01 | las hadas




1929



—¡Mamá! ¡Tío Mase!

Tanto Tessa Shelby como Mason James giraron la cabeza hacia el sonido de la voz de Bella, viéndola correr hacia ellos con una sonrisa plasmada en su inocente rostro. Mason estaba preparado para el momento del impacto, doblando ligeramente las rodillas y extendiendo los brazos para que Bella pudiera abrazarlo.

En el momento en que lo abrazó, Mason la impulsó hacia arriba, sosteniéndola por encima de su cabeza y riendo mientras ella chillaba de alegría.

—¿Qué tienes ahí? —preguntó Mason, mirando las flores que sostenía su sobrina.

—Las encontré —dijo Bella con orgullo—. Estaban por ahí en alguna parte. También hay un árbol con agujeros, pero no pude pasar a través de él para encontrar las hadas.

—¿Hadas? —preguntó Tessa, acercándose a su hermano e hija—. ¿Qué hadas, cariño?

—Las hadas —respondió Bella, como si eso aclarara todo—. El tío Arthur me dijo que estas colinas están llenas de hadas.

—¿Es por eso que sigues vagando? —preguntó Tessa—. ¿Estás con las hadas?

—¡Sí! —exclamó Bella, soteniendo las flores que había recogido—. Para ti, mamá.

Tessa agarró las flores—. Gracias, cariño. Son hermosas.

—¿Dónde está John? —preguntó Bella, buscando a su hermano.

—Está en la caravana —dijo Mason—. Está un poco molesto.

—Porque el caballo de papá murió —dijo Bella—. Es triste.

—Sí, lo es —dijo Mason—. ¿Por qué no vemos si podemos animarlo?

Bella asintió, retorciéndose hasta que Mason la bajó. Salió corriendo hacia la caravana con las cortinas corridas y la puerta cerrada, sonriendo—. ¡John! ¡John! ¡Encontré algunas hadas!

Una vez que cruzó la puerta, Mason se volvió hacia Tessa, se quitó la gorra y se pasó la mano por el pelo—. Dios, ¿cómo te las arreglas?

—¿Estás bromeando? —preguntó Tessa—. No me las arreglo desde que nació Bella. Simplemente actúo como si lo hiciera y la gente parece creerme.

—Es porque hace años que nos aguantas a nosotros —dijo Mason riendo—. Te ayudó a enmascarar todo.

—Y me dio la capacidad de mentir de manera convincente —agregó Tessa.

—Y la capacidad de no tener un ataque cuando Tommy o uno de nosotros hace algo estúpido.

—Y el hecho de que hemos pasado por tanto que los niños son un sueño comparado con lo demás.

Mason se rió—. Sí, no puedo decir que no me encantaría tener hijos.

Tessa notó la expresión del rostro de su hermano—. Mason...

—Teresa.

Tessa le dio un puñetazo en el hombro—. Oye, ¿hay algo que quieras decirme?

Mason se encongió de hombros—. Bueno, lo estamos manteniendo e secreto, pero... Ada está embarazada.

—¡¿Qué?! —exclamó Tessa—. Estoy tan feliz por...

—Cállate —dijo Mason, cubriendo la boca de Tessa con su mano—. Es por eso que lo mantenemos en secreto. Esta familia tiende a no quedarse callada.

Tessa asintió, esperando a que Mason le quitara la mano antes de hablar en voz baja—. Estoy tan feliz por ti, Mase. Espero que sea una niña. Pero también quiero que tengas un niño. Dios mío, ¿cómo lo van a llamar?

—Si es un niño, Freddie —dijo Mason—. Sé que Ada lo está pensando, y, si es una niña, estábamos pensando en llamarla Anna.

—Son nombres hermosos —dijo Tessa, abrazando a su hermano con fuerza—. Vas a ser el mejor padre del mundo.

—Espero estar a la altura de las expectativas —respondió Mason—. ¿Deberíamos ir a ver cómo están John y Bella?

—Sí, probablemente —dijo Tessa—. Creo que hay una baraja de cartas en alguna parte. Les podemos enseñar a jugar. Quizás puedan apartar sus mentes de todo lo que está sucediendo.

Tessa no estaba segura de qué estaba sucediendo, pero sabía que Tommy se había llevado a su familia a las montañas, donde desapareció durante horas. Lo único que Tessa sabía era que el caballo de Tommy, Dangerous, había contraído una enfermedad que dejó a Tommy sin otra alternativa que acabar con su sufrimiento. John Shelby Jr. escuchó a algunos de los gitanos con los que estaban acampados hablando de eso, y culpó a su padre por la muerte del caballo. Era demasiado joven para entender que Tommy había hecho lo correcto por el caballo, eligiendo culpar a su padre.

Cuando Tessa entró en la caravana detrás de Mason, vio a su hermano sentarse y recoger una baraja de cartas. John, de dos años y medio, se subió al regazo de su tío y lo vio repartir las cartas. Cuando Mason agarró las suyas, empezó a jugar. Jugaron por unos diez minutos antes de que las cosas se pusiera... interesantes.

—Bien, ¿quién tiene al rey de corazones? —preguntó Mason, y cuando Tessa y Bella negaron, Mason parecía perplejo—. ¿En serio? Porque estoy seguro de que estaba allí cuando las conté.

—¿Mason? —dijo Tessa sonriendo y señalando a su hijo—. Creo que lo encontré.

—John, no te comas al rey —dijo Mason riendo y tomando la carta de su sobrino—. No es para eso.

—Papá es el rey —dijo John, después de dejar la carta—, pero papá mató al caballo.

—Oh, John —susurró Tessa, inclinándose hacia su hijo para tomarlo en sus brazos—. Papá tenía que hacerlo. Dangerous estaba herida, y fue para hacer que dejara de sufrir.

—Pero Dangerous era mi favorita —dijo John.

Tessa suspiró, abrazando a su hijo—. Lo sé, cariño, pero en esta vida siempre habrá pérdidas.

—Tessa —dijo Mason—. Déjame llevarlo.

Tessa asintió—. Vamos, Bella.

Cuando salieron de la caravana, Tessa miró hacia el horizonte y vio un caballo negro caminando por el sendero. Bella también lo vio, y sus ojos se iluminaron cuando vio a su padre—. ¡Papá!

Cuando finalmente llegó al campamento, Thomas Shelby desmontó de su caballo y caminó hacia su esposa e hija, la última de las cuales no pudo mantener su posición y corrió hacia su padre, sonriendo mientras se alejaba.

—Ven aquí —dijo Tommy con una sonrisa en su rostro mientras abrazaba a su hija—. ¿Qué tiene aquí mi chica favorita?

—La reina —dijo Bella, mostrándole la carta a su padre—. Como mamá.

Tommy se rió—. Sí, Bell. Tu mamá es mi reina.

Tessa sonrió cuando Mason salió de la caravana, acercándose a ella—. Está bastante molesto, Tess.

Tessa suspiró—. Y tiene todo el derecho a estarlo, pero está bien. Tommy ha vuelto. Todo va a estar bien.

Poco sabía Tessa lo equivocada que estaba.

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