Capítulo 33
• Terror •
Bakugou rompió la puerta de la habitación.
—¡Mierda! ¡Llamen a Aizawa! ¡A la jodida policía! —Gritó tan alto que todos después de quedar horrorizados con las fotografías de Ochako, la ropa, los cepillos y de más. Tomaron sus celulares temblando.
Todoroki corrió a la habitación de Uraraka sin perder un segundo, miró como el cabello ceniza desaparecía en el paisaje lluvioso.
Bakugou había saltado por la ventana.
—¿Se la llevó? —Miró a Katsuki correr por la lluvia siguiendo las huellas lodosas, saltó por la ventana. Seguro que Bakugou se molestaría por querer ayudar, pero no era por él, sino por Ochako.
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Su estómago dolía y el movimiento constante de Midoriya corriendo la torturaba más.
Tomó toda su fuerza y comenzó a moverse como un gusano, en un movimiento brusco; él la dejó caer al suelo. Abrió los ojos ante el ardor de la caída y en el callejón pataleó como pudo para alejar a la cosa que se hacía llamar a su amigo.
—Ochako, no huyas, me duele que hagas eso, como si me temieras. —Bajó la mirada triste, acercándose a ella, —no, cómo si me tuvieras terror. — Corrigió.
Movió la cabeza esquivando la mano de Izuku, pero él logró capturar su mandíbula. La miró a los ojos dolido y quitó la cuerda de su boca, Ochako escupió y miró enojada a su captor.
—¡Déjame Izuku! Suéltame. —Frunció el ceño.
Midoriya hizo lo mismo, y eso aterró a la chica que se maldijo en el interior por jugar a la valiente.
—Te equivocas Ochako, tú no me gustas, tú sólo eres mi mejor amiga, entre nosotros no hay más que sólo cariño, y no amor —la castaña dejó que hablara. —Yo no te amo, yo no siento amor por ti, yo no estoy triste porque salgas con kacchan. —La lluvia bajaba por sus hermosos mechones verdes, que delineaba su nariz y las gotas caían al rostro de la castaña.
—Estoy muy feliz porque mis mejores amigos lo son. —Mordió sus labios.
—No pareces nada feliz. —Dijo fría.
—Lo estoy, porque ahora comprobaré que no te amo. —Izuku tomó el rostro de castaña y lo presionó al suyo.
Un beso asqueroso y depravado comenzó a surgir, su lengua pasaba duramente contra la cavidad bucal de la chica, mordía sus labios sin cuidado, y aventuró sus manos en uno de los pechos de ella.
Todo era doloroso, su corazón quemaba por ser herida por quien creyó que nunca lo haría, dolía saber que su mejor amigo: tan dulce y amable, se había convertido en la cosa que estaba sobre ella ahora.
Intentaba cerrar la boca, pero las mordidas en sus labios la obligaban a ceder, lloraba ante la idea de estar viviendo esa mierda en carne propia, en un sucio callejón lejos de U.A.
Su cerebro dio vueltas cuando Midoriya empujó su cabeza contra la pared azotandola. Y pasó su lengua en su cuello, mordiendo su carne sin una pizca de delicadeza. Ochako gruñó y su boca fue silenciada por una de las manos de Izuku.
Sin defensa, sus manos atadas y sus piernas también, acorralada como un miserable conejo a punto de ser engullido por un lobo.
El agua que bajaba por su rostro le ardía en los labios que estaban
demacrados por los dientes de Izuku.
—Para… por favor... duele. —Logró articular entre los dedos de Midoriya.
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