Capítulo 34


Sentir y Amar


Izuku alejó su mano y miró curioso a Uraraka.

—Duele, y duele aún más cuando alguien al que quieres y estimas te hace daño. —Sus labios dolían cada que una palabra salía. —Incluso después de ésto, yo--

Midoriya sonrió y besó de nuevo sus labios, necesitaba deshacerse de los sentimientos en su pecho, necesitaba extinguirlos por completo. Ahogarlos.

Apretó más fuerte los senos de su amiga, haciendo que ella se retorciera de dolor ¿Habrá hecho lo mismo con Kacchan? Se enojó ante la idea de que no, sus labios crocaron y él se alejó.

La boca de Uraraka sangraba más.

—Aún después de esto, yo te seguiré queriendo. —El tiempo y corazón de Izuku se detuvieron. —Por lo buen amigo y compañero que fuiste todo este tiempo, antes de hoy.

Aún siendo tan dulce, tan ingenua y tan linda. Midoriya miró atento, la ropa de Ochako estaba mojada y llena de lodo, su cabello estaba hecho un completo desastre, el mechón que le faltaba estaba a la vista goteando de agua. Sus labios estaban deshechos y su cuello amoratado.

La había roto, rompió a la muñeca a la cual juró proteger en un pasado. Se alejó frenético y se tomó de la cabeza

¿Qué había hecho?

Mordió su lengua ante la amenazante y creciente culpa que se expandió por su corazón y alma. No, él no debe sentir culpa, se lo prometió desde que le dio rienda suelta a sus sentimientos.

—Uraraka-san… Yo… Yo no te amo. —Se acercó de nuevo, esta vez delicadamente. —¿Tú me amas?

La castaña miró asustada. No lo ama, ama a un cenizo.
Izuku habló:

—¡No! —gruñó apresurado— ¿¡Ves!? ¡Es por eso que tengo que alejarte de Kacchan porque-

La explosión lanzó a Izuku contra la pared y la castaña dio un grito cuando la tomaron duramente de los hombros, asustada miró a su maestro que la tenía entre sus brazos.

Aizawa esperó a que el humo se fuera y anuló el Quirck de Midoriya.

Bakugou caminó rápido hacia su maestro, apretando y rechinando los dientes ante la imagen de su novia.

Kirishima, Todoroki, Momo, Tsuyu, Denki y Mina llegaron corriendo con varios autos de policía detrás de ellos.

—Ochako-chan. —Yaoyorozu miró aterrada el estado de su amiga.

Todos miraron el fondo del callejón, Midoriya estaba en el suelo, mirando a la nada:

—Ochako, ¿Tú? ¿Kacchan?

—Nos dio tiempo. —Gruñó Kirishima

La mirada rota de Izuku buscó a la castaña, quien fue cubierta por Yaoyorozu y Tsuyu para que no osara intimidarla más.

—Me engañó... Me engañó —Buscó con su mano la pulsera en su muñeca. Y comenzó a gritar como desquiciado ante su rabia creciente que envenenaba aún más su alma y corazón. Ochako lo había engañado.

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