Capítulo 27: Discusiones
Grecia
Una vez que me separé de Carter, él se puso de pie y carraspeó.
—Bueno, ya que estás mejor, iré a mi cuarto —me dijo.
—¿No te puedes quedar un poquito más?
Carter pareció dudar un momento.
—No, no puedo —terminó por decir.
—¿Por qué no? ¿Qué tienes que hacer?
Carter pareció complicado con mi pregunta e imaginaba que era porque no tenía nada que hacer. Era un viernes en la noche y si no tenía intención de volver a la fiesta que había, entonces no veía que podía tener de importante.
—Bien, no tengo nada que hacer —confesó—, pero no creo que deba quedarme.
—¿Por qué?
—Como te gusta cuestionar todo lo que digo y hago —se quejó—. Incluso cuestionas lo confiable que soy.
Entonces descubrí lo que le pasaba. Era obvio que estaba molesto por lo que le había dicho más temprano ese día, porque creía que yo no confiaba en él..., pero no era él el problema, era yo. Yo era la persona insegura que sentía que ya no podía confiar en nadie.
—Carter... no quise decir eso.
—Ah, ¿no? —cuestionó, aun más molesto—. ¿Entonces que fue lo que me quisiste decir?
Me puse frente a él y lo tomé de las manos, aunque él no pareció muy cómodo con eso.
—Después de todo lo que me hizo Sawyer, es difícil confiar en las personas... —le expliqué.
—O sea, estás insinuando que me parezco a Sawyer.
—¡No! —exclamé con seguridad—. Por Dios, no te pareces en nada a él.
—Pero sí crees que soy capaz de hacer las mismas cosas que él —insistió.
Tal vez debía haber evitado sacar a Sawyer en la conversación, ya que Carter tenía un ensañamiento con él que no parecía tener un limite y el solo sentirse comparado con él, lo volvía loco.
—Carter, no es eso —le dije—. Y ya deja de decir tonterías.
—Lo que faltaba, ahora soy idiota.
Le solté las manos y rodé los ojos.
—¿Sabes qué? Mejor no te quedes —le dije.
—No pretendía hacerlo tampoco.
Nos sostuvimos la mirada con una clara tensión. Podía sentir que su enojo contra mí y, en parte, yo también estaba enojada.
Luego de varios segundos, Carter se giró para abrir la puerta, pero antes de poder salir, la volvió a cerrar y se volteó a verme.
—Yo no me parezco a Sawyer —siguió—. Tengo muchas más decencia y ética que ese animal.
—A veces lo dudo —dije, para molestarlo más.
Sí, lo que estaba haciendo era como tentar al diablo, pero el enojo me impulsaba a responder así.
—¿Es broma? —cuestionó, furioso.
—No, no lo es —dije, aunque si lo era. Yo jamás había pensado que Sawyer y Carter se parecieran—. Eres la misma clase de creído, salvaje y mentiroso... ¿a quién se le ocurrió lo de fingir esta relación?
—¡Tú aceptaste!
Vacilé por un momento, intentando encontrar alguna forma de defenderme.
—¡Pues al menos a mí no se me ocurrió!
—¡Ay, que buen argumento, Grecia! ¡Solo eres un grado más bajo de mentirosa que yo! —volvió a abrir la puerta—. ¡Y ahora sí, me voy!
Yo corrí para impedir que saliera y lo obligué a cerrar la puerta una vez más.
—Aun no terminamos de hablar —le dije.
—Yo sí terminé de hablar contigo —me dijo—. Ahora hazte a un lado.
—No, ya te dije que...
Carter me tomó de la cintura y me movió un poco hacía el lado, pero yo puse resistencia. Obviamente mi fuerza era casi nula comparada con la de él, por lo que no le costó muchos segundos hacerme a un lado.
Algo en mi conciencia me decía que no podía dejar que se fuera, menos así de molesto. No quería quedar así con él, quizás ni siquiera podría dormir sabiendo que estamos enojados.
Entonces, mi única reacción fue tomarle el rostro y lanzarme a besarlo, para después enredar mis brazos alrededor de su cuello.
Carter emitió un quejido ahogado por el hecho de que tuviera mi boca pegada a la suya, pero no tardó más de unos segundos en volver a poner sus manos en mi cintura, apretándome, y está vez no para correrme a un lado. Después de un rato, me apoyó contra mi escritorio, sin dejar de besarme. Yo me senté encima del escritorio y Carter se metió entremedio de mis piernas, apretando mis caderas con fuerza.
Varios segundos después, Carter se separó de mí y negó.
—No puedo hacer esto.
No pude evitar sentir una terrible decepción, la cual estaba segura de que se había notado en la expresión de mi rostro.
—¿Puedo saber por qué? —pregunté, aun sentada sobre el escritorio—. ¿Tiene que ver conmigo?
Carter negó de inmediato, pero después comenzó a vacilar.
—Bueno, sí tiene que ver contigo, pero no por lo que piensas —explicó, acercándose nuevamente. Pegó su frente a la mía y me apretó ambos brazos con sus manos—. Eres hermosa y estar contigo, para mí, sería todo un privilegio..., pero no quiero que te sientas presionada a hacer algo de lo que después te vas a arrepentir.
Carter se separó de mí y me dio una sonrisa comprensiva. Yo me bajé del escritorio y me paré frente a él para mirarlo a los ojos.
—¿Pero te puedes quedar esta noche?
—Si me lo pides así, ¿cómo podría negarme?
Me dio un beso en la nariz, lo que me provocó una risa y un cosquilleo en el estómago.
Justo en ese momento comencé a percatarme de que, quizás, mis sentimientos por Carter estaban comenzando a distorsionarse un poco.
[...]
Cuando desperté en la mañana, con el brazo de Carter rodeándome la cintura, no pude evitar sonreír.
Era sábado, por lo que no tenía un horario estricto para levantarme, así que decidí no moverme mucho y quedarme ahí acostada, disfrutando del contacto con mi novio falso. Me sentía tan cómoda y calientita que tenía ganas de quedarme así toda la vida.
Luego de un rato, decidí revisar si Trish había aparecido por ahí, así que me giré para quedar frente a frente con Carter y luego, levanté la cabeza para mirar por encima de él, hacia la cama de mi amiga, notando que esta estaba vacía e intacta.
Trish nunca había llegado a dormir, lo que me preocupó un poco. Si bien, casi siempre salía sin daños de las fiestas, quien sabía si alguna vez estaba tan drogada que tenía un accidente. Quizás, esa vez había tenido un problema.
Intenté moverme sin despertar a Carter, pero cuando me despegué de la cama, me atrajo de inmediato a su lado.
—¿A dónde vas? —preguntó con la voz rasposa.
—A buscar a Trish —le respondí—. No llegó a dormir.
—Te acompaño —me dijo, soltándome.
—No, tú descansa —le dejé un beso en la frente y me arrastré por la cama para bajarme.
Carter se sacó las sábanas de encima y se sentó en la cama.
—Te acompaño... tengo la sospecha de que debe estar con Oliver —me dijo, dando un bostezo al final.
Yo solté una risa. Me causaba gracia lo mucho que Carter se ensañaba con juntar a nuestros amigos, aunque tenía unos buenos argumentos.
Cuando Carter se levantó de una vez, fuimos a revisar si estaban en el cuarto que él compartía con Oliver y, luego de que abriéramos la puerta, nuestras sospechas se confirmaron.
«Al menos están con ropa», me dije.
Trish estaba con una pierna encima de Oliver y su cabeza apoyada en el pecho de él. Ambos parecían muy cómodos, lo que me causo algo de ternura.
Carter fue a su cama, sacó una almohada y se la tiró encima a Oliver, quien de inmediato abrió sus ojos, asustado, y con su movimiento, despertó a Trish.
Cuando Oliver nos vio a Carter y a mí parados a un lado de la cama, se quejó, harto.
—No puede ser...
Me imaginaba que ya estaba precipitando que Carter lo molestaría por eso, pero era su culpa, cada vez daba más razones para que sospecháramos de su relación con mi compañera de cuarto.
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