• Caída •

La tarde era fría y ventosa, todos estaban entre sus sábanas platicando cosas triviales. Kirishima animaba a Katsuki unirse, pero éste sólo bufaba e insultaba negando el pedido.

Todos reían. Pero Izuku pudo notar cuando Uraraka bajó a prepararse un té, una sonrisa de lado le indicó que no se sentía bien, sin más iría a ayudarla como el buen amigo que es.
Cuando estaba a punto de mover sus pies, Bakugou se levantó y marchó tras ella sin ser visto por los demás.

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Maldito sea su sentido de humanidad, su amabilidad desinteresada  y servicial. Ahora miraba atonito y mudo con los medicamentos y sábanas en sus manos;

Ochako estaba recostada sobre el pecho de Katsuki, pero un movimiento del ceniza hizo que  su instinto lo hiciera retroceder tirando los medicamentos y rompiendo el contenedor del jarabe, un bufido le hizo saber que él le rompería el cuello sí lo encontraba ahí.

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—Deku-kun. —Escuchó la voz que estaba a punto de romperse.

—U-Uraraka-san es mejor que me vaya, —rápidamente tomó nervioso su mochila y la colgó en su hombro, —dame un tiempo por favor. —Intentó hacerle entender que no le hablara más.

—Deku-kun ¿Estás bien? —Los finos dedos se aventuraron a tocar su saco en un intento de que no se marchara.
Su corazón se aceleró indicando que temía perder el agarre de la castaña, un empujón la hizo abrir los ojos y mirarlo confundida, era la primera vez que la alejaba. Izuku había empujado con sus plumas bien abiertas el pecho de Ochako, un rojo quería nacer para acompañar a sus pecas pero escondió sus intenciones en los más profundo de su ser.

—¡Perdón Uraraka-san! Tengo algo importante que hacer. —Huyó de la presencia que se acercaba por detrás.

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Eso no era nada, no era ni un poco de dolor que sintió cuando presenció el primer beso de la pareja más dispareja de la UA.

Declarando y confirmando su súbita muerte.