16 | oswald mosley
⚠️ advertencia: acoso sexual pasado implícito ⚠️
Tessa odiaba las fiestas. Las odiaba desde que era una niña debido a las habitaciones abarrotadas y los invitados intoxicados, y el hecho de que esa fiesta fuera específicamente para ella la hizo sentir náuseas mientras bajaba las escaleras. La casa ya estaba viva con la charla de los invitados de Tommy, muchos de los cuales Tessa no conocía muy bien.
Esa era otra de las razones por las que odiaba las fiestas, e incluso el día de su boda la hacía sentirse fuera de lugar entre los grandes invitados de Inglaterra. Tommy caminaba a su lado admirando su belleza en el vestido azul que Bella le había ayudado a elegir.
Sus hijos estaban en algún lugar siendo atendidos por algún miembro de la familia. Tessa asumió que John estaría con Mason ya que los dos no se separaban nunca, y supuso que Bella estaba en los hombros de Arthur, su lugar favorito para sentarse porque podía ver a todos. A Arthur nunca le importaba, su sobrina favorita estaba a salvo sobre sus hombros y ponía su confianza en él causando que su mente salvaje fuera sometida por la protección de la niña a su cuidado.
Cuando llegaron al final de la escalera, Tommy se detuvo y tocó el collar que Tessa llevaba—. ¿Alguna vez te dije lo hermosa que eres?
Tessa se sonrojó—. Sr. Shelby, usted es tan halagador.
Tommy se inclinó para que solo Tessa pudiera escucharlo—. Solo halagos para ti, cariño.
—Te amo, Tommy —susurró Tessa, besando a Tommy suavemente—. Ahora vayamos a socializar con gente que no conozco.
Tommy se rió—. Sería una fiesta aburrida si solo fuéramos nosotros.
—Preferiría eso —respondió Tessa cno una sonrisa.
—Ah, pero ¿no fuiste tú quien le dijo a Mason que quería un ballet cuando estabas borracha? —preguntó Tommy, sonriendo.
—Sí, porque estaba borracha y sabía que ya lo habías reservado —dijo Tessa con una sonrisa—. Y será agradable verlo.
—Bien, voy a hablar con un socio mío muy rápido —dijo Tommy, señalando a un anciano—. Te encontraré pronto.
—Primero el encendedor —dijo Tessa, metiendo la mano en el bolsillo de Tommy para sacar un cigarrillo. Con él entre los labios, esperó pacientemente a que Tommy se lo encendiera.
Exhalando humo, le sonrió a Tommy mientras él la admiraba—. Eres increíble, Tessa Shelby. ¿Cómo tuve tanta suerte de tener una esposa como tú?
—No dejé tu lamentable trasero después de que volviste de la guerra —respondió Tessa—. Porque sabía que había algo especial en ti por lo que valía la pena luchar. Ahora, bésame de nuevo antes de irte.
Tommy obedeció, besando a Tessa brevemente antes de irse. Ella se aventuró al comedor, encontrándolo lleno de gente y de criadas contratadas específicamente para la ocasión. Cuando se le preguntó sobre su razonamiento detrás de la contratación de tantos rostros desconocidos, la respuesta de Tommy no fue exactamente lo que Tessa esperaba.
Tommy había contratado a las criadas para sus... actividades ilícitas, y estaban allí específicamente para los huéspedes que se quedaban a pasar la noche, y cuando presionó para obtener más detalles, Tessa descubrió que las chicas eran específicamente para Oswald Mosley.
Una de las criadas pasó junto a ella con una bandeja de copas de champán, y Tessa tomó una para sostenerla en la mano que no tenía su cigarrillo. Dando otra calada, miró a su alrededor en busca de rostros familiares, pero no pudo ver ninguno.
Parecía que su familia se había dispersado entre la multitud, pero Tessa estaba segura de que vio a Hetty atravesando una puerta con Michael a su lado, con la mano en su cintura protectoramente mientras los dos desaparecían por otra habitación.
—¿Y quién eres tú? —preguntó una voz que provocó que Tessa dejara de buscar a su familia.
Al volverse, vio a un hombre bien vestido con bigote y pelo peinado hacia atrás—. Hola. Soy Tessa —dijo ella—. ¿Y tú? Lo siento, no reconozco muchas de las caras por aquí.
—Mosley —respondió el hombre, tendiéndole la mano—. Oswald Mosley.
Tessa casi dio un paso atrás en estado de shock cuando dijo su nombre, ya que ese era el mismo hombre del que Tommy le había dicho, explícitamente, que se mantuviera alejada.
Con poca información sobre su personalidad, Tessa se sorprendió de inmediato por la confianza que emitía, la sonrisa en su rostro era parecida a las de los hombres a los que solía servirle en el Garrison; hombres cuyas mentes vagaban por otros lugares, hombres que creían que podían seducir a cualquier mujer con la que entraran en contacto.
—Es un placer conocerlo —dijo Tessa, agradecida de tener las dos manos ocupadas para no poder estrechar la mano que Mosley le ofreció—. Lo siento, Sr. Mosley, no puedo darle la mano.
—El nombre Tessa me suena familiar —dijo Mosley, mirando a Tessa de arriba abajo.
—Tessa Shelby —dijo ella, poniendo énfasis en su apellido para que Mosley se diera cuenta de que no estaba disponible y que si intentaba algo perdería sus ojos, manos o, más drásticamente, su vida—. Estaba buscando a mi esposo, o a cualquier otro miembro de mi familia.
—Ah, sabía que te reconocía de alguna parte —dijo Mosley, chasqueando los dedos al darse cuenta. Su sonrisa nunca abandonó su rostro—. Su esposo tiene una fotografía suya en el escritorio de su oficina. Pero debo decir que es más hermosa en la vida real que en la fotografía. Es una maravilla que el Sr. Shelby no la presuma más. Usted es bastante impresionante, Tessa Shelby.
—Oh... gracias, Sr. Mosley —dijo Tessa, mientras Mosley se acercaba a ella.
Estaba muy cerca y Tessa podía sentir los latidos de su corazón. Todavía tenía el cigarrillo en la mano, así que buscó detrás de ella el cenicero y lo apagó rápidamente, volviéndose para encontrar a Mosley casi directamente en su cara.
Odiaba cuando los hombres hacían eso, acercándose a las mujeres como depredadores listos para abalanzarse sobre sus presas. Le recordó dolorosamente sus experiencias con Billy Kimber y Darby Sabini. Todo lo que quería era darle un puñetazo en la cara, pero causar una escena atraería más atención no deseada y estaría expuesta, y Tessa no quería eso para ella.
—Por favor, llámame Oswald —dijo Mosley, su mano se posó en la cadera de Tessa—. Eres realmente hermosa. Tienes unos ojos tan lindos, y tu pelo se ve increíble.
No pronunció los cumplidos de la misma manera que Tommy lo hacía. No, había algo en la mente del Sr. Mosley, y eso era todo lo que había debajo del vestido de Tessa. Su voz estaba llena de lujuria y deseo de descubrir todo lo que ocultaba sus prendas. Ella intentó retroceder, pero él apretó su cintura con más fuerza, y la mano se deslizó alrededor de su espalda para mantenerla contra él.
—¿Pasa algo, Sra. Shelby? —preguntó Mosley, su voz en su oído—. No querría causar una escena ahora, ¿verdad? No en su propio cumpleaños.
—N-no, Sr. Mosley —respondió Tessa con la voz temblorosa mientras miraba a su alrededor, desesperada por que apareciera algún miembro de su familia para alejarla de Mosley sin causar drama—. Yo solo... creo que mi esposo me está buscando. Debería ir a...
—Tienes razón —dijo la voz de Tommy—. Te estaba buscando. Y veo que has conocido al Sr. Mosley.
Tessa, todavía siendo sostenida por Mosley, miró a Tommy. Cuando Mosley levantó la vista su agarre se aflojó ligeramente, aunque no lo suficiente como para que Tessa se alejara, pero sí para que pudiera respirar nuevamente—. Sr. Shelby, le estaba diciendo a su esposa lo hermosa que es. Es bastante impresionante.
—Sí, la mayoría de la gente parece decir eso de mi esposa —dijo Tommy, extendiendo su brazo para que Tessa se acercara a él—. Tess.
Se separó de Mosley, feliz de eestar fuera de su agarre. El agarre de Tommy era amable, tranquilizador, una señal de que estaba allí y no dejaría que nadie la tocara, especialmente el hombre que tenía delante. Los brazos de Tommy eran el lugar donde Tessa se sentía más segura.
—Bueno, es más hermosa de lo que deja ver, Sr. Shelby —dijo Mosley nuevamente, mirando a Tessa de arriba abajo mientras ella se abrazaba a sí misma contra su esposo—. Debe hacerlo muy feliz.
—Sí. Pero me temo que mi esposa no está disponible, Sr. Mosley —dijo Tommy—. Pero hay otras aquí que podrían adaptarse mejor a su gusto.
Para enfatizar su punto, Tommy señaló a las criadas que deambulaban por la habitación. Mosley se humedeció los labios, finalmente apartando los ojos de Tessa, y miró a Tommy—. Es una lástima, Sr. Shelby. Nadie aquí se compara del todo con su esposa.
—Lo sé —respondió Tommy—. Pero si vuelve a ponerle una mano encima, le prometo que se irá de aquí antes de saber qué ha pasado.
—Amenazas vacías, Sr. Shelby —dijo Mosley con un gesto indiferente—. Sra. Shelby, es una lástima... hubiera sido una muy buena noche.
Mosley se alejó tranquilamente, y Tessa, sintiendo los latidos de su corazón golpeando contra sus costillas, se apartó del abrazo de Tommy y salió de la habitación, respirando de forma irregular por jadeos de pánico. Salió al pasillo, donde no había gente alrededor para presenciar su ataque de pánico, y casi se derrumbó contra la pared con la cabeza entre las manos mientras intentaba no llorar. Tommy la encontró, y cuando vio la angustia en la que estaba su esposa, quiso encontrar a Mosley y cortarle las manos por atreverse a tocar a su esposa.
—¿Tess? —susurró Tommy de pie lo suficientemente cerca de ella como para protegerla de cualquiera que pudiera cruzarse en su camino. Su presencia la tranquilizó un poco y comenzó a respirar—. Tess, mírame. Mírame, cariño. Estás bien.
Tessa dejó caer sus manos y Tommy vio las lágrimas brillar en sus ojos. Levantó la barbilla de Tessa con la mano, su toque era suave y tranquilizador. Sus ojos encontraron los de él, y en ellos Tommy vio el miedo que Mosley le había inculcado, y su ira aumentó.
—Tess, escúchame. Nadie te volverá a tocar de esa manera. Y si ese hijo de puta vuelve a ponerte un dedo encima, será carne para Johnny Dogs. Te lo prometo.
—Esa es la cuestión, Tommy. No puedes prometer eso —dijo Tessa mientras respiraba entrecortadamente—. No puedes prometerme que eso nunca va a pasar. Siempre habrá hombes como él, pensando que son algo especial, que pueden conseguir lo que quieren. Solo... me recordó cuando Sabini me agarró, y cuando Kimber intentó...
Tommy apartó a Tessa de la pared y la tomó en sus brazos, sosteniéndola contra él mientras ella reprimía un sollozo, su rostro estaba escondido contra su chaqueta.
Kimber fue culpa de Tommy, y él lo admitía. Pero recordó que cuando vio que Sabini había puesto sus manos sobre su chica lo había llenado de tanta rabia que quiso sacar su arma allí mismo, en medio de la habitación. Tommy se había enojado, no solo con Sabini, sino también consigo mismo por dejar que Tessa saliera sola en el Derby y la pusieran en una posición tan espantosa.
—Estás bien, Tess —dijo Tommy en voz baja—. Siempre estaré allí antes de que suceda algo.
—¿Cómo es que siempre llegas a tiempo? —preguntó Tessa, su rostro aún presionado contra el hombro de Tommy.
Tommy suspiró—. Porque, Tess, tengo este sentimiento en mi corazón que me dice que algo no está bien. Solo sucede cuando tú estás en peligro. Se siente como si me hubieran apuñalado y no desaparece hasta que te veo y sé que estás a salvo. Esa es la sensación que tuve esta noche, y cuando entré en esa habitación y vi las manos de ese hijo de puta sobre ti, quise cortarlo.
—Es horrible, Tommy —dijo Tessa—. Es peor que los demás. Todos y cada uno de esos otros hombres ni siquiera se acercan a él. Tommy, ¿por qué estás tratando cn un hoombre así?
—Para acabar con él, Tess —respondió Tommy—. Para librar al mundo de hombres como él. Siento mucho que hayas tenido que lidiar con eso. Créeme, me está costando toda mi fuerza de voluntad no encontrarlo en este momento y sacarle los malditos ojos.
Tessa se alejó de Tommy, sus manos aún descansaban en sus caderas mientras lo miraba, consiguiendo una buena mirada al rostro del hombre que amaba con todo su corazón.
—¿Estás bien? —preguntó Tommy, la oscuridad del pasillo iluminada solo por unas pocas luces que proyectaban sombras en sus rostros.
—Ahora lo estoy —dijo Tessa—. No es la primera vez que sucede algo así, y no será la última. Nunca hablé de eso porque estaba avergonzada, pero cuando trabajaba en el Garrison, pasaban cosas así todo el tiempo. Los hombres simplemente agarraban lo que podían cuando pasaba, intentando levantar mi falda y ver mi blusa cuando me inclinaba sobre ellos —hizo una pausa, respirando profundamente—. Los hombres son repugnantes, Tommy.
—¿Te hicieron eso? —preguntó Tommy, su voz llena de tristeza—. ¿Por qué no me dijiste?
—Porque sabía que los matarías —dijo Tessa—. Y no quería eso en mi conciencia.
—No los habría matado —dijo Tommy—. Habría hecho que se arrepintieran de haber puesto un dedo sobre ti, pero no los habría matado.
Tessa sonrió, secándose los ojos con las manos—. Me hace sentir débil, Tommy. Y cuando regresé allí y él me puso las manos encima, ni siquiera el nombre Shelby lo hizo irse. ¿Cómo nos protegemos cuando hay hombres que piensan que pueden tener cualquier mujer que quieran, incluso si les dicen que no?
—Me tienes a mí para protegerte, ¿de acuerdo? —dijo Tommy, secando las lágrimas en la mejilla de Tessa—. Estás bien, Tess. Nadie te va a tocar, ¿sí? Nadie volverá a ponerte un dedo encima.
Tessa asintió, sollozando lentamente—. Gracias, Tommy. Por salvarme.
—Siempre te salvaré —susurró Tommy—. Vamos, no dejes que esto arruine tu noche. Encontremos a Mason y veamos qué le ha hecho a nuestro pobre John. La última vez que los vi, lo estaba colgando boca abajo por los tobillos, sacudiéndolo como hacen las criadas con las sábanas recién lavadas.
—Cielos —dijo Tessa riendo y mirando a Tommy—. Te amo. Espero que lo sepas. Nadie se compara contigo.
—Yo también te amo, Tess —respondió Tommy en voz baja—. Y nunca dejaré que nadie vuelva a ponerte las manos encima.
Tessa sabía que lo más probable fuera que la promesa de Tommy no se cumpliera, y que siempre habría personas durante el resto de su vida que intentarían aprovecharse de ella y otras mujeres.
Pero, pensó Tessa, mientras se mantuviera lo suficientemente fuerte como para luchar contra hombres como Mosley durante al menos un poco más de lo que esperaban, Tommy seguiría llegando a tiempo para salvarla.
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