Capítulo 8: Tobillo Lesionado
Carter
Podía sentir una gran cantidad de miradas sobre mí mientras entrenábamos y cuando comenzamos con los tacles, comencé a preocuparme.
Había notado que mientras corría, varios estaban intentando tirarme y todos eran amigos de Sawyer o el mismo Sawyer. Podía imaginar que lo harían con más fuerza de la necesaria para tirarme y esperaba no salir lastimado. Les había tenido demasiada fe el otro día cuando había pensado que no querían tener otro compañero lesionado.
Hasta ese momento, lo único que había pasado mientras jugábamos a darnos pases y taclearnos, era que un idiota me había jalado de la camiseta y me había tirado al suelo.
Lamentablemente, no pasó mucho tiempo para que Sawyer me alcanzara y sin piedad, se me tiró encima.
Esa vez no me había lastimado la rótula, pero me había torcido el tobillo y, por el dolor, presentía que era más que una simple torcedura.
—¡Mierda! —grité, cuando Sawyer estaba arriba mío.
—Que llorón eres, Carter —se burló.
Aun cuando Sawyer se me salió de encima, yo me quedé en el suelo, agarrándome el tobillo.
De pronto, vi al entrenador acercarse.
—¿Qué pasa, Bianco?
—Mi tobillo... me duele.
El entrenador se agachó y comenzó a revisarme.
—No parece fractura, pero puede ser un esguince —informó—. Vas a tener que ir a la enfermería.
En eso, pude ver a Grecia agachándose a mi lado.
—Amor, ¿estás bien?
—Sí, sí, tranquila.
El entrenador debió ayudarme a caminar hasta la enfermería, mientras Trish y Grecia iban detrás de mí.
Una vez en la enfermería, me revisaron y se confirmó lo que me había dicho el entrenador: tenía un esguince de tobillo.
—Lo hizo apropósito, ¿no? —me preguntó Grecia.
—Claro que sí, pero tú sabes que no es la primera vez.
Trish me apuntó con su índice y rio.
—Cuando te sacó la rótula —recordó.
—Gracias, Trish —le dije, con ironía—. Gracias por recordarme el accidente más terrible de mi vida como si fuera gracioso.
—De nada.
—Trish, está siendo irónico —le dijo Grecia.
—Pues debería trabajar más en su tono..., pero está bien, perdón —me dijo, aunque no con verdadero arrepentimiento—. Y espero que tu rotula este bien ahora.
—Sí, lo está, aunque ahora, gracias a eso, puede volver a salirse más fácilmente —expliqué.
Grecia se cruzó de brazos, notándose algo molesta.
—¿Estás bien? —le pregunté.
—Es que, antes de todo esto, creía la versión de Sawyer.
Yo la miré curioso.
—¿Cuál es su versión?
—Qué fue un accidente y que tú te habías puesto en su contra después de que te enteraste de que él había comenzado a salir con una chica que te gustaba a ti —explicó.
—¿Qué? —pregunté, molesto—. ¡Esa es una asquerosa mentira!
—Bueno, ahora me di cuenta... es obvio que lo hizo apropósito —dijo.
—Y ahora, por su culpa, no voy a poder entrenar en un tiempo.
El deporte era mi forma de relajarme y liberar serotonina para que todo lo demás no me volviera loco o me deprimiera.
Amaba mi carrera, amaba el laboratorio y todo lo que implicaba la química, pero también necesitaba una actividad distinta.
Yo no era una persona muy artista, ni con talento musical, por lo que las mejores opciones que tenía eran deportes y ahora, durante al menos un mes, debería encontrar una actividad extra para relajarme que no implicara usar mi tobillo.
[...]
—¡Quédate quieto! —me pidió Oliver.
—Solo estoy usando las manos —alegué.
—No es de todo mi agrado escuchar un golpe repetitivo en la pared —explicó.
Estaba en el tiempo en que debía estar entrenado ese día y, ya que no podía hacer mucho, estaba tirando una pelota de tenis contra la pared de mi cuarto para entretenerme.
—¿Y qué quieres que haga?
—¿Estudiar?
—No, no puedo hacer eso, este es mi horario recreativo —le respondí.
No me iba a estresar usando uno de los pocos ratos de mi día que era libre de la química para estudiar química.
—Bueno, entonces busca algo en que perder tu tiempo que no implique hacer ruido o que sea lejos de mí —pidió.
No me quedó de otra que dejar de hacer lo que hacía y comenzar a pensar en algo más en lo que pasar el tiempo.
—Voy a salir —le dije.
—Okey, pero no uses tanto tu tobillo.
Me bajé de la cama para salir del cuarto y dejar a Oliver en paz, encontrándome con Grecia de frente en el pasillo.
—¿Qué haces fuera de la cama?
—Grecia, estoy con un tobillo lesionado, no en mi lecho de muerte —le recordé.
—Lo sé, pero no es la idea que utilices el tobillo y al caminar, le aplicas fuerza... así funciona la física —me dijo.
Yo no pude evitar soltar una risa.
—Sí, lo entiendo —le aseguré—, pero estoy muy aburrido.
—¿Y no puedes hacer algo en tu cuarto?
—Estaba en eso, pero Oliver es sensible y está estudiando —expliqué. No quería que se enojara conmigo por impedirle estudiar lo suficiente, aun cuando creía que estudiaba demasiado a veces—. Tengo que buscar en otro lugar en donde estar.
Grecia pareció pensar algo y entonces dijo:
—Ven al cuarto nuestro, Trish salió a fumar, pero ya vuelve.
—Bueno, si no te molesta...
Seguí a Grecia hasta al ascensor, ya que no podía usar las escaleras si quería descansar mi tobillo y fuimos en dirección su cuarto.
—¿No dejas a Trish fumar a dentro?
—O sea, no me gustaba, pero después de que incendió un cojín ya se lo prohibí —me contó.
No tardamos en llegar al cuarto y entrar.
Por alguna razón, no me sorprendía de Trish. Ella no era muy precavida, de hecho, sabía que había tenido varios incidentes en el laboratorio por su torpeza o porque simplemente no le interesaba tener más cuidado. Ella era así, un alma libre que tenía la mente en otro lado el noventa y cinco por ciento del tiempo.
—Oye... ¿ibas a buscarme? —le pregunté cuando me senté en su cama.
—¡Ah, sí! —exclamó, como si hubiera recordado algo—. Te llevaba una pomada que es buena para el dolor y la inflamación.
Sacó una cajita de crema del bolsillo de su sudadera. Había notado que la caja estaba nueva y sin abrir, y me parecía muy tierno de su parte que comprara eso solo para ayudarme.
Aunque nunca pensé que Grecia sería una persona amable y dulce, porque era cercana a un idiota como Sawyer, debía decir que estaba equivocado. Parecía que Oliver tenía razón y, después de todo, Grecia solo era una chica ingenua que había sido engañada y manipulada.
—¿Y que estabas haciendo? —le pregunté.
—Con Trish íbamos a ver una película —respondí—. ¿Quieres verla con nosotras?
Yo asentí, después de todo, no tenía mucho más que hacer.
Trish no tardó mucho en llegar y, de inmediato, pude sentir el olor a hierba. Además, traía los ojos rojos y se veía bastante torpe.
Grecia puso una película en la televisión, la que de inmediato se me hizo aburrida. Yo no era muy fan de ver películas o series, por lo que no muchas cosas lograban captar mi atención. Me gustaban más las actividades que implicaban movimiento o emociones fuertes como los parques de diversiones.
Mientras estaba acostado viendo la película, me celular vibro y al desbloquear la pantalla, me di cuenta de que era un mensaje de una amiga que quería verme.
Mis ojos se desviaron en dirección a Grecia y luego volvieron al mensaje. Más que una simple amiga, era una amiga con derechos y realmente me gustaba hacerlo con ella, pero temía que alguien me viera con ella o me viera entrar a su cuarto y arruinara todo mi plan con Grecia.
«Un motel», me dijo mi cerebro.
No era una mala idea ir a un motel, ahí a nadie le importaría que entráramos juntos a una habitación, seríamos solo una pareja más.
No, no debería arriesgarme, después de todo, serían solo seis meses de abstinencia... la última vez que había estado sin tener sexo en un periodo tan largo había sido antes de comenzar a tener una vida sexual activa.
Bueno, tendría que resistir, eso había sido mi idea y tendría que seguirla al pie de la letra. Además, no quería arruinar nuestra venganza, menos la de Grecia, quien merecía cobrársela a Sawyer después de lo que le había hecho. Tenía que ser empático con ella.
—¿Te pasa algo? —me preguntó Grecia—. ¿Estas nervioso?
Yo levanté la mirada de golpe y entonces negué.
—No, está todo bien.
Lo único realmente nervioso era mi pene pensando que estaría seis meses sin recrearse.
[...]
—¿Qué piensas tú?
Oliver me miró con diversión, como si mi problema fuera lo más tonto que había oído.
—Digo que suenas como una persona adicta al sexo —me dijo, riéndose.
—No es que sea adicto, pero tengo una rutina —le expliqué—. Salirse de la rutina es difícil.
—Bueno, vas a tener que salirte de tu rutina. No hay de otra —aseguró—. Porque tienes que hacer esta mentira lo más real.
Yo solté un suspiro.
Oliver se encogió de hombros.
—Vas a tener que deshacerte de todas tus amiguitas de dudosa procedencia y aprender a vivir con eso.
Pudo ser mucho peor, pudo ser un año o, siendo aún más fatalista, podía haber perdido el pene en un accidente. Sí, definitivamente pudo ser mucho peor.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top