04 | miedos

—¿Tess?

Tessa se giró, con un cigarrillo colgando en sus dedos mientras dejaba de mirar el suelo—. ¿Sí?

Ada se acercó a ella con una expresión de simpatía escrita en su rostro—. ¿Estás bien?

—¿Por qué no habría de estarlo? —preguntó Tessa—. Me acabo de enterar que Tommy me está ocultando cosas otra vez, que a Finn le dispararon, y muy bien podría haber muerto, y que estás embarazada.

—¿Qué?

—Ah, vamos —dijo Tessa—. Actúas como si fuera un estúpida. Vi la forma en que sostenías tu estómago, y cómo se miraban tú y Mason. Es de él, ¿no?

—Sí —respondió Ada, mirando a Tessa con incredulidad—. ¿No estás enojada?

—¿Enojada? —repitió Tessa mientras lanzaba el humo del cigarrillo al aire—. Ada, esta es la mejor noticia que recibí en todo el año. Haces muy feliz a mi hermano, y lo vas a convertir en padre. Voy a ser tía.

Ada sonrió—. Estoy tan contenta de que no estés enojada.

Tessa abrazó a Ada—. Nunca podría enojarme contigo por traer a Mason a casa. Siempre vi en sus ojos que nunca se recuperó de la guerra, pero desde que está contigo esas grietas desaparecieron. Nunca te agradecí por traerlo de vuelta con nosotros.

—Bueno, me alegra haberlo ayudado —dijo Ada—. Es un amor, Tess. ¿Por qué no nos presentaste antes?

Tessa se rió—. Hay un momento adecuado para todo, Ada. Mason y tú tuvieron que esperar. Aunque espero que te pida que te cases con él pronto.

—Bueno...

—¡No! —exclamó Tessa, dejando caer su cigarrillo en estado de shock—. ¿Estás bromeando?

—No —dijo Ada sonriendo—. Me propuso matrimonio el día que le dije que estaba embarazada. Tengo el anillo en mi collar. Aún no se lo contamos a Tommy y Arthur. Pero Polly lo sabe.

—No se lo diré a nadie —dijo Tessa—. Estoy tan feliz por ti, Ada.

—Gracias —dijo Ada, pasando su brazo por el de Tessa—. Vamos a disfrutar de la tarde y olvidarnos un rato de todo.





Cuando Tessa regresó a casa esa noche, Tommy ya había acostado a los niños y la estaba esperando. Entró a la sala de estar, lo vio sentado en uno de los sofás y cruzó los brazos sobre el pecho, instantáneamente a la defensiva.

—Di lo que tengas que decir antes de que me vaya a la cama —dijo Tessa.

—Tess, escúchame —dijo Tommy—. No quería que te involucraras porque no es parte del negocio, ¿de acuerdo? Sé que no hubieras estado de acuerdo si sabías que Finn iría.

—No. Por supuesto que no hubiera estado de acuerdo —dijo Tessa—. Lo enviaste sabiendo muy bien que no te escucharía. ¿Isaiah también estaba allí?

—Sí —dijo Tommy.

Tessa lanzó sus manos al aire—. ¿Estás bromeando? Son chicos, Thomas. ¡CHICOS! No soldados. Ellos no pelearon. No deberían estar haciendo esto.

—Tess...

—No, ahora voy a hablar yo —dijo Tessa, interrumpiendo a su esposo—. Diré esto y luego me iré a la cama. Tienes que empezar a contarme las cosas, Tommy, de lo contrario volveremos a donde estábamos hace diez años, antes de Billy Kimber, antes de Sabini y de los malditos italianos. Necesitas hablar conmigo, no como una socia comercial, sino como tu esposa. Si no lo haces, esto no funcionará. Y, si soy honesta, estás más casado con el negocio que conmigo.

—Sabes que eso no es cierto —dijo Tommy.

—Entonces pruébalo —respondió Tessa—. No ahora. No de inmediato. Empieza a hablar conmigo. ¿de acuerdo? Porque no podemos volver a hacer esto, Tommy. No puedo.

—Tess, lo siento —dijo Tommy—. Comenzaré a hablar contigo, pero debes prometerme que no discutirás conmigo por mis decisiones.

—Lo haré si implican que Finn sea utilizado como soldado —respondió Tessa—. Quiero que criemos a nuestros hijos sin preocuparnos por los negocios.

—Lo sé, Tess —dijo Tommy—. Y un día lo haremos.

—¿Cuándo? —preguntó Tessa—. Ya tenemos dos hijos, Tommy. ¿Qué pasa si llega un tercero o nos pasa algo y no podemos cuidarlos? ¿Entonces qué, Tommy? Estamos envejeciendo. No podemos seguir fingiendo que todavía tenemos 25 años. Tenemos hijos, una vida y tal vez... tal vez quiera tener otro bebé antes de que sea demasiado mayor.

—¿Eso es lo que quieres? —preguntó Tommy—. ¿Otro bebé?

—Sí —dijo Tessa.

Tommy se puso de pie y se acercó a su esposa—. Ya tenemos dos hijos, Tess.

—Sí, pero ya no quieren que los sostenga como solía hacerlo cuando eran pequeños —dijo Tessa con tristeza—. Y el hecho de que Ada esté embarazada... mierda.

—Ya lo sabía —dijo Tommy con una sonrisa—. Y sé que es de Mason, sé que están comprometidos y que van a casarse. Lo sé todo.

—Por supuesto que sí —respondió Tessa—. Pero el hecho de que Ada esté embarazada de nuevo, no lo sé, supongo que se podría decir que estoy celosa. Celosa de que ella pueda hacerlo todo de nuevo. Y nosotros somos lo suficientemente estables para esto, Tom. Tenemos una casa lo suficientemente grande, suficiente dinero... yo solo... quiero tener otro bebé, pero quiero asegurarme de que estarás allí.

—Tess, no te voy a dejar, ¿de acuerdo? —susurró Tommy.

—Tengo miedo, Tom —admitió Tessa—. Sigues metiéndote en malos negocios y yo me quedo en casa, preguntándome si volverás o no. Me mantiene despierta por la noche sabiendo que todavía te ocupas de viejos asuntos, y aunque hemos avanzado en el mundo, todavía tengo miedo de que alguien peor que Changretta o Sabini venga y...

Tommy tomó la cara de su esposa entre sus manos—. Tessa, nadie me va a alejar de ti, ¿de acuerdo? Lo prometo. Los malos negocios se terminaron. No habrá más de eso a partir de ahora. Los negocios con Kimber, Sabini y Changretta están terminados. De ahora en adelante, todo irá bien. Podemos tener otro bebé, podemos tener diez bebés si lo deseas.

—Bueno, por ahora que sea solo uno más —dijo Tessa—. Y asegúrate de que los dos que tenemos sigan confiando en ti, sobre todo después de que le disparaste a tu pobre caballo.

—Mañana hablaré con John —dijo Tommy, inclinándose hacia delante para besar a su esposa—. Pero ahora mismo voy a conceder tus deseos.

—¿Qué? —preguntó Tessa, mientras Tommy la conducía hacia las escaleras.

—Bueno, dijiste que querías otro bebé, ¿no?

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