Capítulo 8
Entré a la academia como siempre, y de nuevo tenía que ensayar con Yoongi-hyung. Sabía que no estaba en su sala pues lo vi en la puerta fumando. Era extraño ver a alguien que parecía tan inofensivo con un vicio tan agresivo como el tabaco. Me senté en la puerta de la sala, y minutos después vi a Yoongi aparecer con las llaves en sus manos. Abrió la puerta y me miró como con prisa.
– Entra.
Me adentré en aquel espacio y me senté en el asiento del piano de cola negro del que levante la parte que cubría las teclas. Pero nada más hacerlo alguien la cerró bruscamente.
– No bebé. No la quiero abierta.
– ¿Por qué no?
– Porque no lo usaremos.
Yoongi me miró de arriba a abajo. No entendía que estaba pasando. De repente se sentó en el asiento del piano y lo echó hacia atrás, conmigo aún encima.
– Quita.
– ¿Y en dónde me pongo?
– Enfrente mía, sobre el piano.
Me puse donde él me dijo y me tensé. No sabía que sucedía. Sus blancas y masculinas manos subieron por mis muslos y acercó su cara a mi entrepierna. La sangre se fue a dos lados de mi cuerpo, una a mis mejillas, y la otra, a donde fue la mayoría, a la zona en la que apoyó su barbilla.
– ¿Sabes cuánto te estuve esperando?
– ...–no sabía que decir.
– ¿No? Pues me da igual, me pagarás todo el tiempo que me hiciste esperar.
Sus manos desabrocharon el botón de mi vaquero negro y bajo el cierre de la cremallera con los dientes. Bajó mi bóxer de la misma forma. Y entonces rió.
– ¿Qué pasa?–me avergoncé. Me temía que era por el tamaño de mi hombría. No era precisamente pequeña, ¿de qué cojones se reía?
– No te creas que te la voy a chupar. Aquí el que la chupa eres tú.
– ¿Qué?
Yoongi me agarró del brazo y me tiró al suelo. Me sentí humillado. Tenía mi miembro afuera, él estaba completamente vestido, y, ahora, era yo el que tenía su entrepierna a la altura de mi cara.
– Quítate la camisa.
Tal y como dijo me quité la parte superior de mi vestimenta. Tenía la mirada oscurecida, y no quería enfadarlo. Sentía vergüenza.
– Buen chico.
Agarró mi pelo y acercó sin ninguna delicadeza mi cara a su aún vestida entrepierna, haciéndome restregar mis labios sobre el pantalón.
– ¿Sabes a partir de hoy lo que adorarás? Se llama "mi polla".
Me limité a callar. Mala opción.
– Responde.–dijo tirando de mi castaño cabello hacia atrás haciendo que le mire a la cara.
💔💔💔
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