Capítulo 24: Sentimientos Revelados
Oliver
¿Me había sorprendido salir de mi baño después de una ducha y darme cuenta de que Trish había huido? No, pero aun así me había decepcionado un poco.
Si bien, conocía casi perfectamente bien a Trish, a veces me surgía la esperanza de que cambiara. Hasta ese momento me había decepcionado cada vez que ponía mi esperanza en ella.
Para ese entonces ya no sabía mucho más que hacer para poder saber si Trish me quería de manera romántica o simplemente yo estaba viendo cosas que no existían... o que existían y era muy confusas y extrañas.
De todas formas, yo no tenía un plan en el caso de que ella se atreviera a confesar que me quería de forma romántica. No iba a mentir, yo sí estaba confundido al respecto. Durante tantos años había tenido esa relación extraña con Trish, hasta que me había casado y quizás Ely no estaba tan loca y alguna cosa extraña seguía existiendo entre Trish y yo.
¿Era posible que yo quisiera a Trish como más que una amiga, pero no me diera cuenta? ¿Se podía ser así de idiota? Había pasado la carrera de derecho, yo no podía ser tan idiota... ¿o sí? Bueno, una cosa era ser inteligente para lo académico y lo otro era tener inteligencia emocional y saber reconocer bien sus emociones y sentimientos.
¿Y si Trish se encontraba en la misma situación que yo? Quizás los dos éramos unos idiotas que no sabían exactamente lo que les pasaba... y así no llegarían a ningún lado.
En ese momento, lo mejor que se me ocurrió fue hablar con Carter, quizás él sabría mucho mejor que hacer.
[...]
—Oye, oye, oye... lo único que te voy a decir es que no quiero dramas en mi boda —ese fue el gran consejo de Carter después de todo lo que le había contado.
Habíamos quedado de vernos en mi departamento. Para mi suerte, ese día Carter no tenía mucho que hacer, ya que era un domingo. Grecia había salido también y no quedaba nada más que preparar del matrimonio ahí en Seattle, todo lo que faltaba debían hacerlo en Italia.
En ese momento estábamos en mi sala, sentados en el sofá, viendo un partido de futbol americano que Carter quería ver. Quizás no debía haberlo dejado ver eso, así me hubiera respondido algo mejor.
—Hermano, yo sé que para ti este es un momento importante porque ya queda cada vez menos para que te cases, ¿pero podrías dejar de lado tu narcisismo un momento y decirme algo útil? —pedí.
—Oliver, nada de lo que te diga va a servir de algo —me dijo—. Para estas cosas eres un idiota, no hay nada que pueda hacer contra eso.
—No soy un idiota.
—Ah, ¿no? —preguntó con la vista pegada en la televisión—. ¿Entonces cómo no te has dado cuenta de que Trish...?
Entonces cerró la boca de golpe, como si hubiera dicho información de más.
Yo giré mi cabeza para mirarlo.
—¿Qué Trish qué?
—No, no... nada.
Carter seguía mirando la televisión, obviamente con la intención de evitar mi mirada. No tenía que ser un genio para saber que me iba a revelar información confidencial que era de mi incumbencia, pero que por alguna razón no podía saber.
—Carter, ¿de qué lado estás? —le pregunté, intentando que sintiera culpa de ocultarme información considerando que éramos algo como mejores amigos desde hace varios años ya.
Carter se acomodó en el sofá para poder quedarme mirando de frente y soltó un suspiro.
—Mira, si fuera por mí, te lo diría, pero no quiero que esto pueda afectarme a mí y a Grecia... ¿te puedes esperar a que termine mi noche de bodas?
—¿Quieres que espere como tres semanas más? —cuestioné—. Esa es una capacidad que solo las personas ignorantes que prefieren vivir en la ignorancia tienen.
—No es como que te esté ocultando el secreto de la creación de la humanidad —argumentó—. Solo te estoy diciendo que sigas con tu vida tal como esta y te comportes en mi boda, entonces te premiaré saciando tu curiosidad.
—¿O sea que debo aguantar la incertidumbre y la ansiedad?
—Tú jamás has sido ansioso.
Eso era cierto. Dentro de todo, yo era una persona bastante tranquila y fría, excepto cuando se trataba de mi desempeño académico. La ansiedad que me causaba reprobar un examen era suficiente para mantenerme días estudiando por muchas horas, pero fuera de eso, yo no solía sentirme muy ansioso en ciertas situaciones.
—Bueno, sí, pero esto sonó a algo que podría afectar mi vida de forma relevante... y además tiene que ver con Trish.
—Ah, claro, eso es lo que te importa: Trish.
—Sí, bueno, es mi amiga.
Carter rodó los ojos.
—También es mi amiga, pero yo no me meto tanto en su vida.
—Yo no me meto en su vida.
—Ah, ¿no? —Carter se quedó pensando—. Entonces no te va a afectar saber que decidió volver con Jackson, pero no te lo ha querido decir aun...
Yo me quedé pegado mirándolo, procesando lo que acababa de decirme. No era que yo me quisiera meter en la vida de Trish, pero...
—¿Con Jackson? Pero si ese tipo ni siquiera le gusta de verdad. Es obvio que no es para ella —dije—. ¿Para qué volvió con él? ¿Para no quedarse sola? ¿Está cayendo así de bajo? Porque ella no necesita hacer eso, va a encontrar a alguien...
—Ah, ¿ves? Te encanta meterse en su vida —dijo.
—No es que me meta... solo opino como su amigo que la quiere y al cual le importa —dije yo—. Solo quiero lo mejor para ella.
Carter me miró con seriedad.
—¿Qué va a pasar cuando encuentre a alguien?
—¿Qué va a pasar de qué?
—Contigo —respondió—. No creo que soportes la idea de ver a Trish con alguien en serio.
Yo solté una risa.
—Me haría muy feliz ver a Trish en algo serio con alguien..., pero alguien que valga la pena para ella.
—Y para ti ninguno es suficiente.
Me quedé en silencio. ¿ Qué me estaba queriendo decir Carter? Estaba sacando a relucir su energía femenina en ese momento, suponía que después de tantos años de vivir con su madre y hermanas lo había modificado un poco y por eso tenía momentos en los que actuaba con una energía más femenina que masculina. En ese caso estaba intentando hacer que yo interpretara algo de su conversación poco directa, cuando cualquier hombre simplemente diría las cosas de la forma más fácil posible porque teníamos menos capacidades para inferir cosas que las mujeres.
—¿Puedes decirme las cosas directamente?
Carter se acercó a mí, aun sentando en el sofá, me tomó por los hombros con sus manos y me sacudió bruscamente.
—Sé que te cuesta, Oliver, pero tú sientes algo romántico por Trish —dijo, sin dejar de sacudirme—. Y ella te corresponde, pero no te lo dice porque tú eres un idiota que no sabe lo que quiere y ella cree que a ti te gustan otro tipo de mujeres y que jamás te fijarías en ella porque es tan tonta como tú.
Carter tomó aire y luego exhaló de manera exagerada.
—Ay, ya lo solté —dijo, tocándose el pecho y mirando al suelo—. Soy libre, por fin...
—Ah... —balbuceé, aun pensando en lo que Carter me había dicho.
—Grecia me va a matar —se llevó las manos a sus mejillas y se apretó el rostro, claramente asustado.
Después de unos segundos, Carter me volvió a mirar y me apuntó con su dedo índice.
—Te juro que si arruinan mi boda te cortó las bolas y a Trish la meto a la cárcel... después de todo, casi todos los días comete un crimen —me dijo.
Su advertencia no se infiltro muy bien en mi cerebro, más bien, solo había entrado mis oídos y luego se había esfumado. Aún tenía mucha información que procesar y no podía procesar tanto a la vez.
—¿Me estás escuchando?
—Sí...
—No me estás escuchando.
—Estoy pensando.
—¡No hay nada que pensar, Oliver! —me dijo, un poco harto—. Al menos no ahora, por ahora solo seguirás como lo has hecho todo este tiempo y cuando yo esté felizmente casado, eres libre de pensar y hacer lo que se te dé la gana.
—¿No te molesta ser tan egoísta?
—No, he invertido suficiente dinero en esto como para poder ser egoísta —argumentó.
En parte era cierto. No era barato casarse en Italia, pagando algunos de los pasajes y alojamientos; pagando comida, ropa, DJ; y, además, pagando un viaje de luna de miel que sería un circuito por países de Europa que aún no conocían.
—Quédate tranquilo, si tu boda se arruina, no será por mí... no me arriesgo prometiendo lo mismo por Trish, yo no controlo su locura.
—Solo prométeme que no causaras que Trish enloquezca más de lo que ya está —pidió.
Alcé mi dedo meñique de la mano derecha y se lo ofrecí.
—Pinky Promise.
Carter alzó su meñique también y lo enredó con el mío, cerrando la promesa.
[...]
Horas después, una vez que ya había llegado a mi casa, por fin había podido procesar la cantidad de información que había recibido más temprano ese día.
Mentiría si dijera que no me había tomado por sorpresa enterarme de que Trish sintiera algo romántico por mí, quizás para todos podía ser algo posible debido a nuestra relación de amigos con beneficios, pero para mí Trish siempre había sido alguien que definitivamente separaba el sexo de los sentimientos. Yo tenía conocimiento de una cantidad considerable de hombres que se habían acostado con Trish Cullen y que jamás la había cautivado sentimentalmente.
Por otro lado, también me tomaba por sorpresa debido a que nunca pensé que yo sería su tipo... yo era algo aburrido y desabrido para ella, no era un tipo fiestero, que consumía drogas y se limpiaba el trasero con las leyes del país. Yo era un abogado, un enemigo natural de la gente como Trish.
Ahora, si lo pensaba bien, quizás había actitudes que Trish tenía conmigo que se podían interpretar como un cariño especial hacía mí, pero yo había pensado que simplemente éramos muy buenos amigos y casualmente le atraía bastante de manera sexual. En ese momento me sentía como un idiota.
Pero lo que más me había quedado dando vueltas era lo que había dicho Carter sobre mí, ¿a mí me gustaba Trish de manera romántica? Definitivamente nunca me había puesto a pensar en eso porque era algo que no prosperaría de ninguna forma... o eso creía.
«No vale la pena que lo pienses ahora, solo vas a arruinar la boda, quédate tranquilo, me dijo mi conciencia».
Era cierto, si me ponía a pensar en eso en ese momento, podía poner las cosas raras con Trish y sería en el periodo en el que nuestros mejores amigos se estarían casando, por lo que no convenía.
«Eso, no lo pienses».
Okey, pero ¿cómo me obligaba a no pensar en algo?
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