Capítulo 7: Jackson
Trish
—¿Y es guapo? —me preguntó Grecia.
—Bastante, yo diría que ese es su mayor atractivo —aseguré—. Y amable y también se podría decir que es algo gracioso...
Yo no lo encontraba tan gracioso y divertido, pero siempre veía a mis demás compañeros riéndose con él. Quizás yo era la amargada.
Grecia me dio una sonrisa de emoción.
—¿Cuándo fue la última vez que describiste así a un hombre?
Yo me quedé pensando.
—Nunca.
La verdad era que nunca en la vida me había topado con un hombre con tantas características positivas como Jackson... aunque no sabía si eso era bueno del todo.
Podía sonar estúpido, pero la razón por la que no había aceptado una cita con Jackson hasta ese momento era porque me parecía demasiado perfecto, en especial para alguien como yo a quien le gustaba un poco el caos y el desorden.
Quizás se pregunten, ¿quién es el tal Jackson? Bueno, era mi compañero de laboratorio (también de Carter, obviamente) y por alguna razón que no terminaba de comprender, parecía haberse fijado en mí hacía bastante tiempo, si no es que era del primer momento en que me había conocido.
No es que yo tuviera problemas de autoestima que me hacían creer que nadie se podía fijar en mí, pero él... bueno, no parecía ser el chico que se fijara en una mujer como yo.
Yo sabía que yo era peculiar y, en parte, la mayoría de los hombres se veían intimidados por mi personalidad avasalladora y algo irritante, por eso, los hombres que se fijaban en mí solían ser puros idiotas que amaban estar drogados, salir de fiesta y que no sentaban cabeza con nadie. Si lo veíamos de otra manera, parecía que nadie me tomaba muy en serio... y quizás era porque yo tampoco lo hacía.
—¿Y por qué te demoraste tanto en salir con él?
—Porque no le podía encontrar un defecto grave —respondí.
Grecia se metió un poco de su ensalada a la boca.
—¿Y por qué ahora sí? ¿Ya se lo encontraste?
—No, pero... creí que tal vez era hora de comenzar a tomar en cuenta mi vida amorosa —dije—. De forma seria, no solo para divertirme un rato.
Grecia me quedó mirando un momento.
—¿Pasó algo?
Yo la miré extrañada y negué. No sabía por qué su conclusión era que algo había tenido que suceder.
—Trish, tú jamás te habías preocupado de salir con un hombre, uno bueno que fuera material de pareja seria...
—Sí, porque quería disfrutar mi juventud. Ya mi juventud está pasando y la disfruté con muchas ganas —aseguré—. Sobre todo, cuando salí con ese que tenía el cultivo de marihuana en su patio... Dios, como lo disfruté.
—¿Qué fue de él?
—Lo arrestaron en Dakota del Sur por tráfico de drogas. Creo que no sabía que allá la hierba es ilegal en todas sus formas —le dije—. No supe que pasó después.
—Me sorprende que pasaras de eso a este tal Jackson... un hombre con empleo, decencia humana, que no consume ninguna sustancia ilícita... ¿tiene arrestos?
—Ninguno, todo lo contrario. Se dice en el laboratorio que una vez salvo a un perro de ser atropellado y salió herido él —comenté.
—Por Dios, ¿estás segura de que es real? —cuestionó Grecia—. Algo debe tener...
—Pues aún no lo puedo descubrir.
Y debía admitir que eso me seguía haciendo sentir algo insegura. No era normal que alguien no tuviera un defecto notorio y que rozaba lo insoportable, y tampoco estaba segura de que me gustara alguien que no lo tuviera.
—Bueno, quizás deberías ir a una segunda cita, ¿no?
—Sí, ya quedamos de vernos la próxima semana —le dije—. Iremos a ver una película.
Grecia sonrío una vez más.
—Me alegra por ti.
Yo sabía que lo decía en serio, pero también sabía que seguía cuestionándose la mi razón para comenzar a tomarme en serio las relaciones amorosas y tenía algo de sentido porque le había mentido.
No me gustaba mentirle a Grecia, ni a Carter, ni a Oliver; pero en esa situación sabía que lo mejor para todos era que no les dijera la verdad.
[...]
Había tenido un día agotador en el laboratorio, ya que habíamos tenido uno que otro percance y uno de mis compañeros había trabado por accidente la maquina compactadora de polvos.
Estaba llegando a casa más tarde de lo normal, pero aun había algún atisbo de luz solar.
Cuando llegué frente a mi puerta, me encontré con Oliver sentado en el suelo del pasillo, revisando algunos documentos que suponía que eran de su trabajo.
—¿Oli?
Oliver levantó su cabeza y pareció muy emocionado con mi aparición.
—Trish, llegaste más tarde de lo normal —me dijo.
—Sí, tuve unos pequeños percances.
—¿Estás bien?
—Sí, sí, no te preocupes —lo tranquilicé—. ¿Tú que haces aquí?
—Necesitaba hablar contigo.
—¿No me pudiste llamar por teléfono en vez de sentarte aquí a esperarme?
Ya el hecho de que él hubiera salido de la oficina antes que yo me decía que realmente estaba desesperado por hablar conmigo, pero no creía que fuera necesario sentarse en mi pasillo a esperarme.
—Creí que llegarías a la hora de siempre, pero da igual...
Yo no dije nada más, solo fui a abrir la puerta y lo dejé pasar.
De inmediato, Pierre y Marie comenzaron a maullar por comida.
—Voy a alimentarlos y vuelvo.
Oliver asintió y fue hacía mi sofá para esperarme.
Alimenté a los gatos lo más rápido que pude y luego fui con Oliver a la sala. Me senté a su lado y me acomodé. Estaba bastante cansada y era muy reconfortante sentarme en mi sofá a descansar mis piernas.
—¿Estuviste mucho tiempo de pie?
—Un poco...
Oliver tomó mis piernas para ponerlas sobre las suyas y quitarme los zapatos.
—Te acabo de decir que estuve de pie bastante tiempo, ¿y tú crees que es buena idea quitarme los zapatos?
—Trish... el olor a incienso no me deja sentir otra cosa, así que no te preocupes —me dijo, para luego quitarme las calcetas y comenzar a masajearme.
Al menos sabía que el truco del incienso estaba funcionando, así nadie se podría quejar por el olor a hierba.
—¿Qué querías decirme?
—Bueno, hoy almorcé con Ely...
—Esto ya comienza mal —comenté.
—Tranquila, se pone mucho peor —me aseguró—. En resumen: ella irá a la boda con su amante, Ben, yo le dije que iría contigo, y ella me echó parte de la culpa de su infidelidad.
Yo lo miré incrédula. No podía creer que alguien era tan descarado para culpar a su pareja de su infidelidad, bueno, si habían de esos, pero me costaba creer que alguien inteligente como Ely lo hiciera.
—¿Y tú sabes que eso es mentira?
—¿Qué cosas?
—Qué tienes parte de la culpa.
—Ah, bueno, estaba muy seguro hoy en la mañana, pero sus argumentos si fueron algo convincentes —me dijo—. Quizás yo le di un pequeño empujón...
Quité mis piernas de encima de las suyas y me acerqué más a él para mirarlo directamente a los ojos.
—Oliver Harris, nada de eso es tu culpa, te está haciendo gaslighting y está funcionando.
—No, bueno, no lo sé —dijo, algo inseguro—. Solo sé que algunas de las cosas que dijo son ciertas... y yo no fui el marido que ella se merecía.
—Oliver...
—Aunque ese no es el punto en esto —me interrumpió—. Necesito que vayas conmigo a la boda.
En realidad, no tenía una razón para decirle que no, después de todo, yo no tenía pareja para la boda y pretendía ir sola de todas formas. De hecho, pensaba que era conveniente para todos que el padrino y la madrina fueran juntos..., pero no sabía si era tan buena idea para mí.
«Dile que no, Trish, inventa una excusa».
—No sé...
Oliver pareció algo sorprendido con mi respuesta.
—¿No sabes? —cuestionó—. Pero si ni siquiera pensabas ir con alguien... podemos ir juntos.
Yo pestañeé varias veces.
—¿Estabas asumiendo que yo diría que sí?
—N-no, o sea, sí, es que tú y yo... somos buenos amigos y...
—Y no por eso voy a complacerte en todo, Oli, así que no —dije—. De todas formas, estaba considerando llevar a alguien... a Jackson.
—¿Jackson? —Oliver se quedó pensando un momento—. ¿Tú compañero?
Me sorprendió su buena memoria porque la única vez que le había hablado de Jackson había sido hacía varios meses, cuando él me había querido invitar a salir, pero yo lo había rechazado.
—Sí, ese.
—Pero si ese ni siquiera es tu tipo —me dijo—. Tú misma dijiste que era demasiado perfecto.
Me puse de pie bruscamente.
—Pues creo que cambié de tipo —dije.
Oliver se puso de pie también.
—¿De verdad vas a llevar a la boda de nuestros mejores amigos a un tipo que ni siquiera te gusta?
Me crucé de brazos.
—Tú cállate, tú no sabes nada —le dije—. Mejor procura no ponerte a llorar cuando veas a tu ex con su amante en la boda.
Oliver pareció enfurecido con ese comentario y sin decirme nada, tomó su portafolio y fue hacía la puerta para salir de mi departamento.
Solté todo el aire que tenía en mis pulmones.
Quizás se me había pasado un poco la mano con mi comentario, pero tenía mis razones para reaccionar así. Primero, no me gustaba que Oliver creyera que yo siempre aceptaría hacer lo que fuera por él y, segundo, no quería estar tan cercana a él porque sabía que lo que fuera que yo quisiera con Oliver, él no querría lo mismo y arruinaríamos toda la amistad que teníamos.
Ya me había llevado una gran decepción cuando Oliver le había puesto fin a nuestra relación de amigos con derecho hacía años, solo me había llevado una peor cuando me había dicho que se casaría con Ely y sabía que podía llevarme otra en el futuro si no tenía cuidado.
Además, quizás Jackson no era Oliver, pero estaba segura de que podía ser incluso mejor.
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