Capítulo 39: Esta Vez es Real (Final)
Grecia
Era lindo volver a Ohio. Francia no había estado mal, pero ese era mi hogar y yo era alguien apegada a las cosas y a los lugares.
Había extrañado el campus, esos edificios de ladrillos de color rojizo y tonterías como las mesas de picnic que, por esa época no se podían ocupar sin mojarte la ropa con la nieve.
Estar en Francia había sido una experiencia maravillosa que le había dado un nuevo aire a mi vida y me había hecho sentir mucho más segura de mi misma, por lo que cuando me había enterado de que el equipo de futbol había sido seleccionado para jugar la semifinal del College Fooball Playoff en Georgia, no había tenido más opción que comprar una entrada y viajar diez horas en auto para ver a Carter jugar.
Claramente, no había esperado que él se lesionara y terminara fuera del juego, lo que significaba que había gastado dinero en la entrada y gasolina para ver al chico que amaba sufrir y al equipo de mi universidad perder en último momento. Pero no importaba, había visto a Carter y había hablado con él, aun cuando solo habían sido unas palabras después de meses sin vernos.
Sacudí la nieve de una banca del campus y me senté a esperar a que Carter apareciera. Habíamos quedado de vernos a esa hora en una de las bancas frente a la biblioteca.
No más de un minuto después, Carter apareció, sosteniéndose en sus muletas y con su pierna mala recta como un fierro.
Yo lo ayudé a sentarse en la banca y luego volví a sentarme, esta vez a su lado.
—La ultima vez que hablamos, antes de que saliéramos de vacaciones de verano...
—¿O sea, la vez después de que terminaras conmigo frente a todos mis compañeros de equipo?
—Sí... esa —respondí, sintiéndome algo culpable—. Fui muy ambigua y merecías una mejor explicación.
—Así es.
—Pero no podía dártela.
—¿Por qué?
—Porque Sawyer me tenía presionada. Él me estuvo chantajeando todo ese tiempo —le expliqué—. Había encontrado el contrato de nuestra relación falsa... me amenazó con hacerlo público a menos de que terminara contigo de esa forma, con esas palabras.
Carter me miró horrorizado.
—¿Cómo lo encontró?
—Creo que husmeo tu cuarto —le dije.
Eso era algo que el mismo Sawyer me había dado a entender una de las veces que habíamos hablado después de todo el desastre.
—¡Debiste decírmelo! —me dijo, algo molesto.
—No, porque hubieras caído conmigo y prefería mil veces caer yo peor —le dije—. Eso es lo que la gente hace por amor, aunque suene tonto.
La molestia se esfumó de su rostro y su expresión se había ablandado completamente.
—Sí, bueno, creo que lo entiendo... —aceptó—. Pero yo hubiera preferido caer contigo y no dejarte sufrir sola, son cosas que la gente hace por amor, aunque suene tonto.
Mi corazón se detuvo por un momento y levanté la mirada para verlo a los ojos. Entonces, por fin supe que mis sentimientos eran completamente correspondidos... después de tantos meses.
—Lo arruiné todo, ¿no?
Carter negó con una sonrisa.
—Creo que aun se puede salvar algo —dijo, mirando hacia el frente.
Yo miré hacia el mismo lado y pude ver como la nieve comenzaba a caer del cielo nuevamente. De pronto, una melodía comenzó a sonar y me pude fijar que Carter tenía su teléfono en sus manos. Era el tema de amor de Cinema Paradiso.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté, riendo.
—Es la ambientación... quizás era el tema de mis papás, pero yo les puedo robar la idea, ¿no? —dijo—. No es un tema tan trillado después de todo.
Yo solté una risa.
—¿Me creerías si te digo que, mientras estuve en Francia la vi al menos una vez al mes? —le pregunté.
—Bueno, yo me preguntaba todos los días si me extrañabas... creo que obtuve mi respuesta.
Volví a reír. Me alegraba saber que también me había extrañado, tanto como yo a él.
—Entonces... ¿dijiste que algo se podía salvar?
Carter asintió.
—Pero esta vez sin contrato y sin tontas clausulas —advirtió.
—No sabes cómo me gusta oír eso —le dije con una sonrisa.
Ambos nos miramos unos segundos, directamente a los ojos.
—Te amo, Grecia Dakota Smith.
—Anch'io ti amo, Carter Domenico Bianco —respondí en italiano.
—Grecia, por favor, estamos en Ohio y yo me llamo Carter...
—Domenico Bianco.
Frunció el ceño.
Yo solté una risa y me acerqué a él para pegar mis labios a los suyos. Si estaba puesto el tema de una película italiana, ¿por qué no podía hacer mi confesión de amor en italiano?
Ese sería un nuevo comienzo, uno real. Tendríamos citas reales a tomar café y nos besaríamos por gusto, no para demostrarle a los demás que éramos una pareja. Era como un sueño hecho realidad.
[...]
—¿En serio se irá?
Trish asintió.
—Una transferencia, así que: adiós, Sawyer Stewart, te puedes ir al diablo.
No podía creer lo que Trish me contaba y era difícil de creer cuando su fuente confiable era un traficante de hierba, pero no era algo tan descabellado después de todo.
Nina Moore se había encargado de despedazar a Sawyer como yo no había tenido la oportunidad de hacerlo y él estaba tan humillado que tenía mucho sentido que quisiera huir de ese lugar.
—Que bien, aunque pudo hacerlo antes —dijo Carter, para luego tomar de su café.
Los cuatro estábamos en el Starbucks de siempre, en el mismo donde alguna vez Carter y yo habíamos firmado el tonto contrato de relación falsa hecha por Oliver, con Trish de testigo. Se sentía como un déjà vu.
Trish tomó una de las muletas de Carter y comenzó a jugar con ella.
—¿Van a querer ir a mi casa en vacaciones de primavera?
—Claro —dije yo—. Para ese entonces Carter no tendrá las muletas.
—Genial —dijo Trish—. Luego le toca a otro invitar.
—Para vacaciones de verano iremos a la casa de Carter en Verona —bromeó Oliver.
Trish celebró dando aplausitos aun con la muleta en sus manos.
—Me imagino que tú te mueres por conocer el Vaticano y la Capilla Sixtina, ¿no? —lo molestó Carter—. Como futuro sacerdote, digo.
Trish soltó una carcajada.
—Que sacerdote ni que nada, lo único que puede ser este es el rey del BDSM...
Oliver le dio un leve codazo en las costillas y ambos comenzaron a empujarse como solían hacerlo.
Nosotros dos reímos por lo infantiles que eran y yo apoyé mi cabeza en el hombro de Carter.
—¿A mí si me invitarás a Verona algún día?
—Algún día no, este mismo verano, ya se lo prometí a mamá e incluso a la Nonna —me dijo—. Comerás pastas hasta hartarte.
—Me gusta como suena eso.
Por suerte, la terapia había funcionado bastante bien y me habían dado de alta hacía poco, gracias a que la había seguido de forma remota en Francia, y para ese entonces, volvía a sentirme en armonía con la comida.
Sabía que siempre habrían días malos, que en ciertos momentos no me daría el valor que merecía y que no me sentiría conforme con lo que veía en el espejo; pero estaba dispuesta a luchar contra eso, tener más días buenos que malos y de disfrutar la comida como debía.
Carter me dejó un beso en la frente.
—Algún día podrías llevar a tus hermanos también...
—No, gracias, suficiente tengo con ellos aquí.
—No me estás ocultando que me odian, ¿verdad?
—¿Así cómo odiar? No —respondí, ganándome una mirada de terror por parte de mi novio—. Pero tranquilo, en la próxima visita a mi casa podrás redimirte con ellos.
Carter soltó una risa nerviosa y yo le di un beso en los labios.
—Eso te pasa por enamorarte de una chica con cinco hermanos —bromeé.
—Sí, solo a mí se me ocurre tal atrocidad.
Bueno, mientras él tenía que lidiar con la sobreprotección de mis hermanos, yo tendría que lidiar con los comentarios en italiano de la Nonna. Eran de esas cosas que uno soportaba por amor, por más difíciles que fueran.
Al menos esa vez, tendríamos que soportar esa clase de cosas por una relación real, no por una tonta relación falsa creada para fastidiar a un idiota que ambos detestabamos.
La Grecia del pasado se sorprendería si supiera que resultó que Carter Bianco, su alguna vez enemigo sin razón real, era el potencial gran amor de su vida.
Fin
¡Holis!
Aquí está el final, por fin. Me da algo de tristeza dejarlos ir, pero estoy contenta con el resultado y el amor que le han dado durante todo este tiempo.
Cuando escribí esta historia nunca pensé que siquiera llegaría a terminarla, pero lo hice y recibió más apoyo de lo que me esperaba, lo que me hace muy feliz.
Y un dato curioso: yo nunca tuve la idea de que Oliver y Trish tuvieran algo más que una amistad, pero mientras más capítulos pasaban, sentí que tenían buena química y terminé por decidir relacionarlos. Preferí no dejarlos como pareja como tal, pero quién sabe, quizás algún día harían buena pareja sjsjs
Espero que les haya gustado y la hayan disfrutado. Si les interesan más historias de este estilo, pues creo que podría gustarles alguna otra de mi perfil.
¡Tengan lindo día! ¡Besitos!
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