二: El omega despreciado.
El llanto de una nueva vida se mezcló contra el sonido de la lluvia descontrolada que atormentaba esa mañana. Entre la oscuridad y soledad de la habitación había nacido Jung Hoseok, sin un padre que lo quisiera.
Los rumores en el pueblo no eran agradables, manchando la imagen de su joven madre al tener un hijo bastardo. Decían que el cachorro moriría a los días porque una omega usada no podría hacerse cargo de una criatura. Decían que no quería a su hijo, siempre vistiéndolo con harapos sucios y zapatos desgastados. Decían que había traído la mala suerte a la manada. Pero muy pocos sabían que Jung Hoseok si tenía un padre, un padre con mucho poder y una familia formada de la que él no era parte, quien había renegado de él para cubrir su pulcra imagen, al no querer admitir que profanó a una omega sin su consentimiento. Aunque el pueblo quisiera negarlo, el chamán aseguraba que la llegada del niño a la tierra tenía un propósito muy importante.
Su madre era una buena mujer de una familia humilde la cual le dio la espalda al tener tan mala suerte, a pesar de todo ella adoraba a su cachorro, haciendo lo posible para salir adelante junto a él, cometiendo el único error de criar a su hijo con miedo, miedo de los alfas y de los que estos podrían hacerle en consecuencia a su trauma.
Hoseok no tenía nada de especial, su cabello era castaño y se mantenía desordenado, sus ojos comunes y oscuros como una noche sin estrellas. Era tímido y reservado. Lo único que salvaría a su familia era que se presentara como alfa, pero lastimosamente los dioses no tenían ese plan con él.
-En el último examen de fertilidad saliste muy bien, creo que estás más que listo para tener cachorros. -canturreó su madre, con visible felicidad. Pero Jimin no respondió, ni siquiera le dirigió la mirada- Oh, Jimin, ¿sigues enojado? Sé que al principio es shockeante pero poco a poco te acostumbrarás. No te preocupes, ya verás que todo se irá dando más fácil.
Ignoró sus palabras mirando hacia la ventana sintiéndose desganado y dejó que la mujer siguiera acomodando sus pertenencias para la mudanza porque él no quería tener nada que ver con eso. No se lograba explicar cómo era posible que sus padres siguieran actuando como si nada pasara, pasando por alto el hecho de que él no quería contraer matrimonio con el alfa. Ni ahora ni nunca.
-Quiero estar solo. -espetó de pronto y abrazó sus rodillas deseando desaparecer.
-Bien. -su madre dejó lo que hacía y se levantó para retirarse, ella creía ilusamente que su cachorro solo necesitaba tiempo para adaptarse, al igual que ella- Hacemos esto por tu bien, hijo, te amamos y queremos que tengas una buena vida.
Jimin quería gritarle su hipocresía, quería demostrarle que se equivocaba, pero sabía que sería una pelea inútil. No dijo nada y ante la falta de respuesta, la mujer salió de la habitación y Jimin escuchó como la puerta era cerrada con llave.
Desde su arrebato hace dos días, sus padres le habían prohibido salir de casa, manteniéndolo encerrado en su habitación dejándolo salir solamente con supervisión, lo vigilaban en todo momento porque sabían de lo que era capaz. Pero en ese momento vio una oportunidad, su padre no se encontraba en casa y su madre estaría ocupada haciendo las tareas del hogar, por lo que sin pensarlo demasiado metió en un bolso todo lo necesario, se vistió con un gran abrigo que lo ayudaría a ocultarse, cubrió su cabello con un gorro de lana y con ayuda de los pilares de la casa escapó por la ventana.
Corrió lo más rápido que pudo temiendo ser descubierto y vuelto a encerrar, estaba asustado pero su corazón sabía exactamente a donde ir.
Hoseok se encontraba en la feria de artesanías ayudando a su madre a vender la joyería que ella misma hacía a mano. Físicamente estaba ahí, pero mentalmente se ahogaba en una nube de angustia y tristeza.
No sabía nada de Jimin luego del festival, sus padres lo alejaron de su lado luego de que el anuncio fue hecho. Se quedó congelado sin saber que hacer o decir, viendo únicamente como Jimin era arrastrado fuera de sus brazos.
No tenía muchas esperanzas, estaba empezando a resignarse con que eso sería todo, probablemente lo vería a lo lejos en cada aparición del líder, festivales o por el pueblo paseando con sus hijos, admiraría su belleza de lejos y se prohibiría acercarse para no seguir haciéndole daño a su corazón.
Pero había pasado por alto que Jimin no era así, él no dejaría que la vida le arrebatara su valor.
- ¡Hoseok! -lo llamó sin fuerzas, su respiración agitada por la carrera.
-Jimin... -murmuró dejando salir un suspiro de alivio que no sabía que estaba reteniendo en todo ese tiempo.
Podía notar como unas leves ojeras marcaban su rostro, sus ojos habían perdido ese brillo especial que lo caracterizaba, se notaba desgastado, estaba bañado en un aroma triste que rompió el corazón de Hoseok. Quería llorar en una mezcla desesperada de tristeza y alegría, porque a pesar de las circunstancias, Jimin le estaba sonriendo y eso era más que suficiente para él.
- ¿Podemos hablar en privado?
No respondió. Se apresuró en recoger las joyas ante la atenta mirada de Jimin, este movía su pie por la ansiedad mirando a todos lados con el miedo de ser descubierto, no sabía cuánto tiempo tenía antes de que sus padres notaran su ausencia.
El castaño tomó la mano de Jimin, dirigiéndolo hacia una zona del pueblo que no reconocía, recorrieron varios callejones hasta llegar a una humilde y descuidada casa que consistía en el hogar de Hoseok. Jimin pensó que fuera de todos los lujos y privilegios el ambiente era más sincero que el de su propia vivienda. Podía sentir el calor de hogar.
Hoseok deslizó la puerta de una desgastada madera para poder ingresar, invitando a Jimin con una sonrisa a entrar.
-Cuéntame que ha pasado.
Los ojos del omega menor enrojecieron, delicadas gotas saladas empezaron a deslizarse con lentitud de sus ojos.
-Estoy asustado.... -soltó finalmente lo que retuvo en su pecho por orgullo- No sé qué hacer, Hoseok, mis padres me están obligando a casarme con ese sujeto, vendrá a buscarme en la tarde, tendré que vivir con él.
La garganta de Hoseok quemaba, sentía como su lobo lloraba en agobio junto al de Jimin.
-Creo que... Creo que quizás deberías dar una oportunidad a concerlo, podrías llegar a quererlo.- dijo inseguro creyendo que eso era lo que quería escuchar.
Jimin limpió con brusquedad sus lágrimas.
- ¡Yo no lo quiero a él, te quiero a ti!
La confesión fue como encontrar un refugio bajo una tormenta que atacó el cielo inesperadamente. Sentía una combustión dentro de su cuerpo que enloqueció a su lobo, sentía a su corazón cercano a padecer de una taquicardia, mientras que Jimin lo observaba fijamente con sus pupilas dilatadas esperando una respuesta que el cerebro de Hoseok trataba de producir.
-Sé que sientes lo mismo que yo, -Jimin se atrevió a tomar la mano del contrario y colocarla en su pecho, donde los latidos de su corazón hacían juego con los suyos- y también sé que no deberíamos, ¿pero cómo sentirse de esta manera podría ser algo malo? Yo no quiero a ningún alfa, porque todo lo que necesito lo encuentro contigo.
Hoseok acompañó las lágrimas silenciosas del contrario, envuelto en unos sentimientos tan placenteros que parecía irreal como podían sanarlo todo.
-Jiminie, quiero ayudarte, quiero ser valiente pero incluso en este momento tú eres el valiente.- sus manos acariciaron ambas mejillas del albino, limpiando sus lágrimas y a su vez calmando el deseo intenso de tocarlo.
- ¡Huyamos, Hoseok! -rogó Jimin, su llanto incrementando, apretó con desesperación las manos sobre sus rosadas mejillas.
-Jimin...- contempló asustado los azulados orbes brillando por las lágrimas, era una petición extremista pero la vehemencia en su sentir sobre pasaba los límites. Sonrió- Jimin, por ti seria golpeado hasta hacerme añicos.
-Vámonos, vámonos.- repetía sin parar jalando las manos contrarias en busca de escapar en ese instante.
Jimin siempre había sido el valiente pero en ese momento le tocaba serlo a él.
-Pero no podemos hacerlo ahora, seria demasiado obvio y no resultaría, tenemos que hacer pretender a todo el mundo que estás de acuerdo con todo, como siempre lo has hecho, de otra manera tus padres te seguirán manteniendo encerrado o supervisado, no podremos hacer nada.
-No sé si podría seguir haciéndolo, estoy cansado de todo esto...
- ¡Si podrás! Solo una semana más, eso será todo, podremos huir y empezar nuestra propia vida lejos, no puedo ofrecerte una marca pero si muchísima felicidad.
Eso lo hizo sonreír, se calmó asintiendo ante la idea. Podría lograrlo, junto a Hoseok sentía que podría hacer hasta lo imposible.
-De acuerdo, pero prométeme que irás a visitarme todas las noches sin falta, no podré salir de esa casa por un tiempo pero el jardín es lo suficientemente grande para ocultarnos ahí.
-Te lo prometo.- afirmó sin dudarlo, acariciando su perfilada nariz con la de Jimin.
El acercamiento fue la excusa perfecta para que Jimin pudiera robarle un beso a esos labios que tanto había ansiado probar, el sabor de lo prohibido era placentero, dulce como la miel y osado como solo ellos sabían serlo. Sabían que estaban en el lugar correcto cuando sus lobos formaron una conexión inexplicable que le hacía presión al lazo entre ellos, sus huellas quedaban tatuadas en sus desenfrenados corazones que hacían de ese primer beso la marca que no necesitaban.
En ese momento, Hoseok se dio cuenta que podía hacer hasta lo imposible para estar junto a Jimin. Estaba locamente enamorado de él y aunque el sabor de lo prohibido palpitara en sus labios, asintió, ignorando el miedo que le congelaba los sentidos, porque sabía que a pesar de todo, no habría mejor lugar que estar al lado de Jimin.
Frente a él se presentaba su nuevo hogar, rodeado por un imponente muro que resguardaba la grandeza del interior, la puerta era enorme y era custodiado por fieles guardias que restringían la entrada a todo aquel que no trabajara o viviera ahí. Por dentro era mucho más majestuosa que lo que se lograba ver por fuera, con un jardín extenso que no se podía apreciar del todo por la densidad de la nieve que bañaba todo el lugar. La parte de atrás estaba abierta directo al bosque y un largo río que no se había dejado congelar por el invierno enlazaba el jardín con este.
Nada de eso lo emocionaba.
Fue recibido al entrar por un omega que parecía cercano a su edad, no puso mucha resistencia pero su padre lo tomó por su antebrazo pasándose un poco por la fuerza en el agarre y lo obligó a entrar.
En el centro de la sala con sus mejores ropas se encontraba esperándolo el líder, su prometido.
-Señores Park. -hizo una reverencia- Están dejando a su hijo en buenas manos.
El omega no estaba muy seguro sobre eso.
-Seguro que si, joven Kim. -habló su madre con elegancia, dejando caricias en los hombros de su hijo.
El alfa la miró frunciendo el ceño en descontento.
-Señor Park, ¿no le ha enseñado a su omega a no hablar cuando los alfas están hablando?-inquirió dejando a Jimin anonadado y a su madre avergonzada.
- ¡Perdónela, líder! Mi omega no está muy acostumbrada a salir de casa y hablar con figuras de autoridad, esto no volverá a pasar. -aseguró su padre con desespero, como si hubiera insultado a Dios.
-Lo dejaré pasar esta vez, únicamente porque estamos comenzando una magnífica unión. -habló con arrogancia, dirigiendo su mirada ahora a Jimin- No nos hemos presentado, omega.
-No es como si hubieran dado la oportunidad de siquiera conocernos...
Sintió como su padre lo pellizcó con disimulo. El alfa lo miró con dureza trataba de intimidarlo pero Jimin no se inmutó.
-Al parecer el lobo blanco es bastante hablador y ocurrente. -dijo con una especie de sonrisa tenebrosa a los ojos del omega.
-Seguro ni siquiera conoces mi nombre. -respondió el joven, luchando por no bajar la mirada ante los penetrantes ojos del imponente alfa.
-Jimin. Te llamas Jimin -lo miró desafiante, acercándose para tomar una de sus manos, a lo cual intentó resistirse pero este la agarró con fuerza- Me han hablado maravillas de ti, la verdad, el pueblo vive comentando sobre lo perfecto que eres.
Su padre, quien estaba tenso por lo sucedido unos minutos atrás, suspiró aliviado, rogando con la mirada a su hijo que se comportara
-Espero que no me hagas arrepentirme de mi elección. -susurró con cierta arrogancia, observando directamente al chico.
-Tienes razón, esta es tu elección. -afirmó Jimin, tratando de mantener una voz calma- Tú me querías a toda costa.
Se tragó las ganas de decirle "Entonces espero que te atengas a las consecuencias"
-Por supuesto, así como el mando de la manada. Consigo todo lo que quiero. -dictaminó- Y ahora lo que deseo es conocer a mi prometido más a fondo, después de todo, de ti saldrá mi descendencia, nada más adecuado que dedicarnos un pequeño momento. -colocó su brazo en los hombros de Jimin para atraerlo hacia él, marcándolo con su aroma. Observó con desdén a sus suegros- Ya se pueden retirar, a partir de este momento yo me haré cargo de su hijo.
Jimin miró por última vez a sus padres, quien a pesar de todo se llevaban una parte de su corazón. Su padre se preparó para irse sin una despedida mientras que su madre lo miraba fijamente con los ojos cristalizados, como si estuviera arrepintiéndose de su decisión. Jimin la perdonaba, porque sabía que no era culpa de ella ser criada y sometida a una sociedad como aquella.
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Heewon lo llevó a recorrer todo el pueblo a caballo, le regaló costosas joyas compradas en tierras lejanas, abrigos de piel de la mejor calidad y decorativos de porcelana para la casa. Pero Jimin recibía todo con indiferencia, atacando directamente el orgullo del joven alfa.
Llegaron a la casa muy tarde en la noche, rozando la hora en la que había quedado en verse con Hoseok. Se disculpó con el alfa poniendo la excusa que iría al pequeño templo anexado al jardín para agradecer a los dioses por su compromiso, el alfa no se vio muy seguro manteniendo su expresión seria y dura sobre él pero aceptó alegando que eso les haría bien.
El alfa se mantuvo en la puerta del jardín viendo como Jimin se alejaba poco a poco, el omega no tuvo de otra que entrar al templo y esperar un rato hasta que el alfa no sospechara, rompió la ventana trasera y se escabulló por esta. Se apresuró a llegar, ansiando ver a su amado, el lazo que compartían se retorcía por la ansiedad de estar cerca.
El omega castaño tiritaba por el frío, pasando las manos por sus brazos en un intento desesperado por tomar un poco de calor, su abrigo había dejado de ser suficiente para protegerlo del frío hacía media hora, y la preocupación por la tardanza de Jimin lo hacía sentir peor, pero cuando el albino apareció entre los árboles corriendo con dificultad por la nieve y se lanzó a sus brazos terminando enganchado en su cintura, fundiéndose un abrazo anhelado y desesperado, se despojó de todo su mal estar.
-Lo odio, Hobi... -susurró lastimero escondiéndose en su cuello.
Hoseok podía sentir la tristeza en su voz, haciendo que él también se sintiera triste, se separó del omega menor y tomó su cara entre sus dos manos dejando un suave beso en sus rojos labios.
-Sé que debe ser difícil, Jiminie, -comenzó a decir sintiendo el asqueroso aroma del alfa sobre él- pero te prometo que haré todo lo posible para sacarte de ahí pronto.
-Te creo, por eso pensé que esto nos ayudaría un poco. -de su gran abrigo sacó todas las joyas que Heewon le había regalado ese día- Véndelas, con esto podrás conseguir un buen dinero para que tu madre viva bien en tu ausencia y aun nos quedará suficiente para huir.
- ¿No será un movimiento arriesgado?
-Él no lo notará porque... -su seguridad se destruyó al caer en cuenta de algo- ¡Mierda! Tengo que compartir cama con él.
-Ya lo había pensado, por eso te conseguí esto. -le mostró una pequeña bolsa de tela, Jimin lo miró confundido- Es un somnífero, lo suficiente fuerte para dejarlo atontado y si se pone la cantidad necesaria quedara inconsciente.
- ¿No es peligroso? ¿Dónde conseguiste esa cosa?
-No es lo suficiente fuerte para matarlo, y es mejor que te quedes con la información que te di, ¿bien? -Jimin asintió recibiendo con cuidado la bolsita y escondiéndola entre su ropa- Ya es tarde, vuelve antes de te descubran.
-No te vayas por favor... -pidió Jimin, aferrándose al abrigo del contrario.
-Estaré aquí mismo mañana, no te abandonaré. -prometió el castaño, el agarre en su ropa fue saltándose poco a poco.
-Te quiero.
-Y yo a ti, mi hermoso lobo valiente.
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- ¿Qué te hizo sonreír ahora cuando no te atreviste ni a fingir una sonrisa en todo el día?- cuestionó el alfa apenas entró a la casa, el tono ácido en su voz era casi palpable.
Había movido un sofá hacia la entrada del jardín trasero para esperarlo allí.
-Nadie.
- ¿Realmente crees que soy estúpido, no? -se levantó, sus feromonas arrojando ira- ¿Con quién andabas?
Se atrevió a olfatearlo buscando algún aroma a alfa, pero solo estaba esa mezcla dulzona de ambos omegas que fácilmente se confundía con la propia.
Jimin retrocedió con brusquedad, mirándolo con el ceño fruncido en fingida confusión.
-Ya te dije que con nadie. -escupió, pero eso hizo las cosas peor.
La respiración de Heewon casi podría convertirse en fuego, su aroma se volvió tan pesado que lo mareó.
-Quiero que me cocines. -exigió el alfa de la nada.
-¿Qué?-inquirió desconcertado- Pero tenemos quien nos ayude con eso, ¿por qué tendría que hacerlo yo?
-No te atrevas a contradecirme. -amenazó el alfa provocándole un empujón que casi lo hizo caer- Tú serás mi esposo, y quiero que mi esposo me haga la cena.
El omega prefirió obedecer, manteniendo la imagen de Hoseok en su cabeza para calmar su orgullo y que las cosas no llegaran a algo mucho peor.
Heewon se alejó de Jimin y levantó la voz para que los omegas que cuidaban la casa puedan escucharlo.
-A partir de hoy está prohibido que toquen la cocina, Jimin se encargará de ahora en adelante en hacer cada desayuno, almuerzo y cena. -anunció, sabiendo exactamente que eso no le gustaría al omega. Se acercó nuevamente a él, quedando solo a centímetros para verlo hacia abajo ansiando que así recordara quien mandaba- Y más te vale que la hagas bien.
Creía que había ganado, pero inconscientemente le había dado la ventaja a Jimin en esa guerra.
La marca y el matrimonio había sido un tema que logró apaciguar con ayuda de los pequeños regalos que dejaba a escondidas todas las noches sin falta en la comida del alfa, que lo mantenía lento y embobado, permitiéndole un poco más de facilidad para vender las cosas de la casa sin que lo pudiera notar, pero lastimosamente la fecha de la huida había sido pospuesta unos días más por la tormenta de nieve que azotó el pueblo.
No había podido ver a Hoseok en esos días, pero lo peor era que se había quedado sin el extraño contenido en la pequeña bolsa que había sido su salvación.
Heewon ahora estaba más despierto, y eso era demasiado peligroso para Jimin.
Escuchó cómo se deslizaba la puerta de la cocina y el aroma que más había detestado en su vida se coló por toda la habitación.
-Ya casi acabo. -habló sin mirarlo, concentrado en su labor.
Los fornidos brazos del alfa rodearon su cintura, Jimin se paralizó.
-Sabes que en este pueblo las noticias se expanden como pólvora, la gente ya está empezando a murmurar, "¿por qué el líder no ha marcado a Jimin?" "¿Y el lazo con el lobo blanco?"-decía rozando el cuello blanquecino con sus húmedos labios- Están dudando de mis capacidades como alfa, ¿eso quieres?
Jimin frunció el ceño, quería vomitar.
-No, yo no...
-Entonces cállate de una vez y abre las putas piernas para mí. -demandó con rabia- Será rápido, y sé que a ambos nos va a gustar.
Todo pasó demasiado rápido. El alfa levantó al omega estrellándolo contra la pared, besó sus labios de una forma agresiva y babosa, sacando sus colmillos preparándose para marcarlo. Entonces el volcán explotó, explotó de una manera demoledora, ignorando por completo las consecuencias dejando que la lava lo consumiera todo y se perdiera para siempre.
La sangre corría entre sus manos y el cuerpo de Heewon yacía inmóvil en el suelo. ¿Debería estar alegre? ¿Debería estar asustado? No sentía absolutamente nada, así que corrió.
Huyendo como siempre había querido, huyendo de todo y liberando una parte de sí que siempre quiso, pero no se paró a pensarlo porque solo estaba pensando en Hoseok.
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La brisa movía a los árboles en un silencioso baile, el bosque estaba en una tranquilidad absoluta que relajaba la noche. Hoseok esperaba a Jimin como cada noche, pero sentía algo muy extraño en el lazo que lo hacía saber que esa noche no era tan tranquila como aparentaba.
Y lo confirmó cuando Jimin apareció con un aspecto desaliñado, y manchado de sangre. Se quedó inmóvil.
-Lo he arruinado todo.... -dijo Jimin derrotado, sus ojos brillaban por las lágrimas contenidas-. Van a acabar conmigo, soy un asesino.
Hoseok se acercó a pasos lentos, teniendo una leve luz de esperanza. Acomodó con un desesperante cuidado el cabello de Jimin y con toda la seguridad del mundo habló.
-No, Jimin, eres el líder de la manada.
- ¿Qué dices?-lo miró sin comprender.
-Aquella vez en el festival me dijiste que las reglas dicen que cuando un lobo derrota a otro en una batalla tenía el derecho de convertirse en el líder de la manada.- explicó- Lobos, Jimin, no habla específicamente de alfas.
-¡No puedo! Seguro me cuelgan, me decapitan o no sé, me clavan un cuchillo y...
-Jimin. -agarró al menor por los hombros- Sé que es difícil, pero no crees que... Bueno que sea nuestra oportunidad.
Las manos de Jimin temblaban en cuanto Hoseok decía cada palabra.
- ¿D-de qué? -tartamudeó por los nervios.
-De cambiarlo todo, de dejar de huir.
-Pero, Hobi, tengo miedo. -sus labios temblaban.
Dejar de huir no era siquiera una posibilidad en el pasado, pero ahora el juego había cambiado a su favor. Se lanzó a loa brazos del castaño, deshaciéndose en lágrimas, de dolor e incertidumbre. Hoseok lo consoló sin importarle el desastre de sangre esparcido por el cuerpo del menor, dando palmaditas suaves sobre su espalda.
-Yo estaré contigo, siempre, sosteniendo tu mano. -le susurró y Jimin cerró los ojos dejándose llevar- Y... Cómo tu omega, si así lo quieres.
Lo quería, lo ansiaba, lo imploraba. Allí mismo, bajo la luna y entre los brazos de Hoseok le pidió al ser misterioso de entre las estrellas que lo había creado que le diera más fuerza porque ahora iba con todo a la batalla.
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Los habitantes de aquél pequeño pueblo escondido en medio del bosque se llevaron una gran sorpresa al ser citados aquella fría mañana de invierno justo frente a la casa del líder. Los murmullos creaban un ruido molesto, todos se estaban preguntando por qué habían tenido que dejar sus obligaciones para acudir con tanta prisa y aunque las hipótesis eran muchas, nadie sabía la verdadera razón.
Nadie más que ellos.
Jimin observó a Hoseok y asintió, su corazón latía con tanta fuerza que le nublaba los sentidos. Salió de la casa junto a su omega, los guardias le facilitaron una silla en la que subir, desde arriba observó los rostros confundidos de cada habitante del pueblo. Sonrió sintiéndose victorioso.
-Sé que todos me conocen, algunos como el lobo blanco, otros como el futuro esposo del líder, y muy pocos por mi nombre. -empezó dejando los nervios junto a su pasado- Pero hoy me vengo a presentar como el líder de la manada. -el desconcierto del pueblo se hizo presente en un bullicio, los guardias que acompañaban a Jimin los hicieron retroceder- Yo, Park Jimin, he asesinado en una batalla al antiguo líder Kim Heewon, por lo tanto eso me convierte en el líder legítimo de esta manada, y desde ahora las cosas van a cambiar.
Los murmullos no se hicieron esperar, muchos estaban sorprendidos, otros inconformes, y a su vez siendo un grito de esperanza para los omegas denigrados. Podía sentir la mezcla de olores y feromonas molestas provenientes en su mayoría de alfas. Pero no le importa al sentir toda la adrenalina en su cuerpo y la mirada orgullosa que le dedicaba Hoseok, o a partir de ahora, su omega.
Sabía que el camino no sería fácil, pero también sabía que había dado un gran paso en favor de los omegas, así que era un riesgo que estaba dispuesto a enfrentar, aún cuando tenía miedo, sus ideales se negaban a morir.
Jimin había hecho un impacto, había roto el molde, había dejado su huella, porque incluso aunque muriera, se mantendría la historia de los omegas que levantaron su voz para toda la eternidad.
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