Capítulo 33: La Primera Vez
Grecia
Lo había hecho, después de meses, me había logrado permitir sentir seguridad en esa situación. Carter me estaba tocando bajo la ropa y no quería que parara, todo lo contrario, quería sentir sus manos y boca por todas las partes de mi cuerpo... quizás los pies no, no era tan fuerte mentalmente.
Carter se subió arriba de mí y se quitó la camisa.
—Lamento no ser tan musculoso y fuerte con cierta persona, pero...
—Así me gusta mucho más —dije, siendo completamente sincera.
Carter sonrió divertido y volvió a besarme.
—Voy a fingir que te creo —me dijo, entre el beso.
Luego de unos segundos, comenzó a bajar sus besos por mi cuello y entonces comenzó a levantar mi camiseta para sacármela. Yo me despegué un poco de la cama y rápidamente la camiseta estuvo fuera del camino.
Los besos de Carter bajaron hasta llegar a mis pezones. Si bien, me era difícil amar mi cuerpo completo, había partes en particular con las que tenía problemas, una de ellas eran mis pechos.
Muchas mujeres deseaban tener senos grandes y bonitos, pero para mí, tener un poco de volumen, significaba verme gorda y ancha de lado, por lo que, cuando me habían crecido al volver a comer como una persona normal, me había costado no odiarlos. Me costaba probarme ropa menos ajustada y que estos hicieran que me viera más ancha de lo que era, aun cuando ni siquiera eran grandes, eran de un tamaño que yo hubiera llamado mediano.
Normalmente me daba algo de incomodidad la primera vez que una persona me veía sin ropa por cosas como esa, pero esa vez quería dejar de complicarme y, por suerte, Carter era muy bueno llevando mis pensamientos a otros asuntos.
De pronto, comenzó a bajar sus besos por mi abdomen, hasta llegar al borde de mis pantalones. Sentí como mi corazón se aceleraba un poco más por el miedo y los nervios.
—¿Puedo? —preguntó Carter. Era como si hubiera notado mi nerviosismo.
Yo asentí e intenté darle una sonrisa lo más natural posible. Alcé mis caderas para despegarlas de la cama y Carter deslizó, con mucho cuidado, mis pantalones con mi ropa interior hasta sacarme todo por completo.
Solo tenía puestos mis calcetines, lo que realmente no me molestaba, pues había comenzado a sentir algo de frio. En el exterior el viento corría con más fuerza que antes, lo que me indicaba que debía hacer más frio también, en esa época y a esa hora, el viento solía ser muy helado.
Carter comenzó a darme besos por el interior de mis muslos, hasta que dejó uno en mi entrepierna. Primero fue bastante lento y delicado, pero con el paso de los segundos comenzó a ir más rápido. No tardé en entrar en calor con eso. Sentir su lengua pasar por los pliegues de mi entrepierna se sentía como una de las mejores sensaciones.
«Sawyer estaba demasiado sobrevalorado en tu cabeza». Y sí, mi conciencia tenía mucha razón.
Puse una de mis manos sobre la cabeza de Carter y enredé mis dedos con su cabello ondulado, era muy suave.
No tardé muchos minutos en sentir un cosquilleo en la parte baja de mi abdomen, el que comenzó a expandirse con el paso de los segundos y terminó por estallar, causándome una clase de electricidad que me recorrió todo el cuerpo.
Al darse cuenta de que había tenido un orgasmo, Carter volvió a hacer toques más delicados y luego, se separó de mí.
—Espera, necesito un condón —me dijo, bajando de la cama para buscar algo en unos cajones.
Yo asentí, sin moverme de la cama, recuperando el aliento. Debían hacer muy poco grados, pero yo estaba bastante sudada ya.
Una vez que mi respiración se reguló, Carter llegó a la cama y se sentó en el borde con el paquetito del condón en la mano.
—Te ayudo —le dije, casi como una orden.
Carter soltó una risa.
—Claro, lo que tú quieras.
Él se quitó lo que le quedaba de ropa y abrió el paquete con los dedos para luego entregarme el condón. Yo lo puse en la punta de su miembro y comencé a bajarlo con las manos como ya sabía que se hacía. Había salido con más hombres que mujeres en la vida por lo que había tenido la oportunidad de practicar mucho más como poner un condón.
Una vez que estuvo bien puesto, le di un beso en los labios y volvimos a tirarnos en la cama sin dejar de besarnos.
Esta vez yo me subí sobre Carter y luego de unos segundos, me ubiqué sobre su miembro para poder bajar sobre él de a poco. No me había dolido, ni me había costado. No era tanto el tiempo desde la última vez que había tenido sexo y gracias al lubricante del condón y lo mojada que estaba, todo había sido aún más fácil.
Carter puso sus manos en mis caderas y comenzó a moverme, provocando que comenzara a soltar pequeños gemidos.
Luego de unos segundos, me acerqué para volver a besarlo. Me hubiera gustado poder decirle que no quería que eso terminara o que no fuera la única y última vez..., pero no tenía certeza de que eso fuera a funcionar. Quizás Carter veía eso como una cosa de una sola noche.
—Me vuelves loco —susurró entre el beso—. Me encantas...
Eso provocó un cosquilleo en mi interior y no tenía que ver con placer sexual.
«Creo que te amo... un poco. O algo así. No lo sé. Solo sé que no quiero alejarme de ti, nunca».
—Tú a mí...
Pude ver una sonrisa en el rostro de Carter, lo que me hizo sonreír a mí.
[...]
Terminar había sido como un golpe de realidad y la situación no había tardado en volverse algo extraña. Aun así, yo estaba apoyada en el pecho desnudo de Carter y él me estaba acariciando la espalda con delicadeza.
El cariño después del sexo siempre era importante, incluso en relaciones de una noche en la que no había sentimientos de por medio. Éramos seres humanos, teníamos emociones complejas y la reacción hormonal del cuerpo ante el sexo nos hacía necesitar contacto después de terminar. No importaba si eran unos besos, caricias, un abrazo o una charla, era importante hacer algo para regular las emociones.
Yo, en especial, al ser una persona que sufría de ansiedad, no podía tener una separación brusca y ya. Por eso, aun cuando no sabía muy bien lo que sucedería después de eso, las caricias de Carter y sentirlo pegado a mí me daban una pequeña sensación de paz.
—Estaba pensando —dijo Carter, de pronto—. Creo que, ya que nuestro trato ha funcionado tan bien y eso... podríamos alargarlo.
Bueno, me hubiera gustado otra clase de idea como "salgamos en serio porque creo que me estoy enamorando de ti", pero si eso era lo que podía recibir, no dudaría en tomarlo.
—Creo que sería buena idea —concordé—. ¿Hasta cuándo?
—Quizás, el comienzo de las vacaciones de verano —propuso—. Cuando alguien nos pregunte, podríamos decir que terminamos en las vacaciones y listo.
—Suena bien.
Tendría un mes extra. Dos meses más en los que podría tener a Carter mediante una excusa que no me expusiera a mí y a mis sentimientos por él. Aun así, no sonaba como suficiente tiempo, pero, si lo pensaba bien, ¿se me haría suficiente algo?
Cuando te enamorabas el tiempo nunca era suficiente, así que suponía que ese mes extra solo serviría para alargar mi agonía, pero, bueno, parte del amor también era masoquista. No lo iba a saber yo, quien se había enamorado de Sawyer Stewart alguna vez.
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