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#Estilo_sam

-¡¿Mendoza?!- dicen fuertemente y subo la cabeza de golpe - ¿que si estás aquí?- pregunta la profesora Irma, da ciencias.

-Si- susurró cuando veo a todo el grupo de investigación escolar mirándome.

- Entonces... Presta atención - reprocha y sigue explicando sobre las bacterias unicelulares y de como responder un cuestionario. Por primera vez en mi vida no pongo atención a la clase y volteo cuando siento un silbido de parte de alguien.

- Hey - un chico me toca levemente el hombro. Me doy la vuelta y veo a Juanjo de 11-2 mirarme con una sonrisa, me pongo pálida de inmediato.

- Di... m... E. Dime- trato de hablar de forma clara, pero me resulta imposible.

- ¿En qué pensabas, que...? - pregunta sonriente y siento un poco de alivio, al ver que intenta hablar conmigo, este es el momento donde podría demostrarle a Andrea que no soy lo que ella cree, lo interrumpo.

- Es que ... Las bacterias... pues verás- cojo un poco de mi pelo rubio y lo instaló detrás de mi oreja, mientras comienzo a explicarle el proceso unicelular.

Él sonríe y le lanza una mirada a los chicos que se encuentran detrás de él.

- La pregunta que te hice fue, ¿en qué pensabas, que yo te estaba hablando a ti?. Te Estaba llamando para que le pasaras esto a Luisa.- él se echa a reír y tira un pequeño papel hacia mi lado de la mesa, no tiene suerte y cae al suelo lentamente, mientras que sus amigos le siguen las aguas y se ríen, al cabo de menos de cinco minutos el salón enteró, sabe de mi error, y esto segura de que además de pensar que soy una mojigata, también piensan que estoy necesitada de chicos. Antes de que la profesora regañe a todo el mundo, el timbre suena y mientras siguen riéndose y gritando, salen del pequeño laboratorio. Suspiro.

- Sam ... ¿Puedes venir un momento? - la profesora Irma aclarar su garganta y se sienta al frente de su escritorio, me indica que me siente en frente de ella y se atiza un poco el pelo rizado que lleva - Sam... ¿Pasa algo? Andas muy distraída. ¿Algo no va bien?- pregunta y mi mente quiere soltarle todos los líos que se encuentran en mi cabeza, que desde hace aproximadamente dos días, Andrea pretende que no existo, que no recuerdo nada de mi padre, que ya casi termino el año y estoy segura de que mi situación económica no amerita para estudiar medicina, que desde que entre a la secundaria mi ciclo social no es nada parejo. Quiero decirle todo eso, pero ella tiene sus problemas.

¿Por qué debería martirizarla con los de una chica adolescente que aún no sabe nada de la vida?.

- No es nada...- miro hacia todos lados, buscando algo que me ayude a salir de aquí.

- Sam... ¿No has pensado en tener?, no sé mm ¿amigos?- trata de ser lo menos ruda. Posible y eso me reconforta un poco, aunque no puede estar más incómoda que yo en estos momentos.

- Si- susurró, pero no me ha oído. Dura un tiempo en silencio y sé que se está enroscando el cabello con el dedo índice.

- Mira... Sam, sé que tienes metas y todo eso y en realidad eres mi mejor alumna, los demás solo... No les prestes atención... pero es tu último año. ¿No quisieras por lo menos tener un amigo que recordar?-habla suave como intentando no herirme. ¿Me duele?, si, me duele, pero por lo menos ella se preocupa por mí.

Intento recordar todas las veces que he intentado tener amigos, todas. Cuando iba a preescolar y quería ser amiga de todos, llevaba dulces y galletas Rondallas para mis "amiguitos" pero entonces se fue papá y la verdad... no me dolió, creo que a mi corta edad, no sentía nada respecto a la separación de ellos. Sin embargo, desde esos días no supe que era tener amigos.

En tercero trate de andar con las niñas de cuarto, para parecer mas sociable pero al igual, ninguna de ella me acepto y me lo demostraron muy bien.
Limpio una lagrima que cae de mi mejilla.

En noveno cuando ataron mis patines por los pies y al bajar de la rampa con una consecuencia de hacerme magulladuras y haberme roto el brazo, conocí a Andrea y hasta ahora, hasta una semana atrás, ella igual me dejo así como lo hizo mi padre.

Yo sabia quien hizo lo de los patines pero seria igual que ellos si decía algo, ¿seria mala?, eso pensaba mi mente. Que yo era la mala.

- ¿Me puedo ir? - pronunció con la voz un poco ronca, me froto las rodillas y controlo el impulso de balancearme en la silla.

La profesora suspira y da una palmada, que me hace saltar en el asiento

-Ve con cuidado- dice y se da la vuelta para recoger unos papeles, me apresuró, cojo mis libros, me los coloco en el pecho y salgo al pasillo empastado de gente. El timbre suena, así que salgo sin ser vista por nadie y me dirijo unas 5 cuadrados abajo, doblo por dos esquinas y apenas llego a abrir la puerta de la pequeña casa color coral, cuando la señora María, mi vecina, me llama desde su terraza. Me azuzó los lentes que se pasan resbalando, cruzo la calle y me acerco a ella.

-Señora Maria- saludo con cariñosamente y ella sonríe mostrando solo unos cuantos dientes, la señora maría es la viejita más hermosa y buena que he conocido en toda mi vida, su esposo, el señor Raúl ha estado en casi todas las partes del mundo. Ha sido piloto de las fuerzas aéreas de Colombia, viajo a la amazona y se quedó 3 días en la tribu wayu, estuvo en el ejército e incontables, cosas más que hacen volar mi imaginación a sitios indescriptibles. Es por ellos que el amor me suena a un sueño hecho realidad.

- Monita - chilla la señora María, cuando me acercó aún más, me levanta con un enorme abrazo y me jala adentro de la casa. El calor que hay en el ambiente es impresionante- Mira- entra por la casa de cemento macizo que está pintada de un verde manzana y me señala el pequeño portátil HP- Como la otra vez me enseñaste a manejar el correo, me di cuenta de que llego algo, pero no lo he revisado, no se nada de esto- ríe y el gran pecho que tiene se hincha antes de que comience a toser después.

- Tranquila- le toco poco a poco el hombro y ella me sonríe, saca una silla del comedor rústico y me siento mientras ella coge las gafas.

-Veamos que tenemos- comienzo a revisar el Outlook de ella y solo hay unas cuantas informaciones del banco.

- ¿Es algo para mí? - pronuncia y yo me azuzó un poco más las gafas.

-No... bueno, solo hay cuentas de banco - le sonrió y trato de levantarme del asiento.

- Sam... ¿Por qué no revisas lo de tu curso?-me estimula y da ganas, le sonrió a modo de gracias, pero creo que por hoy no aguanto otra decepción.

- Gracias, señora María, por todo. Por prestarme su computadora todas las semanas para el curso de inglés y por los útiles de Camila, pero no creo que me elijan, jamás. Para esa beca, ¿sabe cuantos estudiantes hacen ese curso?, los mejores de Colombia y siempre Lo gana los que tiene facilidad económica, con solo ver eso, ya me dicen que no puedo. No elegirán a alguien de estrato menor y que solo estudia en un colegio público. No lo harían.- le digo antes de salir por la puerta delantera. Tiene la mejor casa del barrio y hasta la mejor mente positiva

- Samanta, ¿te acuerdas de lo que te dije?¿De como obtuve todo esto?. ¿De como gracias a mi esfuerzo mis hijos están en los estados unidos?. Sam, yo conseguí una vida estable y feliz cuándo decidí dejar de decirme que soy lo que ellos dicen. Escúchame, Sam, somos muchísimo más de lo que nos dicen que somos, mucho más. Es difícil, claro que lo es, demostrarle al mundo que existes y que tienes una voz es difícil Pero no imposible.

Sus palabras me llegan al corazón y comienzo a pensar en ellas. Tal vez no sea tan malo, que dentro de mí allá algo de esperanza, de igual forma, es lo último que se pierde

- Mañana ven a las 4:00, y vemos si tu correo tiene una de esas notificaciones billonarias- sonríe y me guiña un ojo, asiento, me despido y cruzo la carretera hasta que estoy en la puerta de mi casa. Tal vez sea cierto, tal vez todo pueda ser real. Al fin y al cabo, uno puede salir del nido y si no funciona, uno puede regresar a él.

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