Capítulo 23: La No Confesión

Trish

Oh, no, eso había salido de mi boca por... ¿Por qué? No tenía idea, jamás debía haberlo dicho.

—Pero da igual, se entiende —me adelanté a decir.

—¿Qué se entiende?

Yo fingí una risa lo más natural posible.

—Andas muy curioso hoy día —le dije—. Demasiadas preguntas por hoy.

—Sí, pero tú no respondes nada —se quejó.

—Así soy yo... voy al baño.

Me levanté de la cama para ir al baño tal como había dicho, pero no contaba con que Oliver se levantara también y me impidiera ir.

—Oye, quiero orinar —me quejé, intentando soltar mi brazo de su agarre.

—Sé que es mentira, te estás escapando de los temas sensibles y no vas a poder esta vez.

Dicho eso, me llevó contra una de las paredes del cuarto y me puso un brazo a cada lado para no permitir que me moviera.

—¡Oye! —me quejé.

—¿Qué se entiende?

—Ay, ya déjame en paz —pedí.

—Solo respóndeme, ¿qué te cuesta?

—Solo olvida lo que dije.

—No puedo —me dijo—. Quiero saber que te pasa.

—¿Qué me pasa de qué?

—Con Ely...

—Con ella no me pasa nada.

—Y conmigo.

Entonces se instaló un silencio entre los dos, solo se podía escuchar de fondo esa estupidez coreana que estaba puesta en la televisión.

Fui una idiota. Tal como había dicho que no me pasaba nada con Ely, pude haber dicho que no me pasaba nada con él, pero quizás mi cuerpo y alma querían, muy en el fondo, que Oliver se enterara de mis sentimientos por él.

Ya que él no dijo nada y yo no sabía que decir después de ese silencio delatador, solo se me ocurrió besarlo.

Lo tomé del rostro con mis manos bruscamente y lo jalé hacia abajo para poder juntar nuestros labios.

Oliver separó sus manos de la pared y me abrazó por la cintura.

Unos segundos después, me separé de él.

—Voy al baño.

Oliver me volvió a tomar por el brazo y me jaló de vuelta con él.

—No te vas a escapar de esta —dijo para volver a besarme después.

Bueno, ya que no me podía escapar no me quedaba de otra que sucumbir ante sus acciones... pobre de mí.

[...]

Cuando desperté por la mañana con todo mi cuerpo adolorido, supe que tenía que salir corriendo antes de un posible interrogatorio que solo me hundiría más.

El gran problema era que Oliver me tenía agarrada como si supiera mis intenciones desde la noche anterior.

Con cuidado intenté comenzar a separarme de su pecho y a zafarme de su brazo que tenía rodeándome.

—No te vas a ir —oí la voz de un Oliver recién despierto.

«Maldición».

—No estaba yéndome.

—Sí, claro —dijo irónico.

Pude ver cómo abrió sus ojos y luego se giró con cuidado para quedar frente a frente y mirarme.

—¿Qué pasó anoche?

Yo me quedé pensando.

—Bueno, Oli, cuando una abejita se posa en una flor...

—Ya, Trish, deja de jugar.

—Explícate mejor entonces.

—Bien, Trish, ¿quieres que sea directo?

Yo asentí.

—¿Tienes alguna cosa que confesarme sobre tus sentimientos por mí?

—Bueno, a veces me dan ganas de golpearte cuando eres idiota, pero...

—Trish —me reprendió—, deja de bromear una vez en tu vida, solo una vez.

Pero si no bromeaba, tendría que ser directa y no quería serlo. Además, si no había entendido algo con mi silencio de anoche entonces era un idiota y ese no era mi problema.

—Déjame en paz —le pedí—. Saca tú tus propias conclusiones y deja de preguntar.

—¿O sea que sí debo concluir algo?

—No lo sé —dije, ya fastidiada.

Oliver frunció el ceño.

—Todo esto sería más fácil si tú fueras sincera y no tuvieras esa manía por correr de los problemas —me dijo.

—Todo sería más fácil si no fueras tan preguntón —dije, también molesta.

Oliver emitió un quejido y se pasó una mano por el rostro. Obviamente estaba harto con mi forma de responderle.

—Ahora yo sí voy al baño —dijo para luego levantarse de la cama.

—Ah, claro, tú puedes ir al baño y escapar.

—No tienes cara para reclamarme, Trish —me dijo, dándome la espalda.

Una vez que entró al baño y cerró la puerta, yo salté fuera de la cama y comencé a buscar mi ropa de pijama en el suelo para guardarla, vestirme con mi ropa de salida y correr fuera de ese departamento.

Me había costado un poco encontrar cada prenda porque estaban esparcidas por distintos lugares de la habitación, pero cuando logré tenerla toda, me comencé a vestir con mi otra ropa.

«Por favor que se demore», pedí en mi cabeza.

Mientras iba poniéndome mis pantalones, me acerqué un poco al baño para oír y pude escuchar el agua salir de la regadera.

—Ay, sí, gracias —susurré.

Seguí vistiéndome y una vez que terminé, salí del cuarto y fui a la puerta principal para irme.

Yo sabía que Oliver se molestaría con eso, pero no me importaba, no más que mantenerme al margen de hablar de mis sentimientos con él.

[...]

—¿Y te fuiste?

—¿Qué más iba hacer?

—Hablarlo con él de una vez por todas —me dijo Grecia, como si fuera lo más obvio del mundo—. Después de todo, ¿qué es lo peor que te puede decir?

—Ah, no lo sé, déjame me pensar —fingí que pensaba—. ¿Qué jamás he significado nada para él más que una tipa con la que puede saciar sus bajos instintos?

—Ay, Trish, es Oliver, jamás te diría algo como eso —dijo Grecia.

—No textual, pero me lo diría con su lenguaje bonito de abogado —le dije.

Las dos nos habíamos juntado ese mismo día en un café para hablar de lo que había sucedido.

Grecia nunca había entendido la razón por la que yo no quería hablar de mis sentimientos con Oliver, pero yo tenía mis razones y no iba a cambiar.

—Pero, de todas formas, no sería terrible.

—Después de eso nuestra amistad sería incómoda —le dije—. ¿Eso quieres?

—Trish, me sorprende que su amistad no sea incómoda ya —confesó—. Cada cierto tiempo se besan o tienen sexo y luego... siguen como si nada.

—Nada cambia entre tú y Carter porque se besen o tengan sexo —dije, sabiendo que no tenía ningún sentido.

—Claro que no, es mi prometido. Sería raro que no tuviéramos sexo ni nos besáramos, eso probablemente cambiaría muchas cosas —dijo.

Claramente, yo no me casaría con alguien con quien no podía tener sexo, así que sí, lo que Grecia me decía tenía sentido, pero no podía dejar que me ganara.

—Bueno, sí, pero nada tiene porque cambiar entre Oliver y yo.

—¿Van a seguir así toda su vida? —preguntó, algo sorprendida—. ¿Ese es tu plan?

—También planeo tener otro gato —le respondí.

—Sabes que no me refiero a eso —dijo Grecia, algo fastidiada.

Hubo un silencio en el que yo no supe que responder. La verdad, no tenía ningún plan respecto a Oliver... ninguno más que seguir tal como lo habíamos hecho todo este tiempo y no estaba segura de que eso fuera un plan.

—Mira, por ahora te apoyaré con lo que sea que quieras hacer, mientras no arruinen mi boda —advirtió—. No se les puede olvidar que tú y él son mis padrinos de boda, así que deben comportarse. Nada de peleas, drama, accidentes... nada de nada, solo buen comportamiento.

Yo rodé los ojos por su innecesario recordatorio. Yo tenía claro lo que tenía que hacer y cómo me debí comportar en el matrimonio de mis amigos, nunca se me hubiera ocurrido arruinarlo de alguna manera y, por la misma razón, lo mejor sería que todo se mantuviera igual entre Oliver y yo.

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