Familia
Familia
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Paseaba entre los pasillos de la esplendorosa mansión de los Vongola en Italia, encaminándose con un montón de papeles en sus manos hacia el despacho del dueño del lugar y su jefe.
Aunque, si lo pensaba bien, lo cierto era que jamás había visto al castaño como tal. Para él y los demás guardianes, Tsunayoshi era un amigo en el cual se podía confiar para lo que fuera, y alguien temible cuando se enfadaba.
El bebé le había enseñado bien, quizá demasiado. Aún sentía el frío en el cuerpo de la última congelación que se había llevado de parte del castaño por pelear con la piña herbívora.
Miró la primera hoja del montón de papeles que tenía que firmar Tsuna. No se sorprendió al ver su nombre en ellos.
Sabía que su pequeña disputa con el ilusionista en Australia mientras hacia un viaje de reconocimiento, había provocado algunos destrozos insignificantes. Por ende, más papeleo para el castaño.
En su opinión, exageraban demasiado las cosas. Además, su culpa no era, pues si Tsunayoshi le hubiera enviado solo en vez de con la piña —quien era responsable al provocarle—, no tendría tanto trabajo.
Al cabo de unos minutos, estuvo frente a la puerta del despacho del décimo Vongola, y la abrió sin siquiera tocar. No era mucho de formalidades, pero sabía que contadas personas tenían derecho a tal atrevimiento.
Encontró al castaño firmando una hoja con una mueca hastiada y refunfuñando algo, signo de que estaba cansado de tanto trabajo. En su escritorio se veían montañas de papeles apilados, y por un instante se compadeció de él.
—Si me dejaras eliminar de una vez a la piña herbívora, seguramente no tendrías tanto trabajo —comentó, y el cielo alzó la cabeza para mirarle.
Se acercó al escritorio y dejó la pila de papeles que portaba en donde pudo, dado que ya casi no había espacio.
—Si dejarais de pelearos ni bien os veis, te aseguro que solo tendría cinco hojas —replicó, suspirando al ver la nueva cantidad de trabajo que le traía.
—La piña es el que provoca, no es mi culpa —reiteró sus pensamientos anteriores, encogiéndose de hombros y dándose la vuelta, empezando a caminar.
Era mejor no distraerle del trabajo, o el niño le haría sufrir las consecuencias a él también.
—Quizá debería congelaros a los dos juntos, así quizá os llevéis mejor —escuchó la queja del castaño antes de retirarse y esbozó una fugaz sonrisa, saliendo finalmente del lugar.
Volvió a pasear entre los pasillos, esta vez en dirección a su habitación. Esperaba no ser congelado nuevamente, pues la inactividad le producía un malestar en su cuerpo de manera insoportable, además de que, al salir del congelamiento, tenía que estar una semana junto a una manta aunque fuera el día más caluroso del año, y no lo soportaba.
Mientras caminaba, pasó por una sala que era extremadamente ruidosa. Seguramente, dentro estarían los demás guardianes, haciendo de las suyas otra vez.
Decidió no entrometerse, pues Tsuna ya estaba molesto con él por lo ocurrido en Australia y no se arriesgaría a ser congelado.
Esos herbívoros podían ser bastante destructivos, y por ende, el papeleo del cielo aumentaba de sobremanera, algo que no era especialmente de su agrado.
Pasó de largo, ignorando una explosión que se había producido en la sala. Agradecía que su habitación estuviera en un ala lo bastante alejada de la multitud que vivía en la mansión.
Nunca le habían gustado la presencia de mucha gente en un mismo lugar, y aunque a los guardianes los soportaba por ser ellos, no solía acudir a las fiestas que a veces se celebraban en la mansión.
Suficiente tuvo con la dichosa ceremonia de sucesión, a la cual únicamente asistió por la petición del cielo, quien sabía su poco gusto por las celebraciones pero requería de la presencia de todos sus guardianes.
A cambio, el castaño le había adjudicado una habitación especial, con acceso a la mansión pero insonorizada y con cierta lejanía. Así podía sentirse a gusto y disfrutar del hermoso paisaje italiano que le ofrecía su ventana.
Llegó a la puerta de su cuarto y la abrió, siendo recibido por su mascota Hibird, y una brisa primaveral que había entrado a través de la abierta ventana, agitando sus cabellos azabaches.
Sonrió levemente, cerrando los ojos. No se arrepentía de su decisión de ir al país europeo, dejando su querida ciudad atrás. Si hubiera sido por cualquier otra situación, seguramente hubiera rechazado la idea de irse de Namimori.
Sin embargo, no quería dejar ir a su nueva familia, por muy revolotosa que esta fuera. Además, debía de devolverle el favor al castaño, porque gracias a él había encontrado su lugar en el mundo.
Aunque no es como si lo fuera a admitir. Por ello, siempre que el cielo le preguntaba las razones de su decisión, él sólo le contestaba amenamente o, la mayoría de veces, le evadía.
—Kufufufu, alondra-kun, ¿qué haces ahí parado? —abrió los ojos al oir la voz del ilusionista. Este se encontraba fuera, apoyando sus brazos en el alféizar de la ventana, sonriendo.
Una ilusión. Su habitación se encontraba en la cuarta planta.
—Dejate de juegos y dime que quieres, piña herbívora —contestó cortante, sacando sus tonfas.
—Kufufufu, podemos jugar un poco ahora que Tsunayoshi está ocupado con su papeleo —la nube arqueó una ceja.
—¿Quieres congelarte? —preguntó, algo escéptico.
—No sabía que le tenías miedo —picó la niebla.
—No lo tengo —negó—. Te morderé hasta la muerte, piña herbívora.
—Kufufufu, más quisieras —sonrió más ampliamente la ilusión de Mukuro, desapareciendo.
Esbozó una pequeña sonrisa, dando media vuelta y bajando al jardín donde seguramente le esperaba el ilusionista, preparado para una divertida disputa.
Si alguien le preguntaba a Hibari Kyoya si se arrepentía de su decisión de ir a Italia, definitivamente este lo negaría.
Después de todo, no importaba el lugar, iría a donde quiera que se encontrara su nueva familia, una que quería y apreciaba en el fondo.
Claro que, aunque lo pensara, era algo que jamás expresaría u admitiría en voz alta.
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¡Y salut!
Este es un día alegre y triste a la vez. Este es el último cap de este Mini-fic ;w;
Ya sabéis que mo originalidad de titulos es mega mala, asi que sorry D=
Mil gracias a todos los que comentaron, votaron, leyeron y me animaron a continuarlo. Fui feliz en el proceso, viendo como casi llego a los 900 views y pasando la centena de votos.
Respondiendo por última vez en esta humilde historia a vuestros maravillosos comentarios~
Rin-chan, bueno, es que despues de todo no tiene opcion XDDD. Yo creo que cambiar no va a cambiar nunca XD. Muchas gracias por seguirme hasta el final con esta historia n.n.
Ma-chan, jajaja, pues si, ese Reborn siempre sera un espartano tutor y Hibari... Es Hibari. XD. Pero asi los queremos~
¡Gracias por seguir esta pequeña historia hasta aqui n.n!
Fu-chan, pues claaro, si son asi como todos los amodoramos 7w7. ¡Mil graches por la tartita choco y seguir mi fic hasta aqui!
¡Y GRACHE A TODO AQUEL QUE SE HAYA PARADO A VER SIQUIERA EL PRIMER CAP ;w;!
Esto es la despedida, pero no la definitiva. Tengo aún mucha guerra que dar, asi que no os libraréis de mi fácilmente ewe.
¡Au revoir~! Nos leeremos pronto~
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