─── Capítulo 37. Conteo
Dos semanas. Dos semanas sin saber nada de ella y sin poder poner un pie fuera de Arcadia. Era como si todo el mundo estuviera en su contra y no importaba de quien se tratara, todos le asignaban tareas que calificaba de ridículas.
—Se supone debo estar en Laponia, ¡no contando calcetines! —Se quejó con Blinky.
El trol de cuatro brazos bajó el libro e intercambió miradas con AAARRRGGHH!!!
—¡Es obvio, Jimbo! —exclamó Toby—. ¡Eyra no quiere que la sigas porque te adora! Lo dejó muy claro en su carta.
—Pero Hänsel dijo que...
—Quedarse —dijo el trol de pelaje verde, llevándose a la boca un calcetín de rombos.
—Maese Jim, debemos confiar en que la señorita Eyra cumplirá su misión satisfactoriamente.
—¡Confío en ella, sí que lo hago! —dio el azabache metiendo un calcetín azul en la caja—. No me fio de Myrddin —agregó cruzándose de brazos.
—El joven Emrys nos ayudó a rescatar a la señorita. ¡Es honorable! —comentó Blinky pasando página a su libro.
Tobías no pudo evitar soltar la carcajada, algo que no pasó desapercibido por ninguno de los presentes.
—¿Honorable? —preguntó el cazatroles—. No sé si estemos hablando de la misma persona, Blinky, pero no le veo nada de honorable a un tipo que fue cómplice en un secuestro y que además tuvo varios encuentros con Strickler —agregó.
—Alguien está celoso porque no está con su princesa —canturreó Toby, vaciando otro saco de calcetines.
Jim frunció los labios y volvió a su tarea del inventario.
—No estoy celoso, estoy preocupado por ella —añadió bajando la mirada.
Y no mentía, pues, durante las últimas dos semanas, había tenido pequeños sueños donde ambos eran protagonistas. Estaba preocupado porque sabía que Eyra seguía bajo el influjo de la bruja y, aunque Hänsel lo había felicitado por romper el hechizo que lo unía a ella, se dio cuenta que, de alguna forma, él siempre regresaba para ayudarla a despertar.
Estaba consciente de que, de alguna manera, Eyra fabricaba esos sueños de cuentos de hadas, donde él siempre la salvaba de algún peligro.
La preocupación surgida de la fantasía empeoró cuando Vendel le asignó tareas con la única intención de retrasarlo, a pesar de que Hänsel había arreglado todo para un viaje a Europa que posiblemente les tomaría un par de días concretar.
Pronto, un problema más surgió para él: cómo decirle a su madre que se iría de viaje si ella no le dirigía la palabra ni siquiera para desayunar. Y luego llegó Clara a quien tenía que darle una larga explicación sobre lo que ocurrió con su hermano y cómo se involucró en ese mundo.
Definitivamente, su vida era más complicada de lo que quería admitir.
—¡Tengo noticias! —exclamó un hombre rubio entrando a la biblioteca de Blinky.
Se trataba del tío Hänsel, cuya presencia en Mercadotroll se debía únicamente para poner al tanto a todos sobre el progreso de su sobrina.
—¿La señorita Eyra sigue dormida? —preguntó Blinky.
Hänsel, con una amplia sonrisa en su rostro, negó.
Acercó el álbum de fotos al peculiar grupo y mostró la página que mostraba a Eyra y a Myrddin compartiendo un panecillo.
—¡Te lo dije Jimbo! —exclamó Domzalski—. Blanche es genial, ¡venció a la bruja!
—Solo espero que realmente esté bien —murmuró el azabache un poco más tranquilo—. ¿Tengo que esperar o confiar en que volverá pronto?
—Está con Myrddin, el camino está lleno de peligros, pero al final.
—La señorita Blanche deberá terminar la pelea sola —añadió Blinky con un tono dramático.
—¿Pero por qué tanta seriedad? —preguntó Hänsel sorprendido por el repentino silencio que se formó en la estancia literaria—. ¡Vamos, hasta parece funeral!
—¿Crees que Myrddin es de fiar? —preguntó Tobías al tiempo en que separaba los calcetines por colores y diseños.
—¿Por qué no lo sería? —cuestionó Hänsel—. Si el propio Merlín le encomendó la tarea de protegerla —agregó encogiéndose de hombros—, su madre me lo dijo hace años, Eyra está destinada a grandes cosas, como tú James.
—¿Merlín? ¿El mismo Merlín? —preguntó Toby.
El rubio asintió.
—Hay cosas que a su tiempo conocerán —suspiró dándole una mirada al azabache—, y muchas de ellas son secretos.
—Entiendo —dijo el cazatroles, resignado a esperar.
—A mí no me gusta todo este misterio —intervino Blinky—. ¡Lo poco que conocemos de la señorita Eyra es el juramento de protección de Kanjigar! Y que es una niña muy traviesa y visceral —añadió como si recordara un momento interesante.
—¿Vísceras? —preguntó AAARRGGHH!!! confundido.
Toby no pudo evitar reír.
—Se refiere a que actúa dependiendo sus emociones —explicó Hänsel al trol.
—Es cierto, la he visto reír, llorar, derrochar alegría y enamorarse, pero jamás se ha enojado —dijo el castaño llevándose una mano a la barbilla.
—Mi princesa no se enoja, simplemente su orgullo puede más —añadió el adulto encogiéndose de hombros—, pero sí ha cometido errores muy graves.
—De solo recordarlo me dan ganas de estrangularte, Jimbo —dijo Toby.
—¿Qué errores? —preguntó Jim.
De pronto, como si de una revelación se tratara, Blinky se sorprendió. Dedicó una mirada a Hänsel y otra al cazatroles y guardó silencio. Esto no pasó desapercibido por el muchacho, quien pronto lo olvidó, pues, fue llamado por Bagdwella para acabar con otra invasión de gnomos en su tienda... la tercera en la semana.
Antes de marcharse, vio a Toby y Hänsel intercambiar unas palabras, el castaño asintió haciendo un saludo militar, para después acompañarlo a esa misión. Hänsel se quedó con los troles a intercambiar unas palabras que nunca conocería... al menos no por ahora.
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