one
Regresar a casa realmente no me gustaba, maldecía el no haber logrado un cupo en los dormitorios de la universidad.
Cuando abrí la puerta, la casa era un desorden como casi siempre, en el aire había un tufo a licor desagradable y el televisor estaba encendido, mostrando un canal cualquiera. Me dolía el cuerpo y la cabeza, ahora me sentía mareado.
—¿¡Taehyung!?— detuve mis movimientos y me quedé parado allí, en medio de la sala, maldiciendo en voz baja y cerrando los ojos con pesar.
Ella estaba en casa, por supuesto.
—¡Anda a la tienda del señor Feng y tráeme mas cerveza, apúrate!— definitivamente no iba a bajar y subir tres pisos de nuevo solo para que esa mujer siguiera emborrachándose.
—No puedo, tengo mucha tarea para mañana. volví a avanzar hacia mi habitación, rogando mil veces por que me dejara en paz esta vez.
Claramente eso no paso, tengo una suerte de mierda. Cuando llegué al pasillo de los dormitorios, me la encontré saliendo de su habitación, con una mirada molesta en su rostro.
—¿Qué dijiste?— replicó sonando ofendida— lo mínimo que puedes hacer por tu vida es salir e irme a comprar a la maldita tienda, nunca quieres hacer nada, y te la pasas vagando todo el día.
Mientras ella hablaba y hablaba yo solamente observaba el suelo, esperando a que terminara de decirme lo vago que soy para contestarle.
—Mamá, me la paso en la universidad, no vagando— hablé lo más pasivamente posible, pero ella emanaba un aura hostil que me ponía los pelos de punta— tengo cosas importantes que hacer, demasiadas para ir y perder tiempo yendo hasta la tienda, no puedo.
Ella estampó su mano contra la pared, sin importarle si se hacía daño o no.
—¡¿Tan siquiera está estudiando algo decente?! deja de llenarte la boca de basura y lárgate de una vez a hacer lo que te mandé si no quieres que te saque la mierda,— no sabía como reaccionar, sus gritos hacían que mi cabeza doliera más y solo pensaba en cómo hacer que se callara—¿crees que esa estupidez de literatura te va a llevar a alguna parte? no te bastó con convertirte en un omega, sino que además estás dispuesto a ser un vagabundo toda tu vida.
Suspiré con amargura, deseando jamás haber regresado casa, solo estaba parado en frente de ella sin nada concreto para hacer. las manos me temblaban y sudaban, estaba triste y muy cansado, realmente cansado.
—Mamá— llamé casi suplicando— solo déjame, tengo cosas realmente importantes que-
—Sigues en lo mismo, te juro que...— se acercó a mí y me propinó una cachetada, el golpe ardía y ahora si quería ponerme a llorar— ni siquiera quieres buscar trabajo, no encuentras a ningún alfa que nos saque de esta posilga, realmente, ¿para qué sigues vivo? no puedo creer que haya parido a un inútil de mierda como tú— ladró, viendo como yo solo me encogía en mi lugar, sin hacer nada, escuchándola y recibiendo todo lo que tenía que decirme, de nuevo.
A ella le ponía furiosa cuando yo no contestaba, cuando solo me quedaba mirándola sin saber que más decir, ella siempre me repetía que la sacaba de quicio. Y hoy no fue la excepción.
Tres horas habían pasado desde que abandonó la casa. Me encontraba en mi cama, con el cabello desordenado y rasguños en los brazos y cuello, quizás también uno que otro moretón en el hombro. Estaba llorando, llorando como siempre lo hacía luego de que ella me golpeara, destruido sobre esa cama desordenada y sintiéndome una completa basura.
Seguramente no tendría todos mis trabajos listos para mañana.
Abrazaba mi cuerpo y acariciaba mi cabeza, simulando tristemente la compañía de alguien, quién fuese.
—Tranquilo...— sollozaba, hablándome a mí mismo— todo va a estar bien, t-tranquilo....
Perdón por no ser un alfa, mamá; perdón por ser un inútil, perdón por no querer ser un doctor o un abogado, perdón por no conseguir algún alfa adinerado que te tenga satisfecha.
Mamá, yo tampoco quería que esto fuera así, deja de odiarme, ¿acaso no soy tu hijo?
Perdón por haber nacido.
Necesitaba con urgencia un cupo en algún dormitorio de la residencia, mandaré otra vez la solicitud. Mientras tanto, solo debo resistir, debo levantarme de la cama y empezar a hacer los deberes.
Mi cuerpo dolía tanto, fue una tortura moverme de esa cama, mi cabeza dolía menos pero eso no desaparecía lo demás. Hundirme en el trabajo iba a hacerme olvidar de cuanto estaba sufriendo mi cuerpo.
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