Capítulo 28: Nueva información
Oliver
Carter me hablaba y me hablaba y yo no entendía ni la mitad de lo que me estaba diciendo. La verdad, no me interesaba demasiado saber como iban las preparaciones de la boda, mientras fueran bien, no me preocupaba.
Carter estaba en la cocina, preparando unas salsas para la pasta que comeríamos en la cena y yo estaba en la isla de la cocina, sentando y bebiendo un jugo de naranja natural que había hecho la nonna de Carter.
—¿Entendiste?
Yo levanté la cabeza para mirarlo. Carter me estaba mirando, mientras revolvía algo liquido en una fuente.
—Ah, sí.
Carter frunció su ceño.
—No entendiste nada.
—No puedo entender si no estaba escuchando —me defendí.
—¿Y por qué demonios no me estas escuchando? —cuestionó—. ¿Beber un juego te implica tanto trabajo mental que no me puedes prestar atención?
—No, es solo que... hay otras cosas que me preocupan.
—¿Qué podría ser más importante que mi matrimonio en este momento?
Yo rodé los ojos.
—Ahí vamos de nuevo con tu narcisismo... ¿no has pensado evaluar tus rasgos psicopáticos con algún psiquiatra?
—Oye, ya he estado en el psiquiatra y nunca me han diagnosticado rasgos psicopáticos. Yo me miraría primero si fuera tú... Ted Bundy era abogado.
—Que no me parezco a Ted Bundy. No todos los abogados somos unos psicópatas narcisistas y menos violadores —me defendí.
Sí, tenía claro que el ego de un abogado era bastante alto, pero no todos eran narcisistas por eso y por supuesto que muchos éramos decentes y ejercíamos con la intención de hacer un bien en el mundo. Bundy solo había decido ser abogado porque era un maldito controlador.
Carter me imitó con una voz chillona e infantil que claramente yo no tenía y se volvió a concentrar en su salsa... al menos así había sido por unos diez segundos, cuando se giró para verme con los ojos muy abiertos.
—¿Qué pasó con Trish?
Yo me hice el desentendido. Habían pasado muchas cosas con Trish, desde que nos revisaran en el aeropuerto por su actitud hasta que la vi desnuda por accidente luego de su ducha... y para que decir que habíamos perdido nuestras reservas de habitaciones y habíamos tenido que reservar otra juntos con una sola cama.
—No, no ha pasado nada. Solo viajamos juntos y acá estamos...
—No me mientas —me dijo, apuntándome con la cuchara de palo que tenía en la mano—. Yo te conozco muy bien, si hay algo que te pone así de distraído, tiene que ver con una chica y en especial tiene que ver con Trish.
—Oye, no ha pasado nada, solo tengo muchas cosas en la cabeza —me excusé—. Empecemos porque no sé con que cara voy a ver a mi exesposa en tu matrimonio.
Carter pareció analizarme un momento y luego volvió a revolver su salsa.
—Bueno, sí estas en una situación un poco complicada —me dijo—. Pero va a haber mucha gente, quizás ni siquiera tengas que hablarle.
—Eso espero, no quiero discutir con ella en un matrimonio ajeno frente a un enorme grupo de personas.
—No, si eso llegara a suceder, te mato —me dijo Carter—. No quiero que Grecia termine llorando encerrada en el baño y que sus cinco hermanos te agarren como saco de boxeo.
—Tranquilo, no estoy dispuesto a aceptar provocaciones de nadie y, en lo posible, pretendo evitar a Ely —le aseguré.
—Sí, a ella y al idiota que va a traer... no puedo creer que estuviera dispuesto a acompañarla a una boda en Italia de unos completos descono... —entonces cerró la boca y me miró lleno de pánico.
¿Había oído bien? ¿Ely venía con una pareja? Y podía apostar que era el idiota con el que me había puesto el cuerno.
—¿Hace cuanto sabes esto? —pregunté, intentando esconder mi ira.
—Mmm, no... —murmuró algo inentendible.
—Habla bien, no te haré daño... no quiero que te quedes sin rodilla antes de tu boda.
—Bueno, yo lo supe hace una semana... Grecia lo sabe desde hace como un mes, así que habla con ella —me dijo.
—Sí, de hecho, hablaremos los dos con ella.
Me levanté del asiento en el que estaba y fui hacia Carter para quitarle las cosas que tenía en las manos y dejarlas sobre el mesón de la cocina. Luego, jalé a Carter conmigo en dirección a donde había visto a Grecia la ultima vez: la sala de estar.
En efecto, Grecia y Trish estaban ahí viendo el portafolio que Grecia tenía con todo lo que estaba organizando del matrimonio.
—Tenemos que hablar los cuatro —dije.
Grecia y Trish me miraron extrañadas y pude suponer que Carter estaba haciendo caras, ya que sus vistas no tardaron en desviarse hacia él.
—¿Pasó algo malo? —preguntó Grecia.
—Malo no, es terrible. Acabo de enterarme de la peor traición que pude haber sufrido —dije y sí, quizás estaba exagerando un poco, pero estaba molesto y en pánico.
Grecia y Trish me miraron sin entender.
—¿Qué hice ahora? —preguntó Trish, creyendo que era ella la culpable.
—No, tú no hiciste nada —le dije—. Fueron Grecia y Carter.
—¿Grecia y Carter hicieron algo malo y yo no? Esto es nuevo —bromeó Trish.
—¿Y qué se supone que hice yo? —preguntó Grecia.
Me senté en el sofá que estaba en frente de mis dos amigas y Carter me imitó, sentándose a mi lado.
—¿Cuándo pretendías decirme que mi exmujer venia a tu boda con el infeliz de su amante?
Trish ahogó una risa y los tres nos giramos a verla.
—Perdón, hay que admitir que esto es un poco gracioso. Ya quiero ver el ridículo que hará Oliver ebrio —dijo.
—Ah, sí, será bueno que te quitemos el alcohol —comentó Carter.
—Tampoco es como si yo hiciera el ridículo cada vez que bebo —me defendí.
Los tres guardaron silencio y se miraron entre sí con complicidad... ¿realmente hacía el ridículo ebrio? Bueno, eso no era lo importante en ese momento.
—Ese no es el punto, el punto aquí es una horrible traición —miré a Grecia—. ¿De qué lado estás?
—Oliver, Ely me pidió poder traer una pareja a la boda y yo no le podía decir que no cuando todos tenían invitaciones para ellos y una pareja —me dijo Grecia—. Ni siquiera debió pedírmelo, solo tuvo la decencia de informármelo.
—O quizás te lo dijo solo para que tu se lo dijeras a Oliver y este se muriera —sugirió Trish—. Sé que es tu amiga, pero es una arpía.
—Ya no es mi amiga —aclaró Grecia—. Le hizo daño a mi mejor amigo, claro que ya no seré su amiga, pero no la iba a quitar la invitación, me parece de mala educación.
—Eso lo entiendo, ¿pero por qué no me lo dijiste? —pregunté.
—Porque si te lo decía antes, quizás te daba locura y no ibas a venir. No podía permitirlo, eres mi padrino —argumentó.
—Jamás se me hubiera ocurrido no venir —me defendí—, pero si me hubieras dicho, hubiera podido estar más preparado para esta situación.
Cualquiera hubiera querido saber esa información antes para al menos prepararse mentalmente para ver a su exesposa infiel y a su amante, y al menos no verse destruido. Bueno, no era que yo me viera destruido, pero no me veía mejor que antes de terminar con ella, por lo que no me beneficiaba de ninguna forma.
—Bueno, pero ya está, ahora vas a tener que enfrentarlo con tu mejor cara —me dijo Grecia.
—No tiene una mejor cara —le dijo Trish—. Siempre se ve así de acabado.
Yo miré a Trish y la apunté con mi dedo índice.
—Tú no te rías tanto que tenemos un trato —le recordé.
Trish soltó un suspiro de agotamiento.
—¿Aun quieres hacer tu espectáculo al estilo de Carter y Grecia? —me preguntó.
—Pues sí, ya no tengo más opción. Tengo que verme mejor que ella, no como un abogado sin vida, soltero y lleno de ojeras —dije.
—Pues tienes un problema, así que o te pones base o te veras como siempre de ojeroso —dijo Trish.
—Como sea, Trish, tu vas a tener que fingir que me amas así y que eres feliz conmigo y que no te importa que trabaje tanto, todo lo contrario, estás muy orgullosa de mí.
—No te preocupes, puedo hacerlo. De todas formas, si yo estuviera contigo, daría las gracias de que trabajaras tanto, no te soportaría tanto tiempo —comentó.
—Que lindo —comentó Carter—. Son una pareja ideal... solo no se metan en líos dentro de la boda, ¿sí?
—Sí —dijimos Trish y yo al unísono.
—Entonces mucha suerte —dijo Grecia—. Ahora, vamos a poner la mesa para la cena, la nonna no tarda en llegar a cocinar las pastas.
Los cuatro nos pusimos de pie y fuimos a la cocina para poder organizar la cena de esa tarde.
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