19 | no te rindas
Tessa caminaba por el pasillo mientras sus pies descalzos apenas hacían ruido en el suelo alfombrado. Al pasar por uno de los pasillos cercanos a su habitación, saltó ante un movimiento en la oscuridad.
Mosley emergió de ella, sin camisa y sonriendo—. La bailarina y yo nos preguntábamos si te gustaría unirte.
Tessa se sintió enferma, una expresión de asombro apareció en su rostro—. Si le dijera a Tommy, morirías antes del amanecer.
—Ah, pero no necesita saberlo —dijo Mosley—. Podemos ser rápidos.
—Eres repugnante —dijo Tessa, alejándose de él y dirigiéndose hacia su propia habitación.
—Mi oferta sigue en pie, Sra. Shelby —espetó Mosley.
Tessa atravesó la puerta de su dormitorio, cerrándola y apoyándose contra ella.
Tommy salió del baño con la camisa desabotonada—. ¿Tess? ¿Estás bien?
—Sí —dijo Tessa—. Oswald Mosley acaba de invitarme a unirme a él y a la bailarína.
La expresión de Tommy se ensombreció—. ¿Que hizo qué?
—Me fui —dijo Tessa—. Tengo cosas más importantes de las que preocuparme.
—¿Como qué? —preguntó Tommy.
—Llegaré a eso —dijo Tessa—. Tommy, ¿por qué estás trabajando con ese hombre? Es horrible. Peor que cualquiera que hayamos enfrentado antes.
—Solo hago esto para destruir a ese bastardo —explicó Tommy.
—Sí, pero ¿por qué? —preguntó Tessa—. ¿Por qué, Tommy?
—Le doy al gobierno británico información sobre su organización —dijo Tommy—. Y a cambio, ellos me dan contratos de defensa favorables.
—No —dijo Tessa—. Veo a través de ti, Thomas Shelby. Haces esto porque crees que alguien debería detenerlo. Vi tu cara cuando hablaba. Haces esto porque crees que es lo correcto. Todo este tiempo... hiciste algo bueno porque puedes darte el lujo de hacerlo.
—Tessa, basta, por favor —susurró Tommy, sentándose en la cómoda y acercando a Tessa, apoyando su cabeza en su estómago—. No me asustes diciendo que ves cosas en mi cara. Aún quiero sentir cosas buenas.
Tessa pasó los dedos por el pelo de Tommy—. Bueno, ¿cómo te sentirías con otro bebé?
—Lo hemos intentado —dijo Tommy, mirando a Tessa y notando la sonrisa en su rostro. Sus manos se movieron instantáneamente a su estómago—. No. No estás...
—Polly lo confirmó hace una hora —dijo Tessa—. Dijo que es una niña, Tommy. La pequeña Elizabeth Shelby.
—Apuesto a que eso estimuló el ego de Pol —dijo Tommy—. Otro bebé, Tess.
—Sí —dijo Tessa—. Por eso tienes que prometerme, Tommy, que este asunto se resolverá antes de que nazca.
—Lo intentaré, Tess —dijo Tommy—. Te prometo que lo intetnaré.
Tessa asintió—. Tommy, ¿podemos irnos a la cama? Ha sido un largo día.
Tommy se puso de pie, sonriéndole a su esposa—. Sí, vayamos a la cama. Feliz cumpleaños, Tess.
—Fue un buen cumpleaños —dijo Tessa, subiéndose a la cama—. Me dieron el mejor regalo que podría pedir. La oportunidad de volver a ser madre y darle a Bella la hermana que siempre quiso.
Tommy pensó mucho esa noche. Su esposa dormía profundamente a su lado con el brazo cruzado sobre su pecho mientras su propia mano descansaba sobre su estómago. Pensó en el bebé, creciendo en el útero de Tessa, felizmente inconsciente de la familia en la que iba a nacer; el desastre de una familia que Tommy estaba luchando por mantener unida.
El bebé conocería a su padre como un político, pero a medida que creciera tomaría conciencia de todo lo demás. Los cortes, los asesinatos, las golpizas. Todo el mal que Tommy había hecho en su vida saldría a la luz, tal como había comenzado a pasar con Bella y John.
Tommy no quería ser así. Quería estar allí para su esposa, quería ser un padre del que sus hijos pudieran estar orgullosos. Quería que sus hijos le sonrieran como lo hacían cuando veían a Arthur o Mason. Quería que lo admiraran y no le temieran ni a él ni a lo que hacía. No quería que el peligro invadiera la vida de sus hijos, pero Thomas Shelby estaba demasiado metido en su mundo como para alejarse.
Lo único que le impedía perder la cabeza era la mujer que yacía a su lado, durmiendo profundamente sabiendo que estaba protegida con Tommy a su lado. Quizás esos hombres con los que Michael había hablado tenían razón. Quizás ya no tenía poder, quizá tenía un tornillo suelto en algún lugar del alambre de púas enredado dentro de su cabeza, envuelto alrededor de su cerebro y asfixiándolo con sus propios demonios.
Tessa intentó ayudarlo y mantenerlo a salvo de sí mismo, pero estaba perdiendo. Tommy se había ido demasiado lejos como para ser devuelto por completo. Estaba tan lleno de ira que a veces lo cegaba, y ver a Tessa luciendo tan incómoda en las garras de Mosley lo había puesto increíblemente enojado.
Necesitaba proteger a su esposa, porque por mucho que estuviera perdiendo la guerra en su cabeza, Tessa evitaba que cruzara el límite y lo mataran. Había cosas que Thomas Shelby necesitaba hacer antes de que pudiera despejar completamente su cabeza de sus demonios, y Tessa Shelby era la única capaz de ayudarlo.
—Es espeluznante ver a la gente dormir —susurró Tessa mientras sus ojos se abrían lentamente.
—Es espeluznante lo hermosa que eres —respondió Tommy.
Tessa se rió suavemente—. Basta, Tom. Eres demasiado dulce.
—No soy dulce —respondió Tommy—. Pero no estaba mintiendo, eres hermosa, Tess.
—Tú también, Tommy —dijo Tessa.
—Quizás por fuera, pero no por dentro —dijo Tommy.
Tessa tocó su mejilla—. Por fuera y por dentro, ¿de acuerdo? Y cuando llegue esta bebé, amará a su padre con todo su corazón. Porque estarás allí, Tom. Pase lo que pase dentro de tu cabeza en este momento... se irá. Llevas el peso del mundo sobre tus hombros, Tom, y no creo que mucha gente se de cuenta de eso. Pero yo lo hago. No te culpo por lo que está pasando dentro de tu cabeza, ¿sí? Quiero ayudarte.
—¿Por qué?
—Porque te amo —respondió Tessa—. Y algún día, de alguna manera, el cielo se aclarará y volverás a ver el sol, Tom.
—Tú eres mi sol —dijo Tommy en voz baja—. Tú, Bella y John. Ustedes me mantienen cuerdo.
—Entonces seguiremos haciéndolo, Tom —dijo Tessa—. Solo... no te rindas.
Tommy besó a Tessa—. De ninguna manera.
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