Capítulo 19: Empatía
Trish
Cuando llegué a casa del trabajo, lo primero que recibí fueron las caricias de mis gatos hambrientos. Como casi todos los gatos, no dudaban en manipularte con amor y cariños para recibir beneficios como la comida.
Luego de alimentarlos, fui directamente a la cama, aun cuando era un poco temprano para dormirme. La verdad era que no tenía mucho más que hacer, por lo que encendí la televisión y busqué algo interesante que ver. No había algo que realmente me gustara, pero decidí dejarla en una película de acción con efectos especiales pasables.
Si bien, mis amigos habían intentado que hablara algo sobre lo que me sucedía, lo había terminado evitando. No había mucho que decir, en realidad. Ellos ya sabían la razón de mi sentir, no necesitaban más detalles... detalles que yo tampoco sabría dar.
Lo cierto era que no entendía del todo la razón por la que me sentía así, tal vez ni siquiera entendía bien el sentimiento que me aquejaba. ¿Estaba triste? ¿melancólica? ¿dolida? ¿frustrada? No lo sabía con certeza, solo sabía que algo me había causado el enterarme de que mi padre se estaba muriendo de un horrible cáncer.
Tal vez no me sentía mal por él y solo me asustaba el que pudiera ser un cáncer por problemas genéticos. Quizás tenía abuelos que también habían tenido cáncer y bisabuelos...
No, bueno, si bien podía ser un poco preocupante, el porcentaje existen de casos de síndrome de cáncer hereditario era muy bajo.
Definitivamente, lo que me complicaba tenía que ver con los días contados de mi procreador, aunque me costaba entenderlo. Para mí, mi padre había dejado de existir hacía muchos años, ¿Cuál era la diferencia entre que estuviera vivo o muerto?
[...]
Luego de haber tocado tres veces, Grecia abrió la puerta, apareciendo frente a mí con una expresión somnolienta y con una bata mal puesta encima.
-¿Trish? -preguntó, algo confundida y dando un bostezo al final-. ¿Qué haces aquí tan temprano? Es sábado...
-No me digas -dije, irónica-. ¿Me vas a dejar pasar?
Grecia se hizo a un lado, volviendo a bostezar, y yo pase sin decir nada más. Sin preguntar, fui a la sala y me senté en el sofá.
Grecia cerró la puerta detrás de ella y luego fue hacía la sala, pero no se sentó, en vez de eso, se quedó de pie, mirándome. No sabía si Grecia estaba muy cansada y por eso no estaba procesando bien la información o si realmente era demasiado raro que yo apareciera en su departamento a las seis y media de la mañana un sábado.
-¿Por qué me miras así? -le pregunté.
Grecia dio un bostezo más, al mismo tiempo que movía su cabeza de lado a lado, negando.
-No, nada... mejor dime que te pasa a ti porque comienzo a asustarme -me pidió.
Grecia se sentó a mi lado en el sofá y apoyó sus pies sobre la mesa de centro, para luego mirarme con atención.
-Creo que sí me siento mal -confesé-, pero no entiendo la razón. ¿Por qué me sentiría mal por mi papá? Si, de todas formas, para mi no existe hace años.
Grecia pareció pensar que decir por unos segundos.
-Trish, yo me preocuparía si no te sintieras afectada, significaría que no tienes empatía -me dijo-. Y sí, quizás es extraño sentir empatía por una persona que te hizo mucho daño en algún momento, pero lo que le está pasando no es menor... está sufriendo por un tipo de cáncer de los más horribles. Por más daño que te hubiera hecho, no creo que tu jamás le hubieras deseado eso.
Yo suspiré y negué.
-Le desee muchas cosas malas como que se quedara solo o que tuviera un trabajo miserable en el que fuera realmente infeliz y que todos los días se arrepintiera de habernos dejado..., pero jamás se me ocurrió una enfermedad destructiva y terminal.
-Claro que no, eso se les desea a los violadores o asesinos -dijo-. Tú papá hizo algo terrible y sin justificación, pero en la lista de cosas malas no está de las primeras.
En eso concordaba. Sí, nadie debía abandonar a sus hijos, pero definitivamente no era peor que ser violador en serie o un dictador.
-¿Y no crees que es hipócrita que me sienta así? -cuestioné-. Quiero decir, lo he detestado casi toda la vida y ahora me siento mal por él... ¿eso se puede?
-Trish, hipócrita hubiera sido que ahora tú le dijeras que siempre lo amaste y que quieres reconstruir una relación de padre e hija -me contestó-. Tú ni siquiera lo perdonaste...
-Es que no puedo. No porque se esté muriendo lo puedo perdonar.
-Y está bien... ¿ves? No eres hipócrita, solo eres empática como cualquier ser humano normal.
Me quedé pensando un poco en todo lo que Grecia me había dicho y sí, parecía tener mucha razón. En general, confiaba en las palabras de mi amiga, incluso más que en las mías, ya que ella solía ser más sensata y tener algo más de criterio que yo... claro, exceptuando la vez que se había metido en una relación falsa para molestar a Sawyer, pero quería creer que la cabeza del plan era Carter y ella había aceptado por mero despecho. Sin Carter, a Grecia jamás se le hubiera ocurrido una idea tan estúpida y de película.
Me quité las zapatillas y subí mis pies al sofá, para luego abrazar mis piernas, pegándolas a mi pecho.
-Gracias por escucharme y ayudarme -le dije.
Grecia me dio una sonrisa y luego me dio unas palmaditas en una de mis rodillas.
-Para eso estamos las amigas.
De pronto, apareció Carter en la sala, en bóxer y con una camiseta encima.
-¿Qué haces tú aquí tan temprano? -preguntó, mirándome-. Y con esa ropa...
Yo miré hacia abajo, analizando la ropa que tenía puesta. Sí, esa no era ropa que usara habitualmente, eran unas calzas deportivas con una camiseta sin mangas de color violeta, también deportiva y, además, tenía una sudadera gris encima.
-Es mi ropa deportiva, ¿qué acaso crees que todo mi closet son prendas de mil colores?
-No..., pero tú jamás has hecho deporte. La ultima vez que te hice subir cuatro pisos por las escaleras tus pulmones casi se mueren -me dijo.
Sin pensarlo demasiado, tomé uno de los cojines que había en el sofá y se lo lancé directamente a la cara, logrando darle a la perfección.
-No tendré fuerza en los pulmones como tú, pero tengo tan buena o mejor puntería que tú.
Carter soltó una risa y me devolvió el cojín con aun más fuerza de la que yo lo había lanzado.
-No te conviene competir conmigo en eso, Trish.
-Dejen de lanzarse mis pobres cojines, no tienen la culpa de nada -nos dijo Grecia, quitándome a mí el cojín que quería volver a lanzarle a Carter y ella lo había notado-. ¿Iremos al parque de diversiones hoy o no?
-Sí, claro... llamaré a Oliver en un rato para confirmar -dijo Carter-. Y ahora, ya que me desperté, saldré a correr un rato.
-Okey -le dijo Grecia.
-¿No me acompañas, Trish? -me preguntó, a modo de broma.
Yo fingí una risa.
-No, menos contigo, me abandonarías a medio camino.
-Yo creo que a los dos metros -dijo Grecia, también bromeando.
Carter soltó una risa y se marchó de la sala, probablemente de vuelta a su cuarto para ponerse su ropa deportiva.
Grecia y yo nos quedamos hablando un momento en la sala de otro tema, hasta que unos diez minutos después, Carter salió del departamento.
-Oye, volviendo al tema de antes...
Grecia hizo un ruido, dándome a entender que me escuchaba.
-¿Tú perdonaste a tu mamá?
La expresión de Grecia detonó algo de sorpresa por mi pregunta tan repentina. Suponía que ella esperaba algo que tuviera que ver con mi padre, no con su experiencia con su madre.
-Eh, bueno, eso es distinto -me dijo-. Ella no me abandono porque quisiera... se tuvo que alejar porque la obligaron.
-Lo sé, pero eso no quita que te lastimara -le dije.
Grecia pareció pensar un poco que responder y luego de varios segundos, dijo:
-Yo creo que sí. Quizás, aún queda algo de resentimiento muy en el fondo, pero también entendí que estaba fuera de si -explicó-. Las condiciones psiquiátricas que ella tenía no eran controlables por si sola... y en el ultimo tiempo se ha comportado mucho mejor.
Sí, eso era cierto. Había sido algo complicado para Grecia decidir si invitar a su madre a la boda, en especial porque sería bastante lejos y en caso de una emergencia, sería difícil conseguir ayuda. Por suerte, su madre había mantenido controlada su bipolaridad con los medicamentos y en esos últimos años vivía su vida como una persona común y corriente.
-Me alegra que hayas podido lidiar con eso -le dije.
Grecia me dio una sonrisa.
-Tú también podrás con esto -me dijo con seguridad.
Esperaba que así fuera, que en algún tiempo más, esas emociones que me complicaban en ese momento desaparecieran y solo existiera un recuerdo.
¡Holis!
Espero que les haya gustado el capítulo de hoy ☺️
Venía a decirles que uno de mis libros titulado 'Alaska va a Los Ángeles' está muy cerca de alcanzar las 500k lecturas y cuando lo haga, haré un en vivo en instagram para que podamos conversar. Por eso, no duden en seguirme en mi instagram (tori.magic) y también pueden ir a leer la historia si no lo han hecho ya.
Espero que tengan un lindo día. ¡Besitos!
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