Parte Única ♡
¡Advertencia!
•Especial de San Valentín atrasado
•One-shot largo (4023 palabras)
•Posibles errores de ortografia
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Abrió sus ojos con pesadez y un profundo dolor en cada rincón de su cuerpo, como si hubiese recibido una paliza y ahora el mismo estuviese pagando el precio.
No sabía con exactitud donde estaba, o lo que hizo para terminar allí y no fue hasta que se decidió por fin a abrir sus párpados, que notó la habitación particularmente blanca en la que estaba.
Pudo deducir rápidamente por los equipos médicos, que estaba en nada más ni nada menos que un hospital, logro reconocer fácilmente que se trataba del hospital cerca de su casa con solo apreciar la característica fuente en forma de ángel en el jardín a través de la ventana a un lado de la camilla donde yacía acostado. Antes de que pudiera preguntarse como rayos había acabado allí, la puerta al costado de la habitación se abrió estruendosamente.
—¡Kou!—
Dirigió su mirada al causante del llamado, encontrándose con un Minamoto Teru muy preocupado, cargando a su pequeña hermanita en brazos, mientras se acercaba hacia su dirección estrepitosamente.
—¡Teru-nii!—le llamó de vuelta, quiso extender sus brazos para tomar a su hermana, pero notó como uno de ellos, específicamente su brazo derecho, parecía estar atrapado con una capa dura que le impedía completar la acción. Una mueca de confusión apareció en su rostro, desviando su mirada hacía sus hermanos. —¿Qué... qué me paso? ¡No logro recordar nada!—
El mayor le miró con cierto alivio al verlo a salvo y con vida, pero al mismo tiempo lucía culpable por su situación. Dejo a la pequeña Tiara en el suelo, quien miraba todo en absoluto silencio sujetando su mokke mascota, y se acercó a su hermano con una sonrisa gentil, acariciando suavemente sus hebras doradas.
—Me alegra que estes bien. Tiara y yo estabamos asustados, los doctores no nos daban noticias sobre ti y pues...—mordió levemente su labio inferior antes de continuar. —Lo siento mucho, Kou. Debí estar allí para cuidarte, y...—
—Teru.—el menor le interrumpió, mirándole seriamente. El otro chico posó sus orbes azules en él, pues muy rara vez su hermano le llamaba por su nombre sin los honoríficos. —¿Qué fue lo que me paso? Como dije antes: no recuerdo nada.—
Teru desvió su mirada hacía Tiara, procediendo a acercarse y acariciar con dulzura sus cabellos.
—Yo no estaba en casa cuando sucedió, pero nuestra princesa dice que sufriste un accidente mientras entrenabas. Tal vez hiciste un movimiento brusco que te hizo perder el equilibrio, y... ahora tu brazo está roto, el doctor dice que probablemente tengas que usar un yeso por nueve semanas o un poco más.—
—¡¿Nueve semanas?!—exclamó el joven, mirando el yeso que ahora enrollaba su brazo con sorpresa.
—O un poco más.—aclaró la niña rubia con una sonrisa, tomando a su mascota de sus orejas mientras la misma se quejaba de dolor. Kou la fulminó con la mirada, así que se alejó de sus hermanos para recorrer el cuarto de hospital.
—¿Qué voy a hacer ahora?—llevó sus manos a su rostro, frotándolo en señal de frustración. —¡Mañana es San Valentín, no puedo dejar que mis compañeros me vean así!—
—¿Uh?—el mayor le miró con una ceja levantada. —¿Por qué? Solo es un yeso.—
—Todos se van a reír de mi, incluso Yashiro-senpai y... y él.—murmuró lo más bajo que pudo con la intención de que su hermano no lo escuchase.
Ciertamente le importaba mucho lo que los demás piensen de él, ya era bastante con que su mayor reconocimiento sea "hablar solo" en medio del pasillo como para que ahora se burlen a sus espaldas por llevar un yeso justo el día de San Valentín.
Seguramente Nene pretendería que no pasa nada simplemente para no herir sus sentimientos, pero en el fondo estaría muerta de vergüenza cuando alguien la vea cerca de él.
Y Hanako... él se burlaría de cualquier forma, es lo único que sabe hacer y su relación de amigos se basaba solo en eso.
Dolía. Dolía demasiado ser solo una burla para el fantasma que alguna vez juró exorcizar, y que actualmente no dejaba de rondar en su cabeza de maneras que estaban prohibidas dentro de su estricta familia.
—¿Eh? No exageres Kou, seguro no es la primera vez que un alumno asiste a la escuela con un yeso.—posó su mano sobre la cabeza contraria, acercándose para abrazarlo por los hombros. —Además, si alguien llega a burlarse de ti... yo mismo me encargaré de suspender por una semana a esa persona.—su voz salió un poco sombria al momento de decir esto, provocando un pequeño sobresalto en el menor. Había olvidado que su hermano odia que cualquiera se meta con él, ya sea vivo o espectro, Teru nunca permitiría que nadie haga sentir mal a su hermanito.
—Eh... gracias, Teru-nii.—rió con cierto nerviosismo, notándose algo intimidado por las palabras de su hermano.
Definitivamente no podía darse el lujo de faltar a la escuela por más que quiera hacerlo, se metería en problemas si su padre llega a enterarse de su ausencia al colegio, además de que tendría que hacer aparición en dicho lugar algún día. Teniendo en cuenta todo esto, Kou se preparó psicológicamente para todo el daño emocional que se avecinaba, y por primera vez, aceptaría la ayuda de su hermano Teru.
Le dieron de alta ese mismo día, tal parece que la fractura era más inofensiva de lo que parecía, y no pudo pegar los párpados durante varías horas en las que estuvo acostado en su cama reposando para el día siguiente. Finalmente cayó rendido ante el sueño casi a la una de la madrugada.
El frío viento mañanero se estrelló contra su rostro, a medida que sus pasos apresurados avanzaban mientras corría junto a su hermano rumbo a la escuela para no llegar tarde a clases, luego de que él tuviese unos cuantos problemas para vestirse con su uniforme escolar como normalmente lo hace gracias a su asqueroso brazo roto.
Tuvo que requerir de la ayuda de Teru, y por más que este le aclaró que no tenía problemas en ayudarlo, Kou no podía evitar sentir su orgullo lastimado al no poder valerse por si mismo como antes.
Los nervios se colaron en todo su ser, provocando que un escalofrío recorriera su espalda al poder distinguir claramente el instituto donde estudia frente a él. Sintió una mano cálida posarse sobre su hombro, desvió su mirada hacía su costado y por mera inercia miró a su hermano, quien le sonrió con gentileza tratando de brindarle confianza. Suspiró, no lograba calmar la ansiedad que lo carcomía, pero realmente no podía hacer otra cosa para tranquilizarse.
Aún con su hermano mayor sujetando su hombro, caminó hasta la entrada de la academia. Varias miradas curiosas y sorprendidas se posaron sobre él, o más bien, sobre su brazo herido; tembló ligeramente, cerrando sus ojos, tal parece no es muy habitual que alguien cargue un yeso.
—¡Buenos días a todos!—saludó Teru elevando el volumen de su voz con una sonrisa alegre, buscando que la atención se enfoque en él y dejen en paz a su hermanito. Era San Valentín después de todo, seguro muchos tenían regalos y confesiones para darle, ese día más que nada necesitaba que todos lo miren como normalmente lo hacen.
Nadie reaccionó, cosa que le sorprendió notoriamente. El silencio reinó por unos segundos, el mayor estuvo apunto de jalar al más pequeño de su brazo sano para sacarlo de aquel incómodo momento, hasta que una voz masculina habló:
—Minamoto-kun, ¿Es eso un yeso?—cuestionó un chico mayor que el mencionado, señalando su brazo lastimado.
Kou dudó en si debía contestar, no quería ser la burla de nadie, pero se vería notablemente mal si no respondía.
—S...si...—
—¡Es muy genial!—
Aquel cumplido lo dejó boquiabierto, volteó sus orbes azulinos hacia su hermano, quien estaba con la misma expresión que él.
Poco a poco, la zona donde yacían parados ambos hermanos fue invadida por el resto de estudiantes, quienes parecían impresionados al ver aquellas vendas que cubrían gran parte de su extremidad. Todos parecían muy felices, lanzándole cumplidos y dándole los mejores deseos de recuperación.
Viendo que la situación era diferente a como se la imaginaba, Kou esbozó una sonrisa tímida.
—¿En serio les parece genial?—
Todos los presentes contestaron con una respuesta afirmativa, no era para nada común ver algo así.
Con el pasar de los minutos, el Minamoto entró en más confianza con el grupo, incluso siendo capaz de concederles el tocar su brazo y respondiendo muchas preguntas respecto a su estado. Estaba muy halagado, nunca antes en su vida había recibido tanta atención.
Todo parecía ir bastante bien, y lo fue aún más cuando otra voz, una femenina, preguntó en referencia a su yeso:
—¿Puedo firmarlo?—
A Kou no pudo parecerle mejor la idea.
—¡Claro que sí!—
Casi se abalanzaron sobre él al momento de terminar de hablar, su yeso poco a poco se fue llenando de firmas y mensajes lindos escritos con bolígrafos de diferentes colores. Era hermoso. Le daba un toque muy colorido a su aburrido yeso de vendas blancas.
Lo colmaron de obsequios de San Valentín que inicialmente serían para Teru, podía parecer un acto algo hipócrita, pero a Kou le daba igual, la atención que estaba recibiendo le parecía alucinante.
Por primera vez en la historia de la academia Kamome, Minamoto Teru, el famoso idol de la escuela, quedó en segundo plano.
"Recuperate pronto
Akane Aoi 💜"
"Espero que te sientas bien pronto, te quiero
Yashiro Nene <3"
"Solo escribo porque Ao-chan escribió
Aoi Akane :)"
"Te lo merecias
Mitsuba Sousuke"
"Tkm
Yokoo Shun"
"Te quiero mucho, recuperate pronto
Satou Yamogi"
"No debí descuidarte, lo siento
Minamoto Teru :("
"Natsuhiko Hyuga uwu"
"Nanamine Sakura"
Kou miraba con una sonrisa los mensajes de sus amigos, junto a algunos que simplemente dejaron sus firmas sin más.
Estaba caminando por el pasillo a pasos apresurados, ahora que todos estaban en clase, podía tener un poco de libertad lejos de sus, ahora, admiradores siguiéndolo y buscando dejar sus firmas sobre su yeso.
Las vendas ocupaban gran parte de su brazo, había espacio suficiente como para unas... doscientos firmas más, e incluso estaba pensando en incluir a los espectros también.
Espectros...
—Niño.—
El joven elevó su mirada de su colorido yeso en cuanto escuchó ese llamado que conocía muy bien.
Frente a él, pudo ver al líder de los siete misterios observándole con una mirada algo extraña, mientras sus brazos yacían tras su espalda, como si ocultará algo.
—¡Oh, Hanako!—sonrió un poco al verlo y se encaminó hasta el de menor estatura. —¿Ya viste mi yeso? Me lastime mientras entrenaba, ¿Puedes creerlo? Pensé que todos se burlarían de mi, ¡Pero ahora soy el más popular de toda la escuela, incluso más que mi hermano!—
—Lo sé, te ví rodeado de gente hace rato.—habló a manera de suspiro, como si el motivo de la felicidad del rubio le pareciera ridículo.
A Kou se le hizo raro la manera de actuar de su contrario. Se acercó un poco más a él y le miró con un semblante de preocupación.
—¿Pasa algo malo? ¿Acaso Tsukasa...?—
—No, todo está bien.—se apresuró a decir. No quería escucharlo. Justo en ese momento estaba en esos días donde no quería siquiera escuchar el nombre de su hermano, era bastante difícil de explicar, él lo llamaba "días malos". —Yo estoy bien.—
—¿Seguro? Puedo llamar a senpai si quieres...—
—A Yashiro no le gusta hablar conmigo durante las clases.—desvió su mirada ámbar hacía la ventana a un lado suyo. —Solo no puedo creer que estes recibiendo tanta atención por un yeso.—
—No es común ver a alguien con uno.—entrecerró sus ojos. —¿Tienes algún problema con eso?—
El pelinegro titubeó por unos segundos en los que estuvo jugando con sus zapatos, arrastrándolos sobre el suelo.
—No.—
Se dió la vuelta dándole la espalda al Minamoto y guardó lo que sea que tenía en sus manos dentro de su chaqueta color tierra del antiguo uniforme escolar. Kou no pudo evitar acercarse para mirar con más detenimiento lo que había guardado, hasta que el gemelo mayor se dió la vuelta nuevamente, ahora mirándole con una sonrisa radiante que le robó el corazón.
—Te buscan, niño.—avisó, moviendo su dedo índice y señalando hacia las espaldas del rubio.
Este dirigió su mirada hacia donde señalaba Yugi, y efectivamente, Yokoo y Satou junto a otros de sus compañeros parecían estarlo buscando, tal vez preocupados de que se haya lastimado de nuevo.
Miró de nueva cuenta al espectro, quien hacia un ademán con su mano, moviéndola de lado a lado en señal de despedida.
Arqueó una ceja en señal de confusión, entendiendo poco o nada de lo que estaba pasando.
—Hablaré contigo después.—murmuró con la intención de que sus amigos no lo escuchasen, se dió media vuelta y agitó su brazo sano en el aire para llamar la atención de los susodichos.
—Si, claro.—
Él también se retiró de la escena, dándose la vuelta de manera elegante y encaminándose de nuevo a su eterno encierro en el baño de chicas.
A la hora del receso, Kou logró escapar de sus admiradores con la ayuda de Nene. Los dos amigos escaparon directamente a la azotea, donde se sentaron en una pequeña banca a almorzar.
La de tobillos gordos no dejaba de quejarse acerca de todos los obsequios que su mejor amiga recibió para San Valentín. Normalmente Kou la escucharía y trataría de calmar sus inseguridades, pero ahora, ni siquiera prestaba atención, su mente estaba en otra parte.
Específicamente en el baño de chicas.
—¿Kou-kun?—
—¿Eh?—sus orbes azules como el cielo se fijaron en los de su amiga.
—¿Estás bien?—posó su mano sobre su hombro.
—Uh, si... senpai, ¿No haz notado algo raro en Hanako?—
—¿En Hanako-kun?—llevó su dedo índice a su mentón, reflexionando los comportamientos de su amigo fantasma en las últimas semanas. —No, ¿Le pasa algo?—arqueó una ceja.
Minamoto suspiró.
—En realidad no lo sé.—
—Seguramente está teniendo otro de sus días malos.—sonrió gentilmente, comiendo un bocado de su almuerzo. —Le sucede a veces, por lo general le gusta estar solo en esos días y solo juega a las cartas con los mokkes.—
Kou la escuchó con atención, un tanto sorprendido por toda la información personal sobre Hanako que ella conocía.
¿No han estado pasando mucho tiempo juntos últimamente, lo suficiente como para que ella supiera todo eso?
Oh, eso si que le pareció molesto.
En medio de su monólogo interno, pudo percibir algo por el rabillo de su ojo, detrás de unos arbustos, luchando por no ser visto.
Una esfera fantasmal.
Él los había estado observando, o más bien, la ha estado observando a ella.
La jornada escolar terminó para el alivio de Minamoto.
Yokoo y Satou se ofrecieron a acompañarlo, pero él insistió en quedarse dentro del aula, con la excusa de acomodar en su mochila todos los regalos que había estado acumulando en el día.
La mayoria de obsequios eran dulces y chocolate, no podía comer él solo, así que pensó en compartirlo con Tiara al llegar a casa.
Sin duda era difícil hacer las cosas más simples con un solo brazo, como guardar sus respectivos utiles escolares en su mochila por ejemplo, pero se esforzaba apesar de estar demorando lo suficiente como para que Teru venga a buscarlo directamente si no llegaba a tiempo.
Ese día no iría al baño de chicas del viejo edificio, principalmente porque no podía ser de mucha utilidad por su situación, y también porque... no quería ver como el séptimo y su asistente se volvían más unidos. Como el fantasma se acercaba a ella con intensiones pervertidas y una clara atracción hacía la peliplata.
Nunca antes se había puesto a pensar en que solo estaba siendo un estorbo para ellos. La tercera rueda en la bicicleta. El mal trio.
Hasta ese momento no había notado lo solo que estaba, siendo ignorado sin querer por los dos tortolos.
Tal vez solo debía hacerse a un lado y dejar de molestarlos con su presencia. Últimamente estaba teniendo pensamientos demasiado pesimistas, y fue precisamente la razón de su accidente, estaba entrenando ardua y peligrosamente para dejar de sentirse como un inútil.
Las lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas sin su permiso, hizo hasta lo imposible por no llorar, pero era demasiado tarde, un sollozo se escapó de su garganta y cayó rendido sobre su silla.
Estuvo llorando por unos minutos, hasta que sintió otra presencia en la habitación.
Levantó su cabeza, encontrándose en primera fila con los orbes ámbar de cierto fantasma.
—Hanako...—gimoteó, limpiando sus lágrimas con su camisa y mirando con impresión al espectro. —¿Qué... qué haces aquí?—
—¿Por qué estás llorando?—ignoró su interrogante, parecía algo tenso por ver a su compañero llorar. No era la primera vez que lo veía en ese estado, pero odiaba ver esa expresión de deseperanza en su rostro joven y aniñado. Le recordaba mucho a él mismo.
—¿E...eh? No... no es nada, estoy bien. Fue un día pesado, estoy librerando estrés.—terminó su llanto, pasando sus manos por sus mejillas enrojecidas por las lágrimas. —Y... ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar con senpai?—decir eso le había dolido, pero tenía que comenzar a aceptar su realidad.
—Vine a buscarte. Me extrañó que no vinieras a acompañarnos, es lo minimo que puedes hacer ya que tu brazo está roto.—soltó una bocanada de aire, fijando su atención en el atardecer que se podía apreciar a través de la ventana del salón. Ya casi termina el día, y el joven debería volver a casa pronto.
—Si, bueno... ya no creo que pueda ir al baño de nuevo.—
Eso tomó por sorpresa al líder de los siete misterios.
—¿Por qué?—dirigió su atención al chico de inmediato. —¿Tu hermano te lo prohibió acaso?—
—No, no.—se adelantó a decir. —Es solo que... tú y senpai... quiero decir, no me siento tan comodo como antes.—
La estancia permaneció en silencio por un rato, el tiempo suficiente como para que Kou observará con sorpresa como el espectro tomaba asiento en el púpitre frente al suyo, mirándole fijamente con esos orbes que lo enloquecían.
—Niño...—
—¿Q...qué, Hanako?—odiaba que lo mire directamente, desvió su mirada a otra parte, sintiendo su rostro arder con el calor de la vergüenza.
—¿Puedo firmar tu yeso?—
Volvió sus orbes hacía el ajeno, notando como este le miraba con la sonrisa traviesa de siempre, como si estuviese planeando algo.
Es bastante raro, ya que él estuvo con un semblante serio durante todo el día.
—Cla... claro.—
Se inclinó sobre su mochila para sacar su estuche y sacar un bolígrafo con el que el pelonegro pudiese escribir. Sin embargo, no fue necesario, el fantasma sacó de su chaqueta color tierra un bolígrafo de tinta roja y le miró expectante.
Así que eso era lo que ocultaba.
Kou colocó su mochila sobre el suelo y tomó asiento sobre su puesto con la intención de darle acceso al fantasma para que pudiese dejar su firma.
No entendía muy bien a qué quería llegar con eso, pero muy en lo profundo de su ser, se sentía emocionado por su acción.
Hanako se acomodó, inclinándose en la silla sobre el púpitre de su compañero, y cuando estuvo apunto de empezar a escribir... se dió cuenta de que no sabía que debía hacer realmente.
Llevó la punta del bolígrafo a sus labios, palpándolo un poco y desviando la mirada pensante, buscando las palabras correctas para llevar a cabo su cometido.
—Hanako, no hagas eso, la tinta te puede enfermar.—regañó Minamoto, viendo como su amigo tocaba la punta del bolígrafo con su lengua rosada. Lo había hecho con una intención coqueta, pero claramente Kou no captó este hecho.
—¿Qué importa? Ya estoy muerto de todas formas.—habló como si no tuviera importancia.
La inocencia del rubio era una bendición, y al mismo tiempo, una maldición.
—Bueno, pues apuráte, ya debo ir con Teru-nii.—
—Si~—
El yeso estaba repleto de firmas, por lo que Hanako tuvo que buscar algún espacio entre el montón de mensajes y firmas del resto de estudiantes de la escuela. Finalmente dió con uno cerca del antebrazo del chico y procedió a escribir.
Kou miró todas y cada una de sus acciones, sonrojándose de sobramanera al cruzar miradas con él de vez en cuando. No podía entender como es que un chico como él pudo ser capaz de asesinar a alguien, era demasiado... No, se detenía cuando está apunto de ir más lejos y confesar lo que por meses mantuvo oculto en lo más profundo de su corazón.
Regresó su atención al contrario cuando este pareció terminar por fin, notó de inmediato un tierno sonrojo adornar sus mejillas y antes de levantarse de su asiento, se quitó su gorro.
—¿Hanako...?—
—Kou...—sus ojos se abrieron de par en par, pues él nunca le llamaba por su nombre. —Yo...—
Apretó sus puños con decisión y sin más preambulos, se encaminó hasta el mayor, inclinándose descaradamente sobre él.
Kou sintió que iba a morir en cuanto la respiración del ajeno chocó al costado de su rostro, acercándose lentamente hasta llegar a su oreja.
—Lo siento.—susurró, con una voz que dejó al Minamoto más loco que una cabra. —Estuve muriendo de celos durante todo el día, y no precisamente por Yashiro.—hizo una pequeña pausa, para después continuar. —Por favor, no nos dejes, Kou... no me dejes, a mi.—
¿Acaso se trataba de un sueño? Porque en ninguna parte de su cabeza podía caber lo que estaba pasando.
Escuchó con atención pensando que diría alguna otra cosa, más no fue así. Liberó tensión en su cuerpo al notar como el fantasma se alejaba, pensó que finalmente podría tener algo de tranquilidad, pero no, tal parece que él nunca estaría tranquilo.
Se quedó conmocionado al sentir el roze delicado de los labios fríos del fantasma con los suyos, de una manera tan suave que ni siquiera parecía un beso por más que el fantasma se esforzará en hacer creer ello. Su pulso se aceleró al procesar el hecho de que Hanako lo estaba besando, no a Yashiro ni a nadie, a él.
No sabía que hacer, nunca pensó que su primer beso sería de esa manera y con un muerto, siempre soñó con ser besado por una chica viva a la luz de la luna y quien pudiera estar por el resto de su vida.
Pero ya había aceptado la realidad de que nada en su vida era normal, ni lo sería jamás.
Hanako terminó el contacto por fin, alejándose del rubio no sin antes dejar un último beso en sus apetecibles labios, tan deliciosos como lo imaginó.
Al mirar a la cara de su ajeno, pudo ver su rostro completamente enrojecido, como si fuese a explotar en cualquier momento.
Él también se sonrojó con fuerza, y al no saber que decir, salió corriendo de la estancia en dirección a su baño. Por más que Yashiro le preguntó que le pasaba, el famoso misterio no respondió.
El chico restante bajó su mirada de la puerta del aula hasta su yeso, aquel objeto que lo había llenado de felicidad y tristeza todo en un mismo día.
Buscó entre la gran cantidad de firmas, hasta que por fin dió con la del fantasma fugado.
No solo el mensaje que dejó para él le hizo gemir de la sorpresa y sonrojarse a más no poder, si no también la firma... la firma fue lo mejor de todo. Algo tan insignificante como una simple firma cualquiera y con una letra horrible que pasaría desapercibida para cualquier otra persona...
Pero ese caso no es el de Kou. Esa firma, la firma del chico del cual está perdidamente enamorado... quedaría grabada por siempre en su memoria, con una imágen clara y directa de aquel joven confesándose y mostrando sus emociones genuinas por primera vez; un recuerdo de su amor de juventud, alguien a quien amará toda su vida, sin importar si nunca podrán estar juntos.
"Feliz San Valentín, Kou.
Te amo
Yugi Amane"
Ya tenía al fandom de jshk algo abandonado, así que les traigo este one-shot de mi pareja favorita un día después de San Valentín, no tuve tanto tiempo para escribir así que me disculpo por la demora y la cantidad de texto :((
En fin, espero que les haya gustado mi intento de escrito y que el día del amor y la amistad haya sido para ustedes de mucha felicidad y alegria. Nos leemos pronto ♡
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