A
#Estilo_America.
Cierro los ojos y los abro de inmediato con toda mi adrenalina corriendo por las venas.
Le doy otro trago a mi Heineken.
El hombre fuerte y seguro que se encuentra enfrente de mí, va perdiendo los estribos y menciona un "hija de puta" cuando mi bola número dos impacta con la suya y entra justo al hoyo. He dado en el taco. Los miro, sonriendo.
- Bueno... señores, ¿qué puedo decir?. No siempre se gana - mi voz de triunfadora mamarracha, salta a la superficie, junto a los quinientos dolores que están sobre la mesa, los agarro y los meto entre mis tetas.
- Nos vemos, cuando quieran volver a perder- guiño un ojo y salgo del pequeño y mugriento bar.
¿Ahora qué hago?. Puedo ir al pub que está en la esquina y tomar otras cervezas a costilla de unos inútiles que me las paguen o ir a mi casa y encontrarme con Silvia...
Mis pies comienzan a caminar al pub de la otra cuadra, donde segura podre ganar más que billetes verdes.
Al entrar visualizo a Sebastian sirviendo unos tragos, me llevo la mano a la frente y lo saludo como un sargento, él sonríe pecaminosamente y se dirige hacia mí.
- Hola- dice cuando llega a mí, el delantal lo hace ver un poco más bajo, pero la sonrisa que me lanza lo mantiene sexi.
- Hola - yo no sonrió, soy seca, pero... ¿qué más da?.
- ¿Vienes a beber algo? - me mira algo raro y detecto por la forma en la que desvía la mirada de mi cuerpo, que es por la forma en la que estoy vestida.
- Si y a...- miro alrededor donde hay muchos chicos bailando y chicas mirando a todos mientras cotillean de cualquier estupidez- Divertirme- comento después de contemplar la que suele ser mi mercancía.
Lo dejo antes que me conteste y voy hacia la barra, donde cojo unos chupitos gratis y me quito la chaqueta.
Tal vez vaya vestida, muy exuberante, pero me veo bien, las mayas que recorren todas mis piernas hasta mis muslos son negras y matan la pasión y la mini falda café no hace más que subirme el ego, además que el top rojo tinto que utilizo me hace ver alta y con las tetas más grandes de lo normal, pero lo que más me gusta de mi aspecto son las líneas de rimel que cubren mis ojos verdes y el expresivo rojo que combina con mis labios.
-Vaya mercancía- un chico alto y con cabello rojo cobrizo me mira como un tiburón hambriento. Y se de inmediato quien será mi presa hoy.
Solo le sonrió.
- ¿Quieres algo de tomar, gatita? - dice con voz áspera mientras se acerca más ami. Detesto que me llamen gatita o amor o nena. Lo odio. Odio los apelativos.
- Me regalas una Heineken -le digo al barman, que es un hombre calvo y recto cuál asiente y a los pocos minutos vuelve con una Heineken y una corona.
El pelirrojo y yo damos tragos.
- Entonces... ¿Estás sola? - pregunta.
- ¿Tú qué crees? - él sonríe y me mira de pies a cabeza.
- Con ese cuerpo, chula, yo creería que no, pero tendré la esperanza de que si estás sola.
- Acertado- digo cuando termina su mini discurso, entonces empieza a sonar un bajo lento por los altavoces del bar y antes de que diga algo, lo agarro por el cuello y lo llevo a la pista.
- Vaya, sí que eres ruda - me coge de las caderas y me pega a su matutina erección. Yo comienzo a restregarme contra él.
La canción sigue y nos movemos más y más juntos, cuando la melodía se vuelve más lenta, prácticamente siento su apestoso aliento en mi cuello y sus manos tocando mis piernas. Mi adrenalina sigue subiendo cada vez más y el calor me arrebata el cuerpo.
- Bailas tan rico - se mueve más hacia mí y yo no digo ni una palabra. Este tipo no me gusta, pero gracias a que he estado bailando con él toda la noche, me he ganado cervezas y comida, completamente gratis. Me volteo y comienzo a bailar frente a él, gime en voz baja. Volteo por su hombro y al final del pasillo, pasando unas cuantas cabezas de gente bailando peor que nosotros, veo esa figura que me mira con decepción.
La música acaba y el chico se despega de mí. Volvemos a la barra.
- ¿Tú vives aquí, no? - me pregunta
-¿Canadá? -pregunto.
- Si, chula - dice y yo me asqueo un poco más.
- Si- digo.
- ¿Cuál es tu edad?- vuelve y pregunta y ya sé que trama, es el típico juego de quiero saber de tu vida antes de follarte y la verdad yo solo quiero ir al grano.
- Sabes ...no me gusta a hablar de mi vida - tomo otro sorbo de la sexta cerveza.
-Oh, solo no quiero que sientas presión.
- ¿A qué?- ¿Yo sentir presión?, Jamás.
- Pues a acostarte conmigo.
- Solo vámonos- es lo único que se me ocurre decirle y a él se le ilumina los ojos.
- Iré por mi chaqueta -se acerca a mí, me estruja la pierna para luego perderse de mi vista entre la multitud que baila ahora una canción más lenta.
Me doy vuelta en el taburete y le digo al viejo calvo que sirvió las bebidas, que me pase el saco que seguro Sebastian guardo.
-¿Te vas con él, verdad? -Sebastian está junto a mí .
- Sí.
-¿Por qué?, no lo conoces y si te hace algo. America... Por favor
-Es mi decisión, solo me estoy divirtiendo, además a nadie le importa si voy o no con él.
- A mí me importa - se acerca más y me coge las mejillas, entre la multitud bestial sus ojos marones me captan.- No vayas con él.
- Sebastian... No eres mi padre ni madre -me quito su cuerpo de un empujón, sus manos quedan lascivas en ese instante, me levanto y tambaleo un poco, seguro porque el alcohol ya está haciendo efecto. El pelirrojo se acerca.
- ¿Me extrañaste guapa? - dice chirriante y yo solo miro a Sebastian que me mira fulminante y no sé porque, pero cojo al pelirrojo del cuello y le meto la lengua hasta la garganta, cuando este quiere más me retiro e inmediato miro hacia Sebastian, otra vez, que tiene cara de tristeza y decepción. Que le den.
Camino con el chico hacia la entrada dejando atrás a Sebastian, justo antes de salir y colarnos en un Audi negro, el pelirrojo me pegunta.
- ¿No quieres ni por lo menos saber mi nombre?- quiero decirle que me vale su puto nombre, al final ni lo recordaré de lo ebria que estoy, pero opto por decir
- ¿Cuál es tu nombre?
- Javier- él arranca el Audi
- y eso de que me sirve
- Pues ya sabes que es lo que vas a gritar toda la noche- yo sonrio en mi asiento y pienso en follármelo aquí mismo.
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