Prologo
"Homecoming"
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La camioneta traqueteaba sobre la carretera vieja, levantando pequeñas nubes de polvo con cada curva. Ryan había olvidado lo solitarias que eran las rutas hacia Hurricane. Kilómetros de desierto interminable, salpicados por montañas distantes y árboles marchitos. El sol comenzaba a ocultarse detrás de las colinas, tiñendo el horizonte de un rojo intenso que parecía envolverlo todo.
Cuando el letrero oxidado y polvoriento de "Bienvenido a Hurricane" apareció junto a la carretera, sintió una punzada de melancolía. Había pasado años evitando este lugar, pero ahora no tenía opción. Su padre había muerto, y alguien tenía que encargarse de la casa.
En su niñez, Hurricane había sido el lugar donde la gran mayoría de sus mejores recuerdos y momentos felices habían pasado. Pero ahora esas memorias parecían ser de otra vida. La relación con su padre se había enfriado con los años, especialmente después de que se marchó a la universidad. Ahora, al regresar todo le parecía desconocido, como si el pueblo también lo hubiese olvidado.
A medida que avanzaba por la avenida principal, un destello de neón atrapó su mirada.
Un enorme cartel sobresalía entre los edificios desgastados, decorado con figuras femeninas de colores vibrantes, caricaturescas pero llamativas. La más prominente, una animatrónica con orejas y aspecto de oso, vestía un sombrero de copa y un chaleco ceñido, mientras extendía una mano como si estuviera invitándolo a entrar. Bajo ellas, un letrero rosa con letras cursivas leía:
"Frenni's Fazclaire Night Club"
Ryan frunció el ceño. No recordaba nada como esto en Hurricane antes. El logo brillaba como una contradicción descarada en el viejo pueblo, un lugar que parecía más adecuado para un parque de diversiones que para una avenida principal.
Un leve escalofrío recorrió su espalda. Desvió la mirada y siguió conduciendo hacia su antigua casa, no tenía intención de involucrarse con aquel lugar.
Tras un par de minutos más de camino, finalmente se detuvo frente a su antigua casa. Las memorias de su vida en esa casa parecían un sueño dado el aspecto actual de su antiguo hogar.
Las ventanas estaban cubiertas de polvo, y el jardín delantero, donde solía jugar, ahora era una maraña de maleza y pasto crecido. Al cruzar la puerta, el olor a madera vieja y humedad lo envolvió.
—Bienvenido a Casa.—murmuró para si mismo con una mezcla de melancolía y nostalgia.
Exploró la casa lentamente, dejando que los antiguos recuerdos fluyeran con tranquilidad. Las habitaciones estaban intactas, como si el tiempo se hubiera detenido en el momento exacto en el que se marchó, sobre la mesa del comedor se encontraba una antigua foto familiar en la que aparecían Ryan, su padre y su madre.
Acarició el cristal polvoriento de la foto con cariño y tristeza, por primera vez desde que ingresó a su antigua casa el peso de su soledad cayó dolorosamente sobre sus hombros. Con un suspiro dejó la foto en su lugar y se aventuró al piso de arriba.
Ahí en su antiguo cuarto, los posters descoloridos seguían en las paredes, y la cama rechinaba bajo su peso cuando se sentó. Fue entonces que mientras revisaba que no hubiera ratones o algún pequeño visitante indeseado, observó una caja vieja y desgastada bajo la cama.
Con cuidado, la sacó y la abrió. Dentro había una pila de documentos, fotografías y una libreta de cuero. Lo que llamó su atención fue un recorte de periódico con un titular:
"El futuro del entretenimiento adulto en Hurricane ha llegado: Frenni's Nightclub abre sus puertas".
Ryan se cuestionó el porqué su padre tenía un recorte sobre la inauguración de aquel extraño club, el no era la clase de hombre que iría a un lugar así, mucho menos tras el fallecimiento de su madre. Por la fecha del articulo el lugar llevaba abierto tres años, curiosamente había sido inaugurado unos meses después de que se fuera a la universidad.
Entonces se percató de una pequeña nota que se encontraba pegada sobre aquella libreta negra de piel, escrita con la letra de su padre:
"Ryan, si estás leyendo esto significa que encontraste la caja y que por consiguiente estoy muerto. Por ello quiero pedirte un gran favor... quema todo esto, desasté de todo y olvida lo que encontraste, sigue con tu vida y no mires atrás hijo. Y por lo que más quieras mantente alejado de ese Club...No sabes los horrores que esconden tras esas puertas."
Por favor olvídate de esto y mantente alejado de Frenni's y de Hurricane... es lo mejor.
Te quiere- Papá.
La intriga y confusión se apoderó de la mirada de Ryan, no entendía a qué se refería con lo escrito en aquella nota, pero de algo estaba seguro. Necesitaba respuestas.
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Frenni's Fazclaire Nightclub- 2:30 am-
El club estaba vacío. Las risas, los aplausos y la música estridente habían cesado hacía horas, dejando solo el eco del silencio en los pasillos oscuros del Frenni's Fazclaire Nightclub. Hudson Foster recorría el lugar con su linterna en mano, sintiendo el crujir familiar de sus botas contra el suelo. El chaleco de seguridad apenas ocultaba su contextura delgada, y cada paso que daba le recordaba los estragos en su cuerpo: dos discos fusionados en la columna, espasmos en su muñeca izquierda... cortesía de los maltratós de Lewis, su padrastro.
Incluso muerto el bastardo le seguía causándole problemas.
Suspiró profundamente mientras avanzaba. El dolor en su espalda era constante, pero se había acostumbrado a ignorarlo, al menos lo suficiente para sobrevivir una noche más en ese trabajo.
—"Otro cierre tranquilo"—pensó, mas para calmarse que por creerlo de verdad.
Mientras revisaba las puertas traseras, notó algo extraño. Una de las puertas estaba entreabierta, dejando salir un tenue destello de luz neón. Hudson frunció el ceño, esa habitación debía estar cerrada.
—¿Otra vez están fallando los sensores?— murmuró para sí mismo, apagando la linterna mientras empujaba la puerta con cautela.
El interior de la habitación estaba casi a oscuras, salvo por unos cuantos adornos de neón en forma de corazones rosados en las paredes. Frente a él, inmóvil, se encontraba una de las animatronicas: Frenni. Su postura era rígida, con una mano extendida hacia adelante como si intentara alcanzar algo. Hudson sintió un escalofrío recorrer toda su dañada espalda.
—¿Qué haces aquí... ?—preguntó en voz baja, aunque sabía que no tendría respuesta.
Se acercó lentamente, evaluando la situación. La figura mecánica parecía haber entrado aquí en automático y simplemente entró en modo reposo a mitad de su acción, posiblemente un fallo que debería reportar al área de mantenimiento. Resopló y extendió una mano hacia ella, con la intención de moverla devuelta a su camerino.
Fue entonces cuando lo escuchó.
Un sonido sutil, apenas perceptible. Era un crujido suave, como cuero tenso estirándose, acompañado de un leve roce, como el de la tela sobre la piel. Hudson giró la cabeza, con el corazón acelerado, y su linterna iluminó una silueta que se movía en la oscuridad.
Eran pasos. Lentamente rítmicos. Por un instante, podrían haber pasado por humanos, si no fuera por el leve zumbido que los acompañaba, como un motor diminuto funcionando en su interior. Hudson tragó saliva y retrocedió un paso, intentando enfocar mejor.
Allí estaba: Fexa. Sus ojos amarillos brillaban intensamente, y una sonrisa torcida adornaba su rostro mientras el garfio en su mano izquierda se balanceaba con un chasquido metálico.
—Bueno, bueno, ¿y a dónde crees que vas, lisiado?—su voz cargada de un tono burlón y un acento pirata que parecía aún más inquietante en la penumbra.
Hudson dio un paso atrás y sintió el sudor frío recorrer su frente.
—Mierda... —susurró antes de girarse y correr, ignorando el dolor agudo en su espalda.
El pasillo parecía más largo de lo normal, las luces parpadeaban sobre su cabeza mientras los pasos de Fexa resonaban detrás de él, más rápidos, más cercanos. Acompañados por ese zumbido apenas audible y el ocasional crujido de su piel artificial moviéndose con un realismo espeluznante.
—Corre, corre, marinero cojo. ¡Pero no llegarás lejos! —gritó Fexa entre carcajadas, su voz llena de una mezcla de burla y amenaza.
Hudson se tambaleó al llegar a una esquina, chocando contra la pared, pero siguió avanzando con todas sus fuerzas. Su meta estaba clara: la oficina. Si podía llegar, solo tendría que cerrar las puertas y mantenerse a salvo, al menos hasta que terminara su turno.
El dolor en su espalda era insoportable, y cada paso hacía que sus piernas temblaran como gelatina, pero no podía detenerse. La oficina estaba a pocos metros, y por un momento sintió una chispa de esperanza.
Sin embargo justo cuando estaba a punto de cruzar la puerta del pasillo izquierdo de la oficina, algo frío y firme se aferró a su pierna, haciéndolo tropezar y caer al suelo. Se giró rápidamente, jadeando, para ver a Fexa a pocos pasos de distancia, sus ojos brillando con un peligroso destello rojizo mientras el garfio en su mano izquierda hacía un aterrador chirrido contra la pared del pasillo.
—Ah, qué lástima. Pensé que serías una presa más entretenida de cazar. Supongo que estar roto por dentro te hace aún más inútil, ¿eh? —se burló, inclinándose hacia él con movimientos fluidos pero inhumanos.
Hudson intentó arrastrase hacia la oficina, pero el dolor de su espalda era insoportable. Extendió una mano hacia la puerta abierta, casi alcanzándola, cuando sintió el gancho de Fexa clavarse en su pierna y jalarlo hacia ella, desgarrando su piel en el proceso.
—¡No... no, espera!— grito, luchando inútilmente contra la fuerza de la animatronica zorro.
—No hay espera en este juego, marinero. —Fexa sonrió una vez más, mostrando aquel colmillo de oro que brillaba con la poca luz del pasillo. Antes de levantar una vez más su garfio.
El grito de Hudson resonó por todo el establecimiento, desgarrador y lleno de desesperación, antes de ser silenciado abruptamente.
Sentada en uno de los bancos cerca de la barra del bar, se encontraba Frenni, degustando un pequeño martini. Sus labios se curvaron en una sonrisa lenta y siniestra.
—Hora de cerrar el espectáculo... — murmuró, como si disfrutara del eco del último grito de Hudson.
Las luces del club parpadearon por unos segundos, volviendo a la normalidad rápidamente, como si nada hubiera pasado.
Mientras la linterna de Hudson yacía en el suelo, apuntando su luz hacia la oficina que nunca pudo alcanzar.
Continuará.
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¡Hola! Vaya que es una sorpresa actualizar este nuevo proyecto.
Sinceramente tenía años queriendo hacer una historia sobre esta versión de Fnaf, cualquier duda o comentario es bien recibido.
Estoy emocionado por contarles esta historia y espero hacer un buen trabajo con esto.
Originalmente iba a ser un crossover con Tlh pero creo que fue una buena decisión el finalmente intentar algo nuevo y en cierto modo original, alejado a lo que siempre hago.
Yo por mi parte me despido y nos vemos en otra actualización de esta o mis otras historias.
¡Hasta pronto!
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