Capítulo 25: Complejos

Grecia

—Yo no seré parte de esto, ¿qué podría aportar? —cuestionó Oliver—. Yo jamás voy a las fiesta, ni a eventos sociales... ni siquiera he cruzado palabras directas con Sawyer y su grupito.

—Precisamente —le dijo Carter—. Nadie sospecharía del abogado asocial que parece mapache con esas ojeras.

Oliver lo miró con fastidio.

—Mira, hoy están peor porque tuve examen y lo sabes —explicó—. Pero, si bien nadie sospecharía de mí, no tengo como acercarme a ellos. No soy parte del equipo de futbol ni tampoco estudio lo que sea que ellos estudien.

—Geología —dije yo.

—¿Geología? —preguntó Oliver, como si hubiera dicho algo horrible—. Que cochinada.

—Lo es —concordó Carter.

Los cuatro estábamos en un parque cercano al campus, el cual no estaba demasiado lleno debido a las bajas temperaturas. Estábamos ahí para evitar que alguien nos escuchara hablar de nuestro plan para vengarnos de Sawyer, después de todo, él era una persona bastante conocida en el campus.

Si bien, la universidad no era como la escuela y no estaba esa tonta jerarquía, Sawyer era popular por el simple hecho de ser una de las estrellas del equipo y era posible que, algún día, llegara a ser un jugador importante de la NFL.

—Pero, por favor, Oliver, ayúdanos —pedí, juntando mis manos para rogarle.

Oliver soltó un suspiro agotado.

—Está bien, pero no trabajaré con Trish —dijo.

Trish lo miró ofendida y le lanzó una uva en la cabeza.

—Yo tampoco quiero trabajar contigo, no te preocupes.

Oliver le robó una uva del pote en que las tenía y se la lanzó en la cara.

Carter rodó los ojos.

—Claro, no pueden trabajar juntos, pero si pueden besarse y manosearse —les dijo.

Los dos lo miraron con fastidio, aunque Carter tenía un punto.

—Creí que ese tema ya estaba acabado —dijo Oliver, con clara molestia—. Y deja de sacarlo o yo sacaré temas que no te van a gustar y sabes de que hablo...

Carter lo miró un momento y entonces fingió cerrar su boca con un cierre.

—Como sea, no me importa si trabajan juntos —les dije—. Solo necesito que estén atentos y que, si tienen la oportunidad, puedan sacarle información a alguien.

—¿Información como qué? —preguntó Oliver.

—Como el nombre de las posibles amantes de Sawyer o sobre todas las cosas malas que ha hecho, ya saben, como lesionar a Carter apropósito o subir ese video para humillarme —expliqué—. Estoy segura de que fue él, pero necesitamos pruebas.

—Bien, haré todo lo que pueda —dijo Trish—, empezando por mañana... hay una fiesta en una de las hermandades y están todas las carreras invitadas, incluso las pesadas como derecho o medicina.

Oliver solo le dio una mirada, pero ella ni siquiera lo notó.

Yo les di una sonrisa, realmente agradecía que ambos estuvieran dispuestos a ayudarme.

[...]

Estaba almorzando en el comedor con unas de mis compañeras de la carrera. Todas conversaban y de vez en cuando pedían que interviniera para dar mi opinión en algo, sin darse cuenta de que estaba evitando meter la comida a mi boca.

«Solo es comida, la necesitas», decía una parte de mi cabeza. «¿Sabes la cantidad de calorías que tiene eso? Porque no haces suficiente actividad física, lo que significa que se convertirá en grasa y se acumulara en lugares como tus caderas, senos o piernas. No, peor, en tu abdomen», decía la otra parte.

Casi como un impulso, llevé mi mano a mi abdomen, tocándolo y analizándolo, como intentando saber si estaba lo suficientemente plano.

«Deja de hacer eso», me pidió una parte. «¿Qué pensarán las personas cuando te miran? ¿Qué tienes las caderas anchas? Al menos no han visto las estrías que te salieron después de subir de peso», comentó mi otra parte.

Dios, era como tener dos Grecias en la cabeza y, por alguna razón, la peor era la que más hablaba.

Comí un poco más, intentando aguantar las náuseas que sentía y rápidamente me despedí de mis compañeras. Necesitaba estar sola.

[...]

Llevaba algo como cinco minutos mirándome al espejo, intentando sentirme un poco menos mal conmigo misma, diciéndome que lo que veía ahí no era la realidad. Me estaba intentando convencer de que era una mujer hermosa y que mi peso no me definía como persona, pero entonces recordé mis sueños, mis sueños de ser una gran modelo... y recordé que eso se había destruido porque era demasiado gorda según los demás.

Desde hacía años que no me subía a una pesa. En mi casa estaban prohibidas las basculas e incluso las cintas de medir para evitar que controlara mi peso, por lo que no sabía exactamente cuanto estaba pesando y, en ese momento, estaba comenzando a desesperarme por saberlo.

«No puedes hacerlo, tienes que ser fuerte...».

En el fondo sabía que, el numero que viera, fuera el que fuera, iba a ser demasiado.

De pronto, alguien toco la puerta, provocando que me sintiera algo nerviosa, como si estuviera haciendo algo malo.

—Pase, está abierto —dije, sentándome en la cama.

Carter entró al cuarto con una sonrisa, la cual no tardó en borrarse.

—¿Qué pasó? ¿Te sientes mal?

Yo negué, agachando la cabeza.

—No, está todo bien.

Carter cerró la puerta y se sentó en la cama, frente a mí.

—Puedes confiar en mí —me dijo.

Sí, sentía que podía confiar en él, tal como una vez había sentido que podía confiar en Sawyer y me había equivocado. ¿Y si también me equivocaba con Carter? Después de todo él ni siquiera salía conmigo en serio.

—Carter, tú y yo no somos novios realmente, ni siquiera nos alcanza para amigos —le recordé—. No puedo confiar en ti...

Eso pareció dolerle bastante. Su rostro había cambiado completamente, algo se había oscurecido en él. No había pensado que eso le pudiera afectar tanto, después de todo, antes de comenzar con esa farsa, ni siquiera cruzábamos palabras de buena forma.

—Bueno, como tu quieras... —se puso de pie—. Nos vemos más tarde en la fiesta, voy a salir a trotar un rato.

Yo asentí, pero él no me vio, solo salió de la habitación sin siquiera despedirse.

Por unos segundos pensé en salir y seguirlo para retractarme por lo que le había dicho, pero lo cierto era que solo había dicho lo que pensaba en ese momento. Si bien, le había contado cosas importantes de mí, en ese momento mi conciencia decía que podía estar comentiendo un error con creer que él podía ser confiable. Carter estaba conmigo por interés, el interés de hacerle daño a Sawyer, no por otra cosa. ¿Cómo podía sentirme en confianza con él?

Ya había sido suficiente con haberle contado sobre la faceta más oscura de mi vida, incluso más oscura que la separación de mis padres o el periodo que estuve con mi mamá, soportando sus problemas cuando solo éramos unos niños.

Me acosté en la cama, mirando el techo. No me sentía nada bien. Lo único que quería en ese momento era pasar un mes entero metida en mi cama, cubierta con mis sábanas y con un servicio al cuarto para no tener que levantarme para ir por comida.

Cerré los ojos. Pensar en comida solo me hizo sentir peor. La última vez que había sentido es gran desprecio por la comida había sido hacía años y en ese entonces, nunca pensé que volvería a tener ese sentimiento.

Pensé en decirle a mi padre o a Paris, de pedirles ayuda, pero no quería hacerlos pasar una vez más por ese dolor.

No, no me precipitaría a nada, quizás, ese sentir solo sería momentáneo y en un tiempo volvería a sentirme como antes.

Tenía que ser fuerte, tenía que aprender a no escuchar la opinión de los demás, a no escuchar a la parte de mi conciencia que me quería sabotear. Algún día, tendría que aprender a aceptarme como era y amarme sin importar mi peso o mis imperfecciones.

¡Holis!

¡Ya son 20k lecturas! No saben lo feliz que me hace. Gracias por leer mi historia ❤️

¡Besitos!

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