Capítulo 23


Detalle² •


Ochako miró a Katsuki y detuvo sus lágrimas.

—Abrázame. —Sus palabras se deformaron por la tristeza y miedo en su corazón.

Bakugou entró y la abrazó delicadamente, su cuerpo temblaba, estaba tan asustada que suspiraba pesado ante el más mínimo movimiento brusco del exterior. Todos miraron heridos, Eijiro le dijo unas palabras de ánimo a Mina, mientras Shoto acariciaba la espalda de Momo; Tsuyu era acobijada por Izuku; Kyoka salió rápido de la habitación y fue seguida por Denki, y Hagakure sólo miraba.

Bakugou cargó a su novia y la llevó a la habitación, la sentó sobre sus piernas; él estaba sentado en la cama.

Acarició su melena y la chica encajaba sus dedos en el cuello de su amado.

—Tengo miedo. —Masculló entre gimoteos.

Katsuki analizó el corte en su largo mechón derecho, se notaba el camino que dejaron las tijeras.

Se limitó a abrazarla; quería que se sintiera segura, que supiera que él la protege y la protegerá siempre. Quizá tenerla cerca todo el tiempo no fue la mejor idea, pero estaba asustado, no sabía cómo actuar y en su momento se le hizo la mejor opción. Suspiró.

⚪⚪⚪

No sólo ella: El tramo de cabello verde pantano que sobraba del moño en Tsuyu había desaparecido; uno de los picos que caían de la coleta en Yaoyorozu no estaba; los rizos en la nuca de Ashido eran inexistentes y un mechón de Kyoka había sido robado.

Pero a la que le habían quitado más fue a la castaña.

Nadie habló de eso: Tan crudo, tan enfermo y aberrante. Que nadie pudo decir nada al respecto, lo mejor era olvidar tan amarga experiencia.

Eso sí, las chicas comenzaron con una enorme paranoia y ahora ninguna femenina dormía en sus respectivas habitaciones. Todo en el ambiente para ellas, se había vuelto hostil y peligroso.


⚪⚪⚪

—Midoriya-kun ¿Quién crees que fue? —Iida estaba muy preocupado, como líder de la clase tenía que hacer sentir seguras a las chicas y ni él ni los profesores habían avanzado en nada, solo advertían.

Izuku miró el cielo nublado.

—No lo sé, alguien que no durmió en grupo: Podría ser Todoroki-kun, Tokoyami-kun, incluso yo, o tú. —Sonrió amable.

El jefe de clase lo pensó: Talvez era verdad; las chicas se ponían nerviosas cuando se intentaba hablar el tema, sus cuerpos temblaban y sus ojos miraban a todas partes ante la más mínima muestra de interés hacia aquello, talvez sólo tenían que decir que era un amargo recuerdo que con el paso del tiempo se tenía que borrar.

⚪⚪⚪

Midoriya caminaba más que encantado por el jardin de atrás. Escarbó un agujero, uno profundo de talvez 4 metros, sacó una bolsa y la puso contra la luz:

Negro, azul marino, verde pantano y rosa.

Abrió la bolsa y dejó caer los hilos negros y azul marino. Tapó el agujero y caminó otros 14 metros, repitió la misma acción y dejó caer el rosa. De nuevo lo mismo y dejó caer el verde pantano.

Levantó su mano al cielo, tratando de cubrir de manera inútil la lluvia ligera que caía; amenazando a caer más deprisa.

El aire revolvió sus cabellos y el esmeralda en sus orbes se llenó de brillo, la pulsera color del chocolate emitió una tenue luz a causa del reflejo. Sonrió feliz y se dispuso a regresar a su habitación. La lluvia se encargaría del resto: comprimiendo la tierra.

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