Capítulo 25: Aeropuerto

Trish

No era la primera vez que viajaba a Italia. Claro que había conocido el país natal de uno de mis mejores amigos hacía años y por supuesto que había comido las pastas de la nonna, las cuales, por cierto, eran increíbles.

También había viajado con Oliver la vez anterior, la diferencia era que esa vez actuaba como normalmente lo hacía, en cambio, esa vez estaba actuando muy extraño.

En ese momento ya estábamos sentados en nuestros puestos del avión y por suerte, el asiento que estaba al pasillo no había sido comprado, por lo que habíamos decidido sentarnos dejando el asiento de en medio vacío para mayor comodidad.

Oliver estaba leyendo el tríptico con instrucciones del avión como si nunca lo hubiera visto y sospechaba que tenía que ver con su extraño comportamiento.

—Oye, Oliver, ¿me prestas tus audífonos un momento? —le pregunté.

Oliver asintió con un sonido y sin mirarme, buscó en el bolsillo de su pantalón y sacó los audífonos que después me entregó.

Yo me quedé mirándolo, con los audífonos en la mano, mientras él había vuelto a su posición de lectura como si nada.

—¿Me estás ignorando?

Oliver no se movió.

—No.

Ni siquiera me preguntó la razón de mi pregunta, eso solo confirmaba más lo que pensaba, ¿pero qué demonios le había pasado?

—¿Qué te pasó? —pregunté directamente.

—Nada —respondió sin quitar la vista del maldito tríptico.

Sin decir nada más, me cambié al asiento de en medio para quedar a su lado y le arrebaté el tríptico bruscamente.

Por fin me miró, aunque un poco molesto y extrañado.

—Oye, ten cuidado con eso, no es tuyo —me dijo.

—No me interesa —le dije, para luego dejar el tríptico en el bolsillo que tenía el asiento de enfrente de Oliver—. ¿Qué demonios pasa contigo?

—¿De qué?

—¿Di qui? —dije de forma burlesca y con una voz muy aguda—. No te hagas el idiota conmigo, Oliver Harris, porque sé que no lo eres tanto.

—Gracias —dijo de forma irónica—. Y, perdón, pero necesito ir al baño.

Se levantó de su asiento, el cual estaba a la ventana, pero gracias a que yo estaba en medio, logré impedirle el paso poniéndome de pie también.

—Me orino —alegó.

—No me interesa.

Le puse las manos en sus hombros y lo empujé hacia abajo para dejarlo sentado nuevamente.

—Voy a mojar mis pantalones y luego me sentaré sobre ti para que aprendas que tus actos tienen consecuencias —me amenazó.

—Primero —dije, levantando un dedo—, yo sé que mis actos tienes consecuencias, solo que no me importan —levanté otro dedo—. Segundo, atrévete a sentarte sobre mí y el que aprenderá que sus actos tienen consecuencias serás tú.

—Solo déjame ir al baño, no puedes retenerme aquí todo el vuelo.

—Te dejaré ir cuando me expliques porque estás actuando como un idiota.

—Solo estoy nervioso, si algo sale mal en esta boda me cortaran las bolas, aunque no tenga nada que ver con ello —me explicó.

—Nada saldrá mal —intenté tranquilizarlo—. Tú y yo estaremos para lo que el par de novios quieran y haremos hasta lo imposible para que todo salga bien.

De pronto, el sonido de los parlantes del avión nos interrumpió:

—Buenas tardes, señoras y señores. Desde la cabina de mando, les habla su capitán. Lamento informarles que nuestro vuelo se encuentra experimentando un retraso debido a condiciones climáticas adversas en nuestro destino. Actualmente, estamos monitoreando la situación de cerca y trabajando en conjunto con el control del tráfico aéreo para evaluar la posibilidad de despegar en cuanto las condiciones lo permitan —hizo una pausa—. Apreciamos su paciencia en este momento. Queremos asegurarles que la seguridad de nuestros pasajeros es nuestra máxima prioridad. Mientras esperamos, el personal de abordo estará disponible para responder cualquier pregunta que puedan tener y para brindarles cualquier asistencia necesaria. Les agradecemos por su comprensión y estaremos informándoles sobre el progreso de esta situación. Muchas gracias.

Oliver y yo nos quedamos en silencio un momento, procesando la información que nos habían entregado segundos atrás.

—¿A qué hora es el check in? —pregunté

—A las doce de la tarde.

Ambos nos quedamos pensando, probablemente, al igual que yo, Oliver estaba pensando en cuanto nos demoraríamos en llegar si había mucho retraso del vuelo.

El vuelo tenía dos escalas, una en Montreal, Canadá, y otra en Londres, Inglaterra, por lo que nos demoraríamos más de veinticinco horas en llegar según lo que nos habían dicho.

—Bueno, no creo que tengamos problemas. Si salimos de aquí a las ocho a más tardar, llegaremos a las nueve y media más o menos a Verona y tenemos suficiente tiempo para recoger nuestras cosas y tomar un taxi hacia el hotel —dijo Oliver para tranquilizarse él y tranquilizarme a mí de paso.

Sí, tenía razón, teníamos tiempo casi de sobra, aun si el vuelo se demoraba una hora como Oliver había calculado, lo que no debía ser muy probable.

—Bueno, ya puedes ir al baño, ¿no? —le dije a Oliver.

Él me miró como si no entendiera lo que le estaba diciendo, pero luego de unos segundos abrió los ojos y asintió.

—Ah, sí, permiso —dijo, luego de ponerse de pie.

Pasó por entremedio de los asientos, teniendo cuidado de no pisarme y fue en dirección al baño. Yo, por mientras, me quedé pensando en si ese retraso sería el único contratiempo de los planes de boda o si habría algunos cuantos más.

[...]

El retraso en Seattle había sido de una media hora, lo que nos había dejado más tranquilos, hasta que tuvimos que salir de Montreal y hubo otra media hora más de retraso y luego en Londres otros cuarenta y cinco minutos debido a un problema en las pistas de despegue.

Para cuando llegamos a Verona ya eran casi las nueve y media de la mañana del día siguiente y estábamos bastante agotados debido a que era difícil dormir en un avión y en especial cuando tenías que hacer dos escalas entremedio.

Oliver, como casi siempre, tenía unas notorias ojeras y yo sentía como mis ojos se caían del sueño, estaba segura de que podía quedarme dormida de pie si me dejaban quieta un momento.

—Lo único que quiero es salir de este infernal lugar —dije—. Nunca había soportado tantos retrasos.

—Ya pronto van a abrir las puertas y la idea es que nos movamos rápido —agregó Oliver—. Aunque vi en Google que solo nos demoramos quince minutos de aquí al hotel.

—Algo bueno que tengamos.

Una vez que el avión se detuvo en la pista, no se demoró mucho en abrir las puertas y, mientras sacaba mi bolso de la parte de arriba para poder largarme de ese horrible lugar, una llamada de Grecia apareció en la pantalla de mi teléfono.

—¿Aló? —pregunté al contestar la llamada.

¿Ya llegaron? —preguntó Grecia, sin siquiera decir hola.

—Sí, acabamos de aterrizar, vamos con tiempo aún.

Oí un suspiro al otro lado de la línea.

Okey, me alegro. Bueno, los dejo hacer lo que tengan que hacer y recuerden que hoy en la noche cenaremos con mi familia y la de Carter —dijo.

—Sí, lo sé, la nona hará pastas.

Exacto —confirmó—. Entonces los espero. Adiós.

—Adiós.

Corté la llamada y seguí a Oliver por el pasillo del avión para salir de una vez por todas. Una vez que íbamos caminando por los pasillos de salida, nos encontramos a algunos policías del aeropuerto haciendo controles.

No era la primera vez que pasaba por esos controles, era común que hicieran controles al azar o que tuvieran datos de otros aeropuertos de gente con actitud sospechosa a la que debían revisar.

—Buongiorno, signorina, potrebbe darmi il suo passaporto? —me preguntó en italiano uno de los policías.

Yo sabía un italiano demasiado básico que solo había aprendido de Carter y la mitad eran insultos, pero había podido entender la palabra "pasaporte", por lo que asumí que quería ver mi pasaporte. Lo busqué en mi bolso y se lo entregué sin mayores preocupaciones.

—Perché viaggia a Verona? —preguntó, alternando miradas entre mi pasaporte y yo.

—Eh... —me quedé procesando lo que me dijo, pero no logré entenderlo—. No habló italiano.

—¿Por qué viaja a Verona?

—Ah, por una boda de unos amigos.

—¿Viaja sola?

—No... —busqué a Oliver con la mirada—, voy con él.

Apunté a Oliver, quién estaba a unos metros de nosotros, revisando su celular.

—¿Y por qué están separados?

—Porque él es un idiota y yo no lo soporto.

El policía me quedó mirando algo incrédulo y sorprendido.

—Mire, tengo que llegar pronto al hotel porque si algo malo pasa, a mí me van a matar...

—¿Alguien la amenazó para venir a Verona?

—¿Qué? —pregunté extrañada—. No, es una hipérbole, ¿qué en Italia no las usan?

—Señorita, necesito que me acompañe... y también su amigo.

—No, usted no entiende. Necesito irme de aquí —le dije, algo nerviosa.

Lo único que debía hacer en ese momento era ir a buscar mi maleta de bodega e ir al hotel antes de que pasara la hora del check in o tendría que cavar mi propia tumba.

—Señorita, necesito que venga conmigo... ¿tiene más equipaje?

Por como veía las cosas... pues no se veían bien, para nada. No tenía idea que demonios pasaba, pero sonaba a que sospechaban algo de mí y conociendo los fraudes que se podían hacer en un aeropuerto solo había dos opciones: pesaban que tenía un pasaporte falso o que portaba drogas.

«Dios, es la primera vez que no porto drogas, ¿por qué me haces esto ahora?».

—Oiga, si cree que porto drogas, no es así... sí, me fumo unos porros de vez en cuando, pero no traje nada para acá, me lo advirtieron...

El policía me miró como si no me entendiera, no sabía si porque realmente no me había entendido o porque no le hacía sentido lo que estaba diciendo. En mi defensa, estaba en pánico... y aun cuando no estaba en pánico a veces no tenía mucho filtro... bueno, casi nunca tenía filtro, solo decía lo que se me venía a la cabeza.

Cuando un policía se acercó a Oliver y comenzó a hablarle sobre que debía seguirlo, de inmediato su mirada se dirigió hacia mí.

—¿Qué demonios hiciste, Trish? ¿No gritaste algo sobre una bomba o sí? —me preguntó en susurro.

Lamentablemente, los policías parecieron escucharlo y él entró en pánico igual que yo.

—Ella es química farmacéutica, pero no sabe hacer bombas caseras, lo juro... bueno, lo prometo.

Ay, Dios, así no llegaríamos a ningún lado más que a prisión.

¡Holis!

Debido a que el sábado no publiqué capítulo, les traje dos hoy día. Espero que puedan perdonarme 🥺

Les deseo un buen día y espero que les hayan gustado los capítulos.

¡Besitos!

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