Capítulo 27: Hotel

Trish

Lo que me faltaba, tener que dormir con Oliver durante todos los días que estaríamos en Italia... tenía unas ganas de volver al aeropuerto y apuñalar a los culpables de todo ese embrollo y que esa vez me revisaran por una razón de verdad.

La verdad, yo hubiera preferido buscar otro hotel por mí misma, pero eso significaría que Grecia y Carter debían enterarse de que habíamos perdido las reservas que ellos nos habían hecho en el hotel donde se quedarían todos los invitados de la boda.

—Bueno, si queremos sacarle algo positivo a esto, Ely verá que estamos durmiendo en la misma habitación y se enfurecerá tal como querías —le dije a Oliver, mientras entrabamos al cuarto.

Oliver pareció quedarse pensando un momento, casi como si hubiera olvidado que Ely venía a la boda también.

—Ah, sí, que bien...

Había sonado horriblemente robótico, pero decidí no cuestionarlo, lo único que quería era tener un descanso.

Una vez que dejé mi maleta en una esquina, me dediqué a observar la habitación más a detalle. Era muy bonita y para ser una habitación tan lujosa, tenía un toque hogareño. No era demasiado grande, pero tenía una cama King, un baño privado y un armario, lo que era todo lo que necesitábamos para ese viaje.

Lo que más me había gustado de todo era que el hotel era un castillo del estilo renacentista, pero al mismo tiempo era muy moderno por dentro.

—¡¿Mil seiscientos dólares?! —gritó Oliver viendo su teléfono.

Suponía que había visto el cargo que se le había hecho a su tarjeta de crédito.

—Te devolveré ochocientos dólares, no seas chillón —le dije.

—Sí, bueno, nosotros aceptamos venir a este matrimonio y a esta ciudad y a este hotel...

Parecía ser que alguien estaba cayendo en una depresión después de tanta mala suerte, pero no me sorprendía, Oliver no solía enfrentar la adversidad con una sonrisa en la cara, más bien lo hacía con una cara de culo y con los ojos rodeados de unas marcadas ojeras.

—Bien, yo me daré un baño —dije—. Después de como treinta horas viajando por el hemisferio norte, necesito un baño relajante... o me dará una trombosis.

—Okey... yo me quedaré aquí... haciendo algo.

Dios, estaba como muerto por dentro.

—Como quieras, solo recuerda que en unas horas más tendremos que aparecernos por la casa de los Caruso.

Los Caruso eran la familia materna de Carter y quienes estarían organizando gran parte de esa boda.

—Ajá.

Luego de esa efusiva respuesta (sarcásticamente hablando) decidí meterme al baño de la habitación y darme una ducha de agua caliente para relajar mis pobres músculos que llevaban tensos del momento en que había puesto mi trasero en el asiento del primer avión.

[...]

Cuando salí de la ducha no vi a Oliver por ningún lado de la habitación, así que supuse que había salido a explorar el lugar o algo.

Ya que no había nadie, decidí vestirme en la habitación, ya que no me demoraría mucho tiempo.

Sin pensarlo mucho más, me quité la toalla, quedando completamente desnuda. Unos segundos después, pude oír movimiento en el cuarto, por lo que me giré para ver el lugar de donde había venido el sonido. De pronto, la cabeza de Oliver apareció por un lado de la cama y cuando se giró para verme, ambos pegamos un grito.

—¡Estás desnuda!

—¡Estoy desnuda!

Rápidamente tomé la toalla que me había quitado segundos atrás y me cubrí el cuerpo.

—¿Qué haces ahí?

—Estoy hundiéndome en mi depresión, ¿otra pregunta?

—¿Por qué en vez de hacerlo en el suelo a un lado de la cama no lo haces en la cama?

—Es que estaba muy ordenada, no quería arruinarla tan temprano después de pagar tantos miles de dólares —me respondió.

Yo rodé los ojos. Estaba exagerando un poco, pero si era cierto que toda la habitación se veía muy bonita así de ordenada.

—¿Por qué no mejor te vas a duchar para luego irnos?

Oliver suspiró, asintió y se puso de pie para ir por sus cosas para darse la ducha.

Justo antes de que entrara al baño, le hablé:

—¿Por qué gritaste?

Oliver me miró confundido.

—¿Por qué gritaste como si nunca me hubieras visto desnuda?

—¿Por qué tu gritaste como si nunca te hubiera visto desnuda?

En realidad, era una buena contra pregunta.

—Tú me contagiaste con tu terror.

Oliver se encogió de hombros.

—Supongo que de todas formas es sorprendente ver a alguien desnudo cuando no lo esperabas —contestó y luego fue hacia el baño, cerrando la puerta detrás de él.

Bueno, si bien sonaba algo insultante que alguien se asustara al verme desnuda, entendía su punto.

[...]

Salimos del hotel para tomar un taxi que nos llevó a la casa de los Caruso en la periferia norte de Verona. Ya conocíamos la casa con anterioridad, ya que las veces que habíamos ido de viaje con anterioridad nos habíamos alojado en la casa familiar algunos días.

La casa era bastante grande, pero lo más asombroso era el patio trasero, en el cual se realizaría la fiesta del matrimonio, por lo que ya se podían ver algunos toldos instalados y algunas decoraciones de luces puestas.

—¿Qué te parece? —me preguntó Grecia, mientras mirábamos el patio trasero desde uno de los ventanales de la casa.

—Pues todavía no hay mucho que ver, ¿qué quieres que te diga? —pregunté con los brazos cruzados sobre el pecho.

—Ay, no lo sé, solo dime que todo se ve bien hasta ahora.

—Ah, pues sí, todo se ve perfecto hasta ahora —aseguré.

—Gracias —me dijo, para después ponerme una mano sobre el hombro—. ¿Y qué tal todo? ¿El hotel? ¿La ciudad?

Pensé por un momento comentarle lo que había sucedido con el check-in del hotel y, por lo tanto, con el aeropuerto, pero decidí que no era el momento para contarle sobre situaciones problemáticas que la pondrían más nerviosa y neurótica de lo que estaba.

Sí, había decidido guardar el secreto al menos hasta algún momento en el que pudiera contarlo como una anécdota estando ebrios y divertidos.

—Bien, como siempre —contesté—. Verona es muy distinta de Washington o Minnesota, pero por eso es tan bonita. Y el hotel es increíble.

—Sí, me encanta ese hotel, amo el castillo.

Sí, lo más especial del hotel era que fuera un castillo, era lo que le daba un toque diferente y hacía que valiera la pena pagar algo tan costoso.

—¿Y cómo te sientes tú? Es lo más importante aquí —le dije.

Grecia soltó un suspiro y se abrazó a sí misma.

—Bueno, bien dentro de todo... un poco sobrepasada de cosas, pero así son las bodas, yo lo sabía antes de decidir meterme en esto —contestó.

—Sí, así son las bodas, en especial cuando una de las mitades tiene una familia italiana bastante numerosa —le dije.

Yo sabía que Carter tenía la mayor cantidad de invitados en la boda, empezando porque él tenía a sus cuatro abuelos vivos aun y Grecia ya no tenía ninguno. Sí, Grecia tenía muchos hermanos, pero tan solo eran tres más que las hermanas de Carter.

—Sí, lo sé, pero al menos la familia de Carter se ha hecho cargo de gran parte de la organización —me dijo—. Yo no hubiera podido con tanto y pagarle a una organizadora era demasiado... no somos ricos.

Seguimos hablando un poco más de la boda y lo que había que hacer durante esos días, ya que yo como madrina de la boda debía estar bastante presente. Yo adoraba a Grecia, pero como hubiera preferido no ser la mejor amiga en ese momento o que al menos tuviera una hermana que pudiera hacer el papel de madrina en vez de mí. Yo no era fan de las responsabilidades y ser madrina era mucha responsabilidad extra en mi vida... no quería imaginar cuando tuvieran hijos y me pusieran de madrina del bebé (sí, tenía claro de que eso iba a suceder si yo seguía con vida para ese entonces).

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