𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 3
Ryū se encontraba junto a Kae en clases de E. F. viendo a la pelimorada jugar voleibol.
Estaba con su celular sentado en las barras, cuando ve la pequeña figura de Shion, que su amiga les había regalado a los cinco, decoraba una de las esquina de la carcasa que protegía su teléfono.
— Es la primera vez que veo los nuevos muñecos miniatura ¡Son tan lindos! — chilló emocionada — Hasta tienen marcada la línea del trasero otra vez. ¡Lo entiendo a la perfección! Um, como una forma de agradecimiento por lo de hoy me gustaría darle uno de estos a cada uno de ustedes.
Los chicos los recibieron sombríos.
— Gracias — agradeció Mutsumi con una sonrisa calmada.
Ryū sonrió ante el recuerdo.
— Tan tierna, mi linda Kae-chan.
— ¡Yo me encargó! — el fuerte grito de la pelimorada, lo sacó de sus pensamientos.
Pudo notar como su mejor amiga alcanzó a bloquear el balón de voleibol y todos comenzaron a elogiarla.
— Wow, que impresionante — dijo A-chan observando a la Serinuma con estrellas en los ojos — ¡Siempre supe que eras bastante atlética y eso, pero nunca imagine esto! Siempre has sido bastante rápida para saltar de lado a lado.
— Eres genial, Kae-chan — el azabache la felicitó con una enorme sonrisa en su rostro.
— Estoy honrada por sus elogios — agradeció — ¡Mi cuerpo es tan liviano ahora! ¡Que es como si me hubieran crecido alas!
La castaña y el de hebras negras solo la miraban con una gota de sudor en la cien.
— Wa~ se le está yendo directo a la cabeza — le susurró A-chan a su amigo, quien rió divertido.
— ¡Que hermosa atrapada de rotación! — Igarashi se acercó junto a Nanashima, felicitando a la pelimorada.
— ¿Qué rayos pasa con esta atmósfera?
— Entonces, ¿ves mucho fútbol, Serinuma-san? — preguntó Mutsumi.
Ya era la hora del almuerzo así que encontraban los seis sentados en una de las mesas del comedor.
— ¡Si! ¡Siempre he animado a Gazel de Erias en Ina-ele!
¿Es algún tipo de hechizo? Pensaron los demás, menos Ryū y Mutsumi.
— Ya veo.
— Aunque he visto varias obras, nunca he participado en uno, por lo que necesito práctica — comentó la chica — Por eso a partir de hoy, estaré practicando en el equipo de fútbol femenino.
— ¿Estas segura, Kae-chan? — Ryū no pudo evitar preguntar — Que seas atlética no quiere decir que puedas jugar fútbol.
— Totalmente, Ryū-kun — exclamó con determinación en cada una de sus palabras — Sé que puedo hacerlo.
El azabache la miró en silencio unos segundos para luego suspirar con una sonrisa.
— Bien, sé que lo harás bien — dijo ganándose un abrazo por parte de la fémina.
— Eres el mejor, Ryū-kun.
Shinomiya y Nanashima se pusieron celosos del Satō, por haber recibido un abrazo por parte de la única mujer en la mesa. A diferencia de Igarashi, que por alguna extraña razón, estaba celoso de Kae. Aunque rápidamente apartó esos sentimientos.
Tienes que estar celoso de Ryū, no de Serinuma, se regaño mentalmente.
— No te preocupes por el club de Historia por el momento — interrumpió silencio que se había formado, el mayor de los seis. Kae deja de abrazar a Ryū para prestar atención a su senpai — Te deseo buena suerte y voy a ir a animarte.
— También te voy a apoyar, así que cuenta conmigo, por favor — habló esta vez Shinomiya, enojando a Igarashi.
— ¿Debería entrenarte? — le preguntó — Pienso que sería útil.
— ¿Eh? ¿Hablas en serio? — le preguntó Kae — ¡Gracias!
Ellos de veras que van con todo, pensó el rubio tomando su caja de jugo. Todos menos él.
Observó como el Satō solo se enfocaba en terminar su almuerzo y estar pendiente al teléfono, que en prestar atención a lo que hablaban los demás.
— Pero... estoy muy ocupado con mis propias actividades del club, por eso no te podría ayudar todo el tiempo — pensó Igarashi en voz alta — Oye, ¿qué tal si le enseñas tu, Nana?
El rubio lo observa sorprendido por la pregunta de su amigo.
— No cuentes conmigo — suspiró cerrando sus ojos — No es como si alguien se volviera bueno con solo prácticas en las mañanas y en las noches.
— Pero no puedes saber eso si no lo intentas siquiera — intentó la pelimorada.
— Normalmente, un novato que sólo ha practicado una semana, sería un estorbo — aprieta el envase vacío.
— Voy a practicar para que eso no suceda — exclamó emocionada — ¡El balón es mi amigo! ¡Nos vamos a llevar bien!
Ryū, que levantó su mirada un segundo, pudo observar al rubio molestarse.
— ¡Eso no va a pasar! Incluso Tsubasa se pasaba 24/7 con el balón antes de que se hicieran amigos — le gritó.
— No es la cantidad de tiempo, sino la calidad lo que es importante — le gritó de vuelta Kae.
— Si, la calidad del tiempo es importante también, pero no te burles de Tsubasa-kun. ¡Incluso el balón tiene derecho a escoger a sus amistades!
— ¡No seas malo! — se quejó.
— Ya ya, tranquilo — intenta calmarlos Mutsumi.
— Tanquilizate, Nana. ¿Qué te pasa? — Yūsuke estaba extrañado por el comportamiento del rubio.
— Lo que sea, no me importa. Has lo que quieras — Nanashima se voltea, alejándose del lugar.
Malditos otakus, se queja sin mirar atrás.
— Tsk, ¿que le pasa a ese tipo? — murmura Kae dejándose caer en su asiento, cuando se da cuenta de algo importante — ¿Eh? ¿Y Ryū-kun?
— ¿No estaba recién aquí? — preguntó Igarashi volteado a todos lados para intentar buscar al azabache, sin éxito.
— Mientras discutían, le entró una llamada. Parecía importante ya que se fue después de colgar — informó Mutsumi sonriendo calmadamente.
— ¿Llamada? — preguntaron al aire.
— ¿Por qué me llamas en la escuela? Sabes que no puedo perder clases — se quejó observando a un muy atractivo chico de hebras blanquecinas frente a él.
— ¿Qué? ¿Ahora no puedo venir ver a mi lindo hermanito? — preguntó Daiki abrazando por los hombros al menor, acercándolo hacia él.
— Si mamá se entera que me sacaste de la escuela, se va a molestar.
Ambos se detiene en seco y se estremecen ante el terrorífico recuerdo de su amada madre cuando estaba molesta.
— Si... lo mejor será que no se entere — soltó con una mueca, asintiendo.
— Opino lo mismo — el azabache concordó con su hermano.
Daiki tenía la costumbre de ser muy espontáneo a la hora de ir a ver a su hermanito. Podía estar haciendo cualquier cosa, estar en medio de una prueba, en una importante clase, hasta pasando tiempo con Ren, su novio, pero cuando le entraban ganas de ver a su hermanito pequeño, iba. Sin importarle nada. Y eso Ryū lo sabía muy bien, por lo que hace años se resigno a que su hermano lo raptara a X lugar siempre.
— ¿Qué vamos a hacer? — preguntó observando a los niños correr en el parque.
— Mmm — susurró el mayor con una expresión pensativa — Vamos por un helado — sugirió finalmente luego de unos segundos, sonriendo satisfecho por su increíble idea — Después vemos que más hacer.
Suspirando, siguió a su hermano hasta una pequeña tienda de helados artesanales.
— Hola, buenas tardes. Me podría dar un helado de chocolate y uno de piña, por favor — pidió el de hebras blancas a la chica que atendía el lugar.
— S-si — respondió la chica sonrojándose.
— Y ahí va una más — dijo el menor observando a la chica alejarse.
— ¿A quién le importa? — le restó importancia — Todo esto... toda esta perfección — se señaló, haciendo que Ryū rodara los ojos por el narcisismo de su hermano — Todo yo, le pertenece solo a mi amorcito.
Daiki sonrió al recordar a su amado novio. Amado novio el cual ahora debe estar enojado con él por haberlo dejado solo en medio de una cita que estaban teniendo antes de que se le ocurriera visitar a su hermanito.
El de ojos azul cielo se estremeció al recordar como era su novio cuando se molestaba con él.
Bueno, que el Daiki del futuro se preocupe por eso.
Y así pasaron la tarde. El mayor llevando de un lado a otro a Ryū hasta que llegaron a altas horas de la noche a su casa, siendo regañados por la Satō.
— Ni se te ocurra volver a traer tan tarde a Ryū, ¿entendido, Daiki? — preguntó con notable molestia en su voz — Y tampoco lo vuelvas a sacar de la escuela.
Ryū estaba sentado en la mesa cenando tranquilamente junto a su padre mientras observaba a su hermano arrodillado frente a su madre, cabizbajo.
— Si, mami — respondió obedientemente.
— Bien. Ahora, siéntate a comer.
Daiki al instante se sentó en la mesa frente a su padre, quien miraba a su hijo mayor con una expresión de burla mal disimulada.
El peliblanco se molestó para luego de unos segundos, sonreír con altanería.
— Mami~ — la llamó con una falsa sonrisa inocente — ¿Sabes quién se comió el pastel que habías dejado dentro del refrigerador la otra vez para comérlo después?
— No, ¿quién fue?
Aquí vamos, Ryū suspiró apresurandose en terminar para poder escapar. Mirando a su padre, el cual empezó a sudar frío.
— Fue papá.
Y así fue, como Daiki Satō, sentenció el destino de su padre.
Fuiste un buen padre, le hablo telepaticamente el menor. Siempre te recordaremos. Amén.
— Lo sabía — inmediatamente la Satō volteó a ver a su esposo, que se puso pálido en el instante en el que sus ojos azules se encontraron con los hermosos ojos violeta de su esposa.
— C-cariño, y-yo no sabía que era t-tuyo — intentó excusarse.
Daiki solo miro a su padre con una expresión de: "Temblaste, puta. Temblaste". Mientras se reía internamente.
— ¿Y por qué cuando pregunté quién se había comido mi pastel no dijiste nada?
— P-pues...
Si alguien hubiera pasado a esa hora de la noche afuera de la casa de los Satō, lo único que hubieran oído, serían unos gritos llenos de agonía provenientes del patriarca de la familia.
— Agh, que sueño.
Ryū bostezo mientras miraba a su mejor amiga entrenar. Estaban ellos dos solos, ya que los demás estaban ocupados con sus clubes.
— ¿No pudiste dormir bien, Ryū-kun? — se detuvo unos segundos para mirar con preocupación al doncel.
— Daiki-nii se quedó a dormir en casa — explicó estirando un poco su cuello, tronandolo — Y sabes que cuando viene, siempre duerme conmigo en mi habitación.
— ¿Daiki-kun, vino? Eso explica porqué ayer desapareciste en medio del almuerzo y no fuiste a la última clase que teníamos.
— Es tan espontáneo — se quejó haciendo reír a la Serinuma.
— Recuerdo esa vez que estábamos en medio de un examen y se le ocurrió venir a retirarte.
— Kae-chan, no te rías de mis desgracias.
La pelimorada sólo rió con más fuerza, sacando una pequeña sonrisa al azabache.
— ¿Vas bien con el entrenamiento? — le preguntó cambiando de tema.
— Algo así — sonrió apenada.
— Si supiera de fútbol, te podría ayudar — se lamentó el Satō.
— Oh, Ryū-kun. No te preocupes. He mejorado. Mira.
La fémina se concentra y patea el balón, llegándole de lleno en el rostro.
— ¡Kae-chan!
Corrió preocupado hacia su amiga.
— Oye, tu — ambos se giran, encontrándose con Nanashima subido en la reja — ¡¿Qué demonios pasa con esa curva?! ¡¿Acaso estas haciendo el tonto?!
— ¡¿N-nanashima?! — preguntó Kae — No estoy haciendo el tonto, es solo que, cada vez que lo pateo, siempre regresa a mí dando la vuelta — explicó con desgana — Se va para el otro lado
— ¿Qué?
¿Eso es gravitacionalmente posible?
— Me pregunto si el balón... no quiere ser mi amigo — se lamentó la de hebras moradas.
— ¿Acaso estas hablando en serio? ¿Hablas en serio? — preguntó molesto.
— Ah... no... lo siento.
— Sabes, ¿por qué no te rindes? — se rasco la nuca mirando hacia otro lado — Aún si lo dejas ahora, ellas van a estar bien, ¿no es así? No es como si una principiante pueda hacer milagros en un partido.
— No.
Nanashima voltea a mirarla sorprendido.
— Tienes razón, Nanashima-kun — concordó — Soy muy ingenua. Aún si hiciera todo lo que está en mis manos, en realidad no hay forma. Pero solo por esta vez quiero hacer todo lo que pueda. ¡No quiero rendirme!
La chica alzó la mirada con determinación.
— Kae-chan.
Ryū miraba a su mejor amiga con estrellitas en sus lindos ojos.
— Intenta de nuevo — habló Nanashima sosteniendo el balón frente a la chica — Probablemente estas haciendo algo raro cuando golpeas el balón. Tal vez es tu tobillo o la forma en la que balances la pierna — intentó encontrarle una explicación a su error — No quieres rendirte, ¿cierto? ¡En ese caso haz lo que puedas! ¡Te apoyaré!
— Nanashima — lo llamó Ryū haciendo que el rubio lo voltee a ver, encontrándose con unos atrayentes ojos azulados brillantes y una hermosa sonrisa, que hizo que su corazón se detuviera un instante — ¡Eres tan genial!
El azabache salto a abrazarlo, ocasionando que Nanashima quedará estático, sin saber como reaccionar a tal muestra de afecto.
— ¿E-eh? — un intenso sonrojo adornó sus mejillas.
— Tan genial — frotó su mejilla contra la del contrario — Muy genial.
Kae miraba en silencio tal acción, conteniendo el grito de felicidad que quería salir desde lo más profundo de su ser al ver esa muestra de yaoi en vivo.
— Je, je, je — se reía en voz baja.
A lo lejos, tres chicos los observaban.
— ¿Por qué está Nana aquí tan tarde? — preguntó Igarashi intentando ignorar la presión que sintió en su pecho al ver al azabache abrazar a su mejor amigo y frotar su mejilla con él.
— Ah, es cierto — habló el mayor, Mutsumi estirandose un poco para poder ver mejor.
— Si tan solo hubiéramos terminado antes, podríamos haber venido aquí antes — se quejó Shinomiya mirando con enojo al rubio que aún era abrazado.
— Oh, bueno. También es bonito ver que los otros se llevan bien — Asuma sonrió.
Se encontraban los cinco observando a Serinuma Kae jugar el partido.
— Están arriba por un punto, pero se les está acabando el tiempo — notó Igarashi.
— ¿Solo les quedan como 2 minutos?
— Así es. Parece como si... ellas tienen un plan.
Ryū solo observaba en silencio.
— Ryū-kun — el nimbrado aparta la mirada y se encuentra con los ojos verdes de Igarashi — Después del partido, ¿tienes algo que hacer?
Todos se quedaron en silencio.
— ¿Eh? ¿Por qué le preguntas eso? — preguntó Nanashima confundido.
Su mejor amigo solo lo ignora observando fijamente al doncel en espera de su respuesta.
— No realmente — respondió en un susurro.
— ¿Podríamos salir? — ante las miradas perplejas de los demás, sonrojándose rápidamente agregó — Quisiera que me ayudaras en algo, si no es mucha molestia.
El Satō ya se hacía una idea de que podría ser que lo necesitará su ayuda, así que sonriendo dijo:
— Claro, puedo ayudarte.
Antes de que Nanashima y Shinomiya pudieran decir algo, se oye un grito y al girar, gritan:
— ¡¿A donde estas apuntando?!
Ryū se rió con fuerza al ver como el plan de su Kae-chan funcionó.
— ¡¿Qué fue eso?!
— ¡¿Cómo es que hizo un gol si estaba viendo para otro lado?!
— ¡¿Hizo una curva?! ¡¿Hizo de verdad el balón una curva como esa?!
Los gritos atónitos de las personas solo hicieron avivar aún más la risa del azabache. Ahora siendo seguido también por el rubio.
— ¡No lo puedo creer! Ja ja ja ¡Que idiota! Mira, Ryū — riendo llamó al doncel — ¡Lo hizo!
Provocando que se rían aún más mientras los demás los miraban sin entender.
— ¿Y por qué cuando estés cerca del arco, no mejor golpeas hacia otro lado? Asi quizás el balón pueda caer al arco y hagas un gol — le sugirió a Kae, quien lo miraba como si acabara de decirle que su husbando supremacy en realidad, era real.
— Oye, no es mala idea — concordó Nanashima sonriéndole al doncel.
— ¿Qué no te habías rendido? — le preguntó Igarashi al ver en su teléfono al mini Shion que Kae les había regalado en su primera y única salida
— ¿Ah? Cambié de opinión.
— Que mal.
— Como sea. Creo que comenzaré de nuevo — musitó el rubio observando inconscientemente al azabache, se se encontraba intentando que su mejor amiga resucitará.
Desde ese momento, un nuevo rumor empezó...
— ¡¿Cómo ves?! Igarashi y Nanashima tienen el mismo llavero en sus celulares — le dijo una chica a su amiga.
— ¿Qué? Eso es sospecho — se rió.
Kae junto a Ryū las escuchaban cotillear desde la distancia.
El azabache observó como su amiga sonrió satisfecha por los rumores y él solo pudo negar con la cabeza, sonriendo.
Holii, tanto tiempo ♡
Aquí les traigo un capítulo recién salido del horno, así que disculpen si hay alguna falta ortográfica que no haya notado.
Voy a comenzar a escribir más seguido así que quizás haya nuevo capítulo la próxima semana.
Se despide, Sehee ♡
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