10 | el dolor de un padre
Tessa estaba en Small Heath, consolando a Hetty Gray por la muerte de su amigo, Bonnie Gold. Estaban sentadas en la sala de estar de la casa de Mason, el propietario de la misma se había ido de aventuras a Londres con Tommy, Arthur y Michael. Hetty estaba sentada con una taza de té en sus manos, mirándola como si estuviera contemplando ahogarse en ella.
Eran similares. Hetty llevaba su corazón en la manga y amaba ferozmente, con todo su corazón. Escuchar que Bonnie Gold se había ido rompió su corazón en pedazos, y verla tan molesta hizo que Tessa quisiera envolverla en mantas y protegerla.
—Bonnie y yo empezamos con el pie izquierdo —susurró Hetty—. No nos vimos cara a cara en las primeras semanas, pero luego nos conocimos y él fue tan dulce. Era tan amable... no se merecía esto, Tess. Quiero que todos los que participaron en su muerte sufran. Quiero que sientan el dolor que estoy sintiendo.
—Lo sé —dijo Tessa suavemente—. Es difícil, pero no dolerá así para siempre.
—¿Sabes lo que me dijo antes de irme a Estados Unidos? —preguntó Hetty tristemente—. Dijo "nos vemos pronto. De una forma u otra". Supongo que es lo contrario a lo que tenía en mente.
Tessa suspiró, abrazando a Hetty—. Sé que duele, cariño. Lo hará por mucho tiempo. Tal vez podríamos ir a ver a su padre.
Hetty asintió—. Tengo que ir al hospital de todos modos por el control el bebé.
Tessa se puso de pie, recogiendo su abrigo—. Bueno, vamos. Ponte el abrigo, cariño.
Las dos optaron por caminar hasta el hospital, encontrando que el aire de Birmingham era más reconfortante que el sofocanete interior de los caros autos de Tommy. Mientras caminaban, Hetty notó un puesto de flores y compró una flor morada que, según ella, era una de las favoritas de Bonnie.
Cuando llegaron al hospital, una enfermera las llevó a la habitación de Aberama, ya que el nombre Shelby era útil uando Tessa lo usaba a su favor. Dejó ingresar primero a Hetty, quien entró a la habitación en la que estaba Aberama y se mordió el labio nerviosamente.
—¿Sr. Gold? —dijo Hetty en voz baja.
—Hola, Hetty —dijo Aberama—. Y Sra. Shelby.
La mano de Hetty descansó sobre su estómago—. Solo vine a ofrecer mis condolencias.
Aberama se volvió para mirarla y su expresión permaneció impasible—. Bueno, condolencias aceptadas.
Hetty señaló una silla—. ¿Puedo sentarme?
Aberama asintió—. Claro.
Hetty se sentó y Tessa acercó una silla al otro lado de Aberama—. ¿Cómo está su hombro, Sr. Gold?
—Doloroso —respondió Aberama—. Pero no tanto como el dolor de mi corazón.
Tessa suspiró—. No puedo imaginar cómo debe ser esto para usted, Sr. Gold.
Hetty extendió su flor—. Quería traerle algo, Sr. Gold. Después de que Michael se fuera pasé muhco tiempo con Bonnie y hablamos mucho. Dijo que esta era su flor favorita y me mostró dónde crecían. Era especial, Sr. Gold, y su alma irá al cielo. Fue uno de mis mejores amigos.
—Te amaba —dijo Aberama—. Quizás no románcitcamente, pero te amaba. Eras una de sus únicas amigas. Siempre estaba feliz contigo.
Hetty parpadeó para contener las lágrimas—. Era un buen amigo, yo también lo amaba. Ojalá pudiera haberle dicho adiós.
Aberama cerró los ojos, intentando bloquear el dolor—. Ojalá pudiera haberlo hecho. En cambio, los vi crucificar a mi hijo mientras yo yacía en el suelo. Lo colgaron en una cruz, lo golpearon y luego le metieron una bala en la cabeza.
Las lágrimas caían por el rostro de Hetty—. Sr. Gold, lo siento tanto.
Tessa se inclinó hacia delante—. Sr. Gold, ¿quiénes son los BIlly Boys? ¿Qué quieren?
—¿No es obvio? —respondió Aberama, mirando a Tessa—. Quieren el imperio de Thomas Shelby. Quieren las pistas de carrera, quieren el poder. Quieren el miedo. Nadie, ni siquiera los malditos Peaky Blinders, son como ellos.
Tessa sintió un escalofrío recorrerla—. ¿Y no se detenrán?
—No a menos que los detengamos —respondió Aberama, mirando a Hetty—. Y te prometo, Hetty Gray, que vengaré a mi hijo.
Hetty asintió—. Sé que lo hará, Sr. Gold. No puedo creer que se haya ido.
Aberama volvió a cerrar los ojos—. Lo sé. Lo veo en mis sueños. Mi hijo. Mi pobre e inocente muchacho.
Hetty se puso de pie—. Lo siento, Sr. Gold. Tengo que...
Ni siquiera pudo terminar su oración antes de huir de la habitación. Tessa se puso de pie y miró a Aberama—. Lo siento, Sr. Gold.
Siguió a Hetty fuera de la habitación y la encontró en el pasillo, hiperventilando—. Tess.
Tessa sostuvo a la chica en sus brazos, intentando conosolarla lo mejor que pudo—. Está bien, Hetty. Está bien.
—Odio esto —susurró Hetty—. Seguimos perdiendo gente. ¿Qué haremos?
—Seguimos adelante —respondió Tessa, guiando a Hetty por el pasillo—. Verás, eso es lo que pasa con esta familia. Creen que las mujeres son débiles, pero no lo somos. Pasamos por la misma mierda que ellos, incluso por cosas peores. Mientras ellos están allí haciendo lo que hacen los hombres, nosotras nos quedamos en casa para lidiar con las consecuencias. Las mujeres de esta familia son más fuertes que los hombres, Hetty.
—Tienes razón —susurró Hetty—. Estaremos bien —luego jadeó—. ¡Mi cita!
Tessa miró su reloj—. Tenemos media hora, cariño. Llegaremos a tiempo.
Y lo hicieron. Tessa se sentó con Hetty mientras el doctor controlaba su embarazo, y cuando escucharon los latidos del corazón del bebé, Hetty rompió a llorar de nuevo.
—¿Tiene un nombre en mente? —preguntó el doctor amablemente.
Hetty miró a Tessa—. Creo que lo tengo.
Tessa asintió, sabiendo exactamente a qué se refería Hetty—. Me gusta.
—¿Puedo saberlo? —preguntó el doctor—. No se lo diré a nadie.
Aunque Tessa no era oficialmente un miembro de sangre de la familia Shelby, toavía infundía miedo en queines la rodedaban. Odiaba el poder del nombre Shelby, y rara vez lo usaba a menos que lo necesitara desesperadamente, pero Hetty había dejado escapar que el apellido de Tessa era Shelby y el doctor se había quedado callado.
—No veo por qué no —dijo Tessa.
Hetty asintió y respiró hondo—. Todavía tengo que hablarlo con mi esposo, pero me gusta Bonnie.
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