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Los días pasaban y los Park no querían alejarse ni un segundo de su hijo. Llegando a tal grado, de transitar las noches, en su cuarto.

-- ¿Era Jeon? -- preguntó la mujer, al levantarse del sofá gris.

Su esposo, asintió leve tras bloquear el teléfono.

Dejando en evidencia, que no estaba de humor para preguntas. Es decir, tarde o temprano, debían contarle al rubio.

La pelinegra al respecto, no opinaba pues, era una esposa sumisa. Aceptaba sin cuestionar siquiera, la autoridad y voluntad del superior.

-- Madre -- exclamó Jimin con voz temblorosa. El menor luego de la espera, se despertó imprevistamente.

La mencionada, se acercó feliz a la camilla, sabiendo ahora, que no fue olvidada.

El señor en cambio, soltó una sonrisa cuadrada, mostrando así sus encías rosadas y dientes color blanco hueso.

-- ¿Sabes que paso? -- inquirió la última, recibiendo una respuesta negativa por parte de Park.

Era de verdad increíble, por primera vez, el nombre Jungkook no salía de su boca.

La pareja, nuevamente miró uno al otro y sin emitir palabra alguna, ambos tomaron una decisión final. Aunque, más que nada fue el hombre, claro.

La innombrable resolución, constaba en no hablar de Jeon. Pues el hacerlo, era innecesario, no se lo recordaba. Él Simplemente, ya no existía.

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