Capítulo 18

Vega

Dos horas más tarde me despierto con un mechón de pelo pegado a la boca y un hilo de baba cayendo por la comisura de mis labios hasta formar un pequeño charco en la almohada. Me desperezo vagamente y giró sobre mí misma hasta quedar boca arriba.

—Mira quién ha abierto los ojos por fin — dice la voz de Belinda que acaba de salir del baño— ¿Has dormido bien?

Veo salir a la chica y me doy cuenta de que se acaba de pegar una buena ducha, cosa que adivino, además, por el vapor que sale a través de la puerta abierta del cuarto de baño.

—¿Eh...? — me incorporo en la cama y me froto la cara para quitarme las legañas que se me han formado en los ojos— Sí, sí... Muy bien, la verdad.

—¿Vas a ir a los juegos? —me pregunta mientras se pasa una toalla por el pelo mojado.

—¿Qué juegos?

—Ya sabes, los juegos que están preparando ahí fuera.

Belinda hace un gesto con la cabeza para que mire por la ventana, me levanto y me asomo para enterarme de lo que está pasando y veo a un montón de chicos y chicas preparando juegos y retos por todo el jardín.

—Vaya, tiene buena pinta, ¿tú vas a ir?

—Creo que estamos todos invitados.

¿Todos? Esto va a ser divertido.

Eric

—Eh Dani —digo intentando llamar la atención de mi amigo, que al parecer se ha quedado dormido— Dani, despierta.

Le zarandeo del brazo ligeramente, aunque se que es en vano ya que el tío duerme como un tronco.

—¡Despierta Daniel! —grito quitándole la almohada sobre la que está durmiendo y dándole con ella en la cabeza.

El me mira como si estuviera medio drogado y se da la vuelta, dándome la espalda. De repente, empiezo a oler algo tremendamente asqueroso, como si hubiera un bicho muerto bajo la cama. Y ni siquiera me hace falta pensar mucho para saber de qué se trata.

—¡Joder Daniel! —digo tosiendo, ahogándome por el fétido olor.

—Eh tíos, ¿qué...? —veo entrar a Boris por la puerta, pero no termina su frase porque comienza a toser también— ¡Joder! ¿Quién se ha muerto? —pregunta atravesando la habitación rápidamente para abrir la ventana.

—Eso pasa por despertarme.

—Que te den, tío —vuelvo a darle con la almohada.

Boris y yo nos asomamos desesperadamente al exterior para respirar aire fresco y Dani sigue sin moverse en la cama. Mientras, Izan acaba de entrar en la habitación y ha cogido un ambientador del baño para aliviar el mal olor. Se nota quién es el inteligente de los cuatro.

—Vale, vale, ya está —dice dejando el bote de ambientador vacío sobre la mesa—. Mirad lo que había pegado en la puerta.

Boris y yo nos acercamos a Izan que nos muestra un trozo de papel, que parece ser una invitación, en el que pone:

Dani, Eric, Izan y Boris quedáis invitados a participar en los juegos universitarios que tendrán lugar en el jardín trasero de la villa, junto a las tres piscinas.

Esperamos que asistáis.

Firmado, los universitarios de Wister.

—Que sosa —dice Izan girando la invitación para comprobar que no hay nada más escrito—, Esperad, fijos es en esto.

Boris y yo volvemos a poner atención en el trozo de papel, el cual tiene unas palabras grabadas en dorado por la parte de atrás.

—"Buscad el número 13" —lee Boris en voz alta.

—¿Qué significa eso? —pregunto mirando a los chicos, obteniendo negaciones con la cabeza como respuesta.

—Tal vez sea nuestra primera pista, o tal vez para hacer los grupos —propone entonces Dani, que creíamos se había vuelto a dormir.

—¿A qué te refieres?

—Ya sabes, los grupos para los juegos, supongo.

Los tres miramos al moreno y luego nos miramos mutuamente, sorprendidos de que Dania haya podido pensar eso en su estado de zombie.

—No creo que con todas las personas que somos aquí para participar, los grupos para los juegos sean solo de cuatro —aclara, levantándose por fin de la cama—. En fin, voy a mear.

Y, dicho esto último que a ninguno nos interesaba saber, se encierra en el baño dejándonos a los demás con la boca abierta.

—¿Habéis oído eso? —dice Izan señalando la puerta del baño.

—Dani se vuelve listo cuando duerme —contesta Boris.

—O es que aún está soñando —digo yo quitándole la invitación de las manos a Izan para tumbarme en la cama a mirarla de nuevo— "Buscad el número 13" —susurro pensando en quién más podría tener eso mismo escrito en la parte de atrás de su invitación.

Vega

—Muy bien chicas, debemos buscar al otro grupo que tenga el número 6 —ordena Maica una vez que estamos en el jardín, a pocos minutos de los juegos.

—¡Cinco minutos para que dé comienzo la velada! —anuncia entonces Alia con un megáfono, que se encuentra junto a los universitarios que están terminando de preparar sus pruebas.

—¡Vamos chicas! —exclama Minerva cogiendo a Belinda del brazo y echando a correr— ¡Seis! ¡Grupo número seis! —comienza a gritar mientras recorre el enorme jardín de un lado para otro.

Inmediatamente Maica y yo comenzamos a hacer lo mismo, y el resto de grupos que nos oyen no tardan mucho en imitarnos para así encontrar más rápido al resto de su equipo.

Eric

—¿Qué número creéis que tendrán las chicas? —pregunta Dani mientras recorremos el vestíbulo que conduce al jardín.

—¿De qué chicas hablas? —le dice Izan curioso— ¿Maica y Vega? Todo el mundo se ha fijado en que últimamente váis mucho con ellas... — insinúa levantando las cejas.

—Cállate— le digo empujándole, aunque sonriendo sin poder evitarlo.

—¡Seis! ¡Grupo número seis! —oímos exclamar a alguien en alguna parte del .jardín.

—¿Pero qué...? —murmura Boris, mirando a todas partes para descubrir de dónde vienen los gritos.

—¡Grupo número seis!

—¿Esa no es... Maica? —dice entonces Dani, reconociendo perfectamente la voz de la pelirroja.

Y, unos segundos después, vemos a las chicas pasar corriendo delante nuestro gritando una y otra vez lo mismo; al menos hasta que Vega se fija en mí y se detiene, junto a su amiga de la que va de la mano, para acercarse a nosotros.

—¿Dónde está la nueva? —pregunta Dani, que ya le había echado el ojo a la nieta del señor Méndez nada más subirse al autobús.

Mi amigo no tiene remedio.

—¿Rita? No quería jugar y se fue a explorar la villa, según dijo —responde Maica, encogiéndose de hombros— es un poco "única y diferente", ¿no creéis?

Y hasta ahora yo pensaba que la única y diferente aquí era Vega.

—Por cierto, ¿qué grupo sois? —pregunta "mi novia" mostrándome su invitación, —nosotras somos el seis.

—Mierda, nosotros el 13 —respondo yo enseñándole la mía.

—¿Trece? —escucho a alguien a mis espaldas— ¡Eh chicas venid, son ellos!

Me giro y descubro a la persona con quien menos me gustaría participar en los juegos. Y no hablo de Quina, no, sino de la harpía de su amiga: Astrid, que va con ella a todas partes.

¿Por qué las chicas irán siempre juntas a todos lados?

—Astrid, mira con quién nos ha tocado —sonríe Quina, dirigiéndose a mí.

La rubia le sigue por detrás, junto a sus otras dos amigas gemelas de pelo negro, Lianny y Tasha.

—Vaya, ¿Héctor y Álex no están con vosotros? —nos pregunta una de ellas poniendo cara de pena.

Así es, el cliché se cumple una vez más. Las gemelas están "enamoradas" de los gemelos, pero simplemente por el hecho de que son gemelos. Y justamente de ellos porque además son mis amigos. Aunque si supieran que a Hector no le van precisamente las chicas se llevarían una gran decepción.

—Bueno, ¿a qué esperamos? ¡Vamos! —exclama Quina tirándome del brazo para ir hacia el punto de partida de los juegos.

Antes de dejar inevitablemente plantada a Vega, lo único que pude darle como despedida fue una mirada de auxilio, a lo que ella se rió y negó con la cabeza.

—¡Mucha suerte! —me grita cuando ya casi no puedo oírla.

Y se da la vuelta para seguir buscando a su grupo correspondiente con el número seis.

—Mucha suerte a ti también, princesa —digo yo en un susurro, deseando por dentro que esta no sea la última vez que nos veamos en los juegos.

Vega

Cuando por fin encontramos a nuestro grupo, compuesto por el amor platónico de Oliver, Uxía, y otras tres chicas más, nos dirigimos al chico de Wister con el megáfono en la mano subido a una mesa.

—Muy bien , ¿Ya estamos todos? —pregunta para asegurarse de que no falta ningún grupo por encontrarse.

Tras un largo y enérgico "sí" por parte de todos los allí presentes, el chico con el megáfono continúa:

—Vale, cada grupo tiene un número grabado en la invitación que os ha llegado a la habitación, y cada uno tiene el número grabado en un color diferente. Acercaos a los chicos y chicas que lleven la camiseta del mismo color que vuestro número para que os den la primera pista, eso es todo —Concluye apagando el megáfono y bajándose de la mesa.

Automáticamente nos fijamos en el color en que está escrito nuestro número: verde. Acto seguido buscamos a algún universitario con la camiseta de ese color, e inmediatamente Minerva señala a un chico con una camiseta verde de estampado militar. Rápidamente nos acercamos a él y esperamos a que nos de nuestra primera pista.

—¿Sois el número seis? —nos pregunta con desgana, prácticamente como si estuviera fumado, que apuesto a que lo está.

Todas asentimos sin decir nada.

—Bien, esta es vuestra pista —dice entregándonos un papel doblado— Buena suerte.

Se saca lo que parece un porro de detrás de la oreja, se lo mete en la boca y se aleja mientras se lo intenta encender con un mechero que parece no funcionar.

—Vale... —murmura Minerva algo confundida por la actitud del chico—, en fin, ¿Qué pone en el papel? —pregunta a Uxía, que es la que lo ha cogido.

Esta lo desdobla, y comienza a leer:

—"Si mar hubiera, más difícil sería, pero siendo villa, en el mar que la rodea, dentro de una caja se esconde vuestra siguiente pista".

—¿Qué? —dice Minerva tras unos minutos de silencio— ¿Qué narices significa eso? Seguro que ese tío fumado ha escrito la pista sin tener ni idea de lo que ponía.

—Yo creo que está claro —responde una de las amigas de Uxía,— tenemos que ir al mar.

—Aquí no hay mar, Lori —la informa su amiga, acostumbrada a que no tenga muchas luces en la azotea, supongo.

—¿Entonces a qué se refiere? —pregunta Uxía, que no deja de leer la pista una y otra vez.

—Yo creo —comienza a hablar Belinda, que hasta ahora se ha mantenido callada, pensando— que, al decir la primera frase "Si mar hubiera mas difícil sería" se refiere a que nuestra siguiente pista está debajo del agua, y que si por aquí hubiera mar, ahí es donde estaría, y por eso sería más difícil encontrarla, porque el mar es inmenso.

—Uumm... Puede ser —afirma Minerva.

—¿Y el resto a que se refiere? —pregunta entonces Maica, quitándole el papel de las manos a Uxía— "pero siendo villa, en el mar que la rodea, dentro de una caja se esconde vuestra siguiente pista".

Todas nos quedamos calladas durante unos instantes. Hasta que caigo en la cuenta.

—¡Ey! —exclamo de repente, provocando que todas se sobresalten y me miren a la vez— ¿Aquí hay un lago, no?

Eric

Llevamos como cinco minutos buscando la siguiente pista, pero no hay manera. La pista que aquella chica de tantos piercings nos ha dado no nos aclara nada, yo diría que necesitamos otra pista para resolver la pista, porque veo que se acaba el juego y todavía seguimos con la primera.

—Déjame leerla otra vez —le dice Dani a Lianny, una de las gemelas morenas.

Ella le entrega el papel, y los ocho nos detenemos un momento para escuchar a mi amigo:

—"Sin sol radiante aumenta el calor, con uno es suficiente, ni siquiera lo pienses, apenas caben dos".

—Lo hemos leído veinte veces literalmente y sigo sin tener idea de a lo que se puede referir —suspira Boris sentándose en el césped.

—A ver, repasemos frase por frase —propone la otra gemela, Tasha— "Sin sol radiante aumenta el calor", podría referirse a un lugar en el que haga mucho calor aunque no haya sol, ¿no creéis?

—Bueno, ¿Y eso de "uno es suficiente, ni siquiera lo pienses, apenas caben dos"? —pregunta Dani, aún algo confuso.

—Está claro que se refiere a un lugar pequeño en el que solo entre una persona —responde Quina sin dudar.

Los chicos y yo la miramos sorprendidos por su deducción.

—Que parezca tonta no significa que lo sea —nos réplica ella con el ceño fruncido.

—Entonces —comienza a hablar su amiga rubia, Astrid— Nuestra siguiente pista está en un lugar donde hace mucho calor al entrar y es tan pequeño que solo cabe una persona, ¿Me equivoco?

Todos asentimos dándole la razón.

—¿Y qué lugar puede ser ese? —pienso en voz alta llevándome una mano a la nuca.

Los ocho nos quedamos pensando durante unos instantes, hasta que Boris se levanta con un salto del suelo, haciendo que todos demos un paso hacia atrás, y exclama:

—¡Pues claro, una sauna!

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