╭Camp fire.

Radiante mañana, cálido despertar. Lo primero que sus ojitos de conejito somnolientos pudieron admirar fue el bonito rostro del alfa más guapo que haya conocido, durmiendo tan pacíficamente que le daba pena moverse de entre sus brazos para ir a preparar el desayuno, temeroso de quizás despertarlo.

Era como una rutina, abrir sus párpados y allí ver a ni más ni menos que la persona que había robado su corazón, acariciando su mejilla de forma delicada y posteriormente jugando a ser un espía ágil y silencioso, con tal de que el mayor no notara que en lugar de su cuerpo ahora era una almohada lo que estaba abrazando.

Sonrió al por fin escapar de ese fiero lobito dormilón, aunque claro, a él también le gustaría quedarse mucho más tiempo entre las sábanas y la sensación de protección que le proporcionaba el mayor, pero aquel día debían hacer algunas compras, así que no había tiempo que perder.

Besó castamente su frente y se dirigió al baño en primer lugar, estirando sus brazos hacia arriba mientras avanzaba, quitándose un poco la pereza que aún invadía su cuerpo. Lavó sus dientes como de costumbre y peinó un poco su cabello despeinado en todas las direcciones. Luego de aquello, su destino fue la cocina, y a pasos tranquilos llegó hasta allí, mordiendo en su labio mientras pensaba que prepararía con exactitud.

Desde que sus sentimientos fueron correspondidos, por alguna extraña razón o fuerza del universo desconocida, su habilidad en la cocina habían mejorado considerablemente, hasta el punto que Jaehyun era llamado por el número del teléfono del menor y no por una alarma contra incendios.

Por supuesto, si abría un restaurante jamás en la vida recibiría una estrella Michelín, pero no la necesitaba, porque su recompensa más grande era escuchar al alfa disfrutar de sus preparaciones, y la razón por la que se esforzaba cada día más.

Decidió preparar el desayuno favorito del castaño, buscando los ingredientes exactos antes de pararse frente a la cocina, listo para ponerse manos a la obra.

Había perdido la cuenta de las noches que habían dormido juntos, incluso Doyoung parecía casi vivir en el hogar del contrario más que en el propio, puesto que cada vez que tenían el placer de salir juntos a alguna cita romántica o de dar un paseo como les gustaba hacer, Jaehyun ponía esos ojitos de cachorro por los que le era inevitable caer, y le pedía con esa voz grave una noche en su compañía.

El pelinegro terminaba aceptando cada vez.

Parecían novios, un romance de película, de esas de los libros románticos solo que sin toxicidad, ni exs locos de por medio, o apuestas y cosas dramáticas que siempre aparecen cual cliché en historias de amor. Asemejaban la descripción exacta de una pareja, pero realmente no lo eran. Al menos no de manera oficial.

Luego de tantos meses en convivencia, Doyoung seguía recibiendo preguntas de parte de Taeyong, de Yuta, de Renjun, de Jeno, incluso de su propia madre, quien desde que se había enterado que su hijo estaba en algo especial con un alfa, no ha parado de insistirle en conocer a su yerno. Todos parecían interesados en que ellos formalizaran, y él era el primero ilusionado con esa idea, pero sabía que todo sería a su tiempo.

Jaehyun en una ocasión le había asegurado que planeaba pedirle ser su omega, pero que quería hacer algo especial, algo que el menor no pudiera olvidar y que fuese digna de él. Ciertamente, cualquier cosa hecha por Jaehyun ya tenía un pequeño rinconcito en su corazón, por lo que hasta la más mínima proposición sería atesorada eternamente.

Tan inmerso en esos pensamientos se encontraba que se sobresaltó al sentir unos brazos fuertes rodear su cintura y un rostro esconderse en su cuello, algo muy típico del alfa castaño de quien se había enamorado perdidamente. Sintió como lo apegaba a él, su espalda apoyada al pecho del más alto, y una sonrisa instantánea se pintó en sus bonitos labios rosáceos en cuando lo sintió aspirar su aroma, haciendo cosquillear ligeramente su cuello.

Una de las cosas que el ajeno le había repetido incontables veces a lo largo de su relación de personas que se gustan y se besan, es decir, casi novios, es lo mucho que el aroma del omega le transmitía. Decía que lo llenaba de paz y tranquilidad, de un sentimiento de alegría en su pecho y el deseo intenso de cuidarlo y protegerlo de cualquier mal. Su lobo y su corazón pedían a aullidos elevados quedarse al lado del bonito chico de mejillas sonrosadas y orbes brillantes, su único anhelo era permanecer junto al precioso pelinegrito por el cuál él también había caído enamorado.

Dejó castos besos sobre la piel lechosa y tersa, dejando también pequeñas e inofensivas mordidas que le sacaron a Doyoung unas cuántas risitas, terminando por girar su rostro para besar de forma casta la mejilla del mayor, para posteriormente seguir cocinando el tocino en la sartén.

"Buenos días, bebé" susurró en su oído, devolviéndole el beso en su pómulo, acariciando con sus dedos el abdomen del menor por encima de la tela, la voz ronca del adverso haciéndolo estremecer ligeramente.

"Buenos días, Jaehyunie" respondió, tratando de concentrarse en la comida en lugar del tacto del mayor. "¿Dormiste bien?"

"A tu lado es imposible no hacerlo" se separó levemente de él, dejando un beso en su cabellera antes de apartarse del todo camino al refrigerador. "¿Llevas mucho despierto?"

"No, solo un rato, lo suficiente para preparar el desayuno antes de irnos a comprar" comentó, sirviendo un par de huevos fritos junto al tocino en el plato, girándose para ver al mayor buscar el jugo de naranja.

"Veo que estás ansioso por lo de hoy, ¿no es así?" inquirió sonriente, entre sus manos un vaso era llenado de la bebida cítrica, llevada a sus labios segundos después.

Doyoung asintió, llevando ambos platos de comida hacia la mesa, acercándose luego a abrazar al alfa, apoyando su mentón en el pecho impropio.

"Jamás he hecho una fogata en la playa, suena muy romántico... Ya sabes, el mar, las estrellas, el hombre de mis sueños y muchos besos que estoy seguro y me darás" los dedos del mayor acariciaron sus hebras y soltó una leve carcajada luego de esas palabras.

"Claro que sí, será muy especial, lo prometo" se inclinó un poco, robándole un corto beso en los labios. "Todo lo que necesito para una buena mañana" y de manera juguetona dejó caer suavemente su palma en un glúteo del menor, separándose para ir a comer fingiendo no haber hecho nada.

"¡Jaehyun!"

Las mejillas de Doyoung se tiñeron, y estaba seguro de que algún día demandaría al alfa por daños a su corazón sensible.


La noche estrellada iluminaba el oleaje, en compañía de la hermosa luna que brillaba más que nunca para aquel par de tortolitos. Se encontraban acurrucados, Doyoung entre los brazos del mayor, sentado sobre sus piernas, admirando el paisaje. Jaehyun mientras tanto, se dedicaba a tararear una bonita melodía, acariciando suavemente las manos del menor que se encontraban entrelazadas con las suyas.

Sus corazones latían en sincronía y sus labios se demostraban el cariño que poseían por el otro a través de jugueteos y lamidas amorosas. Se sentía todo de ensueño.

Una manta los cubría y protegía del frío, además del fuego de la fogata que aportaba a mantener una temperatura apta. Minutos antes habían terminado su postre de la noche, unos deliciosos malvaviscos derretidos con galletas, como esos que se preparan en los campamentos. Quizás en un rato debían irse, se estaba haciendo tarde y lo que menos quería el castaño era que su adorado bebé se enfermase por estar a esas horas fuera de casa.

Así que apresuró a aclarar su garganta, captando la atención del pelinegro. "Bonito, quiero preguntarte algo"

"¿Sí?" sus ojitos se despegaron del horizonte y giró un poco su cuerpo para poder ver al mayor, algo curioso por aquello.

"Bueno..." tomó una bocanada de aire, sonriendo levemente al perderse una vez más en sus facciones. En ese bonito rostro, su nariz adorable, sus labios apetecibles, sus preciosos irises, y supo que quería eso para el resto de su vida. "Tú y yo nos conocimos de una manera... muy extraña, pero no cambiaría eso por nada de este mundo. Poco a poco fuiste apropiándote de mí, de mi corazón, de mis sentidos, de cada parte de mí te volviste dueño" su diestra fue hacía la mejilla del objetivo de sus palabras, dando suaves caricias sobre ella. "Y ciertamente no quiero que esta historia tenga un fin hasta que tú y yo seamos unos ancianitos arrugados. Así que..."

"¿Vas a preguntar lo que creo que vas a preguntar?" murmuró el omega, sus ojitos cristalizándose por la anticipación, sinceramente enternecido, aún más cuando el mayor asintió por su interrogación.

"Doyoung... bebé, ¿te gustaría ser mi novio, mi omega?"

Y no pasó ni medio segundo para que el pelinegro se abalanzara sobre él, uniendo sus labios en un beso que sellaba aquella pregunta. Dejando en evidencia ese sí que ambos esperaban con el corazón.

Bueno, al menos Jeno ya no podía molestarlo con ser un omega solterón.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top