Capítulo 27

Memoria


Memorizar las rutinas de cierta castaña fue una completa joda, pero ahora después de unas semanas sabía lo que la castaña haría con perfecta exactitud.

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Ochako ahora caminaba a los cuartos de la academia algo cansada, definitivamente el ritmo de Bakugou es para locos. Suspiró y entró a la sala y se desplomó en el sofá, sus piernas pesaban y sus brazos ardían.
Trago saliva amargamente, con una dolorosa resignación;
Momo no le había creído que Izuku le haya dicho tales cosas, al punto que de la incomodidad dejó de hablarle. La única chica que la escuchaba sin decirle que era imposible, era Mina.

Miró su smartphone, era tarde, ya casi llegarán todos los del entrenamiento.

Se levantó perezosa de su lugar y caminó a su cuarto, como todos los miércoles después del entrenamiento.

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Izuku miraba desde la puerta; sacó la cámara y comenzó a enfocar todos los ángulos posibles de la castaña, dormía tan plácidamente, su respirar era calmó y apacible... ¿Cómo será agitada? Midoriya lo pensó.

Colocó la cámara al lado del cuerpo de la castaña, miró con atención el mechón que le había quitado y sonrió ante su osadía. Aún que su corte fuera asimétrico a causa de ese mechón faltante se veía perfecta, que afortunada de ser bella hasta durmiendo.
Continuó analizando y no soportó más. Se acomodó en la cama y acercó su rostro al de la castaña, suspiró y se calmó mentalmente. Sacó su lengua y la acercó a las mejillas de la chica, tenía que ser firme, si ella notaba la diferencia se despertaría y así hizo, lamió desde su mejilla derecha hasta la parte baja de su mandíbula, pasó
su lengua por sobre sus labios.

La castaña abrió los ojos, metió las manos de inmediato pero fue demasiado tarde, un golpe en su mejilla izquierda la dejó mareada y veía todo doble.
Su aturdida mente solo gritaba "huye" dio una bocanada de aire y empujó el cuerpo de Izuku frente a ella, corrió mareada.

—¿Izuku?— susurró impregnando cada palabra de una aterradora incredulidad.

El peliverde logró tomarla del cabello, Ochako hizo una llave tirando al peliverde por sobre su espalda hasta embarrarlo en el suelo. Sin si quiera respirar dió un salto fuera de la habitación, rogaba una y otra vez que sus compañeros estuvieran por llegar.

—¡Ochako! ¡Escúchame por favor! — Uraraka apretó los labios, sintió miedo al escuchar su nombre en labios de lo que era su mejor amigo de la vida.

El elevador estaba cerca, con el rabillo del ojo presenció como éste se levantaba del suelo y corría tras de ella.

Cayó al suelo cuando Midoriya estaba ya a escasos centímetros de atraparla.
¿Cómo? ¿TAN RÁPIDO? Ansiosa miró el aire lleno de rayos verdes.

—¡¡Bakugou!! ¡¡Mina!! Alguien por favor. —Chilló corriendo, dio la vuelta para bajar las escaleras, nerviosa quitaba el cabello que se pegaba a su rostro.

C l i c k

El ruido la hizo voltear antes de poner el pie en el primer peldaneo de la escalera, el golpe crudo sacudió sus entrañas.

La cámara había dado en su cien izquierda, miró todo borroso mientras las escaleras se parecían acercar más. Ni siquiera metió las manos y el crujido de su cuerpo comenzó a inundar los pasillos.

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El crujido hizo a Izuku detenerse al pie de las escaleras. Sus mejillas se llenaron de rojo y su voz parecía cortarse. El eco se repetía una h otra vez en su cabeza.

—Así que, así te escuchas con la respiración rápida y agitada, Ochako. — Bajó lentamente las escaleras, recogió la cámara y rogó porque estuviera en buen estado, la probó, y sí. Aún servía.

Sus manos temblaban mientras revisaba la galería, enérgico sonrió y camino al final de las escaleras, suspiró excitado, apuntó y enfocó.

Se desvaneció junto con el click.

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