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Niall. 

Tonto, era la única palabra que me podía describir en estos momentos y la única que me seguía diciendo. Mi mente era un firme enemigo que se encargaba de repetir una y otra vez las imágenes que había visto ayer, las que habían roto el último gramo de esperanza que quedaba en mi cuerpo, y no importa qué hiciese éstas seguían continuando una tras otra.

Con dolor cerraba mi última maleta, el vuelo era en dos horas y  Snake ya había consumido sus remedios para que el viaje lo hiciera dormido y no fuera duro para él. Era irreal pensar que en un par de horas el rumbo a mi nueva vida sería en Ucrania, Ucrania, ¿qué sabía de Ucrania? Sabía que volvería a Europa, y gracias a un rápido googleo tras la llamada de Will que la capital era Kiev... Eso era todo, además, me lo imaginaba como un país frío y de un idioma impronunciable. Tenía que confiar bastante en mi amigo como para acceder a viajar a un lugar del que mis conocimientos eran escasos.

Dejé un par de cajas listas que vendría por ellas después, agradecía que Will más que un par de pasajes, lograra tener un jet privado, sé que no era el ideal de ser el "chico normal", pero en instancias como estas lo que menos me preocupaba era ser el "chico normal", huir de mis emociones era el propósito número uno, tal como la primera vez hace más de un año.

Le diría adiós a Meryem, ella podría ser feliz sin mí, sin saber toda la mierda que venía conmigo, su paz, su felicidad eran para mí ahora la prioridad, o al menos eso me decía a mí mismo, que con mi ida su vida sería más llevadera  y sencilla (sin duda lo sería); pero en el fondo yo sabía que la idea de estar cerca de ella sin poder realmente acercarme, abrazarla, besarla, me resultaba insoportable. Sabía que estar en Guyana sólo sería un contante recordatorio de los recuerdos, de su ser y aroma, y correría como un perro faldero ante sus pies. Lamentablemente, la verdadera razón era de que era débil, tan débil que no era capaz de conducir de nuevo donde Meryem y darle una apropiada explicación, como se merecía.

El sonido del timbre llamó mi atención, ¿quién podía ser a esta hora?, ¿por qué ahora? Con algo de nervios y esperando que no me tomara mucho tiempo deje de embalar las cajas y fui a abrir la puerta.

-¿Quién mierda eres?

-¿Alex?- el mejor amigo de Meryem se había aparecido bajo el umbral de mi puerta mientras la sostenía, para asegurarse de que no la fuese a cerrar, tenía un ceño pronunciado en su rostro y le caía una gota de sudor en la sien.

-Sé toda la verdad Bruce o ¿debería decirte Niall?-abrí mis ojos como platos, ¿qué había dicho?

-Alex... yo puedo explicarlo

-No tienes nada que explicarme a mí, pero sí a mi mejor amiga, ¿cómo puedes mentirle así a la mejor persona que existe en este mundo? Ella te ama, Bruce, y en caso de que no lo sepas eres uno de los más afortunados en el puto planeta por tener su amor

El recordatorio de que Mer me amaba me quitó el aliento, pude haber corrido en ese mismo momento hacia ella jurándole mi amor irrevocable si no fuese porque tenía a su amigo plantado ante mí. Tomé una bocanada de aire y me obligué a hablar.

-Alex... es más complicado de lo que crees

-Yo no creo nada, solo te diré que no mereces ni los pensamientos de Meryem

-Lo sé, Alex-mi voz se quebró- Lo sé

-¿Entonces? 

-Alex... me iré, yo... no seguiré viviendo aquí dejaré que Mer sea feliz-. Por primera vez Alex alejó su mirada de mí y observó el fondo que me rodeaba, lleno de cajas y maletas, tal como estaba la casa hace unos meses cuando recién me estaba mudando. Resultaba increíble que por aquellos entonces creía fervientemente que pasaría el resto de mi vida con Meryem, era desolador ver la realidad en l que me encontraba.

-Menos mal aún te queda algo de cordura, aléjate lo más que puedas de nuestras vidas, porque si la veo sufrir, te las verás conmigo Niall Horan-agarró el pestillo y cerró la puerta de un golpe sórdido, dejándome con mil palabras en la boca.

Con un nudo en la garganta llevé las maletas afuera, había acordado con un taxi en que le pagaría extra si me llevaba al aeropuerto, ya tenía que tomar mi vuelo hacia Panamá para después llegar a mi destino. Me detuve delante de la cerca que limitaba el lugar que, aunque había vivido por algunos pocos meses, ya sentía como mi hogar. Snake a mi lado olfateaba unas flores silvestres que habían aparecido junto a la carretera, sabía que sin duda él sí extrañaría la parcela y el césped que para él parecía infinito; se encontraba bostezando cada cinco minutos como efecto de la pastilla que dentro de poco lo tendría roncando con la lengua afuera.

Casi cuatro horas fueron las que me llevaron a la húmeda y calurosa Ciudad de Panamá, aunque en realidad no era nada a lo que ya estaba acostumbrado en Georgetown. Unas de las horas más largas que he tenido que vivir, hojeaba el reloj cada cinco minutos como si el tiempo fuese a pasar más rápido con este acto, y mi pierna se movía impaciente, el hecho era que, no importaba qué pasase después, al menos estaría con mi leal amigo Will. Por otro lado, Snake no pareció darse cuenta que estaba en un avión que voló kilómetros y kilómetros alejándose de tierra firme, él se sumergió en un sueño tan profundo que era la admiración de los niños abordo, dentro de poco se había vuelto la atracción y cada persona que pasaba para ir al baño estiraba la mano para acariciar su pelaje preguntándome cuál era su nombre y  cuántos años tenía, lo cual, por supuesto no facilitó mi tarea de pasar desapercibido, si bien las personas no se me acercaban porque creían que tenía un parecido extraordinario con el difunto Niall Horan, lo hacía igualmente porque tenía un perrito que encantaba a todos.

Con una gorra y gafas oscuras celebré el aterrizaje, volvía a pasar incógnito y alejándome lo más posible de las cámaras de seguridad. Aunque, de nuevo, mi amigo perruno no me lo hizo más fácil, tan pronto las ruedas del avión tocaron la pista sus orejas se levantaron alertas y sus ojos se abrieron, lo que llamó aún más la atención de sus admiradores. Tras una rápida esquivada de sus fans, caminé hasta el sector privado con un muy activo Snake que en vez de caminar parecía saltar en sus patas, si no hubiese estado al lado suyo durante todo el trayecto estaría seguro de que este perro sabía que había salido del país y volado hasta otro, porque parecía alardear a los demás sobre el gran viaje que había tenido, y que ahora se había vuelto un perro trotamundos. Reí para mis adentros, y deseé estar como Snake, que en vez de ser un revoltijo de nervios y tristeza disfrutaba de esta nueva vida.

Bajé mi gorra hasta tapar la mitad de mi cara, comenzaba a sentir miradas y presentía que esta vez no se trataban de Snake. Rezándole a cualquier dios existente, esperé llegar sin novedades junto con Will, mi respiración se relajó cuando, bajo el letrero de "Privado, no pasar" vi a mi amigo. 

-Dios te ves fatal-dijo Will cuando fue a saludarme con un abrazo oso.

-Gracias, también te extrañé

-Vamos, antes de que alguien te vea- mostró una credencial al guardia junto a la puerta de cristal y puso una mano en mi espalda, empujándome al sector los aviones privados.

En cuanto entré sentí en mi rostro el aire acondicionado del sector, además, estaba vacío en comparación al transitado aeropuerto de Ciudad de Panamá. Permití que mis músculos se relajaran un poco y me senté en un sofá mientras dejaba a Will hacer la documentación junto al mesón, lo cual no le tomó mucho, ya que en unos minutos un chico llegó con mis maletas, le di una sonrisa de agradecimiento y antes de que me dijera algo llegó Will.

-Bien Bruce, nos vamos-asentí.

Entramos directamente a la pista de aterrizaje y ahí estaba, un jet que de alguna forma Will había logrado conseguir y traer al otro lado del mundo. Snake continuaba emocionado por la travesía y me tiró hasta las escaleras mientras con la otra mano arrastraba una de las tres maletas.

Ya arriba, caí en cuenta de lo que estaba haciendo, estaba escapando una vez más , como el maldito cobarde que fui y seguía siendo. La primera vez, cuando fingí mi propia muerte, ahora, estaba fingiendo no tener un corazón roto. Intenté ignorar que todo el viaje a Guyana había sido en vano, el total objetivo era crear una nueva vida sencilla y alejada de los problemas, dejar atrás mis errores para aprender de ellos y no cometerlos de nuevo, pero aquí estaba,  con mis maletas rumbo a un país que no conocía esperando dejar todo atrás.

-Ahora... ¿Qué pasó con la famosa Meryem, Niall?-miré a Will, se sentía bien escuchar mi nombre de alguien que no lo decía con desprecio.

-Se acabó, creí que podría pero...-las palabras se ahogaron en mi garganta, incapces de continuar la oración, decirlo en voz alta era más difícil de lo que creía.-Fui tan idiota, creyendo que no me iban a descubrir, Will

Miré a Snake que tenía sus patitas apoyadas en la ventana, mientras observaba a los de seguridad dirigir el jet, me pregunté si era consciente de que estábamos dejando una vida atrás y del dolor que yo sentía en estos momentos.

-Era obvio que esto iba a pasar, pero quise ser feliz y vivir la fantasía mientras podía-me dirigí a Will, que no se había atrevido a interrumpirme y se encontraba escuchándome atentamente junto a aquella mirada a la que yo solía acudir cada vez que tenía una recaída: firme y afirmándome que tenía razón, pero empático al mismo tiempo. Sólo entonces noté que él también había cambiado su apariencia, su piel que antes estaba siempre aterciopelada tenía una barba de por lo menos un mes, y había cambiado los lentes por los que creían eran ópticos, de otra forma no vería.

-Tranquilo amigo... tú sabes que eres mucho más que eso, sé que debes sentirte la peor persona del planeta, pero lo hiciste para ser mejor, para sentirte mejor, para dejar las jodidas drogas Horan, eres fuerte

-Pero... ¿A qué costo Will?

-La vida no es como soñamos, yo nunca en mi puta existencia creí estar ayudando a un amigo fingir su muerte, pero aquí estamos

-Era el amor de mi vida... Will te lo puedo asegurar, es la primera vez que me duele tanto, sí, me han gustado hasta me he podido enamorar... pero no de la manera en qe Meryem se metió bajo mi piel

-Entonces, ¿por qué no le disiste la verdad? Un amor así debe valerlo

-Odia las mentiras

.Niall...

-Tenía miedo, ¿sí? Además, ayer la vi.. ella iba a salir con un chico, ella merece ser feliz...

-Entonces si que la amas mucho...-me abrazó una vez más- Si las cosas se dan, verás como podrás superarla, Ucrania es genial

-Pero sin Mer...

-Mejor descansa, puedo ver que no dormiste nada en el vuelo anterior, anda a echarte un rato mientras yo cuido de este perrito que parece haberse comido todas tus energías, luego tengo que contarte algo

-¿Qué pasó?

-Tranquilo, ya lo sabrás

Capítulo editado y co-creado por SmileWithHoran

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