron con fuerza el DeLorean para poderlo cubrir de la vista de alguien, por suerte aún era nuevo el lugar y no había ningún trabajador de construcción que los viera y pudieran ocasionar un caos. Tomarón algunos arbustos secos que estaban cerca de la zona y los colocaron encima del auto. Cuándo terminaron de colocarlos, Hiro se quitó su traje de experimentación y tomó algunas notas que hizo y las colocó en una pequeña mochila de hombro que estaba dentro del auto. Sin más, caminaron en dirección a la ciudad o mejor dicho al pueblo de San Fransokyo que estaba a una hora de camino, pues a lo que alguna vez fueron un sin fin de casas y servicio de transporte de fácil acceso no existían en ese momento.
Cuándo llegarón al centro del pueblo, sus ojos se abrieron de sorpresa al ver todo su alrededor. Colorido y lleno de música provenientes de grandes rockolas en el café que se ubicaba en una esquina principal. Las mujeres con vestidos de estampados hasta el tobillo, hablando de los programas de radio de la noche anterior. Niños jugando en el jardín central con algunos aviones de papel, los hombres yendo de un lado a otro con trajes bien planchados y portafolios de piel en mano, sin mencionar el movimiento en la gasolinera que estaba cerca, dónde van grupo de jóvenes salían inmediatamente a recibir el auto que llegaba por el servicio.
Era muy pacífico en comparación al San Fransokyo actual que ellos conocían, con demasiado smog y ruidos que en cualquier momento te pondrían en un estado estresante. Hiro señaló ir a la cafetería pues sería un buen punto para encontrar información ya sea en la sección de telefonía o la venta del periódico. Miguel solo asintío y lo siguió sin dejar de observar todo alrededor. Al empujar la puerta principal del establecimiento la campanilla sonó dando señal de nueva clientela, pero las miradas no tardaron en posarse en ambos jóvenes. Aunque podían pasarse cómo la juventud de esa época, sus ropas aún eran diferentes que a todos los demás, así que claro la rareza no podía faltar. Hiro jaló del brazo a Miguel para que esté le siguiera para sentarse en la barra del negocio.
-No te vayas a mover de aquí, iré a buscar algo de información en el teléfono que está allá. No tardaré.
-Bien. De todas formas, ¿A dónde iría?.
-No te hagas el gracioso. No tardaré.- dijo el asiático para ir a dónde estaba el teléfono público. El latino solo dejó salir un suspiro, el hombre que atendía la barra se acercó a él aún viéndole extraño.
- ¿Vienes de la pesca? - río el hombre al referirse a la ropa de Miguel.
-Ah...algo así...
-Bueno, ¿Quieres algo de beber?
-Ah, si. Dame una soda dietética, por favor.
-¿Una qué?
- ¿Soda dietética?
-Niño, no sé de qué me estás hablando.
-Amm- Miguel observo por detrás del hombre para saber que pedir, pues había olvidado que no estaban en su época.- Ahh dame una taza de café.
El hombre solo suspiró y le acercó una taza blanca para servirle un café oscuro. Miguel solo se limitó a beber aquella taza aún pensando en como regresarían, pensaba en su familia y en su novio, en la posibilidad de que no regresarían. ¿Qué pasaría si se quedaban en este año? No se podía imaginar lo que pudiera ocurrir.
La campanilla de la puerta volvió a sonar, el moreno no miró de quién se trataba el sólo siguió bebiendo aquél amargo café que de alguna forma le estaba ayudando a controlarse un poco. Notó que alguien se sentó a un su lado con un montón de cuadernos y los colocó en la barra. El joven Rivera solo observó que se trataba de un joven igual de su edad, no podía ver su rostro porque este estaba tapándose con un libro que al parecer estaba leyendo. No le dió tanta importancia y siguió en lo suyo.
Mientras tanto el azabache estaba buscando en la sección de teléfonos, al parecer había dado en el clavo, el DeLorean lo había dirigido al año 1955. Por suerte un periódico que habían dejado allí les había dado la fecha exacta: 7 de Junio de 1955. Justo cuándo las notas de su abuelo habían comenzado. Así que debía buscar el nombre de su pariente para poder ir a visitarlo, sería un riesgo que tomar pero si podía explicarle sobre las notas que gracias a Einstein los había traído en la mochila serían su buena cuartada para que le creyera. Arrancó la hoja en dónde se encontraba la dirección de su familia en este año y lo guardó para ir directamente a dónde estaba su amigo. Miguel había acabado su taza y lo dejo para que el hombre lo recogiera para limpiar.
-¿Otra vez estudiando, Enrique?- hablo el hombre quién se había acercado para levantar la taza del Rivera.- Cómo siempre los Rivera tan tercos en llegar en ser los mejores. Sabes, cómo están las cosas dudo que te acepten en una buena universidad por ser mexicano.
-De eso te equivocas, mi buen Robert- respondió el joven con el libro en su rostro y quién no tardó en revelar su identidad. El moreno se quedó sin palabras al ver que aquél joven se trataba de nada más y menos que su padre en su plena juventud.- Tal cómo lo diría mi madre, nunca te fies de un libro por su portada.
-Solo te lo digo amigo. Mucha gente es aún quisquillosa por ser mexicano o ser afroamericano. Así que no sueñes mucho.
-Si cómo no.- respondió el joven Enrique quién volvió a lo suyo pero está ve abrió uno de sus cuadernos para seguir tomando unas notas. Miguel no dejaba de observarlo con gran sorpresa, no podía creer lo que estaba pasando, estar frente a una versión joven de su padre a unos cuántos escasos centímetros. Sin embargo, el otro Rivera sintió la mirada del extraño que estaba junto a él que no dejaba de mirarle y lo estaba poniendo más incómodo.
-¡¿Qué es lo que chingados quieres?!- exclamó con algo de molestia.
- ¿Ah?...Es que yo...bueno tú...
-¡Miguel! ¡Ya encontré a alguien que nos puede ayudar! Ah...- el asiático se dió cuenta de quién estaba al lado de su amigo. Pero cuándo estaba a punto de sacarlo de allí para no interrumpir las líneas temporales, la campanilla sonó fuertemente.
-¡Rivera!- gritó otro joven bien parecido acompañado de un par de sujetos más.- ¡Te estaba buscando idiota! ¡¿Dónde estabas?!
- V-Vicente... justamente iba ir a tu casa.
-¿Ahora? Deberías haber ido desde temprano, no ahora. El reporte me lo tenías que haber dado para tener tiempo para copiarlo. Odio entregarlo con tu letra.
-Ah lo lamento, tenía una prueba más por hacer en mi curso de mecánica...
-Rivera...- lo tomó con fuerza de su camisa haciendo que todas sus cosas se cayeran al suelo. Los otros tipos se rieron a lo que su líder estaba haciendo.- Sabes que no me gusta gastar mis fuerzas en tí, pero necesito que entregues ese reporte. Sino, estaré perdido. ¿Entiendes?
-¡Oye, déjalo en paz!.
-¡Miguel, no!- Hiro jaló con fuerza a su amigo quién estaba ya listo y dispuesto a pelear con este tipo, que resultó ser el enemigo que odiaba con todo su corazón.
- ¡Deberías hacer tus propias cosas! ¡Usa ese pinche cerebro que tienes en esa cabezota!
- Uhhhh- burlaron los amigos, quienes no tardaron en tener una mirada molesta de Vicente. Soltó en seco a Enrique quién no dudo en escaparse en su primera oportunidad. El contrario y mayor por estatura del Rivera se colocó frente de él, claro le había molestado que un par de extraños le dijeran de cosas.
- ¿Y tú quién carajos te crees? Mariquita. A tí no te concierne.
-¡Claro que me concierne! ¡Él no es tu secretario! ¡Así que dejas de molestarlo o te las verás conmigo!
-¡Miguel! - jaló con más fuerza el asiático. - ¡Basta! ¡No debes de meterte en esto!
-Ya ves. Hazle caso a tu noviecito mariquita también que se está preocupando por tu salud...porque yo, si te mando al puto hospital.
-¡Oigan!- exclamó el hombre de la barra- Si van hacer desorden en mi negocio. Llamaré de inmediato a la policía.
-Esta bien, Robert- habló el mayor.- De todas formas no iba gastar mis energías con este rarito. ¡Vámonos!- giró para llevarse a los otros tipos. Hiro suspiró aliviado de que no hiciera alguna locura el piel morena, pero aún podía ver qué estaba totalmente enojado. Siempre era así cuándo se trataba de su padre.
Después de unos cuántos minutos, pudo tranquilizar al Rivera y poder llevarlo con alguien que pudiera ayudarles. Pero cuándo salieron del café, Miguel notó que su joven padre se iba en su bicicleta apenas del lugar. Su amigo estaba comentándole algo cuándo se le ocurrió seguir a su papá y verificar si estaba bien. Hiro se sorprendió lo que el Rivera estaba haciendo así que también no tardó en seguirle el paso, pero cómo no era muy atlético que digamos no pudo seguirle el paso después de un par de cuadras más adelante. Se habían separado y eso podría ser un grave problema para cualquier acción sería una reacción cambiante en el futuro. Pero, Miguel no lo tenía en cuenta.
El latino siguió corriendo hasta que perdió por unos segundos a su familiar, pero claro que pudo reconocer la zona por dónde estaba. Era diferente pero podía verle algo similar en dónde podría encontrarse, justamente al doblar la esquina pudo ubicar la bicicleta de su padre estacionada en un árbol. Se acercó para poderlo encontrar cerca y lo hizo estando entrando a un pequeño callejón de un lado de una casa, que por cierto también le resultaba familiar. Con sigilo se colocó detrás del árbol para observar a su padre, notó que esté se detuvo en una de las ventanas que estaban cerca a su altura. Enrique se colocó en puntas para poder observar dentro de aquella ventana, Miguel estaba extrañado de lo que estaba haciendo su loco padre, pero se dió cuenta que de otra ventana se reflejaba la figura de una joven vistiendose sin darse cuenta de quién la estaba viendo.
- Es un pinche pervertido. Y luego me decía que yo no estaba para esas cosas. ¿Quién lo diría?- rió cuándo dijo ésto último, pero su gracia se desvaneció al ver que un agente de policía se acercaba a aquella zona. El Rivera no tardó en gritarle por su nombre pero este no le hacía caso, así que sin fijarse de los autos que pasarían por la calle, cruzo corriendo para poder al menos ocultarlo. Lastimosamente, la suerte mexicana no le ayudo en esta situación cuando el cofre de un auto lo hizo lanzarlo y chocar duramente en el asfalto. Cosa que hizo desmayar al joven latino al instante.
La oscuridad había inundado por completo a Miguel, no sabía por cuánto tiempo había pasado, si aquél viaje en el tiempo había ocurrido o si solo se tratara de un mal sueño. Sus manos sintieron la suave sábana de una cama, el aroma lo hacía recordar perfectamente a la de su hogar, así que aún con la confusión pensaba que solo estaba soñando. Hasta que decidió despertar para ver si en verdad lo que el concluía era la realidad. La habitación estaba en completa oscuridad así que no podía distinguir las cosas que yacían allí. Pero, una silueta femenina cerca de él le hizo pensar que era su madre.
-¿Mamá?...
-Tranquilo, no pasa nada.- sintió alivio al escuchar aquella voz.- Te diste un buen golpe en la cabeza. Parecía que ya mero colgabas los zapatos.
-Auch...tuve un sueño muy raro por ello. Ja, soñé que había podido viajar al pasado con Hiro, había visto cosas...y agh...
-No te sobre esfuerces. Lo bueno solo es un sueño, ahora estás en el gran año de 1955.
-Si...1955...¿¡Eh!? ¡¿1955?!- aquella femenina no tardó en encender la lámpara que estaba en la mesa de noche. Miguel se sorprendió al ver a la joven morena que se sentó a un costado de la cama. Era su misma madre, delgada, cabello brillante y piel rejuvenecida, podía hasta ver el leve rubor de sus mejillas en aquella piel canela.
- ¿Tú...? Eres...
-Me llamo Luisa. Luisa Esparza. Es un gusto.
- Ah...yo soy Miguel...
-Miguel.- dijo con una sonrisa tan inocente.- Es un lindo nombre. Sabía que eras también latino, pensé que solo los Rivera y los de la Cruz eran los únicos en este pueblo. - dijo mientras más se acercaba al moreno.
-Espera...ejem. Agradezco por lo que pasó, pero tengo que irme ya...mi amigo me está...-iba a levantarse cuándo notó que solo se encontraba en su ropa interior y no tenía sus pantalones.- ¿Dónde?...
-¡Oh! Si buscas tu pantalón, está allá en la silla. - Miguel como pudo se cubrió para levantarse pero su joven madre curiosa por tener a un muchacho en su habitación jalo un poco de la colcha que lo cubría. El Rivera notó está acción y se dió vuelta bruscamente para que ella no lo viera, pero para mala suerte el equilibrio no le ayudó. Su peso cayó de golpe al suelo haciendo un gran estruendo.
-¡¿Luisa estás allá arriba?!- gritó una voz de una mujer mayor.
-¡Ay no! ¡Ya nos va cargar! ¡Ten ponte los pantalones! - dijo la morena entregándole con rápidez su ropa y saliendo sin decir nada de la habitación. Miguel estaba ahora más desconcertado, se había topado con sus padres pero antes de eso, se había olvidado de un pequeño detalle, Hiro no se encontraba. Se había metido por completo en su idea de seguir a su padre que había olvidado que no estaba en esto. Se vistió lo rápido posible para poder salir a buscarle, pero se dió cuenta en el reloj que estaba en la pared que ya habían pasado de las nueve de la noche. Ahora sí estaba completamente preocupado por el asiático, porque si de algo sabía era que tenía una ora que ni lo podía ni comparar a su abuela paterna.
Pero, lo que no sabía era que su mejor amigo ya lo estaba esperando fuera de aquella casa y no de la mejor manera que se pudiera estar esperando el latino.
-De estás, me la vas a pagar Rivera.
Continuará.....
Helloooo gente bonita al fin reportandonos!!! XD lamento estar algo perdida pero al fin ya tengo organizado mis pendientes . Además que me ocupe haciendo algunas comisiones desde hace tiempo. 💕😊 Si estás interesado en alguno pueden visitar mi página de Facebook o un inbox por aquí en Wattpad. Si es que me avisa xD jajajaja mejor en Facebook.
Espero que les ande gustando está loca historia. 💕✨
Sin más, nos vemos en la siguiente!!!
Los amo!! 💕😊
Beka-san~
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top